Sí, Ancelotti, es para estar preocupado

Sin puntería. Sin juego. Sin energía. Sin chispa. Sin ni un solo jugador que parezca fresco para dar un pase al frente y afrontar las responsabilidades que conlleva jugar en el Real Madrid. Demasiados 'sines' para afrontar el doble duelo que se le avecina: Montilivi, donde espera el super líder de LaLiga, y el Diego Armando Maradona, donde se asoma el campeón del 'scudetto' inmerso en problemas internos, pero que intentará sacar la mayor renta posible de cualquier debilidad que encuentre en los de Ancelotti.
Sí, Carlo, es para estar preocupado. Era para mantener el gesto de desasosiego que el técnico mantuvo durante todo el partido. Nadie mejor que él sabe que su equipo no anda fino. Todo lo contrario. Camina por un alambre sin red abajo. Vive ese momento tonto de la temporada en la que te pueden dar dos o tres mamporros y complicarte la existencia en cualquiera de las competiciones que disputas.
Aunque el vecino del piso de arriba, el madridista más optimista, pueda decir que su equipo remató 21 veces, nueve entre los tres palos y que el portero contrario, Álvaro Valles, fue el mejor sobre el terreno de juego con siete paradas, casi todas de gol, siempre puede existir un vecino en el piso de abajo, más cabizbajo y taciturno, que recuerde que, aunque no vale para nada donde lo tenía, Las Palmas tuvo más la posesión del balón y dio más pases en el mismísimo Bernabéu. Y, sobre todo, consiguió desconectar y contagiar al Madrid con su ritmo cansino y carente de la más mínima profundidad. Cayó en su trampa.
Escaldado por la derrota del Metropolitano, Ancelotti movió el árbol de Navidad y le dijo a sus chicos que se taparan un poco. Sobre todo por las bandas. Se acabó el rombo donde los laterales arrancaban por delante de los interiores. Nacho apenas subió dos veces por su costado y Mendy... Bueno, Mendy siempre va a su bola y no se sabe bien si sube o baja, o todo lo contrario. Sin Bellingham, que por supuesto se merece un descanso, sobre todo oteando lo que llega en el horizonte, el equipo fue aún más plano. Previsible.
Ni con los hombres más físicos (Valverde-Tchouameni-Camavinga) fue capaz de imponerse en esa faceta del juego. Creó ocasiones por inercia y porque el rival defiende mal por mucho que tenga el balón. A los dos delanteros del Real Madrid hay que exigirles más puntería en oportunidades tan meridianas con todo a favor... aunque al final fueran las dos novedades, Brahim y Joselu, los goleadores de un equipo que debe ponerse las pilas. Como no las cargue, el Girona de Míchel le puede pegar un buen revolcón.