Así pierde el Madrid
Es lo que tiene alargar la siesta media horita de más. Salió con tremenda caraja, y ya en el minuto tres Nkunku mostró el preludio de lo que iba a ser ese primer tramo. Courtois lo veía venir, y a pesar de la mano que sacó, no evitó el gol, otra vez de córner. Como casi siempre. Con el mismo origen llegaría el segundo, con Tchoaumeni dormido en el área, contagiado por una defensa blanca irreconocible, que se quedó en la parra, y Nkunku aprovechó para reventarles la red.
"Os lo dije", se leía en la frente del portero belga. Y ahí, con el 2-0 en contra, te quiero ver, Madrid. Se despertaron a base de pelota y empezaron los mejores minutos, porque este equipo sigue demostrando que, a pesar de su juventud, tiene la entereza suficiente para sobreponerse y no volverle a perder la cara al partido. Se obcecaba, tal vez demasiado, en volcar todo el peligro en Vinicius. Éste les dio la razón y recortaba distancias justo antes de ir al descanso. Actitud y juego halagüeño para mantener en la segunda parte, y así fue.
Sin embargo, insistieron en buscar a Vinicius y él dejó de encontrarse a sí mismo. Se le vio fallón como al resto del equipo, recordando a la primera media hora del segundo tiempo frente al Sevilla. Demasiados minutos infumables, que ni con Hazaard, que se la puso servida a Vinicius y no pudo empatar. En la siguiente, sentenciaba el Leipzig. Le dieron de su propia medicina al Madrid, experto en salir victorioso cuando convierte el partido en un ida y vuelta. Maquilló la cosa Rodrygo, pero seguía siendo tarde.
Es la primera derrota blanca de la temporada, que no cunda el pánico. "Apenas duele", dijo Ancelotti al acabar, y que de ella se aprende más. Por lo menos, que en Alemania hay que ser puntual.