Los cronistas del mourinhismo vieron en Guardiola un motivo para la rebelión: "Era como si el rondito fuera la expresión estética de la superioridad moral de la izquierda"
Hughes y Jorge Bustos, firmes defensores de Mourinho, recuerdan una de las épocas más tumultuosas de la historia del Real Madrid.

La primera presidencia de Donald Trump en Estados Unidos marcó récords de audiencia en todos los medios que se le oponían. Su personalidad levantisca, sus ocurrencias y también su amor por los focos se convirtieron en una receta perfecta para que la población, no siempre del todo interesada por la política, sufriese una adicción repentina por el ciclo informativo. Jose Mourinho, en un contexto que nada tiene que ver y que, desde luego, es mucho menos trascendente, logró algo así con la prensa deportiva. Sus tres años en el Real Madrid tienen una lectura futbolera, con sus resultados y sus sensaciones, pero su lugar en la historia del club, y del deporte español, no se establece desde ahí.
Jorge Bustos y Hughes formaron parte de los partidarios del entrenador portugués en esta guerra sin balas ni bombas. Ellos, junto a Manuel Jabois, Ignacio Ruiz-Quintano o David Gistau fueron las plumas del mourinhismo, escritores de gran nivel, columnistas que eran ya de prestigio o lo fueron poco después y que decidieron, en toda esa marejada, que la causa que había que defender era la de Jose Mourinho. Eran todos madridistas, claro, pero la filiación deportiva no fue el único factor en este enfrentamiento futbolístico y mediático.
¿Cómo llegaron hasta ahí? Los dos señalan, sin dudarlo, un caldo de cultivo algo particular —y muy contrario al Real Madrid— para explicar tanto a Mourinho como a sus adeptos. "En esa época había una especie de opinión pública muy inclinada hacia la canonización del guardiolismo. Había un poder establecido que le convertía no solo en un gran entrenador, que nadie lo discutía, sino en un santo laico, en un profeta. Era la bondad. No era solo que jugara bien, era un modelo ético y estético para España. Incluso él mismo se presentaba como autor de un fútbol de izquierda, o sea, que ya se metía en la ideología por medio. Como si el rondito fuera la expresión estética de la superioridad moral de la izquierda. Contra eso reaccionamos algunos, y lo volveríamos a hacer, porque es una chorrada pretender que en el fútbol, que va a meter más goles que el otro, hay valores ideológicos superiores a otros", explica Bustos.
El recuerdo de Bustos, que para quien no lo vivió puede resultar excesivo, tiene un poso de verdad. Por poner un ejemplo, la Defensora del lector de El País, uno de los medios más guardiolistas, pero también más prestigiosos, escribió en una ocasión una respuesta a los muchos madridistas que se encontraban contrariados por la línea editorial del periódico en lo futbolístico.
Un estilo moralizante
Para la realización de su tribuna consultó a José Sámano, a la sazón jefe de Deportes del diario, y esto fue lo que contestó: "Los clubes tienen su propia cuenta de resultados deportivos y en el fútbol español el estilo ha sido siempre una cuestión relevante, ya fuera el fútbol hedonista de La Quinta del Buitre, el Superdepor, el Barça actual o el Villarreal, por citar algunos ejemplos. La relevancia del estilo se puso de manifiesto con la selección española, de la que se valoraron tanto sus victorias en la Eurocopa de 2008 y el Mundial de 2010 como la distinguida forma de conseguirlas, lo que supuso un orgullo añadido para la mayoría de los aficionados. Por el buen juego, el comportamiento ejemplar del grupo".
Con mucha elegancia, se reconoce que sí hay una manera de juego buena y otra no tanto, algo sobre lo que se podría hablar mucho, pero que en todo caso no es el propósito de este artículo. La Selección, muy exitosa y de fuerte presencia azulgrana, ayudaba a reforzar la teoría. Si alguien quiere recordar más de todo esto no está de más leer el artículo que hizo por aquellos días Miguel Gutiérrez, La Libreta de Van Gaal, afilado analista de la prensa deportiva. El tiempo, además, cambia percepciones y recuerdos, es posible que con los datos disponibles hoy, Negreira mediante, algunos de esos argumentos hubiesen caído sin necesidad de gran debate. Pero el mundo se mira con la información que se tiene en cada momento, nada más.
"Hombre, hay un fútbol más estético que otros, sí, pero pretender, como hicieron en esa época, con medios de comunicación muy hegemónicos y hasta con los Premios Principe de Asturias para Xavi y Casillas, para restañar todas las heridas... era todo un poco desquiciado y era divertido levantarte contra eso, era divertido levantarte contra un hegemón. Siempre es divertido hacer la revolución cuando es una revolución divertida irónica y irreverente y en un entorno tan saludable como es el fútbol", zanja Bustos.

Mourinho llegó para darle un golpe aese poder establecido. "Tenía algo de némesis, era contra Guardiola y necesariamente, aunque no quisiera, pero es que tenía que ser así, tenía que chocar. A mí Guardiola me gusta, tampoco entiendo la animadversión, pero Guardiola era un entrenador genial, con un equipo maravilloso, con todo a su favor y llega aquí este hombre, con unos pocos fichajes, y tenía que parar eso. Parar eso tampoco era fácil y tenía que ser pararlo a todos los niveles. Yo creo que eso era una obra no solo deportiva sino más allá, casi gerencial, de manejo de personas y de cambio narrativo, de comunicación. Ese cambio era una pequeña epopeya deportiva y por eso necesariamente tenía que ir a buscar cierto choque, era inevitable", recuerda Hughes, que también forma parte de esos escritores que se plantaron contra algo que, en su explicación, es una opinión mayoritaria afín a Guardiola algo abrasadora.
Como el timing muchas veces lo es todo, hay un factor más sin el que no se puede comprender lo que pasó: la irrupción de las redes sociales. "La verdad que el fenómeno aquel del mourinhismo nació en las redes. Alguien lo definió como el 15M antes del 15M, o podríamos llamarlo un trumpismo antes del trumpismo [ríe]. Tampoco era exactamente así, pero comparte algunas de las características de los movimientos sociales de nuestro tiempo, nacidos en el entorno digital, nacidos en los fanzines online, en el mundillo underground, ajeno a los medios de comunicación convencionales. Hoy este es un fenómeno que sucede hasta en la moda, en todo", relataba Bustos. Quizá por eso también, por su origen y porque los medios no dejan de ser una representación más del establishment, Mourinho y sus acólitos —no los cronistas, claro, que son escritores de periódico— tenían una relación bastante tensa con los medios.
A Hughes, que empezaba en aquellos días, le pasó lo que a muchos otros, que vio con cierto recelo a los medios. "Con el tiempo aprendes a entender un poco a la prensa, Mourinho era un elemento que aglutinaba y polarizaba mucho. Yo creo que había un elemento de negocio detrás, natural, comprensible. Debo decir que hubiera empatizado personalmente con los periodistas, pero yo era digamos radical en mi mourinhismo, lo mío no tenía ya vuelta atrás", rememora. Claro que en su caso, aunque futbolísticamente fuese valdanista —otro que puede hablar horas de esto—, la cosa venía de atrás, pues ya se recuerda firmando manifiestos a favor de Capello, que por estilo no deja de ser un precedente de la figura del portugués.
Puede parecer un exceso traspasar ese tipo de cuestiones a algo que no deja de ser un juego, pero la argumentación de Bustos tiene unos cimientos sólidos: "¿Qué necesitas para que surja un movimiento contestatario como este? Necesitas una figura carismática, en este caso estaba claro, José Mourinho. Necesitas una demanda social, en este caso la más poderosa que hay, que es el madridismo. Necesitas un enemigo, en este caso está claro, el Barça de Guardiola. Necesitas también un competidor en posiciones de poder al que quieres tumbar. Te acabo de describir los cuatro factores clásicos del populismo que vemos en la política y en todo. Bueno, pues esto fue un poco el mourinhismo. Lo que pasa es que tuvimos la inteligencia de hacerlo en el fútbol, cuando trasladas todos estos movimientos a cosas de comer, como la política, entonces te puedes cargar un país. Pero hacerlo en el deporte no sólo me parece legítimo, sino casi necesario", relata Bustos, que ha picoteado en el deporte pero, como la mayoría de aquellos columnistas, se ha centrado más en análisis políticos".
"Había una vertiente en cuanto a los árbitros, el estilo... ya en rueda de prensa. Pero tenía otra narrativa, era salirse de un consenso entre Barcelona y Madrid, que ahí funcionaba mucho el grupo PRISA, sobre lo que era conveniente, bueno, aceptable... Mourinho rompía eso", señala Hughes en esta línea. Como la revolución es siempre también un tema generacional, la ruptura no fue únicamente del Madrid con el resto del mundo, sino que también tuvo representaciones dentro del madridismo.
El que fuese durante años cronista del Real Madrid en Abc también es señalado como el que acuñó el término "pipero" para definir a ese madridismo no mourinhista. "Surgen dos facciones, los revoltosos y los del señorío, los de 'el Madrid no es esto'. Bajo el rótulo del señorío una serie de opiniones de toda la vida se imponían, hubo un tira y afloja que luego evolucionó", explica.
La caída de Iker Casillas
"¿Nos pudimos pasar? Por supuesto, yo el otro día estuve en una cena con Casillas y no sé si se acordará de mí, pero escribí un artículo incendiario contra él en su momento. Pues bueno, no pasa nada, ahora tengo 42 años, entonces tenía 30 y es posible que en algún momento me pasara de frenada alguna vez. Pero en el fútbol peor que pasarse de frenada es ser aburrido. O peor, untuoso con la opinión dominante", cuenta Bustos, hoy subdirector de El Mundo.
Ese punto iconocolasta también lo tenía Hughes, por más que él sí fuese más benévolo con el guardameta. "Lo que sí me parecía es que en cada cosa que hacía Casillas, que creo que era un portero genial y un deportista legendario, había un estado de opinión en que cada parada suya era un milagro. Era el santo, y era el santo siempre. En el Madrid estas cosas pasaban a menudo, con Butragueño, con Raúl... los estados estos de leyenda en el campo que se cristalizan en estatua de alguna manera y ya no hay forma de cambiar eso. Yo entendía la libertad de Mourinho si le gustaba más otro portero. Ahora, entrar en cosas personales ya fue algo más desagradable, pero eso tampoco ya tiene sentido porque los propios interesados al final pasaron página", cuenta el cronista del Madrid.
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Aunque en la grada hubo fractura, entre los madridistas que siempre vieron con buenos ojos a Mourinho estuvo Florentino Pérez. La relación con los narradores del fenómeno fue diversa. A todos los leía, alguno terminó haciendo un himno, otros comieron con el en distintas ocasiones, pero ninguno recuerda que se fraguara ahí una relación muy potente. Además hay un factor a tener en cuenta, y que de algún modo también explica parte del estilo de estos opinadores, y es que ninguno informaba de la rutina del Madrid. Opinaban, a lo sumo hacían crónicas, pero los que se sentaban delante de Mourinho, con el desgaste que eso podía suponer, eran otros compañeros.
El Real Madrid anunció la salida de Jose Mourinho el 20 de mayo del 2013. Un año más tarde volvía a ser campeón de Europa, la obsesión del club que el luso no pudo satisfacer. Lo hizo con Ancelotti, un entrenador completamente distinto, al menos en lo que a formas se refiere. Los mourinhistas remarcan que esa Champions también es suya, los que lo miraron con sospecha aseguran que solo quitando la presión era posible lograr el gran premio.
La revolución tuvo el poder durante un tiempo reducido, pero si se sigue esa analogía, como suele ocurrir en estos movimientos, desaparició el hecho en sí pero quedó parte del ideario. Hoy el Real Madrid es un club más guerrero, con peleas en todos los frentes. El señorío, una palabra que se sujetaba con frecuencia, cada vez aparece menos en la conversación. Mourinho se fue del Madrid, pero una parte de él quedó para siempre instalada en el estadio Santiago Bernabéu.