Los Williams dejan al Barça sin Copa

En Bilbao empezó a haber aroma de noche grande desde primera hora de la mañana. Primero apareció Iñaki Williams en el aeropuerto, opositando al papel de héroe inesperado. Una hora antes de que llegara el bus, la afición del Athletic ya preparaba la recibida a los jugadores con un bengaleo. El Barça, que venía de ganar en campo del Betis con orgullo y buen fútbol, se echaba a la jaula de San Mamés con Lamine Yamal de titular. La asistencia a Guruzeta antes del primer minuto de partido la dio la grada.

El Barça respondió con fútbol, comenzó a pilotar el encuentro y remontó. El Athletic, en una comunión perfecta con San Mamés -en una de las mejores noches que se recuerdan en la 'nueva Catedral'- terminó empatando. En la segunda parte, a los catalanes se les fue acabando el fútbol. El guion estaba escrito. Los leones se zamparon a un Sergi Roberto demasiado frío y en una transición Iñaki culminó la remontada. Nico hizo sangre con el cuarto.

Los de Xavi respondieron a los dos primeros golpes emocionales proponiendo. Prolongaron la buena versión del Benito Villamarín. Pero la Copa, y menos el Athletic, hizo caso omiso. Terminaron desnudando las carencias culers. El Barça se le escapa la posibilidad de ganar un título. Para los leones será la quinta semifinal consecutiva. Siguen invictos a partido único y se plantan a las puertas de la final en el mejor momento de la temporada.

Esté mejor o peor, Nico se merece todos los minutos del mundo porque su talento está por encima de los momentos de forma. El extremo pasó de una banda a la otra en el primer tiempo. Y ni en un lado ni en el otro parecía acomodarse. En la segunda mitad, y sobre todo tras la entrada de su hermano, se enchufó al partido. Cerca estuvo el Athletic de ponerse por delante en el marcador gracias a un gol suyo. El tiro rozó la escuadra de Iñaki Peña. También bailó a Koundé con amagos que desconcertarían hasta a ilusionistas. Nico mata el tiempo libre con la Selección grabando TikToks con Lamine. La banda de los jóvenes internacionales fue lo más divertido del partido.

En Granada, ante el Alavés, en Amberes en el segundo minuto y ahora en Bilbao. La poca tensión competitiva del Barça en el inicio de los encuentros le mina psicológicamente y la lastra en el marcador. Esta vez no había excusa. San Mamés hacía encender todas las alarmas, no había farol alguno. Yuri mordió a Lamine y el Athletic se llevó los balones dentro del área de Iñaki Peña con el alma. No es que desconectara, es que el Barça mentalmente todavía no estaba sobre el césped.

Salió de inicio Valverde con Beñat Prados formando pareja de pivotes con Mikel Vesga. Al segundo se le vio superado durante todo el primer tiempo. Con el balón, además, no logró convertir detectable a Sancet. Al descanso, el Txingurri apostó por Unai Gómez. Entre este y Prados -anclado al pivote- sostuvieron al Athletic contra todo un Barça cuando hace apenas unos meses todavía no habían debutado en Primera División. El doble pivote del segundo tiempo empezó a encontrar a Sancet entre líneas, a la espalda de De Jong, que descargaba los balones que recibía dentro hacia fuera para luego cargar el área. Los dos se marcharon ovacionados.

Si Messi era un examen constante al cronista para seguir describiendo sus maravillas, Lamine está escalando hacia la titularidad calcando sus jugadas. Los culers se frotan las manos pensando en qué terminará siendo, reparando poco en que lo que tienen es uno de los futbolistas más desequilibrantes del momento.

De un error suyo nació el primer gol del Athletic. Pero Lamine siempre está por encima del partido. Se atreve con todo pese al marcador y al defensa que tenga delante. Tras su golazo, no hubo gestos de incredulidad entre sus compañeros, no hubo manos a la cabeza. Porque, cuentan quienes viven los entrenamientos, es habitual que lo haga en todas las sesiones. Tuvo otra jugada messiánica en que picó el balón sobre Agirrezabala y se marchó fuera por poquito. También un tiro franco que mandó fuera con la después de regatearlo. "Si eres campeón del mundo con 16 años, ¿qué harás con el resto de tu vida?", se preguntaba Beth Harmon en Gambito de Dama.

Ante la emergencia, Valverde apostó por los de casa. Y Xavi no fue menos. Primero, con Héctor Fort por el lesionado Balde, que estará unas semanas parado. El lateral tuvo el elevadísimo reto de defender a Iñaki Williams a campo abierto. Estuvo más que a la altura. Por otro lado, Cubarsí por Christensen. Fue el bautizo de fuego para los canteranos. Un par de meses atrás competían en el Mundial Sub-17 en campos desiertos de Indonesia. Del calor del sudeste asiático a uno de los retos más complicados del fútbol español: defender los centros bilbainos.

A Fort le sobró personalidad. Es un central de gestación que desde hace un tiempo juega como lateral. Xavi, a raíz de las bajas, ha tenido que ubicarle a pierna cambiada. Si ya de por sí es una hazaña dar el salto al primer equipo, hacerlo fuera de posición lo agiganta. Héctor estuvo segurísimo. Dio la sensación de tener controlada la situación defensiva aun con una amenaza como Iñaki delante. Con balón, fue más que un seguro. Todos los pases para generar ventajas, ninguno para quitarse el marrón de encima. El avión no fue el mayor de los Williams, lo fue Héctor. El futuro es de los niños.