No hay élite para la élite
![Rafael del Amo, presidente del Comité Nacional de Fútbol Femenino en la RFEF. /Jose Breton | Getty](http://s1.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202311/04/media/cortadas/RafaDelAmoRFEF-RRZPpDs6OKzkUxUuq6SLNBL-1200x648@Relevo.jpg)
"Esto ya ha ocurrido más veces, lo que pasa es que no os habéis dado cuenta". Es una de las respuestas que me dieron desde la Federación cuando les planteé que, mirando las hojas de partido de la Selección ante Italia y Suiza - correspondientes los encuentros recientes de la Nations League-, no me cuadraba que se tratara de un error informático.
Me sorprende que una Federación como la de fútbol se conforme así. Que le valga esa respuesta cuando dejó sin poder participar en un encuentro en el que España se jugaba estar en París 2024, ni más ni menos, a cuatro campeonas del mundo.
No, no fue un error informático. La razón por la que Irene Paredes se quedó en la grada en el partido ante Suiza -igual que sus compañeras Mariona Caldentey, Ivana Andrés y Esther González no disputaron ni un minuto- fue un fallo de Isabel Navas, delegada de la Selección femenina. La lista de jugadoras que quedó subida en la aplicación de UEFA fue la del partido anterior, por eso Irene Paredes no estaba. Pero además, en la hoja de partido, donde se incluye el once inicial y las jugadoras del banquillo, tampoco aparecían Andrés, Caldentey ni González, por lo que Montse Tomé no pudo contar con ellas por el riesgo de cometer alineación indebida. Eso sí, se sentaron en el banco para que la evidencia fuera lo más disimulada posible.
Cuando supe por UEFA que su aplicación había funcionado perfectamente, lo primero que pensé es que un fallo lo puede tener cualquier persona. Todos podemos equivocarnos si se trata de una gestión manual y no automática. Lo dice quien perdió las llaves de su taquilla el primer día de trabajo en Relevo. Imaginaos la vergüenza al reclamar una copia... Eso sí, siempre he preferido pasar el sonrojo por mis despistes que el bochorno de que te pillen en una mentira. Es precisamente lo que ha ocurrido, una vez más, con la Real Federación Española de Fútbol.
Ante un error de ese calado, ¿por qué la RFEF opta por mentir? ¿Por qué se conforman con dar esa respuesta? ¿Por qué no miran qué ha ocurrido para que no vuelva a suceder? Recordemos que hace unas semanas se olvidaron en la Ciudad del Fútbol las botas de los jugadores de la Selección masculina antes del partido clasificatorio para la Eurocopa ante Georgia. ¡Las botas! Y eso generó que la Federación tuviera que pagar un chárter para que llegaran a tiempo.
Recordad la enorme presión que vivieron las jugadoras cuando tuvieron que asistir obligadas a la primera convocatoria de Montse Tomé tras el chantaje de la propia RFEF, cuando consideraban que no había un 'espacio seguro' tras lo ocurrido. "Lo más importante para un futbolista debería ser vestir la camiseta de España", decían algunos que cuestionaron su decisión. Ante Suiza cuatro jugadoras se quedaron sin poder representar a nuestro país ¿Acaso en esta ocasión era menos relevante? ¿Por qué ahora nadie alza la voz y pide, con la misma intensidad, responsabilidad a aquellos que lo impidieron? Y lo que es más grave, ¿a los que mintieron sobre ello?
Ayer leía algunas reacciones en redes sociales tras confirmar que, no sólo la RFEF había engañado con plena conciencia para explicar lo sucedido, sino que la delegada del equipo, Isabel Navas, está procesada por un presunto delito de apropiación indebida, prevaricación y malversación de caudales públicos en relación a una subvención de 219.500 euros procedente del CSD cuya finalidad era la creación de una escuela de fútbol en Haití que nunca se construyó. Cuando aquello se denunció, Navas era directora de la Fundación de la Federación, fue expedientada y entonces pensaron que el mejor lugar para reubicarla, hasta que se celebrara el juicio - que actualmente ya tiene asignado Juzgado de lo Penal y tan sólo está pendiente de fecha-, era en la Selección femenina.
Una de los comentarios que más me hizo pensar fue el de mi compañero Alfredo Matilla. "Todos somos humanos, pero la élite exige personal de élite", decía. Y me pregunté por qué la élite no tiene personal de élite. En el caso de Navas, lo tuve claro. Su reubicación respondió a un procedimiento habitual en la RFEF desde hace décadas. Con Villar, con Rubiales, y ahora, con Rocha - no olvidemos que siguen en la RFEF dos investigados por presiones a Jenni Hermoso-. Cuando salta a la luz pública un comportamiento inadecuado por parte de un empleado -normalmente con cargo de responsabilidad- y esa persona es del círculo de confianza del ente, se deja pasar el tiempo para que el foco mediático se olvide y se le recoloca. ¿Por qué pasó a ser delegada de la Selección femenina la entonces directora de la Fundación cuando fue investigada, y ahora procesada, por un delito económico? ¿Tenía algún sentido? Por esta razón, sin ánimo alguno de pedir más responsabilidades de las que le corresponden a Navas, es por lo que en la RFEF no hay élite para la élite.
Navas depende de Ana Álvarez, directora de fútbol femenino de la RFEF y del máximo responsable, Rafael del Amo, presidente del Comité Nacional de fútbol femenino. ¿Entienden quizás mejor ahora por qué las jugadoras señalaban en su comunicado del 15 de septiembre una reorganización de esa estructura? ¿Entienden ahora, aquellos a los que tanto les costaba, a qué se referían cuando hablaban de profesionalizar el fútbol femenino de verdad? Y lo que es más preocupante, más allá de la salida de Andreu Camps, Miguel García Caba y Pablo García Cuervo, después de todo lo que ocurrió, no ha habido ni un sólo cambio más. Como me dijo mi padre ayer tras pasarle en enlace de la noticia: "Vaya caos".