COPA | ATHLETIC CLUB - MALLORCA

La historia de amistad, Athletic y 'rock&roll' que se esconde detrás de la camiseta con la que Valverde celebró la Copa

Fue un homenaje a su amigo Jonan Ordorika, fallecido el pasado agosto, en un detalle de toda Lezama al entrenador.

Ernesto Valverde,  con la camiseta con dedicatoria. /ATHLETIC CLUB
Ernesto Valverde, con la camiseta con dedicatoria. ATHLETIC CLUB
Lu Martin

Lu Martin

Ernesto Valverdecompareció de madrugada en la sala de prensa del estadio de La Cartuja con una camiseta roja en la que se podía leer "Txapeldunak", donde se adivina una gabarra y se ve muy claro la imagen de un tipo sonriente, la cara de su amigo Jon Ander Ordorika, de su hermano.

Esa camiseta no la vio venir el Txingurri, al que le gusta tenerlo todo tan controlado. Esa camiseta habla de lo que significa ser del Athletic Club, de la amistad, del respeto que se le tiene a Ernesto en Lezama por cómo trata a quienes trabajan a diario a su lado y la necesidad de devolverle todo lo que les da, título añadido. Habla de las lágrimas que se han derramado por este título de Copa. Habla de los que estaban, de los que la ganaron, de los que la celebraron y de los que no están, pero estarán siempre. Habla del Athletic Club de Bilbao. Esa camiseta no es un título, es un sentimiento: el del Txingu y Mónica, su esposa, el de sus hijos Paula, Danel y Junkal, y el de Edurne López, de Juan Abad de María y Jon, los hijos de Jonan.

La historia empieza en una parada de bus en la Avenida Mistral de Barcelona poco después de que Valverde firmara por el Barça. Ernesto le pide a Karlitos y Marta Pons, unos amigos, que le acerque a su hermano Mikel las llaves de su casa en la calle París. Mikel era dibujante de cómics, hoy Premio Nacional de Ilustración, que llegaba de Vitoria para pasar el fin de semana. De ese autocar baja Mikel y un tío larguirucho. Se habían saludado en el bus. "Tú eres el hermano de... ¿no? Y tú el de... no?". Uno era el hermano de Valverde y el otro de Ruper Ordorika, uno de los músicos más influyentes de la historia de rock euskaldun. "Este es Jonan" le dijeron a Karlitos y la Marta Pons. Hoy uno trabaja de cocinero en Italia, en la Liguria, en un restaurante con estrella Michelin y ella es patronista –"arquitecta", la llaman- de ropa interior en Málaga. Ha llovido mucho.

Jonan llegaba para estudiar ingeniería en Vilanova i la Geltrú, -"cursé estudios, o sea, no estudie nada", reía con los años- y dos días a la semana dormía –poco- para ser técnico de sonido en Barcelona. Acabó siendo copropietario del estudio Azkarate, referente absoluto musicalmente en el norte de la península, mas fácil decir quien no ha grabado allí que quien sí. Allí pasó una semana comiendo cuajadas Lou Reed y haciendo tai chi. A la semana, dejó de hospedarse en un hostal y se quedó en casa de Karlitos y de su compañero de piso. Resultó que ese ya conocía a su novia de una fiesta de fin de año a la que subió a Vitoria con Gemma Gómez, fotógrafa del Mundo Deportivo. Pero esa es otra historia y justifica que las cosas no pasan por casualidad. O no.

Jonan conoció a Ernesto en Barcelona, pillaron buen rollo y como los dos se habían criado en Vitoria no tardaron en encontrar lugares comunes, en especial, la música. La amistad creció como crece una amistad de verdad, sin necesidad de forzarla. Les unió el Athletic también. Porque si algo tenía Jonan es que era del Athletic. De Lou Reed... y del Atheltic.

Una amistad en rojiblanco y con la banda sonora de Lou Reed

Así que cuando Valverde volvió a casa como futbolista su relación se fortificó. Además a los dos les gustaba comer y viajar. A vinos me convidas. Y Jonan siempre fue fiel. De él nunca salió nada si es que alguna vez Ernesto explicó algo. Además, ya conocía a gente en aquel vestuario porque nació en Oñate, como Mendiguren. Y si algo tenía el pequeño de los Ordorika es que era tan simpático que era muy difícil llevarse mal con él... si le caías bien. Será que para eso era tan vasco como 330 apellidos. Ríete tú de Aguirre.

La historia de amistad creció. La de amor por el Athletic de Jonan venía de lejos. Jon Ander era socio desde los diez años al día de su muerte. 48 años de socio.

Jon Ander falleció el 8 de agosto de 2023 en Bilbao. Era hijo de un importante industrial y el menor de siete hermanos. Años antes, en Gijón, había fallecido su hermano Jose. Dos meses después de su muerte, en Vitoria, murió su madre, María Ezkurdia.

«Me vi entre Bowie y William Dafoe pidiendo un vino»

El día que se enteraba de cuándo se jugaba la final de Copa de 2024, reservó todo: el viaje, el hotel... la entrada ya se vería. Si tenía suerte, por sorteo, si no, llamaría a Ernesto o a Barcelona. Así consiguió para Valencia, para Bucarest... porque desde aquel día, desde la última gabarra, nunca se perdió una final. Ni se perdió Manchester. No se perdió nada. Porque no se perdía un concierto de Yo la Tengo en Nueva York, un concierto de Lou Reed en Roma con Edurne, ni de Paul Weller –"nos tenías que ver, parecíamos Cary Grant y Katharine Hepburn", se reía ayer- o se iba con el Txingu a París a ver a Paul Weller. "A mí me gustaba más el rock&roll, él era más fino", explicaba un día de su amigo.

Su amigo acabó una noche en un ático de Nueva York invitado por Lou Reed a su 60 aniversario. "Me vi entre Bowie y William Dafoe pidiendo un vino", explicaba Jonan. "¿Y que hiciste?", le preguntó Fernando Zueras, fotógrafo de AS, al que mató un cáncer hace unos años: "Largarme de la fiesta, aquello hubiera terminado como el Guateque, me estaba empezando a poner como el camarero", se reía.

El pasado mes de agosto, de vacaciones en las Landas, dijo que le dolía la espalda, que le dolía mucho. Dos días después, cogió el coche y se fue a Vitoria a ver al médico. Había sufrido dos infartos. "Lo raro es que esté vivo", le dijeron en el hospital. Ingresado, sufrió otro problema cardiaco añadido. Ni eso pudo con él. A Ernesto se le cayó el mundo encima tan pronto se enteró. "Este tío está fatal". De Vitoria le llevaron a Bilbao. "Está muy mal". Y Ernesto llamó uno a uno de Cádiz, donde también tenia vínculos musicales, a Bilbao, pasando por Barcelona. "Esto va de vida o muerte. No vengas. Edurne está mal. Yo te aviso de lo que sea".

Llamó Ernesto. "Tío, lo siento". Jonan había muerto tras una operación a corazón abierto. En un quirófano se quedó su vida y la media vida de Ernesto.

Pero la reserva de trenes y hotel no la canceló. "Si yo me muero, vais vosotros", le dijo con la camiseta puesta Ordorika a su esposa. Y claro que fueron. Por él y por deuda, sentimiento, amor y amistad. Y por Ernesto, puro sentimiento y deuda rojiblanca.

Aquellos grises día de agosto y el calor de Lezama

En Lezama pensaban en agosto que Valverde dejaba el club, que se iba cuando se fue a Betelu al entierro de su amigo. No cabía ni el cura. "Menos mal que es verano y la peña esta de vacaciones", dijo alguien de la cuadrilla. Tiraron de él, en casa y en el club. Era la gota que colmaba el vaso anímico. Acababa de ingresar a su madre. Y esa no la vio venir. Podía esperarlo la de algún otro, pero esa no. La hostia fue terrible.

Por eso, camino de Sevilla, alguien pensó qué podían hacer por él en el caso de que ganaran esta Copa. Y recordaron aquellos días de agosto. Lideró Nika Cuenca, el jefe de prensa. "Hay que vincularlo con algo de Jonan". De hecho, cuando cumplió 500 partidos en el Athletic, Ernesto le había pedido que le dedicaran la efeméride en su memoria. Nika, que siempre fue buen periodista, no paró hasta encontrar una foto de Jonan con la camiseta del Athletic y encontró una en la que salían sus hijos de pequeños con el nieto de Peter, un pintor londinense amigo de Jon ("tenía amigos en el infierno el nota", suele decir Juan Jiménez, de AS, que le conoció en Barcelona cuando ya era entrenador).

El sábado, cuando se la dieron sobre el campo, "flipó", emocionado, muy feliz. Luego, se la puso porque quiso lucirla en la rueda de prensa. Ernesto se fue al hotel y estuvo feliz. Comió algo, recibió el cariño de sus jugadores, que ya le homenajearon en el campo mientras en la grada se cantaba "Ernesto Valverde lararalara", compartió un rato con su familia y con la de su inseparable Jon Aspiazu, tan contento como él, y se retiro pronto, tan discreto y elegante como de costumbre pero la noche fue larga y se lleno de gaupasas.

El departamento de márketing del club hizo el resto: una camiseta que une la amistad, el respeto que sienten por Ernesto los que a diario trabajan con él y la tradición de una ría camino del mar, por donde el jueves bajará la gabarra porque Jon Ander Ordorika era tan del Athletic que a los 17 años vio el gol de Endika en el Bernabéu, la última vez que, hasta el sábado, el Athletic levantó una Copa. Jonan se lo contaba a menudo a sus hijos. "Yo estuve y volveré a estar" decía. Y estuvo en Sevilla, claro que sí. En la camiseta del Athletic, su segunda piel, en las lágrimas de sus hijos, en el corazón de Edurne, de donde no podrá salir jamás.

Y en la camiseta y la memoria de sus amigos, de su amigo Ernesto Valverde. El que se puso la camiseta que le pensó Nika y le hizo el Athletic para honrar la Copa numero 25. La de Jonan y Edurne.