ARSENAL - REAL MADRID

Yo estuve en Highbury la noche en la que, con Florentino Pérez ya dimitido, los Galácticos también tocaron fondo

El 0-0 supuso otro fracaso en octavos y la eliminación de la Champions. Dos meses después de la visita, el estadio del Arsenal fue demolido después de 93 años de vida y se instaló en el Emirates, a 300 metros de distancia.

Thierry Henry y Ronaldo Nazario, en Highbury, en aquella eliminatoria de 2006. /AFP
Thierry Henry y Ronaldo Nazario, en Highbury, en aquella eliminatoria de 2006. AFP
Enrique Ortego

Enrique Ortego

Aquel 8 de marzo de 2006 en el pintoresco y entrañable Highbury a punto de ser demolido, con Florentino Pérez recién dimitido y Fernando Martín como presidente de nuevo cuño, el Real Madrid no se jugaba un partido más de la ya llamada Champions. Verdad era que solo se trataba de la vuelta de unos octavos de final, pero en la ida, en el Bernabéu, un gol de Henry había puesto la eliminatoria más que cuesta arriba y, además, vivían los blancos una situación crítica tanto a nivel de club como de equipo. Desde el 2002 no ganaba su competición por excelencia y venía de ser eliminado sucesivamente por la Juventus (dos veces) y el Mónaco en los años precedentes.

La temporada no podía ir peor. La sorprendente dimisión de Florentino Pérez tras las derrotas ante el Arsenal (0-1) y el Mallorca (2-1), eran el mejor ejemplo. También fuera de la Copa del Rey, eliminado por el Zaragoza en semifinales, y lejos de la Liga, a 10 puntos del Barça en la jornada 26, la competición europea era la única tabla de salvación. El escenario del momento era variopinto. Un presidente recién elegido, que solo llevaba un encuentro en su curriculum, una victoria ante el Atlético y un entrenador de emergencia, López Caro, que había sustituido a Vanderlei Luxemburgo en diciembre, contrastaban con su elenco de estrellas sobre el terreno de juego: Ronaldo, Zidane, Beckham, Raúl, Casillas, Roberto Carlos... sin olvidar a un Sergio Ramos en plena ascensión de su carrera y a los Robinho y Cassano, que ponían el picante en una plantilla de la que se esperaba mucho más.

Fueron dos días largos aquellos de Londres. La tensión y la presión se sentían en el avión, en el hotel, en el entrenamiento de la víspera, en la mañana del partido y, por supuesto, cuando comenzó a rodar el balón, con la obligación blanca de marcar como mínimo un gol para igualar el que el supersónico Henry había marcado en el Bernabéu. El nuevo presidente parecía que estaba en campaña y quería quedar bien con todo el mundo. Era su primer viaje. Le acompañaban su esposa, María Jesús del Agua y sus dos hijos Fernando y Javier. No llegó a aventurar el chorreo que años después hizo famoso Vicente Boluda en Liverpool, pero sí apostó por la victoria. "He hablado con los jugadores y he visto en sus caras que vamos a ganar. Están animados y convencidos de que así puede ser. Solo les he pedido el máximo esfuerzo, si lo hacen y no pasamos, no les podrá decir nada".

La duda de Ronaldo, la vuelta de Raúl

La gran duda en la previa era saber si iba a ser titular Ronaldo. El técnico jugaba al despiste pero, sabedor de la trascendencia del acontecimiento, no se anduvo con experimentos. Caer eliminado sin el brasileño le podía haber costado la destitución inmediata. La gran novedad en el once, fue la presencia de Raúl, que no había sido titular desde su lesión contra el Barcelona en noviembre. En el equipo, todas las estrellas: Casillas; Salgado, Ramos, Raúl Bravo, Roberto Carlos; Gravesen, Guti; Beckham, Raúl, Zidane y Ronaldo. La gran sorpresa fue el canterano Bravo, en cuya velocidad se confiaba para frenar al temido Henry. Más que posiblemente el mejor jugador del continente en aquellos momentos. Baptista y Robinho (2005) y Cassano (2006), tres de los últimos grandes fichajes, chuparon banquillo hasta que fueron incorporándose al juego a lo largo de la segunda parte con poco tiempo para revertir el marcador.

Solo al final el equipo blanco exhibió su necesidad de victoria. Y la tuvo en los pies de Raúl, pero el poste y Lehmann evitaron que aquel fuera el último partido de competición europea de aquel estadio. La eliminación en octavos y la pésima temporada supuso en cataclismo en el club. Al final de curso hubo elecciones. Ganó Ramón Calderón y algunos de los caídos en Highbury se vistieron de víctimas. Fabio Capello sustituyó a López Caro en el banquillo y Zidane (retirada), Ronaldo (diciembre), Gravesen, Baptista... abandonaron el club. La renovación de la plantilla fue rotunda.

Ese era el otro gran aliciente de la noche, el escenario del encuentro: Highbury. Era la última temporada en la que el Arsenal iba a jugar en uno de los estadios más míticos del Reino Unido. A la altura de Anfield, de Old Trafford o, incluso, de Wembley, demolido en 2002, cuando aún no se había estrenado el nuevo. En pie desde 1913, la relación de los cañoneros con su hogar iba a durar 93 años. En ellos, entre otros grandes acontecimientos, se vivió como el técnico Herbert Chapmann inventó una de las tácticas más reconocidas de la historia del fútbol, la WM (1-3-2-2-3).

También tuvo, por supuesto, su relación con el fútbol español. La más sonada pasaba por haber sido testigo de la mayor goleada recibida por la Selección en toda su historia. El 9-12-1931, Inglaterra venció por 7-1, teniendo como protagonista negativo al mítico portero Ricardo Zamora, que nunca en su carrera había recibido tal cantidad de goles. Destrozado por las bombas nazis durante la Segunda Guerra Mundial, sobre todo la tribuna norte, el Arsenal se tuvo que ir a jugar durante seis años y medio al estadio, White Hart Lane, de su eterno rival, el Tottenham. Lo que quedó en pie del estadio se convirtió en un hospital de campaña y desde los techos de las tribunas, los soldados paseaban durante el día vigilando las vías del tren.

El Madrid de Di Stéfano ya había jugado

Antes de aquella visita de marzo de 2006, el Real Madrid, aunque pasaran casi inadvertido en España, no así en Londres, por ser sendos amistosos, ya había jugado dos veces en Highbury. La primera había dejado más huella. Se trataba del Real Madrid de las cinco Copas de Europa y que venía tres días antes de ganar al Celtic en el Park Head Stadium (1-3). Fue justo antes de comenzar la temporada: 12-9-62. Entonces, los blancos, entrenados por Miguel Muñoz, ganaron al Arsenal por un rotundo 4-0. Highbury disfrutó ensimismado de los Di Stéfano, Gento (dos goles) Puskas (un gol), Santamaría, Muller, Amancio... El cuarto gol blanco lo marcó el joven Yanko Daucik. La segunda cita había sucedido en 1999 en un partido homenaje a Lee Dixon, 14 años en el Arsenal. Se jugó el 8-11-99 y en esta ocasión venció el Arsenal (3-1). Toshack alineó un equipo plagado de suplentes.

Eliminar al Real Madrid en esos octavos de final prolongó la vida internacional del estadio. La afición cañonera contaba los días para su demolición. Se vivieron momentos dramáticos el 8 de mayo y eso que la presión popular consiguió que se preservara y no se derruyera la fachada principal, East Stand, que se mantiene en pie. Y también negoció en la venta de los solares que en el nuevo proyecto de apartamentos de lujo (Highbury Square) levantados sobre los cimientos del estadio, se construyera un jardín de 101x67 justo donde había estado el terreno de juego.

Henry y Ramos, en un salto.  AFP
Henry y Ramos, en un salto. AFP

El Villarreal, el último visitante europeo

Después de aquel partido contra el Real Madrid, se jugaron ocho partidos más. Media docena de la Premier (Liverpool, Charlton, Aston Villa, West Brom, Tottenham y Wigan) y dos de la Champions: Juventus (cuartos de final) y Villarreal (semifinales). Por lo tanto, el honor de ser el último rival del Arsenal en competición europea en Highbury (19-4) correspondió al 'submarino amarillo'. Los de Pellegrini perdieron por 1-0. Y en la vuelta, en el todavía llamado Madrigal a punto estuvieron de igualar la eliminatoria con aquel penalti parado de Lehmann a Riquelme. El equipo de Wenger disputaría la final de la Champions en Wembley, a 10 millas de su casa. Perdió contra el Barça de Rijkaard (2-1).

La despedida final fue contra el Wigan. Las tribunas de Highbury se vistieron de rojo y blanco para la ocasión. Ganó el Arsenal (4-2). Pirés marcó el primero y Henry los tres siguientes. El francés besó el césped cuando marcó el cuarto, de penalti. El reloj del video marcador se detuvo a las 14,19 horas. Los fuegos artificiales fueron los últimos huéspedes de un estadio que se mantiene vivo en el recuerdo de los aficionados 'gunners'. Todavía son muchos los que todos los días de partido recorren a pie la distancia que le separa del Emirates actual.