El apego de Rodri a Villanueva de la Cañada: "Nos pregunta cómo va el Cadete; a los dos días de ser campeón de Europa me lo encontré en el Burger King"
La estrella del City, un futbolista diferente, inicia este martes los cuartos de la Champions a 35 kilómetros de su pueblo y refugio.

De Rodrigo Hernández (27 años) se ha contado casi todo. Muchos saben ya que la estrella del Manchester City, quinto en el último Balón de Oro, cogía aviones a Castellón para hacer exámenes de ADE mientras ganaba millones en Inglaterra, que no tiene redes sociales salvo WhatsApp y que se esfuerza tanto por levantar títulos con su club y con la Selección como por abstraerse de la fama. Su refugio preferido para desconectar del éxito es su pueblo, Villanueva de la Cañada, a donde Relevo se desplaza y donde resulta común encontrárselo… hasta en el Burger King.
Mateo Arviset, presidente del club de la localidad del oeste de Madrid, a unos 30 minutos en coche de la capital, destaca su carácter y sencillez: "Es ejemplar". Arviset y Rodri coincidieron en los primeros pasos del mediocentro y mantienen el contacto. "Él es del 96 y yo del 95. Jugó aquí el último año de prebenjamín y el primero de benjamín, pero siempre con los mayores. Esta es su casa. Los chavales se fijan en él". En la entidad le recuerdan por su timidez, una seña que ha abandonado con los años. "En la escuela ya era así: sencillo, humilde y poco hablador. Se ha mantenido muy cercano a sus amigos del pueblo, aunque ahora es más bromista".
El internacional español creció en Villafranca del Castillo, una tranquila urbanización a las afueras, y estudió en el Kolbe, un colegio católico concertado en el que destacó por sus notas desde Primaria. Al lado, a apenas 50 metros, se encuentra el Santiago Apóstol, el campo del Villanueva en el que empezó, antes de tierra y ahora revestido con hierba artificial. Aunque el calendario apriete, no es tan difícil distinguirle entre las gradas durante las vacaciones: "Solía venir a ver jugar a su hermano, a echar pachangas… Se pasea tranquilamente por aquí, no se esconde. Hablé con él hace poco y es verdad que, cuanto más pasan los años, más difícil lo tiene para venir. A Madrid ya sólo viaja dos veces al año, y le frustra. Quiere estar en Villanueva".

Arviset recuerda que Rodri ya despuntaba "cuando era un canijo". Por eso, en segundo año de benjamín, el Rayo Majadahonda le echó el lazo. En alevines fue el Atleti quien llamó a su puerta. "Venía al Cerro del Espino en un autobús de línea desde Villanueva con su mochilita del colegio, volvía en el mismo bus porque sus padres trabajaban… No estamos acostumbrados a encontrarnos con ese tipo de futbolistas, yo el primero: tenemos tatuajes, nos gusta salir por ahí a dar una vuelta con los amigos… A él no: se centraba sólo en los libros y en el fútbol", recuerda Roberto Núñez, una de las estrellas de su generación (llegó a debutar con gol con Simeone en un partido de Copa contra el Guijuelo) y que ahora milita en el Móstoles, de Tercera Federación.
Sin perder nunca su esencia ni abandonar sus orígenes, Rodri comenzó a brillar con los colchoneros antes de pegar el estirón. "Nos hablaba mucho de su zona. Tenía la misma inteligencia que demuestra sobre el campo, está muy muy por encima de la media de cualquier vestuario. Supereducado, buena gente… A día de hoy, hablar con él es como charlar con un juvenil; no hay diferencia", dice Armando de la Morena, su entrenador en el juvenil del Atlético y ahora técnico del Rayo Majadahonda en Primera Federación. A él le sobran los ejemplos para definir de forma práctica las ganas de Rodri.
"El primer día que vino a jugar con nosotros en pretemporada, en un torneo que acabamos ganando contra el Real Madrid, se fracturó el cúbito y el radio, le tuvieron que escayolar y estuvo jodido. Cuando volvió no entraba en el once, porque físicamente no estaba y necesitaba conocer a sus compañeros. Jugaba media horita, 40 minutos, pero sin llegar a ser titular. Otros se cabrearían; él, al contrario. Al día siguiente se iba a correr para compensar el esfuerzo que habían hecho sus compañeros, se marchaba a una cancha de fútbol a practicar… Ahí dices: 'Hostia, este chico quiere llegar'. Y siempre te preguntaba sus dudas: 'Míster, ¿qué puedo hacer mejor?'".

"Es una lástima que el Atleti después se lo quitara de en medio", lamenta Roberto, que sospecha que los colchoneros le abrieron la puerta voluntariamente cuando tenía 16 años y se marchó al Villarreal. De la Morena no coincide con la "leyenda urbana" de que a Rodri "le echaron del Atlético por bajito": "Ya tenía el físico de ahora, era de los más grandes del equipo. Ahí están los informes. Los estuve revisando el otro día con mi segundo. Era un chico de máxima proyección y al que queríamos tener en cuenta para el futuro. Tenía condiciones y una base suficientes como para pensar que podía ser profesional. El Villarreal le hizo una oferta muy buena y creo que el Atleti ahí estuvo un poco despistado, sinceramente".
En esa etapa groguet, dice Arviset, sus visitas a Villanueva se multiplicaron. Como jugador del Submarino se proclamó campeón del Europeo Sub-19 en 2015, un hito que movilizó al pueblo y que no tuvo ningún impacto en el talante de Rodri. "Todos seguimos el torneo y nos quedamos flipando. Dos días después de que ganasen la final contra Rusia, me lo encontré aquí en el Burger King. Yo estaba con un amigo, lo vimos, nos sentamos y estuvimos toda la cena los dos con él: hablamos del campeonato, de cómo se había visto, de los jugadores… Es una anécdota que le define".
Su aterrizaje en la élite más absoluta, primero con su regreso al primer equipo del Atleti y después con su fichaje por 70 kilos por el Manchester City, tampoco le ha cambiado. Sin las distracciones de X o Instagram, a Rodri le preocupan cada fin de semana los resultados del CD Villanueva. "Me dijo hace poco que, a la mínima que esté por aquí, haremos una sesión para que charle con los chavales y pase una tarde con ellos. Hablamos recurrentemente desde que me convertí en presidente en septiembre y le cuento cómo vamos. Está, por ejemplo, muy pendiente del Cadete A. Habló con los chicos hace un tiempo y el otro día me preguntó cómo les estaba yendo. Empezaron fatal la temporada, consiguieron una victoria… y yo se lo dije y le envié una foto del equipo. Quedó encantado".
El dilema de sus amigos madridistas
Este martes, Arviset verá el partido "con los mejores amigos de Rodri", que a la vez también son los suyos. Y ahí se les volverá a presentar un pequeño dilema. "Todos nosotros somos del Madrid. Cuando hizo aquel partidazo la temporada pasada con el City en semifinales (el 4-0 del Etihad) tuve un sentimiento raro. Nos alegramos, pero a la vez pensamos: 'Joder, qué faena que nos toque contra Rodri' (risas). El martes espero que... Bueno, no sé lo que espero".
Sus logros, en cualquier caso y más allá de colores, son un orgullo para una villa de 24.000 habitantes que vislumbra en Rodri a su gran referente. "El año pasado vi el partido con el Inter con todos los que iban con él a clase en el Kolbe y nos quedamos alucinados: '¿Pero qué acaba de pasar? ¿De verdad ha marcado Rodri en una final de la Champions?'. Es una persona clave. Como presidente, me alegra mucho que un futbolista como él sea de este municipio".
Como a menudo Mahoma no puede ir a la montaña, Rodri consigue que la montaña vaya a Mahoma: suele invitar cada año a varias de sus personas cercanas a Mánchester y llevarse, así, un pedazo de su Villanueva al interior de Inglaterra. De la Morena viajará pronto. "El otro día me encontré en el Cerro con Pablo Barquero, su representante de toda la vida, y nos hemos emplazado a ir a Mánchester, estar con él y seguir compartiendo momentos juntos". Será después de la eliminatoria ante el Madrid, el objetivo que ocupa su cabeza y que hará que Villanueva, sin bufandas, se vuelque con él para devolverle su cariño: "Aquí la gente no es del City, pero es de Rodri. Y qué menos, con todo lo que nos da...".