La conexión entre Messi y Mbappé que amenaza al Bayern: así destruyen defensas
La pareja de atacantes es la que más goles ha producido de las cinco grandes ligas tras una combinación: 10.

Kylian Mbappé hace tiempo que tiene la entidad para condicionar cualquier escenario solo con su presencia. Estando. Como en la venerada Tiburón, lo realmente aterrador en el PSG-Bayern que se disputó en París hace unas semanas no era lo que veíamos en pantalla, sino lo que quedaba fuera. Esa amenaza latente que provocaba que todos estuviesen crispados. Un Mbappé sentado en el banquillo al que se le enfocaba recurrentemente, recordando que estaba ahí, agazapado.
Hubo dos partidos aquel día. Uno sin Kylian, en el que los de Nagelsmann jugaron sin temor, hundiendo sin piedad a los franceses en una demostración de confianza -sin acierto-, y otro con Mbappé, al que le bastó media hora para redibujar el escenario en el que se jugaba el partido, casi como si pudiese cambiar las leyes del deporte y generar nuevos marcos. En el Allianz, el campeón mundial volverá a la titularidad tras haber regresado en plena forma de su lesión: cinco goles y una asistencia en los últimos tres partidos.

Si Kylian Mbappé es aterrador por sí solo, al lado de Leo Messi el francés coge otra dimensión. La lesión de Neymar, que lo dejará fuera lo que resta de curso, subraya con más fuerza la relación entre ambos futbolistas como pilar sobre el que erigir el sistema ofensivo del PSG. Y lo cierto es que los datos lo avalan. Ninguna pareja de las cinco grandes Ligas ha producido más goles que esta después de una combinación: 10 tantos. Ocho asistencias de Leo a Kylian y dos al revés, lo que confirma una sociedad con roles claros: mientras uno estira y se desmarca con un poder infinito, el otro asiste con una visión inagotable. El Bayern deberá controlar lo incontrolable.

Esta sociedad condensa dos principios básicos en el fútbol llevados a su pináculo: el desmarque y el pase. No existe jugador en el mundo con la potencia, lectura e inteligencia de Kylian para lo primero, como si su cuerpo hubiese sido diseñado para trazar rupturas de distinto nivel independientemente de la altura a la que es defendido. Leo, con su poder pasador, encuentra en un jugador que arranca desde el perfil opuesto un perfecto receptor. Después de tantos años rodeado de lentitud en el Barça, uno descubre lo que Messi sigue produciendo cuando por delante suyo hay energía.
El problema para el Bayern es que el antídoto que les sirvió para paralizar al PSG en la ida, con una defensa muy alta y siendo muy agresivos, probablemente no les valga para la vuelta. Esto es lo que el PSG le hizo a un Marsella que trató de atar en corto a los franceses hace poco.



Con espacios, Mbappé es incontenible, y pese a que el Bayern tiene a verdaderos portentos ahí como Upamecano o Davies, no parece una buena idea enfrentar a Mbappé allí donde es imparable. El marcador de la ida (0-1) es tentador para los locales, un Bayern que con espacios puede desnudar las carencias de la defensa parisina, pero la naturaleza de los de Nagelsmann les aleja de ser contemplativos. ¿Qué pasa cuando "no hay espacios"? Que para esta pareja, siempre existen.


No hay puntos de encuentro preestablecidos entre ambos, rutas que el rival pueda detectar. Su nivel lleva a quienes le enfrentan a otro escalón de concentración y lectura defensiva, un umbral desconocido. El primer partido entre ambos conjuntos fue una viva prueba de la diferencia entre un Messi alejado de la portería rival, despojado de amenaza real por delante, y de un Leo cerca de Mbappé, que fue como pasar de ver al tiburón solo en el cartel de la entrada del cine a tenerlo delante tuyo. Nagelsmann deberá pensar que el segundo tiempo se prolongará en el Allianz.