El Barça convierte Mestalla en un parque de atracciones

El Barça convirtió Mestalla en un parque de atracciones. Lo que antes era un escenario vertiginoso fue desmontado gol a gol. El Valencia fue un solar, un equipo anticompetitivo que ni siquiera le requirió al Barcelona sacar su mejor versión. Con un hat-trick de Ferran Torres, que partió la defensa de Carlos Corberán con sus desmarques, los de Hansi Flick resolvieron la eliminatoria habiendo necesitado menos de media hora. Los culers anotaron cuatro en Barbastro, cinco al Betis y otros cinco al Valencia. Vuelven a ser el equipo que maravilló Europa en octubre. Con la asignatura pendiente de trasladarlo al día a día en Liga, este Barça es un equipo de copas.

No le importó a Mestalla ni la situación crítica del equipo, el 7-1 reciente en Montjuïc o que Carlos Corberán anunciara rotaciones. La batalla por la supervivencia del Valencia en Liga se prioriza a la fuente de ilusión que podría suponer la Copa del Rey. Rápidamente, el Barça aplicó hielo y congeló el ambiente. Avisó Lamine con un pase en largo a Ferran para hacer sentir vértigo a la alta línea que plantó Corberán. En la siguiente acción, en una gran asistencia de Balde desde el costado contrario Ferran fue letal. Aun defendiendo con tres centrales, el Valencia no supo anular al punta valenciano. En el origen de la jugada un 'invisible' Cubarsí que con un pase filtrado a De Jong desorientó el entramado che.

Al cuarto de hora, sin levantar el pie del acelerador, el Barça se encontró con el segundo. Manteniendo su sobresaliente nivel, Pedri volvió a desmontar la defensa de Corberán con un pase filtrado y tras un tiro al palo de Lamine que desvió Dimitrievski apareció Ferran para escribir el 0-2 en el marcador. Cuando el Barcelona activa el modo rodillo es imparable. Además, ahora ha sumado a Ferran a la causa, indetectable para el rival donde hay más vigilancias. Del sueño a la parálisis del sueño en apenas unos minutos.

No aprendió el Valencia de los avisos y las heridas que le causó el Barça atacando su espalda. Pedri leyó su descoordinación y Fermín, partiendo desde la banda, intuyó qué zona atacar. Acabó plantado delante de Dimitrievski, le sorteó y anotó el tercero pasados los 20 minutos de partido. Fermín ha recuperado ese saber estar que le catapultó a la élite. Cómodo desde la mediapunta, no necesita conectarse con el balón para ser determinante. El Barça sumó a Szczesny al partido con una gran intervención a un disparo de Pepelu. Con una vida por delante, todavía quedaba mucho por agonizar.

Si en el Lluís Companys el Barça endosó cuatro goles al Valencia en 24 minutos, en Mestalla tardó cinco minutos más. Una anticompetitiva defensa dejó solo a Ferran en el borde del área y el de Foios volvió a anotar. Los blaugrana se dedicaron a picar a los centrales con constantes desmarques. La última línea che no llegaba a frenarlos. Y la línea de mediocentros a achicar espacio para los centrocampistas culers. El Valencia era un solar y su afición, una de las más fieles del país, y con estos últimos años como ejemplo, dijo basta. Varios seguidores abandonaron el estadio.

Poco a poco, Flick ha ido dibujando su once ideal. De Jong, que se movió con soltura y siguió fortaleciendo su química con Pedri, ha ido recortando las distancias con Marc Casadó. Szczesny también será el portero de la Copa y, aun comenzando el partido con Eric y Cubarsí, la pareja con la que el Barça derrotó al Alavés, al descanso Flick recuperó de vuelta a Iñigo Martínez. Más tarde entró Dani Olmo. Sigue fuerte la defensa blaugrana con el vasco, que dejó caer a Sadiq en fuera de juego en el que apuntaba a ser el gol del honor de los locales.

El quinto lo hizo Lamine. Había mandado un balón al palo en el primer tiempo y repitió en el segundo. El siguiente paso en la carrera del de Rocafonda es ir sumando cifras en este tipo de partidos. En el tiro más blando de sus intentos, la pelota tocó Diakhaby, descolocó a Dimitrievski y se acabó colando en la portería. Con un Valencia más resguardado que en el primer tiempo, el duelo entró en un punto muerto. La afición acabó coreando irónicamente cada pase que encadenaba su equipo.