FINAL DE COPA | REAL MADRID - OSASUNA

Sevilla sigue de Feria: chupinazo de Arrasate o purazo de Ancelotti

El vasco busca el primer título de Osasuna y el italiano, una Copa después de nueve años que volvería a respaldarle y a rearmarle de cara a la eliminatoria contra el City.

Ancelotti y Arrasate posan con la Copa del Rey. /RFEF
Ancelotti y Arrasate posan con la Copa del Rey. RFEF
Sergio Gómez

Sergio Gómez

El prospecto de las finales recomienda disfrutar de la víspera, de esas horas previas en las que la felicidad es segura y aún no hay nada que se haya roto. Ni ilusiones ni obligaciones. Unas y otras marcan el último partido de esta Copa del Rey entre Osasuna y Real Madrid (22:00 horas, La1 y Movistar+), con Sevilla volcada y con el color especial de la Feria recién despedida. La Cartuja decidirá si hay chupinazo de Jaboga Arrasate con el primer título rojillo o Carlo Ancelotti vuelve a sacar el puro a pasear con el sexto trofeo en 16 meses, éxito que otros, en palabras del italiano, no logran en una vida.

Desde que Pablo Ibáñez le marcara al Athletic el gol más importante de las últimas dos décadas, Pamplona es orgullo y sueño porque para que las cosas sucedan, primero hay que soñarlas. Así lo han ido haciendo los navarros durante el torneo, de prórroga a prórroga (¡cuatro!) hasta la victoria y la final, la segunda en los 102 años de vida de la entidad. La anterior, en 2005, acabó en derrota contra el Betis. Valgan estos datos para explicar el estado de entusiasmo que vive la ciudad, agarrada a ese "Osasuna es alma, alma y más alma" de Michael Robinson que los jugadores llevarán hoy en el escudo y a la motivación que se despierta cuando lo que está por delante es desafiar a la lógica.

Y lo que se manifiesta enfrente es el Real Madrid, al que, esta vez sí, la Copa importa. No calma la sed del club. Nunca lo ha hecho desde que nació la Copa de Europa. No expongo aquí una apreciación personal; el museo es el que argumenta: tras su aparición, ha conquistado más veces el torneo continental (14) que la competición copera (10). Si abrimos más el objetivo, el contraste permanece: 14 títulos en 17 finales de Copa de Europa frente a las 19 victorias en 39 finales de Copa. La última, en 2014, ante el Barça, con Ancelotti también en el banquillo y con las zancadas portentosas de Bale ante Bartra.

Sin embargo, este año la necesita. En el club la ven como una obligación después de haber dimitido demasiado pronto de una Liga que ya está en el Camp Nou. Con el Manchester City de Guardiola y Haaland esperando en la Champions, más vale título en mano. Lo contrario implicaría daños y perjuicios, sobre todo para el entrenador, en permanente juicio y al que le quedaría la carta más poderosa pero también la más complicada. Carletto lo sabe, aunque es enemigo del tremendismo. "No me juego la vida", dijo ayer.

Lo emocional, Vinicius y el milagro de Modric

Para unos, por tanto, la final es importante por lo que da (gloria) y para otros, por todo lo que puede quitar (muchísimo). Una consideración que también se palpa entre las aficiones. Habrá 24.000 aficionados de Osasuna en Sevilla, una marea rojilla que más que una previa de partido está viviendo una experiencia, familiar y sensorial. Como cuando uno cruza el océano e intenta capturar todo con la memoria porque quién sabe cuándo volveremos a estar allí. La aproximación al encuentro por parte de los casi 24.000 madridistas es distinta, más rebajada en felicidad por confianza, por costumbre o por tener un ojo en el monstruo noruego que aguarda a la vuelta de la esquina. Así pues, el primer combate de la noche es emocional. Quien disponga de menos jugadores al borde de un ataque de nervios y más entusiastas dará el primer paso para inclinar el destino a su favor.

En esta ecuación es inevitable tener en cuenta el factor Vinicius. Él no conoce la tregua y es un jugador que siempre aparece en condiciones de dictar el partido a su gusto. Influirá el ánimo de la grada, el acierto de los porteros, el carácter en el centro del campo o lo que ustedes escojan. Pero nada trasciende más que el brasileño. En el Madrid se agarran a su constante desborde (según CIES, es el jugador con más regates, con uno cada 15 minutos) aunque inquieta que se desborde. No es día para dejarse quemar por las brasas. En una de esas calenturas se ganó la amarilla que le ahorró el último viaje a Anoeta…

Con su regreso, Ancelotti recupera a su mejor activo, que no el único porque Benzema tampoco jugó ante la Real para estar de punta en blanco en La Cartuja. Rodrygo completará el tridente de ataque. El brasileño ha elevado definitivamente su estatus. Entre los tres han participado en el 69% de los goles del equipo esta temporada. Por ahí los blancos ganan los pleitos, pero los pierden cuando se quedan sin defensa. Los once tantos encajados en los últimos seis partidos de Liga son sintomáticos y un tormento para Ancelotti, que ya ha alzado la voz para mandar un aviso a Militao, el mejor central del equipo y, últimamente, también el más descentrado. Alaba se ha recuperado a tiempo para intentar estabilizar los biorritmos de la retaguardia. No obstante, la mejor noticia para el italiano es la milagrosa vuelta de Luka Modric.

Modric, sonriente, durante el entrenamiento del viernes en Sevilla.  AFP
Modric, sonriente, durante el entrenamiento del viernes en Sevilla. AFP

El croata, que ya ha llegado a un acuerdo con el club para seguir un año más, se puso como objetivo que la rotura en los isquiotibiales no le rompieran los planes. Su empeño y los milagros en Belgrado han borrado los plazos y de descartado ha pasado a posible. Su mejoría acerca a Carletto a alinear el once que arrolló al Barça en las semifinales de Copa y al Chelsea en Champions, con Camavinga de '3'. Aunque lo sensato sería no arriesgar. Si al final se opta por la cautela, Ancelotti debe decidir quién acompañaría a Kroos y Valverde (tocado en el pie). Ceballos, Tchouameni o incluso Camavinga con Nacho de lateral, serían las alternativas.

Dos caminos de un mismo plan

Si la alineación de Ancelotti la condiciona un hombre, la de Arrasate está supeditada a una idea: meter más violín en el centro del campo o más redoble. Con Nacho Vidal lesionado, si opta por la primera propuesta será Moncayola quien ocupe el lateral derecho. Cuando esta temporada no estuvieron disponibles ni el alicantino ni Rubén Peña, el técnico rojillo apostó por el navarro y le convenció. Tira de él en los días grandes. Esta vía le abriría la puerta del centro del campo a Aimar Oroz, la joya de 20 años que llamó la atención la atención en Valdebebas pero que prefirió cocinarse en Tajonar.

Si escoge el cemento, Rubén Peña podría ser el '2' y Moncayola formaría en el medio junto a Moi Gómez y Torró, desplazando al chaval al banquillo. Tampoco se descarta la defensa de cinco. Las papeletas de los puestos de ataque se las reparten cuatro hombres: Abde, Chimy Ávila, Budimir y Kike García. El primero es el Vinicius de Osasuna, imprescindible para Jagoba; el segundo, máximo goleador del equipo (8), llega con molestias y se presume que comenzará en el banquillo aunque es un guerrero que batalló contra el Athletic mermado y acabó entre champán; el tercero marcó un doblete contra el Betis y descansó ante el Barça; y el cuarto es un catálogo de posibilidades.

Arrasate, durante el entrenamiento de este viernes en La Cartuja.  EP
Arrasate, durante el entrenamiento de este viernes en La Cartuja. EP

Salga el equipo que salga, el intercambio de factores no alteran los planos de Arrasate. Osasuna es un equipo diseñado a imagen de este profesor abnegado, norteño, que ha sido capaz de fundirse desde su llegada con el espíritu del club y la ciudad: bravo, que sabe abrigarse para ir después a por el rival, que carga el área con centros, que no tiene el balón por tener y, sobre todo, que salta arriba de manera intimidatoria. "La presión nos pone cachondos", dijo el vasco en su entrevista en Relevo. Contra el Madrid, sabiendo que no tendrá mucho balón, el plan se parecerá más al de San Mamés, buscando balones largos a un delantero fuerte como Budimir o Kike en el que pivotar y volviendo a hacer del partido un largometraje. En esta Copa ha salido triunfador de cuatro prórrogas. La seriedad atrás es lo que le da alegrías: con 29 goles (sólo el descendido Elche y el Cádiz han hecho menos) ha reunido 44 puntos en Liga.

El pasado da razones... y avisos

Así que al Madrid le espera otro partido para roerlo. Asume el papel de favorito por denominación de origen, el conocimiento del terreno (es el segundo equipo con más finales de Copa tras el Barcelona, con 42) y por múltiples estadísticas. Osasuna no le gana al Madrid desde enero de 2011; ambos se han enfrentado cuatro veces en Copa, a doble partido, y los navarros los perdieron todos (1933-34, 1939-30, 1986-87 y 2013-14); la última vez que Osasuna se impuso a los madridistas lejos de El Sadar fue hace casi 20 años, en 2004 (0-3 en Liga)…

En caso de que el fútbol fuera una ciencia exacta estos datos deberían dar confianza a los de Ancelotti. Sin embargo, este deporte está lejos de serlo. El pasado le recuerda al Madrid que debe salir a La Cartuja precavido. En primera instancia porque Osasuna siempre se le ha presentado como un rival muy desapacible y la pizarra de Arrasate le ha minimizado (ha sacado tres empates en los últimos seis partidos). Y después porque el favoritismo en este tipo de citas le ha provocado cornadas. Sólo hay que rememorar el Centenariazo contra el Depor y el Galacticidio ante el Zaragoza. No se acuñan términos dolorosos para las noches plácidas. Cómo será la de hoy es tan aleatorio como cualquier futuro. Así que sólo queda disfrutar de la víspera, que es lo único seguro, y prepararse para el partido más bonito del año.