ATHLETIC - OSASUNA

Los años en Tajonar que forjaron a la perla del Athletic y el 'cerebrito' de Osasuna: "A uno le tienes que empujar... y el otro ha llegado por esfuerzo"

Adama Boiro y Pablo Ibáñez compartieron experiencias en el filial rojillo. A uno hay que empujarle por su timidez, mientras el otro trabaja en silencio, pero con cabeza. Los dos serán protagonistas en el duelo Copero.

Boiro celebra su único tanto esta temporada. /ATHLETIC CLUB
Boiro celebra su único tanto esta temporada. ATHLETIC CLUB
Jonathan Ramos

Jonathan Ramos

El partido entre el Athletic Club y el Club Atlético Osasuna es sinónimo de un reencuentro, y lo es por muchos motivos. Nadie en Bilbao, ni Pamplona, es ajeno a lo vivido hace dos temporadas en el mismo escenario donde hoy (19:30h) se medirán en los octavos de final de la Copa del Rey. Hace un par de temporadas el envite se dio en semifinales, con una vuelta de frenética que decidió un gol de instinto como el que marcó Pablo Ibáñez para meter a Osasuna en la final en La Cartuja.

Pablo vuelve al lugar de los hechos, más maduro, con más minutos en las piernas y con un entrenador nuevo en el banquillo. Lo hace acompañado de jugadores que no le resultan extraños, pues compartió con ellos su etapa en Osasuna Promesas. Como lo hacía en 2021, podrá contar con la presencia de Aimar Oroz entre líneas, pero en este encuentro uno de los perfiles con proyección de esa plantilla estará en el lado de los leones. No es otro que Adama Boiro, el lateral navarro, que vive la temporada de su irrupción en Primera División, fue compañero de Ibáñez en su última temporada en el Promesas.

Los dos jugadores llegan al partido en situaciones contrapuestas. El jugador del Athletic viene pidiendo paso y por méritos se encamina a tirar la puerta de la titularidad abajo. La única cortapisa es la figura de Yuri Berchiche, una institución en el club que sigue vigente para Ernesto Valverde.

Por el lado de centrocampista, su año comenzó muy progresivamente. En lo personal, la salida de Jagoba Arrasate rumbo a Mallorca supuso un varapalo para Pablo Ibáñez. El técnico de Berriatúa era un gran valedor del centrocampista, la primera persona que le dio la oportunidad y el cariño para asentarse como futbolista de Primera División. Con Vicente Moreno le tocó pelear por ganarse su confianza, pues no conocía al canterano.

Un central reconvertido a centrocampista y forjado en el barro

El entorno del futbolista reconoce abiertamente que Pablo Ibáñez "ha llegado más por esfuerzo que por talento". Una realidad que refleja su ética de trabajo. El centrocampista de Pamplona fue descartado a los 16 años por el club, una decisión que forzó su desarrollo en el San Juan y el Mutilvera, por el llamado barro del fútbol navarro. De esa experiencia salió reforzado y lo hizo como central, no mediocentro.

Osasuna lo repescó porque el Rayo Majadahonda quiso acometer su fichaje siendo todavía jugador del Mutilvera (club convenido de Osasuna). Al saber del interés, los rojillos lo incorporaron para el Promesas. El resto es historia. Plenamente consciente de que ha llegado tarde al fútbol de élite, Pablo Ibáñez se puso como objetivo hacer valer sus años en Primera. Al no tener suficiente rodaje en el primer equipo, el jugador decidió meter horas extra en los entrenamientos y fuera de ellos, donde ya suma dos títulos de entrenador (UEFA C y B).

Su obsesión por la táctica ha favorecido mucho su juego. "Ha llegado a ser futbolista de Primera División por su inteligencia", dicen. Su físico no destaca por encima del resto, pero se zafa de los duelos gracias a su posicionamiento e interpretación de las situaciones. Algo que se vio en las semifinales de Copa de 2023 en San Mamés. El balón que Ibáñez coloca al fondo de la red es de puro instinto, al golpear directamente y no controlar la pelota le permitió sorprender a Julen Agirrezabala. Como osasunista mantiene la ilusión de poder volver a una final con el club de su ciudad, todo esto mientras sus representantes abordan una renovación que sigue estancada.

Un extremo tímido reconvertido a un lateral apadrinado por los Williams

El año de Adama Boiro está siendo muy diferente al de su excompañero de equipo. Valverde le tiene en alta estima y le insiste en el aspecto defensivo de su juego. En el Promesas, Boiro se formó como extremo, haciendo las veces de lateral izquierdo, demarcación que cubre en el Athletic. El Txingurri siempre le pide esa implicación en defensa, la presión, el estar atento a cerrar los huecos a sus espaldas. El navarro cumple, pero todavía le queda mucho por sacar. En su entorno tienen claro que sus esfuerzos se centran en las peticiones de Valverde, aunque será con el paso del tiempo cuando el nacido en el 2002 saque su potencial ofensivo.

Pablo Ibáñez, junto a Javi Galán, en el Metropolitano.  EFE
Pablo Ibáñez, junto a Javi Galán, en el Metropolitano. EFE

Salió de Osasuna hace dos temporadas por dos millones de euros. El Athletic pagó la cláusula del futbolista para que jugase en el filial rojiblanco, una categoría (Segunda RFEF) por debajo de Osasuna Promesas. Boiro lo aceptó, siendo consciente de que circunstancialmente bajó, para luego volver a subir. Esta temporada está siendo su ascenso. Encadenó sus mejores encuentros tras el debut en Europa League Elfsborg, donde sumó un gol y una asistencia. Ante el Real Madrid dejó en el dique seco a Brahim y Valverde, y ahora quiere hacer lo propio contra su exequipo.

De personalidad tímida, Adama Boiro se ha visto arropado por los hermanos Williams, que le conocen de toda la vida de Pamplona. Lo mismo ocurre con De Marcos, que ha facilitado la integración del canterano rojillo en el vestuario del Athletic. Con metros por delante está siendo comedido, porque Ernesto Valverde le 'aprieta' mucho en defender. En Lezama no dudan de que es cuestión de tiempo de ver el sorpasso del navarro en detrimento de Yuri Berchiche, pues "es el cambio natural y Valverde va de la mano del club". Hasta entonces, tocará esperar a ver de lo que es capaz esa zurda.