La exhibición de Koke que muestra la transformación de Simeone

Las prórrogas de los Atlético de Madrid - Real Madrid tienen su propia narrativa. Desde que Diego Pablo Simeone llegase al club colchonero, el Atlético ha solido llevar hasta el límite al Real Madrid en sus duelos directos, convirtiendo cada enfrentamiento en un Vietnam. Y uno podía recitar el guion de memoria, con un Real Madrid que llevaba el ritmo y tenía la pelota y un Atleti que en cuanto lograba parte del botín se encerraba, regalando metros y defendiéndose allí donde era feliz. Pero esto ya es historia. Sin Godín pero con Koke, el Atleti eliminó al Real Madrid confirmando una tendencia y la renovación más importante de Simeone.

El capitán no se llevó los focos porque Griezmann se llevó los titulares. El gol antológico para darle el 3-2 en la prórroga lo merecen, pero haríamos mal si pasáramos por alto el partido de Koke. Jugador con más pases del equipo (91), el que más entradas ganó (5) y el segundo futbolista del encuentro con más intervenciones (112). Koke, al que muchos criticaron por su repliegue en el tanto de Carvajal en la Supercopa, fue el futbolista que más tiempo le dio a los suyos y más hizo correr al rival.

Era el minuto 102. El Atlético, que mostró su peor estado físico en Arabia, no se conformaba con el empate, negándose a resistir en su área. Simeone sabe que no tiene ni las individualidades ni la estructura para sobrevivir como antaño, y el mensaje ha variado. En vez de defender el resultado, el Atlético buscó atacarlo, inconformista. Koke, el mediocentro del equipo y probablemente uno de los futbolistas más lentos sobre el verde, estaba presionando en área rival. Le movía la fe.

De inicio, Simeone mandó un mensaje a los suyos. Lejos de especular, el Atlético abrió el encuentro de par en par. Aparecían los espacios y Vinícius, Rodrygo y Bellingham tenían metros para correr. Pero el Cholo, consciente de la necesidad de enganchar a los suyos, sabía que físicamente el Real Madrid iba a caer antes que ellos, y el querer ir a por el partido reforzó el plan de los suyos. Aún facilitando que Vinícius encarase a Witsel a campo abierto o que Jude llegase con espacios, Simeone no cambió. Y Koke, solo ante el peligro, convirtió cada presión rival en un regalo para los suyos.

En Arabia el Real Madrid goleó, pero concedió mucho. Y Simeone huyó de un posible miedo atávico, reafirmando la continuidad de su propuesta actual. Espacios reducidos y jugadores que se juntan para desgastar al rival, con apoyos frontales de Griezmann o Morata que aclaren el panorama y las llegadas por fuera de los carrileros. Koke fue vital dando pases en ventaja, jugando rápido y resistiendo la presión para que el siguiente pase siempre fuese mejor que el anterior. El Real Madrid, fatigado y desordenado, tuvo que correr muchas veces en desventaja.

Koke es el mediocentro pero de forma particular, porque lo suyo no es moverse poco, sino mucho y en todos los ejes. Aparece en las bandas recordando al que jugaba al principio en ese 4-4-2 inamovible para luego ser el futbolista que tiene más peso en el último tercio (nadie dio más pases que él en el Atlético en esa zona, con 17). Se le veía pedir calma, aunque a veces Llorente y Molina jugasen acelerados, buscando retener la pelota consciente de que las fuerzas del Real Madrid flaqueaban. Su partido fue un clínic de cómo jugar con el esfuerzo del rival.

Puede que Koke sea más cholista que el propio Cholo. Por eso pocas transformaciones tienen más mérito que la suya, pasando de un volante de último pase a un gestor que inunda de calma cada secuencia. Para que Griezmann brille tiene que haber un Koke que le ponga el foco encima. Ante el Real Madrid, el capitán jugó uno de sus mejores partidos. Y no le bastó marcar ni asistir, porque lo suyo ahora ya no es eso. Es mandar.