Iván Helguera, a Totti: "La Roma es un paso, yo voy a jugar en el Real Madrid"
En semana de Champions, el cántabro recorre en Relevo el arduo camino desde quedarse sin equipo hasta jugar en el Madrid de los 'Galácticos' y levantar la orejona.

Seiscientos cincuenta kilómetros separaban a Iván Helguera (Santander, 1975) de comenzar un sueño. Llegó a Ciudad Real en busca de una oportunidad y encontró en el CD Manchego la llave que abría las puertas del fútbol profesional y de la gloria. Durante toda esta charla, nos transmite esa perseverancia que le sirvió para superar contratiempos. "Disfrutar del camino" es su lema y aparece en cada respuesta. Tres títulos de Liga y dos Ligas de Campeones con el Real Madrid, o la Copa del Rey con el Valencia, fueron el premio a la confianza en sí mismo.
Un viaje rodeado de estrellas en el que compartió habitación con Francesco Totti en la Roma y vestuario con Ronaldo Nazario, Zidane, Beckham o Figo. Deportista nato, tras colgar las botas llegó a participar en el Maratón del Sáhara. Ahora sigue disfrutando de la vida, más tranquilo, pero siempre con el recuerdo de una gran aventura que comenzó en aquel lugar de la Mancha.
Iván, te das a conocer en el fútbol profesional con el Albacete en Segunda División, pero primero te incorporas al CD Manchego de Ciudad Real, en Tercera. ¿Cómo llega hasta allí, desde tan lejos, un chaval de la cantera del Racing de Santander?
Fue bastante complicado. No tuve suerte con el Racing. Entró una directiva diferente cuando yo estaba, con entrenadores distintos. Buscaban otro tipo de juego diferente al de toque, al cual estaba un poco más acostumbrado. A partir de ahí, tanto yo como mi hermano Luis tuvimos que buscarnos la vida. Antes de ir al Manchego, me fui a probar al Valladolid un par de días, con la mala suerte de que en el primer partido que juego, me dan una patada, me lesiono y cuando hago la prueba el segundo día, no me sale bien. Así que voy al Manchego con mi hermano a hacer otra. Resulta que a quien quisieron fue a mi hermano, no a mí. Yo apenas tenía 19 años y mi padre les dijo que no se hacía catorce horas de coche para dejar a un hermano en Ciudad Real y otro en Santander, no merecía la pena. Así que al final, con el dinero que le querían dar a mi hermano, nos quedamos los dos. El Manchego era por entonces un filial del Albacete. Nos fue bastante bien y ese año subimos a Segunda B. A partir de ahí, en diciembre el Albacete necesitaba jugadores, pero no tenía demasiado dinero, por lo que buscaba gente joven. Así llegué y comenzó mi historia en el mundo del fútbol. En el Albacete estuve muy poquitos partidos, solo catorce, entre medias me lesioné del menisco y estuve dos semanas sin jugar. Me salió muy bien y me fichó la Roma.
Todo se acelera muy rápido desde tu llegada al CD Manchego. Mariano García Remón era el entrenador del Albacete y fue quien te incorporó al fútbol profesional, ¿fue un hombre clave?
Sí. Llegué y, nada más entrenar la primera semana, fui titular. De venir de Tercera División, subí a Segunda B, donde disputé muy pocos partidos, y a jugar en Segunda. Me sorprendió mucho, hasta me puse un poco nervioso porque no esperaba ni ir convocado. De repente, García Remón no sé qué vio en mí que me hizo titular. Jugué bastante nervioso, pero no lo hice mal. Cuando empieza el partido solo te concentras en el juego y en disfrutar de él, aunque te atrevas a pocas cosas. Ganamos y empecé a jugar todos los partidos.
Ya estás en el Albacete, pero enseguida llega un salto brutal, ¿cómo se fija la Roma en ti?
García Remón había sido un gran portero del Real Madrid y empezó a hablar con gente de allí. También hubo otros equipos en España como el Atlético de Madrid que preguntaron. Sucedió que la Roma estaba buscando en ese momento futuras promesas en España. Se estaban fijando mucho, sobre todo, en Iván de la Peña, que al final recaló en la Lazio. Una de esas promesas, que en teoría podrían encontrar en España, les dijeron que era yo. Preguntaron Real Madrid, Atlético, Rayo o Espanyol, pero al final me fichó la Roma y fue el traspaso más caro en la historia del Albacete. Sucedió todo muy rápido. Yo quería ir, en principio, al Real Madrid, era la ilusión que tenía toda mi vida. Pero era normal que el Albacete buscase cuanto más dinero mejor, para poder hacer, por ejemplo, la muy buena ciudad deportiva que tienen.
"Fui el traspaso más caro de la historia del Albacete. Preguntaron por mí Real Madrid, Atlético, Rayo o Espanyol, pero al final me fichó la Roma"
Enseguida continuamos con tu paso por el Olímpico, pero antes una reflexión. ¿Cómo se puede explicar que alguien que no tiene hueco en su tierra, se tenga que marchar a cientos de kilómetros para buscarse equipo y en pocos partidos como profesional fiche por una escuadra del nivel de la Roma? ¿Te hizo darle muchas vueltas?
Sí que lo piensas, pero pasa mucho en Santander. Hay una grandísima cantera, como Gijón, Bilbao... El problema es que se buscaban muchos jugadores fuera, sobre todo de más experiencia. No se creía mucho en la cantera. Yo creo que mi hermano y yo, podíamos haber pertenecido al Racing perfectamente. Al final, ves que el Athletic siempre está en Primera División con jugadores de allí. Yo creo que es un poco lo que deberían mirar muchos equipos. No todos los jugadores de la cantera valen, evidentemente, pero sí muchos.
Seguimos por Roma, llegas allí y te encuentras otro fútbol y jugadores como Totti. ¿Cómo fue?
Totti era por entonces muy joven, una joven promesa también. Compartíamos habitación, pero él estaba muy poco, siempre andaba danzando por ahí. Italia era otro fútbol, no tenía nada que ver. Cuando llegué, el Calcio era la mejor liga, con equipos increíbles como el Milan o el Inter, tanto en su campeonato como en Europa, solían llegar a las finales. La Juve o el Parma tenían jugadores increíbles. Físicamente eran muy fuertes y tácticamente aprendí muchísimo. Me sirvió para ponerme mejor físicamente y ser mejor defensiva y tácticamente. Jugué bastante poco, pero me ayudó mucho.
Tenías pocos minutos, pero eras consciente de tu crecimiento como jugador. ¿Se lo comentabas a Totti, la gran promesa giallorossi, como compañero de habitación?
Bueno, yo jugaba poco. Había veces que no iba ni convocado y, claro, todo el mundo quiere jugar. Totti me preguntaba: "¿Qué pasa que no juegas? ¿Cómo lo ves para que te cedan?". Y yo le respondía: "Yo estoy aquí de paso, lo que quiero es jugar algún día en el Real Madrid". Entonces, él me replicaba que cómo pensaba jugar en el Real Madrid si no jugaba en la Roma, "estás pensando en llegar demasiado alto y todavía no eres titular en la Roma". Así que le dije: "No hay ningún problema, mi meta final es jugar en el Real Madrid, esto es un paso en el camino, me encanta pertenecer a la Roma, me gustaría jugar más, pero bueno, esto es un paso para mi meta". Cuando nos enfrentamos unos años más tarde, me miró y me dijo: "Anda, me lo decías y lo has conseguido".
Entre la Roma y el Real Madrid, juegas en el Espanyol y te manejas en una nueva posición.
Me pasó un poco esas peripecias que me solían suceder, de que al principio no me querían. Había un muy buen centro del campo con Brnovic y con Galca, era muy difícil jugar ahí. Bielsa no contaba mucho conmigo, hasta que en un partido contra la Juve en pretemporada se le caen lesionados dos centrales, Pochettino y Nando. No tenía muchos centrales y recalé ahí. Ganamos 0-1 a la Juve en Turín. Empecé a jugar de central y Bielsa contó mucho conmigo en esa posición. Estuve prácticamente todo el año jugando de central en el Espanyol y empezaron a quererme otros equipos. Pero es lo que comentaba antes de Totti, yo lo único que quería era jugar en el Real Madrid y al final fue el que más apostó por mí.

Y la llegada al Real Madrid, ¿le mantiene en el centro de la defensa o vuelve a su anterior posición?
Empecé de mediocentro. De central era más complicado, estaban Hierro y Sanchís. De mediocentro también en mi primer año era bastante difícil porque ahí jugaban Redondo y Seedorf, dos estrellas del fútbol. Después, a Seedorf lo pasaron un poco más adelante y alguna vez jugaba yo con Redondo. Al final de temporada sí acabé jugando de central con Hierro. Ganamos en esa campaña la Champions.
Ganáis la Champions en 2000 y 2002, coincides con entrenadores como Del Bosque y juegas en el Madrid de los 'Galácticos'. Mucho y bueno que ver y de lo que aprender. ¿Quién es el jugador que más te ha impresionado?
Para mí el jugador con más clase que he visto es Ronaldo Nazario, con mucha diferencia. Lo que pasa es que tal vez no se apreciaba como en otros porque no tocaba tanto el balón, pero Ronaldo era un escándalo, y eso que en el Real Madrid no era el jugador del Barcelona o el Inter. Tenía más años y operaciones de rodilla. Aún así, por su técnica, velocidad y gol, el mejor. Zidane también era una maravilla porque en todas las zonas del campo hacía cosas impresionantes. Gustaba darle el balón porque era muy bonito estéticamente verle jugar.
¿Cómo era convivir con Beckham como estrella mediática más allá del fútbol?
Dentro del vestuario, muy fácil. David es un chico fantástico. Era uno más. Sí que fuera, todo alrededor se volvía loco. Recuerdo que cuando íbamos a Japón no podía ni salir del hotel.
"El jugador con más clase que he visto es Ronaldo Nazario, con diferencia. También Zidane era una maravilla, estéticamente daba gusto verle jugar"
Llega la Champions y nadie quiere enfrentarse al Real Madrid, ¿qué tiene para asustar así en Europa?
Es la genética del Real Madrid. Los equipos que vienen al Bernabéu saben que es otro mundo. Es otra forma de jugar, de querer ganar, de conseguir las cosas. Cualquier jugador que llega, sabe que ganas un partido y la afición te va a pedir que vayas a por el siguiente. Ganas uno y te piden otro, ganas la Champions y te piden ir a por otra. Eso en ningún sitio más sucede. Si ganan una Champions, para otros equipos es una locura. Otros equipos piensan 'ojalá consigamos la siguiente', pero no te exigen. Aquí te dicen: 'Hay que ganarla, esto es el Real Madrid'.

Tu último destino fue el Valencia, ¿esperabas más en Mestalla?
Fue un año bastante tormentoso, sucedieron demasiadas cosas. Teníamos un equipazo y pensábamos que podíamos hacer algo importante. Estaban Baraja, Villa, Silva, Morientes..., pero hubo tres presidentes, tres o cuatro directores deportivos... Con Quique Sánchez Flores íbamos segundos y ganábamos, aunque no hiciéramos un fútbol vistoso para el equipo que teníamos, pero lo echaron. A pesar de todo, ganamos la Copa que fue algo muy importante, pero incluso no sé celebró.
En la Selección, ¿quedó una espinita clavada por la eliminación en el Mundial de Corea del Sur y Japón en 2002?
Sí, nos hubiéramos metido en semifinales superando a Corea. Recuerdo que aquella Alemania no estaba jugando muy bien y podíamos haber ganado y llegar a la final, donde nos hubiéramos encontrado a Brasil. Los brasileños tenían bastante buen equipo, pero hicieron partidos flojos. Eran los favoritos, pero podía pasar de todo. La Selección española se merecía poder llegar a disputar aquella final, pero los árbitros no eran los adecuados. Ese nivel arbitral en un Mundial no se puede permitir.

Termina tu etapa como jugador, pero no como deportista. Practicaste, entre otras disciplinas, el atletismo. Te animaste incluso a correr el Maratón del Sáhara. ¿Fue muy duro?
Sí, muy duro. He hecho dos maratones y cuatro medias. Lo que pasa es que me rompí el tendón de Aquiles y, aunque sigo saliendo a correr, dejé de hacer maratones. He hecho bicicleta, baloncesto… Mis hijos han salido más de tenis. Yo lo he practicado, pero no soy muy bueno. A mis hijos se les da mucho mejor. Están en una escuela de Valencia y les vuelve locos. Yo soy muy intranquilo y necesito hacer cosas, practicar cualquier deporte. En cuanto a la carrera en el Sáhara, surgió a través de un médico amigo mío que iba a curar niños allí. La experiencia fue maravillosa, a pesar de la dureza de la prueba. Viví algo increíble que me ayudó a tener otra mentalidad en muchas cosas.
¿Cómo cuáles?
En disfrutar la vida. Ves cómo la gente que allí no tiene nada, no se para a pensar en eso, sino que disfruta lo poco que tiene. Y yo, que lo tenía todo, cuando dejé el fútbol, a veces no disfrutaba de lo que tenía. Me cambió la mentalidad.

Toca disfrutar, pero también en algún momento sufrir con tu hermano Luis al frente de la dirección deportiva de la UD Las Palmas, ¿cómo lo llevas?
Hablo bastante con él sobre cómo ve al equipo, a los jugadores, y yo también le digo. Es un gran equipo y afición que tiene gusto por jugar bien, eso para mí es primordial. Me encanta verles, aunque a veces me ponen un poco nervioso, porque juegan como en el patio del cole o la playa, pero lo hacen muy bien.
"La genética del Real Madrid exige saber que si ganas un partido tienes que pensar ya en ganar el siguiente. Es otro mundo"
Tu primera experiencia como entrenador fue un breve paso por Las Rozas, ¿volverás a entrenar?
Me gusta, pero exige mucha atención y también me gusta estar mucho con mi familia. Soy de exigirme. Tanto cuando jugaba como cuando era entrenador de Las Rozas, estaba pendiente las veinticuatro horas. Me encanta analizar cómo plantean los partidos los entrenadores cuando veo uno por la tele o cómo se ve a los jugadores táctica y psicológicamente. Nunca se deja de ser entrenador si has entrenado o si te gusta poder entrenar. Pero no es fácil. Debes empezar desde abajo y que te vaya muy bien para poder tirar hacia arriba. Son muchos años de trabajo. Podría entrenar, pero no a cualquier equipo. En Las Rozas quizá me metí demasiado pronto y he aprendido a priorizar.
Para terminar, de toda esta trayectoria en la que un chaval sueña con ser futbolista, se le complica y al final termina cumpliendo un sueño, ¿con qué te quedas?
Con el camino. Ha sido complicado, pero muy bonito. Todo lo que me ha pasado malo ha servido para que haya cosas buenas. Ahora veo mucha gente joven que se desanima muy pronto y yo llegué a ser profesional con 22 años, y con 24 jugaba en el Real Madrid. Veo ahora en el mundo del tenis, por ejemplo, que todo el mundo quiere que sus hijos sean Alcaraz, con 17 años. Prácticamente eso es imposible, Nadal y Alcaraz son únicos en el mundo. La gente se desespera muy pronto. En el fútbol pasa igual, la gente quiere Raúles y Pedris muy pronto. Se necesita tiempo, hay que echar muchas horas y la gente se desespera. Mientras, cada vez se juega menos en la calle. No hay que desesperarse porque el trayecto es fantástico. Aunque no hubiese llegado al Real Madrid, hubiera seguido jugando al fútbol en Tercera División. Al final, haces lo que te gusta y disfrutas de tu pasión, eso es muy importante.