El CSD eleva al TAD las denuncias de LaLiga a Rubiales... y muchas más: hasta la que Galán envió con un amenazante "primer aviso"
Galán pidió que la Gestora de la RFEF convoque elecciones ya, además de las de 2024, aunque no tenga sentido para nadie más.

Una sentencia del Juzgado número 4 de lo Contencioso Administrativo ha reavivado unas denuncias que el CSD, desde la época de José Manuel Franco, tenía enterradas y que no habían querido elevar al Tribunal Administrativo del Deporte (TAD): las que LaLiga interpuso a Luis Rubiales en la época de las irregularidades del caso conocido como Supercopa files.
Además de la negociación de esa Supercopa y la controvertida participación de Gerard Piqué, estaban en un cajón otras denuncias como la famosa fiesta de Salobreña, las ayudas que el expresidente recibía para alquiler de vivienda (a pesar de haber comprado una), el presunto espionaje al presidente de AFE, David Aganzo, y el procedimiento de sustituir la plaza del Reus por la del Andorra de Piqué.
Esta resolución, que no es firme y que muy presumiblemente será recurrida, ha motivado sin embargo un cambio de actitud en el CSD: van a contabilizar todas las denuncias que no se han elevado al TAD y, todas aquellas que tengan algún sentido se elevarán. Pero no sólo las de fútbol: también de ajedrez, triatlón, atletismo... todas las que generen la más mínima duda razonable. Y no serán pocas.
Entre ellas estará una de lo más rocambolesca presentada por un habitual de este tipo de denuncias: el presidente de CENAFE, Miguel Galán. El que fuera opositor a Villar, y también a Rubiales, había pedido que la Gestora de la RFEF convocase de manera inmediata elecciones a la presidencia... sin esperar al nuevo reglamento que han elaborado ahora. Es decir: que los mismos 140 que habían elegido a Rubiales escogieran a otro presidente "temporal", hasta que se produjeran las elecciones ordinarias de 2024 (la RFEF ya ha sido autorizada a celebrar los comicios en el primer cuatrimestre del próximo año).
Podría darse la situación de que hubiera un nuevo presidente en noviembre de 2023 (votado por los "aplaudidores" de Rubiales) y uno nuevo en 2024, ya escogido de manera regular por una Asamblea renovada. Y, claro, nadie le veía mucho sentido a esto, más allá de algunos presidentes de Federaciones Territoriales que consideraban que ese año de "mandato" les podría dar la suficiente consistencia como para favorecerse de las ventajas del sistema, y conseguir salir elegidos también en 2024.
Ni la propia RFEF (que pidió un adelanto electoral al primer semestre), ni el Gobierno, que incluso manifestó que las prefería en el primer semestre, estaban de acuerdo. Ni nadie, en realidad, más allá de este pequeño grupo de presidentes territoriales y, al parecer, el propio Miguel Galán. Esto no le impidió presentar otra denuncia (la enésima, en su caso) solicitando al Gobierno que lo elevase al TAD y que la Comisión Gestora de la RFEF se viera obligada a convocar elecciones de manera inmediata.
No llegó nunca al TAD... hasta ahora. Víctor Francos confirmó que, en una misma tarde, se iba a dar la paradoja de que aprobaría la petición de la RFEF para adelantar sus elecciones al primer trimestre de 2024 y, a la vez, elevaría al TAD la denuncia de Miguel Galán pidiendo que los mismos 140 "aplaudidores" que encumbraron a Rubiales, escojan a otro presidente provisional.
Y, ahora, lo que ocurra queda en manos de los magistrados del TAD. ¿Podría darse la ridícula situación de que haya dos elecciones? Pues no parece muy viable, pero ahí está. Más importante parece, sin embargo, el riesgo de que muchos procesos puedan colapsar en función del número total de denuncias que se eleven ahora mismo al máximo tribunal del deporte español, y las decisiones que tomen. Y, también, aunque ya haya dimitido, las repercusiones que puedan tener en el TAD las denuncias de LaLiga contra Luis Rubiales.