Manolo 'el del Bombo' sale del pozo: "Hace cuatro años no tenía para comer"
El emblemático animador de la selección, que vive con 960 euros al mes, recuerda anécdotas de su trayectoria cuando estrena su nuevo bombo.

"Ven, chaval, hazte una foto". "Nada, encantado. Y saludad de mi parte a vuestros padres, ¿eh?" "Claro, claro que sí, ponte aquí con el bombo". No sé si los 32 años que ha estado al frente de su bar frente a Mestalla le han dado más don de gentes que los 41 que lleva siguiendo por el mundo a la selección española de fútbol o ha sido al revés.
"Que te conozca todo el mundo es muy bonito, ¿sabes? Yo soy un animador más, pero comprendo que la gente te quiera. Es lo que te anima a seguir, porque si la gente no te quisiera, te cansarías. Que yo lo he pasado muy mal con España, porque a veces íbamos al extranjero y en muchos países estaba yo solo; en Lituania, en Chipre… Pero eso es un orgullo. La Selección para mí es lo máximo. Estoy muy contento de lo que he hecho, y no he tenido problemas en ningún sitio", relata entusiasmado.
El encuentro con Manolo Cáceres Artesero (Ciudad Real, 1949), conocido como Manolo 'el del bombo', tuvo lugar el miércoles, en su antiguo local en València. Desde hace dos años lo regenta su sobrina Amparo. "Ella quiere darle un aire más joven, ¿sabes?, pero aquí sigue habiendo muchas de mis cosas. Dejé cuatro bombos y están los cuadros, aunque antes estaba lleno de bufandas y camisetas", recuerda Manolo antes de hacer una pausa y apuntar que, "al menos, sigue abierto".
Reposado en un asiento del antiguo Tu museo deportivo Manolo 'el del bombo', actual Splash, está su nueva ilusión. "Mira, es mi bombo nuevo, para la próxima Eurocopa. Ya la estoy esperando, me estoy preparando. El año pasa enseguida, porque llega Navidad cualquier día de estos y ya estamos en enero y ya estamos ahí. Lo he recogido hace un rato, me los hacen en Manises, Pepe, de NP drun, y me los regala él, ¿sabes?", cuenta orgulloso Manolo sobre su nuevo juguete.

"He tenido doce o trece desde que empecé a seguir a España en el Mundial del 82. Me los han querido comprar muchas veces, en Alemania, en Sudáfrica. Un español que tiene mucho dinero me ofrecía 20.000 euros. Mucho, mucho dinero, pero no, yo el bombo no se lo vendo a nadie. Siempre lo he regalado, en Venezuela, en Costa Rica… El último, después de quince años, lo regalé a una empresa de Burriana", relata Manolo sobre una especie de cadena de favores en torno a los bombos, que pasan de ser recibidos como regalo a ser regalados.
"Me ofrecieron 20.000 euros por un bombo, pero yo no se lo vendo a nadie, siempre los he regalado"
"Éste otro es el que me hice para el Mundial, pero no pude ir", explica delante del bombo en el que reza el lema 'Mis diez mundiales' con su imagen en el centro junto a la estrella de campeones y las banderas de las diez Copas del Mundo a las que ha asistido: España '82, México '86, Italia '90, Estados Unidos '94, Francia '98, Corea y Japón 2002, Alemania 2006, Sudáfrica 2010, Brasil 2014 y Rusia 2018.
«En Catar me fallaron»
Son los diez Mundiales a los que ha asistido ininterrumpidamente, hasta Catar 2022. "En el Mundial me fallaron. Me dieron los billetes de avión y el visado, pero no me buscaron hotel, entonces no pude ir porque me avisaron dos días antes. Me enfadé un poquito, porque son once Mundiales. Ahora llevo diez. Con ése eran once, ¿sabes?, y me molestó mucho", relata.
"¿Quién te falló?" "La Federación. Yo les llamo a ellos y ellos me lo consiguen, me dan los billetes, todo. Me voy con ellos siempre. Bueno, con el avión de los periodistas. Siempre se han portado muy bien, y esta vez me fallaron. Resulta que dos días antes dejaba mi coche en Zaragoza -yo tengo la familia allí-, y me iba en AVE. Me estaban esperando las peñas también. Y me dicen que si no tengo hotel, no puedo ir porque me pueden detener. Tenías que dar un hotel con dirección y todo, porque no les puedes engañar a la policía de allí, ¿sabes?", narra.
"Me lo tenían que haber conseguido, aunque lo hubiera pagado yo. Me dijeron que si jugábamos la semifinal hacían vuelo chárter y me iba con ellos, pero no fue así. Salió todo mal. Fue muy mal vivirlo desde casa. Estaba todo el mundo molesto. '¿Lo ves, Manolo? Por lo haber ido…' Pero los que meten los goles son ellos, yo solamente voy a animar. Pero me disgusté mucho, ¿sabes?".
¿Sabes?, ¿sabes?, ¿sabes? es la muletilla con la que Manolo cierra muchas frases y con la que refuerza un discurso en el que empieza a haber lagunas. No recuerda a cuántas Eurocopas ha ido. "Siete u ocho. No recuerdo…" Tampoco, en cuál de ellas estuvo cerca de perder el vuelo de ida por una avería en el tren en el que viajaba de Zaragoza a Madrid, pero sí se acuerda de cómo lo subsanó: "Teníamos que esperar una hora u hora y media a que nos recogiera un autobús y nos llevara, pero yo no podía esperar. Cogí el bombo, la maleta y crucé los campos. Al final, me cogió un coche y me llevó hasta la general. Y allí en la general cogí otro coche y llegué, llegué".
Adonde no llegó fue a otro vuelo que perdió tras un encuentro más que anecdótico con un coche de policía en Albacete. "Era de noche y paré a tomar un café con leche en un parador, y veo a la policía y les digo: 'Me van a perdonar, pero me voy a acostar un poquito en el coche que voy de viaje'. Y me dicen: 'No, no, tú te vienes con nosotros al cuartel. Mira, Manolo, son las 3 de la mañana. Duermes dos o tres horas y luego te vas'. Y me llevaron a dormir. Y llegué tarde, ¿sabes? Llegué tarde al avión y perdí el vuelo, y ya no fui a la Eurocopa".
El trajín de aeropuertos y vuelos y hacer autostop ha estado muy presente en la vida de animador, y no animador, de Manolo. "En el Mundial del 82 hice 15.000 kilómetros en autostop, con el bombo. Salí desde Huesca, donde vivían mis hermanos y mis padres. De Huesca a Lérida, de Lérida a Barcelona… Así fui yendo a los partidos más importantes de España y del Mundial, donde jugamos muy mal. Después, acabó el Mundial y yo lo había perdido todo. Había perdido el trabajo, porque tenía un bar en Huesca y lo dejé todo por el fútbol. Y me iba a Barcelona a buscar trabajo, desde Alicante. En Alicante hice autostop. Me paró una ambulancia y me llevó hasta Valencia. La ambulancia llevaba un muerto", dice sin inmutarse.
"Y en Valencia me coge el dueño de una sala de fiestas, que iba a Barcelona, y me lleva. Estuvimos allí dos días y me volví a Valencia con ellos. Era el dueño de Los molinos, en la Avenida del Puerto, y me dio trabajo de publicidad en su sala de fiestas. Estuve dos años, luego otros dos años también trabajando la publicidad en otro restaurante, El subastero, y ya empecé con mi propio bar en Valencia, donde estuve 32 años".
Y donde nos encontramos. Eran unos minutos después de las seis y los niños y mayores se daban cita en las calles. Pertrechado con la camiseta de España con el 12 a la espalda y una gran chapela con la bandera nacional, la misma que lucía en la muñeca derecha, era imposible no identificar a este hombre al que el físico empieza a pasarle algunas facturas. "Es que hace dos años me dieron un golpe por detrás con el coche, que menos mal que llevaba un Mercedes. Y he ido esta mañana al médico porque tengo unos callos. Me tienen que operar, de los dos pies, pero estoy muy bien", asegura este icono futbolero a sus 74 años, aunque su cadencia al andar, un tono de voz más bajo y la mirada brumosa evidencian los jirones que se le han hecho en la vida unas cuantas veces.
"He perdido todo. Por el fútbol he perdido todo, familia y dinero. He ganado dinero pero me lo he gastado todo por el fútbol. Millones, millones de pesetas… Y lo volvería a hacer. Date cuenta que me iba a muchos partidos y dejaba el bar cerrado. O si había Mundiales y tal lo dejaba con los camareros y camareras. Al principio sí que pagaba el avión, pero luego ya me llevaba la selección española", detalla Manolo, quien pasa página rápido en el relato de las inclemencias vitales para exponer las compensaciones que le ha proporcionado ser una figura representativa del combinado nacional.
"Me he gastado millones, millones de pesetas por el fútbol"
"Pero, en fin, saludar a todos los futbolistas, a los padres, a las familias de los futbolistas que también venían por el bar es un orgullo. El padre y la mamá de Butragueño decían: 'Manolo, qué alegría cuando venimos a Valencia', cuando jugaban Valencia-Madrid, y con España. Venían y se sentaban en la terraza del bar. Y representar a tu país, a España, por todo el mundo. Eso es un orgullo. Estoy muy contento de lo que he hecho. Y no he tenido problemas en ningún sitio. He representado a España por todo el mundo y estoy muy orgulloso, ¿sabes?, recalca Manolo, que esboza algunos de sus grandes momentos con La Roja.
"A Italia llevé dieciséis personas conmigo. Diez músicos y las mujeres de los músicos para hacernos la comida y tal, y llegamos a Italia y estábamos todos en la plaza esperando a ver si pasaba algún español para que nos llevara a algún camping o algo, y vino una señora española y dice: '¿Qué hacéis aquí, Manolo?' 'Pues que estoy esperando a ver si viene alguien y nos lleva a un camping'. Y dice: '¿Cómo que a un camping? A mi casa'. Y nos llevó a su casa a todos. Estábamos en Udine, y en vez de en el camping, dormimos tres o cuatro días en casa de ella. Como eran chavales jóvenes, unos dormían con sacos de dormir en el comedor, otros en habitaciones… Muy bien, muy contentos."
Como lo estuvo en Sudáfrica, su mejor momento al lado de la Selección, reconoce, y también el peor. "Llevaba unos veinte días allí y yo no me encontraba muy bien, tenía fiebre. Cogí una pulmonía. Me atendieron los médicos de la Selección, se portaron de maravilla. Me vine a España en un vuelo con periodistas y familiares, estuve seis o siete días y me volví otra vez para allá para la semifinal y la final, que hicieron un vuelo chárter".
Una pensión de 960 euros
Manolo vive de recuerdos y de soñar con próximas citas con España, porque su día a día no es muy boyante. Vive, solo, en un apartamento en Moncófar (Castellón). "Estoy ganando de jubilación 960 euros, pero para mí. Tengo los hijos mayores, entonces es sólo para mí. Me aguanto. Me ofrecen ir a animar a algunos partidos de clubes, y me pagan, ¿sabes?, me pagan, pero digo que no. Además, se lo digo a la gente: 'Oye, lo siento muchísimo', por este motivo, porque darse cuenta que hoy animo a este equipo del pueblo pero otro día me pueden avisar los de otro pueblo a animar en contra de ellos ¿sabes? Y, claro, eso no", explica Manolo sobre su renuncia a ganar alguna cantidad de dinero. La que paga por su vivencia no es elevada. "He tenido mucha suerte, porque conozco a un Guardia Civil que estaba de capitán en Huesca y que tenía mucha amistad en Moncófar. Él tiene un apartamento aquí con su mujer y me presentó a unos amigos, y me consiguieron un apartamento por 225 euros", cuenta.
"Para mí los futbolistas son buenos todos, pero ninguno nunca te ha dicho: 'Toma, Manolo'"
No es la primera vez que Manolo ha de recurrir a la buena voluntad de la gente para salir adelante económicamente. "Hace cuatro años yo no tenía ni para comer. Un amigo puso un anuncio en internet y la gente me daba cien euros, cincuenta euros, otro cuarenta, veinte… Pero de jugadores, no. Tampoco quiero nada, pero la gente te pregunta: "Oye, ¿los jugadores se portan bien y tal? Para mí son buenos todos, pero ninguno nunca te ha dicho: 'Toma, Manolo'".
"¿Y cómo has conseguido salir de esa situación?", le pregunto. "A base de no tener nada y conformarte", responde sin pausa este jubilado que reconoce también el porqué de sus carencias monetarias: "No atendía bien el bar. Me cansaba de tenerlo con gente y, al final, pues decidí dejarlo. Llegó el virus y ya lo dejé del todo".
Manolo se siente agradecido a la gente porque es consciente de lo mucho que le han ayudado en sus diferentes etapas delicadas. "Dime tú quién puede estar cincuenta años viajando por todo el mundo sin tener dinero. ¿Me entiendes? La gente me ha ayudado. Lo he pasado mal, pero al final he conseguido lo que muchos querrían, estar con España por todo el mundo, eso es muy bonito, ¿sabes? Y para mí los presidentes son igual como los jugadores, los de hace veinte años y los de ahora. Lo único, lo que me molestó, fue lo de no poder ir a once Mundiales. Pero en fin, ya está pasado y ya está olvidado. Ahora, que me sigan llevando o que me ayuden para ir a la Eurocopa y Mundiales y demás. Porque yo voy al médico y me pongo muy contento cuando salgo. Tanto las enfermeras como los médicos me dicen: 'Manolo, tú estás para hacer tres o cuatro Mundiales más'. Me pone contento. Del fútbol no me quiero jubilar".