COPA | REAL SOCIEDAD - MALLORCA

El dispositivo de seguridad, roto solo al final, impide un recibimiento acorde a una semifinal de Copa

La Real llamó a sus seguidores a acudir, pero la Ertzaintza cerró el paseo de Errondo.

El autobús de la Real Sociedad, a su llegada al estadio antes del partido de vuelta de semifinales de Copa. /EFE
El autobús de la Real Sociedad, a su llegada al estadio antes del partido de vuelta de semifinales de Copa. EFE
José Luis Lorenzo

José Luis Lorenzo

"Al chófer le voy a decir que intente ir por la Avenida Madrid, que exista el recibimiento que se nos hizo el día del Mirandés". Ese fue el deseo de Imanol Alguacil en la rueda de prensa previa a la semifinal frente al Mallorca. Pero el sueño del entrenador de la Real se esfumó antes incluso de su comparecencia ante los medios.

El dispositivo de seguridad diseñado por la Ertzaintza entendió que esa posibilidad era imposible, que era irreal, y eligió una ruta alternativa, el paseo de Errondo, que una hora y media antes de que llegara el autobús de la Real Sociedad estaba cerrado a cal y canto. Era imposible transitar por el mismo. Y los aficionados, cuanto más lejos de la carretera, mejor. Así era imposible cumplir los deseos del míster de la Real.

Los aficionados que se iban congregando en masa en los aledaños del estadio no daban crédito de lo que estaba sucediendo. Pedían explicaciones a los agentes situados formando un cordón de seguridad, con el silencio por respuesta. El despliegue de efectivos de la Ertzaintza fue masivo, como lo requería un partido como el de hoy frente al Mallorca. Pero eran muchos los que se preguntaban por qué no había sido el mismo cuando el Benfica jugó su partido de Champions League en el Reale Arena y se produjeron aquellos episodios de violencia y bandalismo, actos por los cuales un grupo de la Bultzada fue detenido hace escasos días.

Detenciones, por otra parte, que hicieron que esta agrupación, "motor de la afición" en palabras de Imanol Alguacil, decidiera no acudir al Reale Arena el pasado viernes en la visita del Villarreal.

Mientras la mayoría de los aficionados esperaban ansiosos la llegada del autobús que traía a sus ídolos, en la plaza Armerias se congregaba la Bultzada, que seguía a lo suyo, celebrando con elementos pirotécnicos, alumbrando los edificios colindantes. A pesar del cordón de seguridad, era evidente que los efectivos iban a tener serios problemas para detener la avalancha de estos aficionados, como así sucedió. Encontraron un resquicio por el que colarse, alcanzar la carretera y, con bengalas, pudieron acompañar los últimos metros de la comitiva txuri-urdin. El resto de aficionados hizo lo propio y los jugadores de la Real sí sintieron el cariño de una afición a la que no le dejaron recibir a los suyos como la ocasión lo merecía.

Con los jugadores ya dentro del estadio, se produjeron varias cargas de la Ertzaintza hacia algunos aficionados que mostraron su descontento por el trato recibido. La cosa no fue a más.