REAL MADRID 1 - LEIPZIG 1 (2-1)

Primera gran noche de Champions y vuelven los problemas con el césped del Bernabéu

El verde lució un mal aspecto, más levantado de lo normal especialmente en las bandas.

Bellingham tocando el césped del Bernabéu./Reuters
Bellingham tocando el césped del Bernabéu. Reuters
Jorge C. Picón

Jorge C. Picón

El Santiago Bernabéu se puso de gala para la primera gran noche de Champions de la temporada para el Real Madrid. El Leipzig no puede ser catalogado como uno de los grandes de Europa, pero unos octavos de final ante un rival delicado como los alemanes lo merecía. Eso sí, aunque el estadio lucía en gran aspecto y la gente ponía el ambiente, el césped no estaba a la altura. Vuelve el problema con el césped...

Lo cierto es que, desde que el equipo volvió, el verde del coliseo blanco nunca había parecido el mismo, pero contra el Leipzig resultó aún más llamativo. Las bandas, las más castigadas, con muchas zonas que pasaban del verde al marrón, levantado con facilidad por los tacos de los futbolistas. Por el centro, alguna que otra capa que se veía realmente mal. El cambio de tono indicaba que todavía hay trabajo por hacer.

No es igual que hace unos meses, cuando incluso jugadores y técnico se quejaron al club. Pero el problema no se ha llegado a eliminar del todo. En grandes noches como la del Leipzig, contar con un terreno de juego a la altura puede suponer la diferencia entre pasar a la siguiente ronda o quedar por el camino. Jugar en casa debe ser una ventaja, nunca una perjuicio.

Los jardineros no acaban de dar con la tecla. El hipogeo, donde se guarda cada vez que el calendario lo requiere, cuenta con las últimas tecnologías para que brille como antaño. Pero las mejores máquinas y los cuidados de última generación no acaban de funcionar. El club abrió un laboratorio al lado de Valdebebas que imitaba sus condiciones, pero de poco parece haber servido de momento.

Al descanso, más de una decena de jardineros salieron al terreno de juego para ayudar con el césped, más levantado que de costumbre. Una práctica habitual, pero que en este caso no parecía de mucha ayuda. Los jugadores debían jugar sobre el mismo tapete en el segundo tiempo y ni 200 trabajadores podrían arreglarlo.