Bucero y JAS, ejecutores de Miguel Ángel Gil y Florentino Pérez, dos amigos y alumnos de Mijatovic, que exaltan el anonimato
Los dos directores generales del Atlético y del Real Madrid no son 'hijos directos' del fútbol, no fueron futbolistas, ni entrenadores, pero se han formado lo suficiente como para llegar a ser los 'jefazos' del derbi

Es el otro derbi. El de los despachos. El de los directores generales con mando en plaza. Por aquello de que el partido se juega en el Metropolitano, habrá que presentar el duelo con el rojiblanco como cabeza de cartel: Carlos Bucero 'vs' José Ángel Sánchez. Sendas manos derechas de Miguel Ángel Gil y Florentino Pérez. Dos 'segundos' perfectos. Anónimos. Inteligentes. Siempre en la sombra. Manejan el poder, pero huyen de ostentarlo mediante las fotos y las cámaras del populismo del mundo del fútbol. Si estas cinco primeras líneas de este reportaje llegan a sus ojos ya estarán maldiciendo. "Pero por qué coño este tío escribe de nosotros. Si nosotros ni jugamos". El taco lo pongo yo, que no ellos.

Es verdad. Ellos no nacieron en la cuna natural del mundo del fútbol. No son hijos del balón. No le pegaron patadas, salvo las justas en el camino entre la infancia y la adolescencia. Ni siquiera tenían dentro la vena formativa del entrenador precoz. Ellos crecieron en otras variantes de negocio, pero cuando les llegó el momento supieron aprender y asimilar. Eso sí, como si con ellos no fuera el asunto. Son amigos-amigos, pero no residentes en Madrid. Los dos suben y bajan de la sierra madrileña a sus respectivos puestos de trabajo. Sería otro derbi. Guadarrama-Torrelodones.
Para Carlos Bucero, 51 años, será su segundo derbi como 'jefazo' rojiblanco, primero en el Metropolitano. Su debut en el cargo fue en el Bernabéu (1-1) en febrero del año en curso, recién llegado al cargo. Para José Ángel Sánchez, 57 años, aterrizado en el Real Madrid en la temporada 2000-01, será el partido 65, salvo error u omisión. Que los de letras tampoco reparamos mucho en los guarismos. Al fin y al cabo, para lo suyo, un partido más o menos no es trascendente. Su tarea no está en el césped. Está en los despachos. Quién le iba a decir a Sánchez cuando le llamó Pérez para ser director de marketing, una de las columnas fundamentales en las que se tenía que apoyar la estrategia de la nueva gestión, que 24 años después iba a ser considerado uno de los grandes de la gestión futbolística. O quién le iba a decir a Bucero que acabaría haciéndose un hueco en organizaciones futbolísticas de la talla, prestigio e historia del Real Madrid o del Atlético. En las dos, para más colmo.
“Ramón, hay que echar a José Ángel”
El salto del entonces prometedor ejecutivo José Ángel Sánchez desde Sega, multinacional japonesa de desarrollo y distribución de videojuegos, al Bernabéu fue sin paracaídas. En un par de años pasó de hablar solo de la 'marca' Real Madrid y su comparación con la mismísima Coca-Cola, a comenzar a saber que lo que era el 1-4-4-2, las transiciones ofensivas y el repliegue defensivo. "La gente dice yo soy del Real Madrid, la gente no dice yo soy de Coca-Cola. Ese sentido de permanencia es el que nos hace distintos a las otros grandes multinacionales del mundo". Y lo decía con tanta convicción que había que creerle. Yo, al menos, le creía. Y le creo. Te hablaba, y te sigue hablando, de los nuevos modelos de negocio, de que el Real Madrid es el club referente en el mundo del entretenimiento, como lo fue en su tiempo con Don Santiago Bernabéu. Ahora, lo suyo, además de todo eso, es negociar con Mbappé y como el francés ya viste el '9' de la blanca, lo que realmente le pone es saber si Rodri y Haaland, en un tiempo prudencial, querrían jugar en el Real Madrid y él será capaz de convencerles.
José Ángel Sánchez, JAS, conoció a Carlos Bucero, su homónimo rojiblanco, cuando Florentino Pérez dimitió como presidente en 2006 porque estaba harto de los caprichos de los futbolistas. Ramón Calderón alcanzó la presidencia en unas elecciones de alto voltaje. La lógica apuntaba a que fuera fulminado de su cargo. Ya entonces era la mano derecha del expresidente y lo normal, en estos casos, es que el nuevo jefe se rodeara de su gente y hubiera fichado a alguien no relacionado con el pasado más inmediato. No. No fue así. Calderón, que había sido directivo con Florentino, sabía que nadie conocía mejor el funcionamiento diario del club como JAS. Si acaso, Manuel Redondo, jefe de gabinete de la presidencia, pero hombre de Florentino de toda la vida y que se fue con él como había llegado y sin dudarlo un momento. Calderón no solo se quedó con JAS sino que le aumentó el sueldo tanto que cuando volvió Florentino se lo tuvo que rebajar. Eso cuentan.
"Ramón, hay que echar a José Ángel. Todo lo que hagamos lo va a saber inmediatamente Florentino" le decían un día sí y otro también los directivos al nuevo presidente. Pero Calderón sabía que JAS iba a convertirse en el Cristiano Ronaldo de los despachos. Le mantuvo en su puesto y además fichó a Pedja Mijatovic como director deportivo. Con él llegó Carlos Bucero que, como José Ángel, no era un 'hijo puro del fútbol'. Tampoco había sido jugador, ni entrenador, pero sí era hijo de la lealtad, de la buena organización e hizo del trabajo 24 horas sobre 24 una de sus virtudes más conocidas.
El ahora rojiblanco se había formado a sí mismo y el fútbol le apasionaba. Veía mucho, pero que mucho fútbol y si era en la Ciudad Deportiva, mejor que mejor. Como externo del club, promovido por el todoterreno José Luis Serrano, había ido a buscar árbitros al aeropuerto, los llevaba a cenar, a comer, al Corté Inglés... Dominaba la lengua de Shakespeare como para entenderse sin problemas. Después, o a la vez, había trabajado con Zoran Vekic, un representante de jugadores de los de antes, de los que hacía a sus futbolistas un marcaje al hombre para que no les faltara de nada. Guti, uno del Madrid y Kezman, un serbio que fichó el Atlético, pueden dar fe de las capacidades de Carlos o Charly, para los amigos.
A los pechos de Mijatovic
José Ángel encontró en Mijatovic una fuente inagotable de conocimientos futbolísticos de la que comenzó a beber y a beber, como si no hubiera un mañana. Era algo recíproco. JAS le enseñaba las artes de las otras disciplinas y Pedja le introducía en el mercado del balompié. Recíproco aprendizaje. Bucero, claro, también estaba en todas esas reuniones. JAS era el director general, ya dominaba otras áreas, pero estaba comenzando a conocer la trastienda del universo-fútbol. Se trataba de aprender a negociar con los futbolistas, los entrenadores y, sobre todo con sus representantes. Para su suerte o su desgracia, en esos dos años, tuvieron que fichar tanto y dar tantas bajas que aprendieron rápido. Y ahí el montenegrino dominaba la escena como pocos. Los hoy 'jefazos' de la dirección deportiva del Real Madrid y del Atlético aprendieron a la vez y terminaron haciéndose amigos. Los alumnos de Pedja salieron aventajados y cada uno desde un prisma fueron creciendo y creciendo.
A Bucero le impresionaba el sentido del anonimato de Sánchez. Ni una entrevista, ni una foto, ni un guiño a un foco. Fueron dos temporadas juntos. Los tres. En la 2006-07 ficharon a Capello como entrenador y un buen puñado de jugadores: Cannavaro, Emerson, Van Nistelrooy, Mahamadou Diarra, Marcelo, Higuaín, Gago, Reyes (cedido) Y en la siguiente, además de a Schuster para el banquillo, a Metzelder, Pepe, Saviola, Dudek, Sneijder, Drenthe, Heinze y Robben. Mijatovic ponía los contactos, la estrategia de negociación, la experiencia del que había pisado un campo de fútbol y, además, había ganado una Champions, la Séptima. José Ángel aportaba sus dotes negociadoras ya experimentadas, su empatía, su conocimiento de otras áreas de negocio y Bucero, veía, oía y participaba en un perfil bajo pero con unas ideas claras. Estaba más formado futbolísticamente que JAS, conocía más el juego en sí, pero su tono de voz nunca estaba por encima del de sus jefes. Dominaba los intríngulis de los contratos, las letras pequeñas, los vericuetos legales porque también se había dejado los codos en los libros de derecho deportivo y no tenía hora para volver a casa... Estaba disfrutando y aprendiendo como nunca se hubiera imaginado.
Volvió Florentino al Real Madrid y la figura de JAS se disparó. Cuanto más poder tenía, menos aparecía en público. Sabía y sabe perfectamente que el presidente tenía y tiene la última palabra sobre cualquier gestión, deportiva, económica o social y asume su papel desde la lealtad y la amistad. Mijatovic y Bucero saltaron del club, pero la amistad entre los tres ya era una realidad. Las vías del fútbol les mantenían en contacto. Conocidos y amigos comunes. Negociaciones directas e indirectas. Jorge Mendes era un buen nexo de unión. Bucero ya tenía dos espejos donde mirarse: Mijatovic y JAS y el todopoderoso agente portugués le pareció una tercera pata en la que sujetarse. Se incorporó a su equipo de trabajo, hasta que un día, el rival directo, el Atlético, llamó a su puerta. Miguel Ángel Gil quería un JAS para la parte deportiva que, de paso, le pudiera liberar del día a día, aunque al final la última palabra la tendría él y nada más que él. Como Florentino en el Real Madrid.

Bucero, un salto a lo Sánchez
Bucero entendió la jugada. Era el momento de dar el salto. Había realizado algún pinito en el Betis (2010), pero desde que había salido del Real Madrid había desechado ofertas importantes de varios clubes, una muy cuajada del Deportivo. Pero en esta ocasión era el Atlético. No se sabe bien si al primero que le comentó que existía la oferta fue a José Ángel o Pedja, pero los dos le animaron a dar el salto. Consideraban que estaba suficientemente preparado. Bucero sabía bien cuál iba ser su cometido en el club y el modelo a seguir. Cero entrevistas, cero apariciones públicas, una puerta de urgencia de salida en cada acto obligado... Como seguía haciendo su amigo y maestro JAS. Ellos no eran Mijatovic. No habían pegado tres toques seguidos, no habían sido famosos nunca, por lo que no tenía ningún sentido querer comenzar a serlo ahora justo que su frente de responsabilidad es mayor. Ambos saben perfectamente quiénes mandan en sus respectivos clubes y asumen su papel con total naturalidad. Un ejemplo de todo esto de lo que contamos de Bucero nos surge al completar gráficamente este reportaje: es una tarea ardua encontrar imágenes de Bucero en las diferentes agencias que manejamos.
El derbi es una buena ocasión para volver a verse, aunque nunca hayan dejado de hacerlo. Buen momento para matar los nervios de los tres puntos hablando de sus libros de lectura, de sus hobbys, de sus familias, de sus amigos comunes... Y ahí seguro que le pitarán los oídos a Pedja Mijatovic. Seguro que sale su nombre y los dos recordarán todo lo que vivieron juntos y lo que aprendieron de ese montenegrino que en una buena sobremesa les dio un consejo con su acento español de trapo. "Aunque no seáis 'hijos directos del fútbol", sois ejecutivos, directivos, de un club importante y lo único que no podéis hacer es 'cagaros' ante un futbolista, un entrenador o un representante... Ya estáis lo suficientemente preparados, ser vosotros mismos...".
Y lo han sido. Claro que lo han sido. Este domingo juegan su derbi después de uno de los veranos más intensos de sus vidas laborales. JAS cerró la operación Mbappé y Bucero fichó para el Atlético por valor de 200 millones de euros.