Cuando Bielsa coincide con Milei, Trump y los corruptos de la dirigencia deportiva

De Marcelo Bielsa se pueden decir muchas cosas positivas, muchísimas. Y se puede decir también que a veces decepciona, como en esta Copa América en la que llevó a Uruguay al tercer puesto. La decepción no es deportiva, no, se deriva de algunas ideas que salen de su boca. Se deriva de sus equivocaciones.
Bielsa se abonó a una idea muy extendida: la del periodista "comprado", marioneta de intereses superiores y oscuros. Una idea muy extendida en los últimos tiempos... por Javier Milei y Donald Trump. No hay duda de que Bielsa y el presidente argentino están en las antípodas ideológicas, pero es válido aquello de que los extremos se tocan.
Milei habla de "ensobrados", periodistas que reciben dinero en sobres para complacer a cualquier que le pague. Y Bielsa dice algo muy parecido. "Sé que el periodismo responde a intereses que tienen que ver con los que administran el poder, que son los que administran el dinero (...). Hay un porcentaje que no señala esto, y los que no responden al poder, sufren. Yo no quiero saber quiénes son porque no quiero juzgarlos a ustedes. Hay una porción del periodismo que está comprada".
Ese es el Bielsa mesiánico, el Bielsa subido al pedestal. Él distingue el bien y el mal como nadie, y a partir de ese conocimiento profundo reparte certificados de virtud. El Bielsa que vapulea periodistas cuestionándoles sus preguntas, ya sea por su contenido, su falta de seriedad o la inoportunidad. No sabe -y no es el único- que el derecho y la obligación del periodista es preguntar incomodando, y que su derecho es no contestar.
No es, en cambio, su derecho ejercer de editor, censor y perdonavidas de los periodistas. A Bielsa le sobra inteligencia. Debería ser muy sencillo para él contestar las preguntas sin poner en duda al autor ni mentar supuestos oscuros motivos. No lo logró en Estados Unidos: "No entiendo una pregunta tan traída de los pelos en este momento. Directamente, no le respondo porque ignoro el origen de por qué usted le hace la pregunta".
Obsesionado con la mano que mece la cuna del periodismo, Bielsa puede ser muy incoherente. Puede ser el hombre capaz de pelearse en 2012 con el responsable de una obra en Lezama, el centro de entrenamiento del Athletic Club de Bilbao, porque en su opinión le estaba "robando" a la dirigencia. O puede ser el hombre que, en el arranque de furia de este julio de 2024, dice que el FIFA-Gate que arrasó con el poder del fútbol en 2015 fue "creado" por el FBI. "Cuando Estados Unidos sintió que sus intereses estaban siendo atacados, creó el FIFA-Gate, con el FBI. Hicieron lo que hicieron, pero fue por sus intereses".
A esa idea de Bielsa de que los "intereses" dominan al periodismo y llevan a "crear" uno de los mayores hechos de corrupción en la historia del deporte le falta una pata: la de sus propios intereses. ¿O acaso Bielsa no los tiene? Ojo: "intereses", con el tono y connotación negativos que le pone el argentino a la palabra. ¿Algunos intereses tendrá, no?
En todo caso, tras escuchar a Bielsa coincidir con Milei y Trump, ya no asombra que lo haga también con los dirigentes corruptos del fútbol: porque el FIFA-Gate fue "creado por el FBI". Que es exactamente lo mismo que alegaron buena parte de los investigados y condenados por robarle incontables millones al fútbol.