Pablo García y la lección de Ronaldo: "Dijo 'defiende tú, que yo hago el gol'... Y así fue, caminando, recibió y gol"
El exjugador de Osasuna y Real Madrid atiende a Relevo y repasa tanto su trayectoria como jugador en España, desde su llegada al Atlético, como su salto a los banquillos en Grecia.

Pablo García (Uruguay, 1977) conoce bien a los dos finalistas de la Copa del Rey. Especialmente a Osasuna, donde desplegó su mejor fútbol (81 partidos con los navarros) y alcanzó un nivel que le permitió fichar por el Real Madrid de Los Galácticos. Sólo estuvo una temporada en el Bernabéu (26 encuentros) porque le costó adaptarse.
Su andadura en España, aunque es menos conocido, comenzó en el Atlético de Madrid. Pocos lo recuerdan porque apenas llegó a disputar 16 minutos repartidos en dos partidos, en las eliminatorias previas para clasificarse a la Copa de la UEFA. Tras distintas aventuras en el fútbol español (pasó también por Valladolid, Celta y Murcia) encontró su sitio en Salónica (Grecia), donde jugó 153 encuentros y se quedó a vivir. Desde allí, donde es un auténtico ídolo, atiende a Relevo por videollamada para repasar su carrera y analizar la final de este sábado.
Llevas mucho tiempo en Grecia... Cuéntanos, ¿qué haces ahora?
Hace años que estoy de entrenador en el PAOK. Comencé con los sub-17, sub-19… Después tuve una etapa de siete meses en el primer equipo, logramos la copa de Grecia y quedamos segundos. Ahora estoy en el equipo reserva. Termino contrato ahora y veremos qué vueltas da la vida.
Vives en Salónica desde hace mucho. ¿Qué tiene esa ciudad para ti?
Llevo 15 años aquí. Es especial. Aquí terminé mi carrera y me abrieron la puerta para empezar de entrenador. Tengo amigos aquí, los hijos tienen sus cosas en la ciudad…
Para entender tu carrera, volvamos hasta el principio de todo. ¿Cómo fueron tus primeros pasos en el fútbol de Uruguay?
Comencé en la calle como todo joven. No nos gustaba mucho ir a la escuela, pasábamos todo el día hasta la noche jugando al fútbol, sin nada más. Pasábamos un poco de hambre y así era la vida. Se perdió un poco eso… Me doy cuenta de lo felices que éramos con tan poco. No había muchas construcciones, ni casas. No había entrenador ni nada, nos ayudaban los más grandes y nos daban consejos. Jugábamos descalzos, sin zapatos, con el sueño de ser futbolistas. Era el sueño de los muchachos del pueblo. En ese momento no te das cuenta, ahora de viejo te das cuenta de lo felices que éramos y lo bien que lo pasábamos con tan poco.
¿Se está perdiendo ese fútbol de la calle?
Sí. Y no sólo en España, también en Uruguay. Ahora están las academias, que enseñan al jugador joven. Tiene ventajas y desventajas, en la calle éramos más libres. Recuerdo que cada uno jugábamos con una pelota, cuando la agarrabas no se la pasabas a nadie. Mejorabas la técnica. A veces jugabas cinco contra cuatro y hoy en día eso lo hacen las academias. Lo malo es que le digan al joven "pasa la pelota, pasa la pelota…". Y después no saben driblar. Luego pedimos a los extremos que se vayan en el uno contra uno, pero en la academia le decimos "pasa, pasa". Se perdió un poco esa expresión que uno tenía de la individualidad, la técnica. Ahora es más táctica, defender. Y luego que los entrenadores quieren ganar. Está bien, yo en la sub-17 o sub-19 quería ganar, pero tienes que tener unos pasos y luego intentar ganar. Enseñarle al chico joven, explicarle el porqué, mejorar la técnica y el oficio de cada posición. Y luego en base a eso tratar de ganar, no sólo tratar de ganar y que el chico no aprenda.
"Lo bueno del fútbol es que te guste, no que te digan lo que tienes que hacer"
¿Crees que a los chicos de ocho o nueve años se les da demasiada información y poca libertad?
Es que hay etapas, al chico de nueve o diez años tienes que dejarle pulir la técnica sin decirle nada. Que se equivoque. Y enseñarle a que piense, no decirle "haz esto". No somos máquinas. Tienes que dejarle que se equivoque y después explicarle por qué se ha equivocado y cómo hacerlo mejor. Darle una guía. Yo a mis jugadores les doy libertad, siempre dentro de un orden pero con libertad. Se van a equivocar. ¡Si se equivocan los del primer equipo! Y los de Champions. ¿Cómo no se va a equivocar un chaval joven? Yo fui jugador y me gustaba la libertad, no tuve mucho entrenador que me dijera "haz esto" o "haz lo otro". Me daban libertad. Eso es el fútbol, tener libertad. Jugar la pelota, que te guste. Una vez estuve en un equipo en el que no tocaba la pelota, balón largo todo el rato y yo en medio de la cancha sólo la veía pasar por encima. ¿Qué gusto es ese? Lo bueno de jugar al fútbol es que te guste, no que te digan lo que tienes que hacer. Tienes que divertirte, siempre dentro de un orden y con responsabilidad.
¿Piensas que el hecho de que los niños ahora tengan todo en la vida les hace ser menos ambiciosos?
Jugar descalzo no sé si fue bueno… ¡Ahora me duele todo! Tengo problemas por todos lados. No está mal darle al chico. Mi padre no tenía dinero para darme a mí zapatos y por eso jugaba descalzo. Yo como padre si le puedo dar, le voy a dar. ¿Por qué no voy a dárselo? Pero se lo tiene que ganar, hacer sus tareas, portarse bien. Todos hicimos cosas malas, eso siempre va a pasar. Por ejemplo en el PAOK hay jugadores que ganan su dinero, son profesionales y se relajan. Otros ganan dinero y tienen hambre de triunfar, escuchan y mejoran. Tiene que ver más con el hambre de triunfar. Hay de todo. Va en cada uno, en todos los niveles. Yo estuve en el Milan y jugadores que ganaron todo corrían más que nadie, querían seguir ganando y eran humildes. Luego me tocó estar en un equipo como el Venecia, peleando el descenso y con jugadores que se creían de gran nivel y no era así. No tiene nada que ver con tener mucho o poco. Va con si quieres ser futbolista o no.
Volviendo a los inicios en Europa… Empezaste en el Atlético. ¿Por qué no cuajó?
Me acuerdo que era joven, jugaba en la selección de Uruguay e hice un Mundial Sub-20 en el que llegamos a la final. Ahí me fichó el Atlético. Me dicen que me tengo que presentar en el Atlético. Llego con mis cosas, me presento… Y el entrenador me dice "¿Vos quién sos?". Yo pensé que sabían que iba a llegar. ¡Era el primer equipo! El entrenador era Radomir Antic. A mí no me conocía nadie y ya empecé con mal pie. No es una excusa, pero te fichan y después no saben si te querían, si no… Enseguida me mandaron al filial a jugar. Tampoco jugué y me fui cedido a Uruguay, después al Valladolid. ¡Como los gitanos! Para arriba y para abajo. Nunca tuve continuidad, me costó mucho.
El primer equipo en el que le van bien las cosas en Europa es Osasuna. ¿Cómo llegas a Pamplona?
Me fui cedido a Valladolid, a Uruguay… Luego me ficha el Milan pero estaba en trámite el pasaporte, estuve entrenando cuatro o cinco meses hasta poder jugar. Disputé unos partidos y me voy cedido a Venecia. Me pide un entrenador y al día siguiente lo echan, se quedó un interino y no jugaba. Tuve la suerte de que el seleccionador uruguayo siempre confió en mí. Jugué el Mundial de Corea y Japón y tras el Mundial me llama Aguirre, de Osasuna. Recuerdo que llegué una noche con un frío bárbaro en Pamplona. No sabía ni qué iba a pasar y me quedé unos cuantos años ahí. Tuve la suerte de respirar fútbol allí, me ayudó la zona de Navarra, la gente, el olor a hierba de El Sadar, el vestuario…
"Lo bueno de Osasuna es que el jugador de la casa lleva con él a los extranjeros que llegan"
¿Cómo era tu vida en Pamplona?
Lo bueno de Osasuna es que el jugador navarro, de la casa, lleva con él a los futbolistas extranjeros que llegan. Tengo aquí jugadores griegos, jóvenes, a los que les toca irse a otros países y tienen que adaptarse. Eso es lo que hay que hacer, adaptarse. Para mí aquello fue muy importante, peleábamos por el de al lado siempre. Es la base de Osasuna. Los compañeros, la gente… Fue clave. Y un técnico que me pidió y confió en mí, porque si vas y el entrenador no te quiere, difícil.
Jugaste la primera final de Copa de Osasuna. ¿Qué recuerdo tienes?
Es un recuerdo muy lindo, hicimos una temporada buena y la frutilla de la torta (la guinda del pastel) era la Copa. Llegamos con ilusión, no sólo el equipo, sino toda la gente. Fue una fiesta esa final, fiesta del fútbol para los dos equipos. Queda el sabor amargo de no conseguirlo pero tenía que haber un ganador y le tocó al Betis. Una gran alegría pero triste por la derrota.

Ese rendimiento te vale para que te llame el Real Madrid. ¿Cómo recuerdas aquello?
Siempre que me iba de un equipo a otro le daba la confianza a mi representante. Cuando no tenía equipo me llevaba a un sitio u otro. Siempre fui una persona de palabra. Hice buenos años en Osasuna, estaba cómodo y entonces vino él y me dijo que estaba lo del Real Madrid. Después está la toma de decisiones, en la vida las tienes que tomar. A veces con un poco de angustia, apresuradas… Son decisiones que las tomas y me tocó un gran club como el Madrid. Compartí vestuario con grandes jugadores y fue una vivencia muy distinta a la que viví en Pamplona. Así es la vida. Ahora 15 años en Grecia y mañana no sé dónde estaré. Siempre agradecido a la gente de todos los lugares por los que pasé. Lo que digo del fútbol es que uno no recuerda "qué gran jugador era este" o "qué gran maestro tuve allá". Te acuerdas de "qué buena gente era aquel jugador o aquel maestro". No lo que me enseñó. O del entrenador que me dio libertad y confió en mí no me acuerdo de si era buen entrenador, me acuerdo de si era buena gente. Eso es lo que pienso ahora con la experiencia: lo más importante es la gente, las personas y los amigos que dejé en Pamplona.
Pasaste del vestuario de Osasuna al de Los Galácticos en el Real Madrid.
Hay que adaptarse al vestuario al que llegas, estuve en muchos. Unos más difíciles que otros, algunos con distintos pensamientos al tuyo, de otras culturas u otra forma de entrenar o jugar. Comparado con Osasuna lo del Madrid fue un giro grande, distinto. Era más mediático, había más cámaras. Estaba Luxemburgo, brasileño. Fue un momento en el que estábamos rodando una película en los entrenamientos. Pero traté de adaptarme. Mucha gente me ayudó, como por ejemplo Zidane. Es uno de los mejores jugadores del mundo y la humildad que tiene es impresionante, también estaba Ronaldo que tomaba mate conmigo. En lo personal me cortó en todos los sentidos, no digo mejor o peor: distinto. También en la manera de jugar. En Osasuna estábamos con las líneas juntas, corriendo el uno para el otro. En el Madrid el campo era más grande, más duelos individuales. Quedarte uno contra uno atrás, siempre protagonista. Fue un cambio grande, no sólo en lo personal. El primer año siempre me costó mucho, en todos los equipos. Incluso en Osasuna recuerdo que jugué muy mal los primeros partidos. Le dije a Aguirre: "Mexicano, si tienes que sacarme me sacas porque no estoy jugando bien". Y me dijo: "Ok". Y nunca más me sacó, me dio la motivación, creyó en mí, me esperó y rendí. Pero un equipo grande no espera, tienes que jugar bien desde el primer minuto.
¿Recuerdas alguna anécdota concreta del Real Madrid?
La humildad de Zidane, con el jugador y el entrenador que fue. No es tan mediático como otros entrenadores pero no sé cuántas Champions seguidas ganó. El tipo con una humildad terrible, más humilde que todos nosotros. Eso recuerdo siempre. Ronaldo también. Raúl era muy trabajador, llegaba el primero y se iba el último, un profesional. Eso es lo que me llamó la atención. En el Milan recuerdo que Maldini tenía 37 ó 38 años, jugaba un domingo y el lunes estaba haciendo pesas en el gimnasio y corriendo como uno que no hubiera jugado.
Hablas mucho de Ronaldo. ¿Cómo era?
Me acuerdo en un partido que estábamos sufriendo. Bueno, sufría yo porque él no marcaba a nadie. Le dije "corre un poquito, defiende un poquito". Pero se lo dije un poco más serio. Y me dice: "Defiende tú, que yo hago el gol, me encargo del gol". Así fue. Caminando, caminando, recibió un balón y un gol. ¡Qué le vas a decir!
¿No le gustaba entrenar?
Era humilde y alegre. Los brasileños viven el fútbol distinto, son más alegres, no se lo toman como un uruguayo o un argentino más a vida o muerte. Se lo tomaba con tranquilidad y con alegría, siempre estaba contento. Cuando tenía alguna lesión no, pero era alegre. "Uruguayo, dame un mate". Siempre estaba así, alegre.
¿Cómo se portó Florentino?
Le he tenido de presidente y es un adelantado en todos los sentidos. Justo recuerdo que jugamos contra el Athletic o el Betis, que había jugado bien. Estaba Sacchi de director deportivo. Me dice Florentino: "El 'pelao' que no te quería, viste que ahora te quiere". Siempre tuve su apoyo.
¿Crees que se menosprecia a entrenadores como Zidane o Ancelotti a pesar de ganar tanto?
En ese nivel tienes que tener bien al jugador. A Modric o a Kroos ya no les puedes enseñar nada, no les vas a enseñar a controlar un balón, hacer un cambio de juego o disparar. Tienes que tener tacto y tener al jugador contento. Claro que necesitan entrenar, pero no necesitan tantas órdenes. Es una cuestión de manejo del vestuario porque son jugadores que han ganado todo, con mucha calidad. Es difícil que aprendan algo más. Ancelotti es un gran entrenador y lo fue Zidane, con calma y con otro temperamento. Les ha dado resultados. Hablo del Madrid, no sé en otro equipo. Si Zidane hubiera sido Guardiola se estaría hablando hasta el día de hoy de las Champions que ganó. Zidane ganó tres Champions y no se habló tanto.
¿Es mejor Zidane o Guardiola como entrenador?
En el día a día no sé, no trabajé con ninguno de los dos. Guardiola es de los mejores del mundo. En todos los equipos juega como él quiere y gana títulos. Zidane también ganó. No sé cómo trabajan, pero ves el fútbol que hacen. Elegir uno… No me gusta hacer comparaciones.
Pasando a la final… ¿Con quién vas?
La verdad que con Osasuna. El Madrid que gane la Champions. El Madrid lo ha ganado todo, Osasuna se merece una Copa. No sólo por el buen año, sino por el trabajo de todos estos años, la gente necesita una alegría. Al Madrid no le va a cambiar mucho tener una Copa del Rey menos, por eso creo que se la merece Osasuna y ojalá la gane.