¡Gonzalo es un pepino y le da las semifinales al Madrid en el 93'!

¡Gonzalo! ¡Gonzalo! ¡Fue Gonzalo! En una de las etapas más oscuras de la cantera del Real Madrid, al Real Madrid le salvó un canterano. El delantero blanco marcó el 2-3 decisivo contra el Leganés en el minuto 93, ya un minuto de culto para el madridismo. Un nuevo conjuro para el gen merengue y la carta de presentación de un goleador que estaba arrasando en Primera RFEF y ya ha hecho lo más importante: salvar a su entrenador. Carlo Ancelotti, siempre con una vida de repuesto.

El choque en Butarque fue un disfrute para el Leganés y un verdadero castigo para los visitantes, que a medida que pasaban los segundos se les aparecían los fantasmas. El 'Pepinazo' de 2018, los largueros que no entran, los cambios antes de tiempo, la sombra de Tchouameni pisando el cuero en la frontal del área… Salió vivo el Madrid, siempre coleando con Brahim, con una ronda más de Copa y lo más importante aún: Gonzalo destapó el tarro de los milagros, justo cuando empieza a quemar la temporada.

Entre los escombros del drama merengue un futbolista se cuela entre la luz: su nombre es Rodrygo Goes y ya emerge como el jugador más regular de la temporada del Real Madrid. Contra el Leganés encarriló el partido gracias a su fútbol de bisutería, poniéndole un balón de gol a Luka Modric.

Luego siguió con sus virguerías, hasta que en el descanso Ancelotti le quitó por Vinicius. Cuando se marchó Rodrygo cayó una nube negra sobre Butarque, que favoreció a los locales y enterró a los blancos, remontados en el marcador y en lo peor: el tino y el instinto. Hasta que apareció Gonzalo.

Carlo Ancelotti no tiene defensa: es un socavón. Para los cuartos de Copa se plantó sin ningún central del primer equipo en su plantilla. Sólo Asencio, Jacobo Ramón y Mario Rivas. Los dos primeros del Castilla y el tercero en edad de juvenil B. La convocatoria presagiaba el desastre, y el encuentro fue un auténtico sufrimiento.

La realidad defensiva del Real Madrid es la de vivir un calvario contra el Leganés. Justo antes de medirse al Atleti y al Manchester City. Jacobo Ramón, que debutaba como titular, salió en las dos fotos de los tantos encajados por Lunin y dejó un partido raro, raro. Tampoco le acompañaron sus compinches, Mendy se metió un gol en propia y Tchouameni, aunque mejorado, estiró su pachorra ayudando desde el centro del campo. Con todo ello, el cuadro madridista llegó al último minuto de partido sufriendo en Butarque como si se jugase una final de Champions, pero con el equipo plagado de canteranos.

También hubo mérito en los locales. Y mucha culpa la tuvo Juan Cruz. Las dos dianas pepineras llevaron la misma firma: la del talentoso mediapunta del Leganés. Transformó el penalti que le dio vida a los suyos y guió cada ataque de los de Borja Jiménez, hasta llevar al Real Madrid al precipicio.

Sergio González fue el encargado de sostener al equipo de Butarque desde atrás, tapando a Endrick y los intentos de Brahim, que no paró de intentarlo, hasta que finalmente lo consiguió, con la certera y genial asistencia a Gonzalo, ya el héroe merengue en esta Copa del Rey.