REAL MADRID

García Ortega, el canterano del Real Madrid que fue un caso entre 10.000 en el quirófano: "O me operaban de urgencia o me tenían que cortar la pierna..."

El lateral izquierdo, ya retirado, sufrió una lesión de gravedad que le mantuvo alejado de los terrenos de juego "cerca de tres años".

Dani G. Ortega, durante la entrevista./RELEVO/ÁLEX CORRAL
Dani G. Ortega, durante la entrevista. RELEVO/ÁLEX CORRAL
June Lavín
Álex Corral

June Lavín y Álex Corral

"Bruce, tranquilo...". Esas son las primeras palabras de Daniel García Ortega (Torrejón de Ardoz, Madrid, 1987) antes de sentarse y situarse delante la cámara. Trata de calmar a Bruce, su perro, algo alterado siempre que recibe visitas y vislumbra rostros desconocidos en casa. La historia de Ortega, como todos se refieren a él y le conocen, se cuenta sola. Para hacerlo no necesita mucho más que una silla, algo de luz y un entorno en el que se sienta "cómodo y tranquilo". Su vida cambió hace más de 15 años, cuando, teniéndolo todo para triunfar en las categorías inferiores del Real Madrid, una triada (rotura de ligamento cruzado anterior, ligamento lateral externo, tendón poplíteo y meniscos tocados) le obligó a parar. En todo. "Terminé la primera operación [centrada en reparar los daños de la parte externa de la rodilla] y hubo problemas en quirófano. Me despierto y me dicen que tengo obstruidas la arteria y la vena poplítea, que se han hecho pruebas, que me han hecho un cateterismo y que tengo un trombo, que hay que operar de urgencia para realizar un bypass en la arteria y en la vena".

Precisamente esa lesión (sucedió contra el Mallorca en la Copa del Rey Juvenil 2005-06) le llegó en el mejor momento de su carrera, titular indiscutible en el Juvenil A del Real Madrid que en aquel momento dirigía Alejandro Menéndez y convocado por la Selección española Sub-19 para el Europeo que iba a albergar Polonia semanas después. En aquella generación, por ejemplo, también aparecían rostros ahora conocidos como el de Gerard Piqué, Esteban Granero, Antonio Adán o Crespo. Lo que le ocurrió a Ortega es tan grave como poco habitual ("Alfonso del Corral, que fue quien me operó, me dijo que esto pasa una vez de cada 10.000") y, después de someterse a una primera intervención centrada en reparar los daños que había sufrido la rodilla en la parte externa, volvió a quirófano: "Me meten en una cirugía vascular en la que me ponen bypass arterial y venoso ese mismo día en una operación de más de cinco horas. Tomé Sintrom, fue una recuperación muy lenta y todavía tenía el cruzado roto y los meniscos había que verlos y hacer algo".

Dani G. Ortega recuerda cómo vivió su lesión.RELEVO/ÁLEX CORRAL

El cuerpo médico del Real Madrid, en un primer momento y vistas las complicaciones, decidió no operar a Ortega del ligamento cruzado. "Ya había pasado año y medio, casi algo más, y se decide fortalecer bien la zona, porque hay personas que físicamente tienen muchos cuádriceps, muchos isquios y aguantan no tener el cruzado...", rememora. Finalmente, y después de sentir que "la rodilla se me iba", el club merengue le envió a Pittsburgh [los médicos y técnicas de allí gozaban de buena reputación por su trabajo con los patinadores sobre hielo] a someterse a la tercera y última operación: tocaba "arreglar" el cruzado. Finalmente, y tras "cerca de tres años" sin vestirse de corto, logró recuperarse, pero abandonó la disciplina blanca y decidió probar suerte en el Colmenar Viejo durante media temporada. Allí se reencontró con su mejor versión y se salió... pero nada volvió a ser como antes: "Mi rodilla me decía 'no podemos jugar más, ya no podemos jugar más porque al final vas a acabar cojo'... Ya no quería, me estaba jugando la salud". Ahora, casi 21 años después de aquella fatídica lesión, es feliz trabajando en una empresa de Azuqueca de Henares y tilda de "amor-odio" su relación con el fútbol.

Cuesta encontrar fotos tuyas en Google... Habrá mucha gente que no te conozca y no sepa quién eres.

Me llamo Daniel García Ortega y fui canterano del Real Madrid desde Alevín A hasta el C de Tercera División, donde acabé con 21 años.

¿La recuerdas como una etapa feliz?

Pues fue un momento feliz, claro que sí. Lo recuerdo muy bien, porque jugar en Torrejón de Ardoz en alevines y que te fiche el Real Madrid... Hicieron equipo para el Torneo de Brunete, que hacen recopilación de niños de toda la Comunidad de Madrid, y a lo mejor te encuentras ahí entrenando en el Alevín A a 30 ó 35 niños. Al final, van haciendo criba y se quedan con los que quiere el club. No jugué en Brunete, porque creo que solo fueron 15, pero ya me quedé al año siguiente para el Infantil B.

¿Lateral izquierdo, extremo...? Ser polivalente puede ser muy bueno o muy malo.

Empecé como extremo izquierdo, algo también como interior izquierdo... hasta que llegué al Juvenil B. En el Madrid hay años buenos y años malos: o gustas al entrenador y juegas mucho, o juegas poco. Había años mejores, el del Infantil B, cadetes no estuvo mal, en el Juvenil C jugué, pero en el B el entrenador, que creo que era Nebo Milicic... No jugué prácticamente nada hasta que al lateral izquierdo que teníamos en el equipo [Roberto Toribio] le subieron al Juvenil A y me dicen: "Pues vas a jugar de lateral izquierdo". Nunca había jugado en esa posición, pero acabé bastante bien la temporada.

¿En ningún momento te planteaste que quizá te convenía más salir del Madrid y jugar? Era la etapa previa a dar el salto al fútbol profesional...

Ya, pero cuando eres juvenil, con 15 ó 16 años, donde quieres estar y donde crees que puedes proyectarte más y saltar a un equipo grande es en el Madrid. Todos los chavales de la Comunidad de Madrid, incluso hasta de España, quieren estar en juveniles en el Real Madrid y darlo todo en cada entrenamiento, en cada partido...

De no contar con minutos a romperla como lateral izquierdo. ¿Por qué?

Acabé la temporada en el Juvenil B como lateral izquierdo, pero es verdad que yo no sabía si iba a seguir... Cuando llega el final de temporada reúnen a todos los chavales, además en aquel momento no estaba la ciudad deportiva de Valdebebas, o sea que fue en el Bernabéu, y allí te juntabas con todo el equipo. Te llamaban de uno en uno con tu padre o tu madre o con quien quisieras entrar, algunos ya con representantes, chavales de 14 ó 15 años, y la dirección de cantera te decía si continuabas o no. Entonces, claro, cuando tienes un año en el que no has jugado mucho, ves muchas posibilidades de no seguir.

"Había entrenadores del Madrid que nos pedían las notas... Querían gente que estudiase"

Dani G. Ortega Exfutbolista y canterano del Madrid

Acabé jugando mucho como lateral izquierdo, pero es un proceso [el de reconvertirse a lateral izquierdo siendo extremo] en el que nadie te enseña, así que tienes que luchar y aprender sobre los entrenamientos. Acabé jugando muy bien y seguí, y llegué al Juvenil A con Alejandro Menéndez, que venía de hacer una buena temporada en el Celta. También subieron otros jugadores como Alberto Bueno o Juan Mata, del B.

Apostaron fuerte por aquel Juvenil A, ¿no?

Quisieron hacer un equipo potente, sí. En pretemporada estaba rápido, me salía todo como lateral izquierdo, que parecía que llevaba desde benjamines jugando ahí y empecé a tope. No me lo creía ni yo. Fue de esas temporadas en las que te sale todo: subes por la banda y la pones donde tienes que ponerla, era el encargado del balón parado... Me tenía que recorrer la banda hasta la parte derecha para poner los centros a pierna cambiada, que era lo que quería el entrenador en ese momento. Me salió una temporada genial y ese año ganamos el campeonato de España con el Juvenil A, con jugadores como Granero, Mata, Lora, Alberto Bueno, Adán...

En cuanto a los estudios, imagino que costará compaginarlo y que en el camino habrás tenido que sacrificar muchas cosas.

Intentas estudiar, eso también es verdad, porque desde cadetes el club está pendiente de los estudios. Había entrenadores que nos pedían las notas para ver cómo íbamos porque querían gente que estudiase. Pero cuando llegas a Juvenil A o a un tercera división, que entrenas por las mañanas, es difícil. Yo me saqué el Bachillerato y lo dejé.

Precisamente en el Juvenil A, en un partido contra el Mallorca, cambió todo.

Acabamos el campeonato de España y empieza la Copa del Rey. Entonces, yo recibo la convocatoria con la Selección española Sub-19 para jugar el pre-Europeo para ir luego al Europeo Sub-19 que se jugaba en Polonia. Fue en Torrevieja y fue una sorpresa, porque yo nunca había sido seleccionado con la Selección en ninguna categoría de nada. Sí es verdad que la Selección suele tener una cantera: los chavales que van destacando desde Sub-14 o Sub-15 ves que luego están en la Sub-17, Sub-19, Sub-21... Mi primera vez fue esa. Recuerdo que fue a finales de mayo contra Suecia, Chipre y Alemania, ya etiquetado como lateral izquierdo.

Dani G. Ortega rememora el partido ante el Mallorca en el que se lesionó.RELEVO/ÁLEX CORRAL

Fue venir de jugar el pre-Europeo, que nos clasificamos para el Europeo que luego ganaron mis compañeros, y llegué el día 30 [de mayo] y el partido [contra el Mallorca] fue el 4 de junio. La lesión fue el 4 de junio [de 2006], después de vivir un sueño. Todo el mundo que juega al fútbol y está en canteras lo sabe, que te llamen con la Selección es lo más: saltar al campo, escuchar el himno, ver a compañeros de otros equipos punteros... Por aquel entonces estaban Piqué, Granero, Adán de portero, Javi García, Mata o Crespo. Habías oído hablar de ellos, porque escuchas hablar de los que destacan, y estás jugando con ellos.

*Fuera de cámaras, se sincera y habla sobre el momento en el que, en Torrevieja, a punto de comenzar el pre-Europeo Sub-19, entra al vestuario de la Selección española y ve su camiseta con el dorsal 12, pantalón y serigrafía: "Recuerdo entrar, ver el vestuario... [con las manos, ubica el vestuario o su derecha]. Cuando vi mi camiseta, me senté y la puse dobladita encima de las piernas. Los más veteranos empiezan escogiendo dorsal y a mí me tocó el 12. La tenía en las piernas y dije que me iba al baño a mear. Estuve como tres minutos llorando por lo que significaba eso para mí, porque yo me veía pequeñito en la Selección... Había gente que ya estaba en Primera, Adán era el portero titular del Castilla, Piqué en el Manchester United, cerca de jugar cedido en el Zaragoza, y yo en el Juvenil A del Madrid".

De izquierda a derecha: Mario Suárez, Marc Valiente, Barragán, Piqué, Javi García, Adán, Jeffren, Mata, Alberto Bueno, Ortega y Diego Capel. CEDIDA
De izquierda a derecha: Mario Suárez, Marc Valiente, Barragán, Piqué, Javi García, Adán, Jeffren, Mata, Alberto Bueno, Ortega y Diego Capel. CEDIDA

Vienes del sueño a jugar contra el Mallorca en cuartos de final de la Copa del Rey Juvenil. Creo que se perdió la ida 2-1 en Mallorca, pero yo no la jugué porque estaba en el pre-Europeo, pero juego de titular en Valdebebas. En el minuto 60, un balón aéreo que dejamos botar cae a la banda izquierda, voy yo a despejar en salto y a la que caigo apoyo el pie y Crespí [lateral derecho del Mallorca] me entró, llegó tarde y se llevó mi rodilla por delante. Sabes perfectamente cuando tienes algo ahí, sabes que te has hecho una lesión muy grave, que no puedes continuar. Tuvieron que sacarme en camilla... [mira con frecuencia su rodilla izquierda y posa una de sus manos sobre ella]. Se te queda la pierna totalmente doblada, yo no la podía estirar y sientes un dolor inmenso, superfuerte. A los diez minutos se te va el dolor, pero la rodilla está bloqueada, enseguida se hincha y es una sensación horrible.

La anécdota de Dani G. Ortega con Messi

«En cadetes, Messi no jugaba partidos de Liga, solo torneos cuando iba el Barça a algunos sitios... Nos enfrentamos en unas semifinales a ellos y escuchamos hablar 'Messi tal, Messi cual...'. Íbamos ganando el partido 1-0 creo, y le sacaron en la segunda parte y es que cogía el balón y hacía lo que acostumbrábamos a hablar en la tele. Cogía el balón y pum, pum, pum. Se iba de todos y nos acabaron ganando 2-1. No recuerdo muy bien quién metió los goles, pero sí es verdad que se le veía diferente desde ese primer momento en el que decías 'madre mía, este chico va un paso por delante de los demás'».

Sabes que es grave, pero no sé si llegas a imaginar que lo es tanto.

No sabía lo que me había hecho, no sabía si era cruzado o qué era. Jamás había tenido una lesión grave, sí esguinces en la rodilla o tobillos. La lesión que tuve no se la esperaba nadie. Fue lo que se conoce como una triada: me rompí toda la parte externa, tendón poplíteo, lateral externo, cruzado anterior y los dos meniscos también estuvieron tocados. La rodilla quedó destrozada. Cuando me hacen la primera resonancia, ya te dicen que es grave. Yo sólo quería recuperarme porque a los 20 días me iba a Polonia a jugar el Europeo. Tienes una férula que te inmoviliza pero cuando incluso estás con ella, apoyas la pierna y notas que la rodilla parece una biela que gira sin control... Ahí dices: "Esto es algo grave, que no vas al Europeo".

Ya cuando te dan el diagnóstico y sabes que tienes esa lesión... Fue bastante duro. Te vienes abajo, se te pasan muchas cosas por la cabeza. Toda la vida luchando, estando en la cantera, no siendo nunca [resopla y piensa]... porque, aunque estás ahí y eres de los mejores de la Comunidad de Madrid o incluso hasta de España, luego dentro del club está esa competencia con tus propios compañeros y tienes que destacar, porque quieres triunfar, quieres llegar a Primera división, quieres ser el que viva del fútbol, y te das cuenta de que no, de que esto te trunca todas las posibilidades. Y, cuando mejor estás, cuando piensas que podías haber llegado, que estabas ahí ya casi en la élite para jugar en Segunda, que te llame el primer equipo o el Castilla, de repente se va todo.

¿Por dónde empieza la recuperación de una lesión así?

Me dijeron que era una lesión muy grave, que se había visto muy poco [haciendo alusión a la triada y afectación de meniscos] y que no se puede operar toda la rodilla a la vez porque peligraría. Entonces, decidieron primero operar la parte externa, reconstruir el ligamento lateral externo y tendón poplíteo para estabilizar la rodilla. Esa iba a ser la primera operación. Se iba a hacer en tres fases: primero la parte externa, luego una osteotomía para corregir el varo de la rodilla, para que no tuviera tanto esfuerzo porque el arqueamiento de la pierna también podía sufrir, y por último se iba a hacer el cruzado. Luego veríamos a ver si estaba todo bien para jugar.

¿Y bien?

Se hizo primero la parte externa y ahí todo bien: escayolado tres meses y luego rehabilitación. Estás en el Real Madrid y lo bueno que tiene es que te operan y al día siguiente ya empiezas con la rehabilitación todas las mañanas, con fisios, que cada equipo tiene sus fisios, porque yo ahí ya estaba en Tercera División, los médicos pendientes de ti y te recuperas... Yo tenía que rehabilitar para otra operación, que ya era la osteotomía, que consistía en poner una 'cuñita' en la tibia para corregir un poco el varo de la rodilla. Durante esa intervención, hubo muchos problemas en el quirófano. Me despierto de esa operación y me dicen que tengo obstruidas la arteria y la vena poplítea, que se han hecho pruebas, que me han hecho un cateterismo y que están obstruidas, que tengo un trombo, que hay que entrar a operar otra vez de urgencia para realizar un bypass en la arteria y en la vena.

"Del Corral me dijo que lo que me pasó ocurre una de cada 10.000 veces..."

Daniel G. Ortega Exfutbolista y canterano del Madrid

Me despierto y las primeras noticias que tengo son médicos a mi lado, mi padre, y me dicen: "Pasa esto". Eso ya es el colmo de los colmos. Si he tenido mala suerte, me vuelve a tocar a mí. Además, me dijo Alfonso del Corral, que fue el que me operó de la parte externa y de la osteotomía junto con el Doctor Vaquero, otro médico que estaba con él, que esto pasa una vez de cada 10.000 y que yo era ese uno. Salgo de esa operación, de la osteotomía, y me meten a una cirugía vascular en la que me ponen bypass arterial y venosa. Una operación de cinco horas ese mismo día. Y, claro, ya se trunca por completo la recuperación que se tenía programada, porque ya esa operación era muy delicada y hay que estar con pinzas durante la recuperación. Tomé Sintrom, una recuperación muy lenta, porque tiene que curar muy bien, y hay que recuperar porque todavía tengo el cruzado roto y los meniscos había que verlos y también había que hacer algo.

Fue casi un año entero la recuperación desde la cirugía vascular y la osteotomía hasta que vuelvo a hacer trote normal. Y, como ya había pasado año y medio, casi algo más, el cuerpo médico decide fortalecer bien [el ligamento cruzado] para ver si nos podemos ahorrar la operación, porque hay personas que físicamente tienen muchos cuádriceps, muchos isquios y fortaleciendo aguantan no tener cruzado. Esa recuperación fue mañana y tarde entrenando, trabajo de campo y de gimnasio para ver si puede funcionar eso. Al fin logré entrenar con el equipo, con el tercera división, y en un entrenamiento noto que la rodilla se va, que no puedo jugar, que no podía entrenar. Pensaba más en lo que estaba haciendo: si salto a cabeza y pienso más en la caída que en saltar a cabeza, si voy al choque y pienso más en la rodilla que en ir bien al choque o tal... Al final no estás al 100%.

¿Lograste en algún momento superar ese 'miedo' a ir con todo a un choque, remate, disputa...?

Cuando inconscientemente te olvidas de la rodilla y haces lo que tienes que hacer... Noté un pequeño desplazamiento. Claro, yo enseguida se lo dije al médico: "Que la rodilla se me va, que no aguanta...". Entonces es cuando el club decidió enviarme a Estados Unidos a hacer el cruzado, porque como había habido complicaciones aquí en España durante la osteotomía, en aquella época, por el 2008 o así, las técnicas de Estados Unidos eran distintas. Eso me contaron, que allí podían operarme sin que peligrase el bypass arterial y venoso. Fuimos a Pittsburgh y allí me operaron del cruzado. Al día siguiente de la operación, empecé la rehabilitación, o sea fue todo seguido. Tienes médicos y fisios que están únicamente para ti. Tú te lesionas en el Real Madrid y el Real Madrid te recupera.

Imagen de una revista del Real Madrid con Ortega como protagonista. CEDIDA
Imagen de una revista del Real Madrid con Ortega como protagonista. CEDIDA

La calidad de medicina deportiva que tienen ellos allí no la puedes encontrar en otro club. Empiezo la rehabilitación y me encuentro bien, entreno bien y me recupero, pero noto que al 100% tampoco estoy. Soy un jugador muy delgadito, muy rápido y explosivo, y sí es verdad que después de tres años casi no me lo notaba. Podía jugar perfectamente, eso sí. Llega la última temporada que estoy en el Madrid, ya recuperado, y me dicen que van a esperar hasta diciembre para ver si me inscriben en el campeonato de Liga de tercera división. Entreno normal, hago todo normal... pero llega diciembre y el club me dice que no me inscribe, que estoy recuperado, pero que han pasado tres años. Ellos mismos me decían que no me veían como antes, que viene gente por abajo muy fuerte que viene con ganas, que lo sienten pero que se rescinde el contrato. Ahí acabó mi vinculación con el Real Madrid. El propio club me dice que hay varios equipos interesados en mí y llego al Colmenar Viejo.

¿Empezaste a ver la luz al final del túnel?

Sí. Bueno, llego en enero al Colmenar Viejo, juego bien, hago goles como lateral izquierdo... Estaba Sergio Piña como entrenador, que ya había estado de segundo en el Infantil B del Real Madrid, y ya te digo que juego bien, entreno bien, lo hago bien... Eso sí, cambia totalmente la dinámica a la que estás acostumbrado: de estar en el Madrid y entrenar por las mañanas paso a entrenar por las tardes, a las ocho y media de la tarde... Claro, vete a Colmenar Viejo a entrenar cuando soy de Torrejón de Ardoz y está bastante lejos todo. Sí es verdad que te juntas con otros compañeros que también han salido del club antes y, en un partido contra el Rayo Vallecano si no recuerdo mal, salto a cabeza en un choque y al caer noto una pequeña molestia. Fue un pequeño esguince del ligamento lateral interno de la rodilla [la izquierda, la que previamente se había lesionado] y paso a estar con médicos de la Federación, rehabilitadores de la Federación que, al final, son mutuas.

¿No pensaste en bajar los brazos? Después de todo, otra lesión más...

Yo ya veía que me estaba jugando más cosas, ya era la salud. Superé la rehabilitación, conseguía estar bien, volví a entrenar, ya no jugar, porque era tarde, a final de temporada, y el club [el Colmenar Viejo] me quería renovar para el proyecto del año siguiente, pero, después de esa lesión, yo ya había decidido que no quería continuar, que esto ya era sufrir. Mis expectativas ya no eran estas, no quería estar en Tercera División... Después de la trayectoria que había tenido, de llegar a donde había llegado, a estar con la Selección española, creía a lo mejor que podía haber sido profesional.

"Mi rodilla me decía 'no podemos jugar más, ya no podemos jugar más, porque vas a acabar cojo'"

Daniel G. Ortega Exfutbolista y cantera del Madrid

Se truncó de tal forma que mi rodilla me decía: "No podemos jugar más, ya no podemos jugar más, porque es que al final vas a acabar cojo". Creía que no iba a llegar, y me gusta mucho el fútbol, pero ya me estaba jugando la salud. Ya no es solo tu sufrimiento, ya es el de tu familia: detrás de ti está tu madre, tu padre, tu novia que hoy es tu mujer, tu hermano... Ellos también están sufriendo y mentalmente estás dándole vueltas a la cabeza, porque tienes días chungos en los que no quieres ni ir a entrenar ni a rehabilitación. Hay un momento en el que dices: "Paramos con esto, se deja el fútbol y vida normal". Creo que fue la decisión más acertada.

Hemos hablado de cómo te afectó deportivamente, pero no del desgaste mental que supuso.

La verdad es que te podía decir que hubo momentos en los que pude tener depresión por este motivo. A lo mejor yo no lo notaba, pero sí notaba que había días en los que te comías el mundo y otros días en los que yo no quería ir a Valdebebas, sobre todo después de la cirugía del bypass, porque fue mala suerte dentro de la mala suerte. Había días en los que decía: "¿Para qué tanto sufrimiento para rehabilitar? ¿Para qué? ¿Qué vamos a hacer?". Además, muchas veces la gente que te apoya, que está detrás de ti diciéndote que lo vas a conseguir, no piensa en que tu cabeza tampoco puede más y tienes días bastante malos por el fútbol.

¿Recuerdas alguno en concreto?

Me acuerdo de uno. Uno de esos días, yo ya sabía lo que tenía, pero había que esperar que se bajase toda la inflamación para la operación. Tenía la férula, pero no podía andar y estaba sin operar. Me puse a ver el Europeo de mis compañeros de la Sub-19. Bueno, seguí todo el Europeo, fui a hacerles una visita a Las Rozas antes del viaje a Polonia, comí con ellos... Pero luego estás en tu casa, empieza el Europeo y dices: "Es que yo iba a estar ahí, iba a estar ahí jugando... Y no estás". Pasan de ronda y te alegras, porque te alegras de que pasen de ronda, pero al final... [Resopla] Van a semifinales, llegan a la final y recuerdo ver ese partido, la final, con mis padres en casa. Ganan la final, la celebración y tal... Y dije que me iba a dar una vuelta, que había quedado con unos amigos y no había quedado con nadie. Necesitaba salir de casa y estar solo. Recuerdo que vivíamos en un cuarto sin ascensor y bajé con las muletas. Lo que quería era eso: estar solo, despejarme, dar una vuelta...

Dani G. Ortega, sobre lo que sintió cuando la Sub-19 ganó el Europeo de Polonia.RELEVO/ÁLEX CORRAL

Me senté en el banco de un parque y necesitaba un momento de reflexión, de decir: "¿Por qué esto me está pasando a mí?". Habían ganado un campeonato de Europa que probablemente también hubiera ganado yo si hubiera estado allí, pero estoy aquí, con una lesión que hay gente que se hace y se queda coja para toda la vida. Es un momento muy duro y hay que tener la cabeza muy bien puesta para salir adelante.

¿Llegas en algún momento a asimilar del todo lo que te ha pasado?

En el momento no tuve tiempo para digerirlo, porque me despertaron con la noticia. Salí del postoperatorio, de la osteotomía, y abrí los ojos y dije: "Aquí hay muchas personas, hay mucha gente...". Te explican lo que pasa, pero no tienes ni idea de esos temas vasculares hasta que te pasan. La solución que me dieron era hacer un cateterismo, porque me dijeron que si decidía no operarme y el trombo seguía, era muy peligroso, porque te puede llegar hasta el corazón y darte un infarto o, si el trombo sube, puedes perder hasta la pierna.

Dani G. Ortega recuerda el momento en el que tuvo que tomar la decisión de volver a quirófano.RELEVO/ÁLEX CORRAL

Como fue una urgencia tan grande, me dieron diez minutos para decidir. Todo pasó en diez minutos. Vi todo tan grave... Es que no te queda otra. Como yo ya era mayor de edad, me tenían que despertar para explicarme las cosas y que firmase el consentimiento, para, después, volver a entrar a otra operación de urgencia con un doctor vascular, el Doctor Leal Monedero, en la Ruber. Tú no sabes de la urgencia hasta que no te dicen: "Es que pierdes la pierna". Es un palo, el mayor palo de mi vida, más aún que la lesión, porque estás con las rehabilitaciones, estás bien y hasta estás contento, pero es otra vez volver a empezar, pero ya no sabes cuándo vas a volver. Te dicen que es tan grave, que vas a perder la rodilla... Hay que tener un cuidado extremo. Fue una operación muy larga, de cinco horas creo, y fue: "No te muevas, estate quieto, con la pierna hacia arriba porque esto tiene que curar muy bien... ". Claro, estamos hablando de venas y arterias. Fue horrible. Estaba destrozado.

No sé si con 18 años uno es capaz de tomar una decisión acertada cuando están en juego tantas cosas, ¿no?

A mí me lo dijeron así: "O te operamos de urgencia cuando llegó el vascular, que era el que entendía, y entramos en otra operación o yo no te aseguro que no te tengan que cortar la pierna". Entonces, o dices opérame o... ¿qué haces? Nadie te explicaba nada más que eso y yo tampoco entendía de medicina ni de rodillas. Lo que sé de rodilla y medicina es lo que me han hecho y me decían. No podía debatir ni decirle: "No, vamos a hacer esto, vamos a hacer lo otro". Entonces, dije: "Pues, venga, duérmeme otra vez, haced lo que queráis y que sea lo que Dios quiera". Es como un mal sueño, ahí sí que piensas: "Esto no es verdad, todavía estoy durmiendo y anestesiado...".

En el momento en el que te lesionas, por edad, es cuando empiezan a ir en serio los representantes, patrocinadores, marcas... ¿Te tocó esa parte?

Yo nunca había tenido representantes ni agentes... Iba allí [a entrenar, al Bernabéu...] con mi padre. En las reuniones a final de temporada, de hecho, voy con él. Pero es verdad que cuando ya destacas, te llama la Selección española, eres campeón de España con el Madrid... pues empiezan a venir representantes. Se presentaban y te regalaban botas de fútbol. Te decían: "Mira, toma, Ortega, para que juegues". Y te daban su tarjeta y tenías reuniones con un representante, con otro... Alguno hasta llegaba y decía: "Tengo informaciones de que podemos para el año que viene jugar el otro equipo, en un Valladolid, en un tal...". Lo piensas y es un negocio: viene gente de fuera, que no te conoce, a alabarte, a decirte lo bueno que eres... Quieren llevarte a su terreno para que firmes con ellos para pillar cacho si en un futuro firmas un contrato o lo que sea.

Dani G. Ortega, en su etapa como canterano del Real Madrid. CEDIDA
Dani G. Ortega, en su etapa como canterano del Real Madrid. CEDIDA

Hablábamos sobre que después de la lesión vuelves a jugar el fútbol, pero sientes que no eres el mismo. ¿Te costó asumir que esa era tu realidad?

Sí, a ver... Hay altibajos, días en los que te ves con mucha fuerza y decías: "Espectacular". Y había otros en los que decías: "Si es que no puedo ni andar...". Había días en los que forzaba tanto la rodilla y llegaba a casa y me notaba la rodilla... [Suspira] Claro, sigues trabajando llega el día siguiente y sigues trabajando para volver a ser el que eras, pero luego sí es verdad que tú mismo te das cuenta de que no eres igual. Yo veía que no era igual de rápido y estás con ese miedo, porque me lo decían, pero inconscientemente vas con el freno echado. Mi padre me lo decía: "Saltas y caes siempre sobre la derecha, frenas siempre con la derecha, vas al choque y proteges el lado izquierdo...". Lo hacía sin pensar, porque te da miedo eso de: "¿Y si me pasa otra vez?".

Ahora cada vez tienen agentes antes y cada vez se lesionan antes también...

Es por la exigencia que se les imprime en esos clubes. Creo que sí que puede ir por ahí. No conozco el fútbol de cantera fuera del Real Madrid porque yo sólo lo he vivido ahí, pero es que era una exigencia continua. Compites con tus propios compañeros. El porcentaje de personas que llegan al primer equipo es muy bajo, son muy poquitas. Tus compañeros son compañeros porque están allí, sí, pero también son competencia. Es decir: yo quiero jugar antes que tú, porque si yo juego antes que tú el año que viene estoy ahí otra vez, y yo voy a ir más que tú y voy a luchar más porque me quiero quedar, porque quiero que me digan: "Continúas la temporada que viene".

"No he vuelto a jugar al fútbol. No sé si es por miedo, pereza o porque es una relación de amor-odio..."

Dani G. Ortega Exfutbolista y canterano del Madrid

Esa exigencia creo que puede hacer que chavales con 14 ó 15 años vayan por encima de sus posibilidades o hagan sobresfuerzos que sus cuerpos no pueden aguantar. Yo me lesioné con 19 años, pero detrás hay mucha tralla: partidos, entrenamientos, partidos, entrenamientos... Y estamos hablando de que son chavales. Estoy convencido de que equipos de pueblos no tienen esas exigencias. Tienes que estar a tope, porque si no lo estás juega otro compañero el sábado o el domingo y nadie te da una explicación.

Es duro, porque nadie prepara a un niño de 13 años al que le han dado la mayor alegría de su vida fichando por el Madrid para no jugar. Mentalmente ese chaval... [Resopla] Es que eres un niño y te vas llorando a casa. Allí tienen que jugar los mejores, no se reparten minutos. No todo el mundo está preparado para esa exigencia. Hay chicos que mentalmente no han podido llegar por esa exigencia. Quien llega a profesional, además de porque es muy bueno, es porque de aquí [se señala la cabeza] es muy fuerte. Es un camino difícil.

Tu hijo, de momento, ha elegido el mismo camino que tú, el fútbol [categoría prebenjamín], y me han chivado que te has criado en una familia muy colchonera...

[Risas] Sí es verdad que mi mujer, mi hermano, mi padre... son del Atlético de Madrid, pero ahí no hubo ningún problema: cuando estás en la cantera del Real Madrid eres del Real Madrid. A mí me gusta mucho el fútbol, veo los partidos del Madrid, veo mucho fútbol, pero sí es verdad que también voy a ver los partidos del Atlético al estadio. Mi hijo es del Atleti y él va con su bufanda y su camiseta y todo.

¿Y ahora qué tal? ¿Has perdonado al fútbol?

De movilidad estoy bien. Sigo haciendo deporte cuando puedo: juego al pádel a mi ritmo, hago tal... El fútbol desde que lo dejé con 21 años nada, cero, a lo mejor dos pachangas con amigos cuando tenía 24, pero no he vuelto a tocar un balón. Con mi hijo, cuando salgo al patio o voy al parque, juego con él y me divierto porque se ríe. Y eso que me encanta el fútbol, pero no volví a jugar. Sólo veo fútbol y me gusta verlo, ir al estadio... Pero no, no he vuelto a jugar. No sé si por miedo, por pereza o porque es un amor-odio. No quiero jugar al fútbol. No quiero otra vez.