Mendilibar tiene que hablar... en el campo
En el fútbol, como en la vida, todo cambia en cuestión de minutos. Donde antes había risas por las ocurrencias de José Luis Mendilibar delante de un micrófono, con esa sinceridad por bandera en cada respuesta, ahora se le saca punta. El de Zaldibar sigue siendo la misma persona y el mismo entrenador, pero su Sevilla sí que es diferente sobre el césped. El equipo vigoroso y apabullante que ganó la Europa League queda ahora bien lejos y ni siquiera la victoria ante Las Palmas ha devuelto la tranquilidad.
Ese aspecto deportivo, que sí está en manos del entrenador, es lo que debe cambiar para volver a caer simpático. Las victorias traen sonrisas y los memes, que lo de 'Mendilovers' también lo fue, caerán del otro lado. Que le pida más trabajo a los futbolistas de ataque o esa falta de entendimiento con Soumaré, un recién llegado que no habla el idioma y que viene de un fútbol distinto, pasarán a ser anécdotas.
La clave del asunto es que este Sevilla que ha iniciado la 23-24 poco se parece al que se proclamó campeón de la Europa League. Aquel equipo que presionaba como un acordeón y que percutía una y otra vez con verticalidad no se parece en nada al desequilibrado que cayó ante Valencia, Alavés y Girona y ganó con suerte a Las Palmas, como reconoció el propio Mendilibar en la sala de prensa. Recuperar su identidad será el principio para recobrar esa sintonía entre el entrenador y el entorno. Que vuelva ese juego de presión alta y robo rápido será fruto de que su plantilla sigue confiando en su idea de juego.
Ahora llega la Champions League, otra competición nueva en el currículum de Mendilibar, y el Sevilla, además, llega con los malos recuerdos de las últimas temporadas, en las que el equipo no dio el nivel. Agarrarse a futbolistas con experiencia como Sergio Ramos, Jesús Navas o Ivan Rakitic parece un buen asidero pero también recomponer esa medular que ha hecho aguas en el inicio de temporada y que pide a gritos inyectarle físico.
Mendilibar hace bien en mantener su personalidad ante un micrófono, claro está. Pero sí necesita hablar mejor sobre el verde. Que el Sevilla vuelva a ser un conjunto fiable y reconocible, con fortaleza defensiva y vertical en ataque. Sólo así se termina con los susurros en el fútbol y no entrando en una batalla dialéctica que únicamente sirve para agriar las comparecencias.