ENTREVISTA

Enrique Ortego, el periodista con siete vidas que quería vivir la última en Relevo: "Estoy traumatizado; hemos calado hondo en la profesión, hacíamos tres periódicos al día..."

Lleva medio siglo trabajando en los medios y las ha visto de todos los colores, pero el cierre de Relevo ha supuesto un palo para él: "Que por teléfono más de uno se te ponga a llorar…, pues al final acabas llorando también".

Enrique Ortego posa en la redacción de Relevo. /ALEJANDRO MORÁN
Enrique Ortego posa en la redacción de Relevo. ALEJANDRO MORÁN
Sergio Gómez

Sergio Gómez

Antes de que usted, lector o lectora, se anime a consumir este artículo, convendría que atendiera a una advertencia. Soy consciente de que esto no es habitual, pero ya, con el sonido metálico del cierre descosiendo todo, uno sólo se deja guiar por lo que siente y no por lo que corresponde. Así pues, ahí va el aviso que, en realidad, es una confesión: no me preparé esta entrevista y en el transcurso de la misma consumí cerveza. Incumplí los códigos, pero no fue por un arrebato de rebeldía, aunque a estas alturas a nadie le extrañaría. Actué de tal modo, sencillamente, porque a un amigo no se le entrevista. Se le pregunta qué tal para, a continuación, acompañarle, escucharle, aprender de él y, si procede, llorar.

En pleno temporal, y justo después de chocar contra un iceberg, no hay nadie mejor que Enrique Ortego (Madrid, 1956) para valorar la travesía de Relevo. Sus buenas maniobras y sus errores. También para hacer un repaso de su carrera. Infatigable, forma parte de la historia del periodismo deportivo español de las últimas cinco décadas. Comenzó en los años 70 en El Imparcial y desde entonces encadenó periódicos: Ya, Diario 16, Marca (dos etapas), Claro, ABC, Sport, Mundo Deportivo, AS (otros dos ciclos), El País y Relevo, donde ha convivido con nuevos formatos y ha demostrado que lo clásico (la crónica, el reportaje y la noticia) siempre está de moda. Todo esto compaginándolo con sus colaboraciones en Radiocadena, SER, COPE, Gol TV, La Sexta, Bein, y ahora en su querida Onda Cero. Sin olvidar su prolífica faceta de escritor de libros. Un amplísimo expediente que contiene varios cierres y despidos (unos más traumáticos que otros), muchas alegrías y más ganas de seguir en el frente. "Si paro, me muero", dice. Su amor por el fútbol tapa las cicatrices que hoy muchos miramos como espejo para saber qué camino tomar.

¿Y ahora qué?

La verdad es que el cierre de Relevo ha sido un palo. En esto tenía experiencia porque había vivido otros cierres totales o despidos individuales. Por ejemplo, viví el cierre de El Imparcial, que duró tres años, del 77 al 80. Luego, por ejemplo, en el ABC cuando era adjunto al director, iban a empezar con un ERE, nos llamaron a los jefes y nos hicieron una buena oferta para irnos o bien para seguir trabajando pero con contratos nuevos, más bajos, por supuesto, que los que teníamos. Elegí irme por las condiciones de ese despido... y porque tenía trabajo. Tenía una carta marcada. Me fui al AS, aunque duré poco. El director me despidió en un coche volviendo de una comida con directivos y ejecutivos del Real Madrid del momento. Era la primavera de 2009. Justo una semana después, me llama Juan Ignacio Gallardo, entonces subdirector, para decirme que Inda quería ficharme para Marca... Firmé. Era mi segunda etapa en ese medio. Mi primera experiencia había sido de 1985 a 1990, que me fui a Claro. Un periódico que crearon entre la editorial alemana Der Spiegel, editora del Bild, y Prensa Española, editora de ABC... Como subdirector estuve seis meses preparando el producto y luego en la calle duró tres. ¡Para dejarse las venas largas! Me había llevado conmigo casi 30 redactores de toda España... Estamos hablando del año 1991. O sea, he visto cierres, despidos, no renovaciones de contrato. Soy experto en Artes Marciales, por así decirlo. Pero este, la verdad, me ha dejado un poco traumatizado.

¿Por qué?

Quizá porque me gustó mucho el proyecto, por eso me vine. También por la ilusión que veía en la gente desde el primer día. No he visto a nadie trabajar tanto en mi vida, en mi vida, y llevo en medios de comunicación desde los 18 años. Yo pensé: 'Bueno, pues aquí más o menos acabaré mi carrera a nivel de escribir''. Porque en Onda Cero sigo. Disfruto del fútbol en directo. También tenía entonces los libros con Planeta y la colección del Real Madrid... Pero a nivel escrito pensé que Relevo era el medio perfecto para ir dejando poco a poco la droga de juntar palabras. Era un proyecto que estaba bien tirado. No había un periódico deportivo online con ese tipo de contenidos serios, sin tener que recurrir a las informaciones verticales que no tienen nada que ver con el deporte y cuyo único objetivo era, es y será buscar pinchazos.

Siempre quise saber cómo te convencieron para embarcarte en Relevo. ¿Cuáles fueron las 'promesas'?

El director, Óscar Campillo, siempre me decía: 'Meteremos noticias de rugby, de vela, de todo lo que sea deportivo, antes que recurrir a cualquier noticia del corazón, social, política...'. Y eso se ha cumplido al cien por cien y por eso este final ha sido una gran desilusión para mí. No me lo esperaba, no me lo esperaba... Es una pena que no nos hayan dejado cumplir con los cinco años prometidos. De lo contrario, si no hubiéramos conseguido los objetivos, pues nos vamos a casa y ya está. Si se hubiese esperado el plazo establecido, lo hubiéramos sacado adelante. Estábamos en nuestro mejor momento con dos años todavía por delante... Es un palo a una redacción que, sinceramente, se ha dejado la salud y el alma en un proyecto en el que creíamos.

Siempre se habla bien de los muertos…

(Risas) Qué c… No, es verdad. Lo que más me llamó la atención de esa redacción, siempre, era el silencio, la concentración en el trabajo. En todas las redacciones deportivas que he conocido siempre había gritos, jaleo… Sí que es verdad que nunca he estado durante un partido, porque suelo estar en la radio, pero cuando iba me impactaba el silencio, ver a toda la gente, a toda, con los ojos en el ordenador o en la libreta o en lo que fuera. De hecho, cada vez que entraba, yo, que no soy muy devoto, decía 'Ave María Purísima'. La concentración y el nivel de seriedad que se imprimió desde el primer día pocas veces la he visto. Había tanta gente joven, además, con una ilusión tremenda... Y luego gente ya veterana que dejó sus puestos de trabajo, arriesgó y confió en el proyecto… A mí eso es lo que más pena me da.

Tú también arriesgaste.

Pero yo, al fin y al cabo, ya estoy medio de vuelta de todo. Cuando Campillo y Matilla, el jefe de Información, me llamaron para fichar por Relevo y me explicaron todo lo que pretendían hacer me entusiasmé. Yo estaba en El País y cuando destituyeron a Pepe Sámano como jefe de Deportes, que había sido quien me había llevado allí, sentí que tenía que irme también. Me apetecía lo de Relevo, volver a trabajar con gente con la que había trabajado, con la que tenía amistad, pero también con otros con los que no había coincidido y dije 'a tomar por saco'. Me despedí del AS, con los que también colaboraba y doy las gracias a Vicente Jiménez y a Luis Nieto por su comprensión. Pensé que era el momento de hacer algo nuevo. Arriesgué, pero menos que muchísimas personas. El mes pasado, cuando se fraguó todo, me sentía triste, es verdad, por todos los que disteis ese valiente paso de querer hacer un nuevo periodismo. Yo, por mi edad, tampoco voy a estar delante de un ordenador hasta el día antes de morirme, espero que no. Pero vosotros no os lo merecíais… Sobre todo por cómo ha sido, una larga agonía.

"El cierre lo he gestionado regular. Porque durante la agonía vas hablando con la gente, y que por teléfono se te pongan a llorar…, al final acabas llorando con ellas. Me ha afectado"

¿Cómo la has gestionado tú, que las has visto de todos los colores?

Pues no te voy a engañar. Regular. En esa agonía que te digo vas hablando con la gente, y que por teléfono más de uno y más de dos se te pongan a llorar…, pues al final acabas llorando también. Como la noche de la despedida. Además soy muy blandengue, muy llorón. Lo siento. ¿O no? He llegado a la conclusión de que llorar te humaniza.

Hablabas de tu llegada a una redacción muy joven. Has sufrido-disfrutado de la evolución del periodismo, has pasado de dictar una crónica por teléfono fijo a una mecanógrafa, a un mundo con SEO, Discover y tentáculos en TikTok, Instagram...

Aquí es donde más he notado esa renovación. Muchas cosas han chocado conmigo. Yo he sido jefe mucho tiempo y priorizaba siempre un titular corto, conciso, en el que se diera la noticia. En mi periodismo la noticia o el motivo de la entrevista tenía que estar en el primer párrafo. Ahora se jugaba con el momento, había que invitar al lector para que siguiera leyendo y los títulos eran más largos que el AVE del 1 de agosto. Además tampoco he estado dentro del medio a niveles, por ejemplo, de TikTok o Instagram. Desde el principio dije a Campillo y a Matilla que yo iba a escribir y a escribir de lo que quisieran, pero escribir. Y he trabajado mucho.

¿Más de lo que pensabas?

Más de lo que pensaba, pero muchísimo más. Yo decía 'bueno, pues aquí me hago mis artículos de opinión, puedo escribir de fútbol, del juego, puedo hacer entrevistas porque tengo contactos que me cogen el teléfono, hacer unos reportajes en plan batallitas del pasado...', pero ha habido momentos de verdadero agobio en los que he dicho 'pero si es que no paro, este no era el final que yo pensaba'. Veía que todos los que estaban a mi alrededor curraban y mucho. Y yo decía '¿cómo voy a ir yo de señorito?'. Tenía que seguir el ritmo, no me podía parar y, claro, me sentía capacitado. He tocado todos los palos: textos cortos, textos de largo recorrido, entrevistas, crónicas, reportajes, perfiles… En estos dos años y medio me he metido en todos los géneros periodísticos y me he sentido muy bien, como si estuviera en la flor de mi vida. Me siento orgulloso de lo que he hecho y he podido aportar. Estaba acostumbrado a hacer un periódico al día, pero no dos o tres, con contenidos distintos de la mañana a la noche. Esto es lo que hemos hecho en Relevo.

"He trabajado en Relevo mucho más de lo que pensaba pero yo veía que todos los que estaban a mi alrededor curraban y mucho. Y yo decía, '¿cómo voy a ir yo de señorito?'. Te contagiabas del ritmo y me he sentido en la flor de mi vida"

Esta no pretende ser una charla enjabonada. Así que dime, algo se habrá hecho mal cuando se echa la persiana.

Faltó una campaña de imagen para que el gran aficionado al deporte pudiera comenzar a conocernos. Saber que íbamos a ser distintos. Donde nosotros hemos calado de verdad ha sido en la profesión. A base de temas serios, de noticias, de reportajes, los compañeros imparciales, los que no estaban influenciados por nadie, comenzaron a valorarnos y desde el reconocimiento de la profesión empezamos a darnos a conocer entre la gente del deporte, que valoró que un periódico deportivo sólo escribiera de deporte. Lo peor es que nos tengamos que ir a la calle justo cuando más comenzaban a conocernos y a valorarnos. Nos faltó, quizás, que el gran público nos descubriese antes.

En tu plan estaba retirarte del periodismo escrito en 'Relevo'. Supongo que este cierre abrupto te cambia el paso. ¿Qué vas a hacer ahora?

He vivido antes esta situación, pero la verdad es que nunca he estado mucho tiempo con los brazos cruzados. Nunca me he rendido y he sido muy picaflor. Que si el periódico, que si una radio, que si una tele, que si un libro... Como decían Raúl, Casillas, Zidane, Ronaldo, Butragueño, Amancio, Gento o Sergio Ramos cuando hice sus biografías: soy muy pesado. Lo soy. Cuando estaba momentáneamente medio en el paro me inventaba cosas, historias, que además me han salido bien. Por ejemplo, cuando me echan del AS, a la semana me llama Marca, pero por un ERE no me podía incorporar inmediatamente. En ese impasse de dos o tres meses, y eso que tenía la radio, me puse nervioso y fue cuando propuse a Florentino Pérez escribir una colección de libros con el Real Madrid como único protagonista. Me podría haber dicho que no, pero me salió bien. Le gustó la idea. ¿Seguro que no hay ningún club en España que tenga algo parecido? Le juré que no. Y me puse a escribir la vida y milagros de los antes nombrados. Cristiano Ronaldo fue el primero, recién llegado al Real Madrid, y después de pasearme con las estrellas, ya empalmamos con los libros de las Copas de Europa, desde la Décima...

Enrique Ortego, en la presentación del libro de la Undécima.
Enrique Ortego, en la presentación del libro de la Undécima.

¿Cómo empezó tu relación con Florentino?

Le conocí en el año 2000, cuando él era candidato a la presidencia. En Ostende, donde estaba concentrada España en la Eurocopa. Joaquín Maroto era quien le llevaba la Prensa. Le convenció para viajar allí y conocer a los jefes de Deportes, que casi todos estábamos siguiendo a la Selección. Florentino se acercó y me dijo que me leía todos los días en ABC porque era el periódico que entraba en su casa y siempre tenía su padre. Desde entonces la relación se fue estrechando. Yo le llamaba, y mucho, y él me atendía. Esa cercanía que teníamos me causó algún problema en algún momento de mi vida, pero nada comparable al orgullo que he sentido por esa colección de libros. Y lo dice un periodista que ha vivido en directo nueve Mundiales, nueve Eurocopas, cerca de 50 finales de las competiciones europeas, y ha escrito, además de los libros del Real Madrid, otra media docena, como los 90 años de la Liga o los 100 de la Selección... Creo no equivocarme si digo que Florentino la sentía como algo suya. Ningún otro club español ni del mundo tenía, ni tiene, algo parecido... Fue muy bonito mientras duró.

La del periodismo es una profesión que desgasta. Por muchos motivos. ¿Nunca has tenido la tentación de parar o tomarte unos meses sabáticos?

Nunca. Si descanso me muero. Y como no me quiero morir, algo me buscaré. Yo enseguida reacciono ante los reveses. Hay que adaptarse, tener la voluntad de empezar de nuevo. Nunca he parado. Ahora, como dice un amigo mío, va a ser difícil escribir en algún sitio, porque he pasado ya por todos los medios y alguno incluso lo he cerrado. Tampoco voy a ir a un lugar donde no me sienta útil, donde no pueda escribir lo que quiera. Si no, me inventaré algún libro. Algo me buscaré... Me gusta escribir.

"Agradezco a Florentino que me diera la oportunidad de escribir lo que hoy es una colección única de 15 libros. Uno de los proyectos profesionales del que me siento más orgulloso en mi vida y eso que he estado en nueve Mundiales, nueve Eurocopas, casi 50 finales europeas"

Por cierto, nunca se ha sabido de qué equipo es Ortego...

Unos dicen que soy del Madrid porque he sido su biógrafo oficial y durante muchos años he escrito las crónicas de este equipo en los distintos medios donde he trabajado. Otros, que soy del Barcelona porque en la primera época del Marca hice dos o tres temporadas todas las crónicas del equipo de Cruyff... y siempre he sido un enamorado de ese estilo de juego. Los que me conocen de la infancia dicen que soy del Atlético porque mi padre era rojiblanco... que lo era. Yo soy de Enrique Ortego... Lo único que siempre he querido, sobre todo cuando era jefe, era que ganasen los equipos de los que más tenemos que escribir o comentar. Se escribe y se habla mucho mejor en la victoria que en la derrota. Nunca voy a ser ostentóreo, que diría Gil, con el tema de las camisetas y tal, y tal... Lo que está claro es que todo el mundo es de un equipo. De pequeño, ¿qué nos gustaba, el fútbol en general? No me jodas. ¿Tú ibas al colegio y te preguntaba tu compañero que de qué equipo eras y decías que eras del fútbol? Si te gustaba el fútbol es porque tenías un equipo. Pero si te dedicas a una profesión en la que tu equipo está siempre por medio, lo que tienes que ser es lo suficientemente honrado e inteligente como para tratarle con el mismo baremo que a los demás... Yo eso lo he cumplido a rajatabla.

¿Cómo aparece la semilla del periodismo?

Yo era un loco del fútbol. Para que veas, en lo que era 4º de Bachiller nos hicieron el típico examen psicotécnico para saber si íbamos a tirar por Letras o Ciencias. Yo dije hasta la especialidad que quería cubrir: periodista deportivo. Concreto. La gente decía que quería ser abogado, por ejemplo, pero no decía que quería ser abogado laboralista. Yo, periodista deportivo. Me llamaron y me dijeron '¿y tú por qué has puesto eso?'. 'Porque me vuelve loco el fútbol', respondí. De hecho, en mi casa mi madre me castigaba sin ir al fútbol los domingos, pero el sábado por la noche siempre me absolvía porque si no, mi padre tenía que ir solo al campo. También me castigaban sin leer el Marca y el AS.

Antes dijiste que tu padre era del Atlético.

Mi padre era muy futbolero y del Atleti, sí. Yo iba con él al Vicente Calderón, pero también iba al Bernabéu porque teníamos un familiar que era portero en el estadio, de esos que cortaban las entradas o estaban en los vomitorios para acomodarte. Yo me iba con él tres horas antes de comenzar el partido, me dejaba aparcado en un rincón y él hacía su trabajo. Cuando acababa el encuentro, me recogía y me llevaba a casa. O sea, que yo iba a los dos estadios, un domingo a uno y otro, al otro.

"Si descanso me muero. Y como no me quiero morir, algo me buscaré. Yo enseguida reacciono ante los reveses"

¿Y cómo empieza tu carrera?

Un primo mío tenía una agencia de prensa que se llamaba Saphan Press, daba servicio a periódicos de provincias y revistas. Era como la precursora de lo que hoy es Colpisa. Esa agencia tenía unos 20 periódicos de provincias pero no contaba con Deportes. Con 17 o 18 años, le pregunté: '¿Por qué la agencia no tiene un servicio de Deportes?'. Me dijo: 'Bueno, porque no da casi dinero, los periódicos te van a pagar muy poco y tampoco tengo a nadie que lo haga. Las revistas de corazón pagan mucho más…'. Y yo le dije que quería empezar a escribir de Deportes. Y así fue. Comencé a hacer piezas y empezaron a encargarnos cosas directamente los periódicos. Trabajábamos a la carta. Como ya me conocían, me quedé luego como corresponsal en Madrid de La Gaceta del Norte, que era un periódico muy fuerte en la época. Por eso digo, siempre les digo a las nuevas generaciones que no les importe hacer cosas para diarios más pequeños, hay que entrar, meter la cabeza. Partir de cero. En La Gaceta me di bastante a conocer y de ahí, en el 77, me fui a El Imparcial. Y allí ya me hicieron un contrato por pesao.

No me lo creo.

Sí, ya te lo he dicho antes, soy muy pesado, en eso no he cambiado, como has podido comprobar después de casi tres años hablando conmigo más que con tu mujer (risas). Raúl Cancio, una leyenda de la fotografía, dijo a Miguel Ors, que era el jefe de Deportes: 'O le decís a este "niñato pesao" si se va a quedar en plantilla o no porque no puede ser, me va a matar'. Yo no paraba. Estaba del Calderón a la antigua Ciudad Deportiva del Madrid y si no, a la Federación. Pronto me di cuenta que el periodismo estaba en la calle y yo pasaba poco por la redacción.

'Ya', 'Diario 16',' Marca', en una primera etapa, 'Claro' y 'ABC', donde te estableces como redactor jefe de Deportes y después como adjunto al director.

Efectivamente, 17 años. Y todo acaba por un ERE en 2008. Fue todo un poco extraño, la verdad. Antes de ir a la Eurocopa el director me ponía como ejemplo del jefe ideal porque ejercía como tal. Escribía, colaboraba con otros medios de radio y televisión y daba difusión al periódico. Y al volver de Austria me comunican que necesitan rebajar sueldos, pero que les gustaría mantener mi firma por encima de todo. Me dieron varias opciones. También la de pagarme un finiquito y una indemnización según el convenio laboral. Al final elegí esta última. Escogí la salida. Sabía que iba a poder trabajar con Relaño, que estaba en el AS. Años antes, en el 96, estuve a punto ya de irme con él de director adjunto a un periódico deportivo que quería sacar Prisa. De hecho, durante esa Eurocopa, en los ratos libres, fui formando una redacción. Al final, Zeta, que era una editorial muy fuerte entonces, da un paso al frente y quiere adquirir AS. La respuesta de Prisa fue comprar el AS en lugar de sacar ese periódico nuevo. Pura estrategia mediática. Entonces, Relaño y yo, que ya habíamos escrito la biografía de Alfredo Di Stéfano (Gracias, vieja), nos dimos la palabra de que si en un momento determinado de nuestras futuras carreras nos necesitábamos, nos llamaríamos. Así que cuando pasó lo de ABC, le llame y me llevó. Esa primera etapa, desde finales de 2008 a marzo de 2009, fue corta y un poco convulsa. Aquel AS, tú trabajaste allí, era un periódico de autor. Tengo que decir que el comportamiento de esa redacción conmigo fue… excepcional. Desde las secretarias a todos los redactores. A muchos los conocía del Diario 16. Todos fueron súper cariñosos conmigo, fue un recibimiento inesperado. Fue una de las pocas veces que pensé: 'Joder, vengo a mi casa, aquí ya me jubilo'. Pero sucedió el choque aquel con Relaño en una comida por, digamos, mi cercanía con Florentino Pérez. De eso ya hablé en El Mundo y tampoco voy a insistir en ello. Me despidió en un coche. No me bajé como él quería, fui a la redacción, pero era una cuestión que no podía seguir así. Y la cuerda se rompió por el lado más débil. Salí. Fue la experiencia profesional más cruda de mi vida. Con diferencia. Pero a la semana ya tenía trabajo en Marca. Me llamó Juan Ignacio Gallardo, el hoy director y que por entonces era el segundo de Eduardo Inda.

¿Qué tal la relación con Inda?

El Inda que yo conocí, en ese 2009, era un loco del periodismo. Mi padre me enseñó que en la vida siempre hay que ser agradecido con quien te ha echado una mano. Y soy más bien obediente. Recuerdo al Inda que fue mi director y nunca diré una mala palabra contra él, y eso que a veces no coincidíamos en los mismos planteamientos informativos. Ese manto de respeto y agradecimiento lo tengo y lo extiendo a todos los que me ayudaron a ser mejor periodista. Además del despido en el coche, me han pasado cosas curiosas siempre relacionadas con los ceses.

Cuéntame.

En mi segunda etapa en Marca, me llamaron por teléfono para decirme que no me podían prolongar el contrato "porque tenía un sueldo muy alto para ser colaborador y los italianos, los dueños del periódico, no lo aceptaban". Era justo el día de mi cumpleaños. Me llamó la atención la urgencia de la llamada. Yo esa tarde iba a ir al periódico, presencialmente, como todos los días. A mi interlocutor le habían dicho los de Recursos Humanos que me tenía que comunicar la situación con 15 días de antelación... pero no le dijeron que esos asuntos había y hay que hacerlos por escrito, no vale con una llamada telefónica. Aparte de estos episodios, que me fastidiaron, no lo voy a negar, nunca he sido de rajar mucho del prójimo, ni de las empresas. He estado más bien calladito toda mi vida. De hecho, ahora prefiero seguir calladito, aunque me estoy mordiendo los labios... Pero seguro que llegará el día en que deje de mordérmelos. Si no lo hago terminaré reventando.

Después de esa segunda etapa en 'Marca', colaboras con 'Mundo Deportivo'; 'AS', en una segunda etapa y 'El País', justo antes de llegar a 'Relevo'. Te miro y veo a Ancelotti, un tipo que ha lidiado con directores (presidentes) carismáticos y diferentes.

El número uno, el Anson que yo conocí en el ABC.

Te has adelantado a la pregunta.

Tengo más años que tú y me conozco el camino (risas). Si me dijeras con qué director irías a muerte, te diría con Luis María Anson. Desde el primer día conmigo se portó con cariño. No sé si porque era el redactor jefe más jovencito o porque él era también un loco del fútbol. O simplemente porque le caí bien. A pesar de las recomendaciones de mis compañeros de cargo o de los subdirectores, incluso, que me decían que nunca fuera solo a su despacho, ni le llevara la contraria en las reuniones, yo me hice el tonto y empecé a llamar a su puerta, o le decía a su secretario que le quería ver. En las reuniones si tenía que decir algo, lo decía. 'No le estoy contestando, se lo estoy explicando'…

¿De quién has aprendido más?

De muchos. Sigo aprendiendo todos los días. De Anson, por su inmenso conocimiento. Sus paseos nocturnos por la redacción eran únicos. Parecía el Papa. Del Pedro Jota de Diario 16, por su capacidad de trabajo y su rápido poder de decisión. Del Juan Pablo Villanueva y Jesús Ramos, de Marca, por su facilidad para conseguir que todo fluyera en concordia. Del Luis Infante, también de Marca, por su manera de plasmar gráficamente las ideas periodísticas con tres trazos de rotulador. De Relaño aprecio su vena como columnista diario. No es fácil poner tu sello todos los días. De Campillo valoro su fortaleza mental y física para no rendirse nunca... Ni ahora con Relevo. Yo he sido siempre más de escribir, de papel, pero ahora aprendo mucho de radio, en Onda Cero, con Edu García... Cada vez me gusta más la magia de la radio. Y, posiblemente, de quien más aprendí, aunque nunca trabajé con él, fue de José Ángel de la Casa, que acaba de marcharse a ver la final de las finales en el cielo. De él aprendí humanidad. Bonanza. Rebosaba experiencia. Yo era más abierto, su forma de ser era más cerrada. Siempre íbamos a comer juntos en los viajes, por ejemplo, y me decía que no organizara bodas, que el momento de la comida o de la cena era para estar con tres o cuatro compañeros y amigos y contarnos cómo había salido el día, la transmisión o la crónica. Era un momento para estar en confianza. Me quedo con el periodismo de antes, el de ahora...

Venga, reparte.

No, iba a decir que no es culpa únicamente de los periodistas. Nosotros tenemos la nuestra. Y puede que nuestra culpa pese toneladas, pero también la tienen los futbolistas, los entrenadores y, sobre todo, los directores de comunicación de los clubes y las federaciones, que te cierran todas las puertas. Hasta las del cielo. Por supuesto que existen honrosas excepciones que confirman la regla y ellos, además, lo saben. Antes, en mis tiempos, podías llegar al jugador, al entrenador y, luego, ya era cuestión de feeling. Era cuestión de cómo te caía él o cómo le caías tú al susodicho. Sobre todo esto último. Es verdad que antes éramos 50 y ahora 500, pero todo tiene su término medio. Ahora es imposible incluso darles la mano. Nosotros nos lo perdemos, pero ellos también. Y los más perjudicados son los lectores, los oyentes y los telespectadores.

¿Qué futbolistas se convirtieron después en amigos? Pero amigos de verdad.

La amistad-amistad es difícil de medir, pero yo podría hacer un once con entrenadores y jugadores a los que considero amigos. Mira, ahora me viene, el libro que me falta por escribir es el que aglutine todas mis conversaciones con Luis Suárez, Alfredo Di Stéfano, Luis Aragonés y Vicente del Bosque. Los cuatro jinetes de mi Apocalipsis. Y el orden de los factores no altera el producto. Una obra en la que pudiera plasmar mis conversaciones y mis vivencias con ellos. A estos cuatro grandes les considero amigos desde la admiración. Sólo queda vivo Vicente, pero los otros tres son inmortales para mi memoria. Para mí sería un orgullo impresionante. Este es el libro que me queda por escribir y además ninguno de ellos, creo, tiene, afortunadamente, jefe de prensa. Lo mismo lo consigo.

Enrique Ortego charla con Di Stéfano.
Enrique Ortego charla con Di Stéfano.

Aparte de ese libro que, intuyo, está en tu cabeza. ¿Qué te queda por hacer aún?

Me queda… Escribir mis memorias. No, es broma. No tengo memoria para ello y no he sido muy de tomar notas sobre mí mismo. Algún compañero/amigo me anima a que cuente mis batallitas de 50 años de profesión. Cuando cuento alguna les hace gracia. Pero no es el caso. Me conformo con seguir siendo feliz en mi profesión hasta el último día que ejerza. Mientras esté bien de la chola y tenga ganas, aquí estaré dando guerra. Es lo que me apasiona. Además, me gustan todos los géneros del periodismo. Una noticia de verdad, de las de antes, de las que dabas tú solo, en exclusiva, me pone cachondo. Una entrevista, una crónica igual, o más. Un buen reportaje... con muchas palabras de los protagonistas. Mientras me guste y tenga ganas, intentaré ejercer el periodismo. El día que no tenga dónde hacerlo, pues nada, me iré a tomar una cerveza y un plato de jamón, a hacer deporte o pasear con los amigos y a contarles esas batallitas. Además, siempre me quedará el fútbol como tal. El juego. Me gusta muchísimo. Lo intento entender, me intento preparar. Ahora es muy fácil prepararse, con todas las televisiones, las plataformas, pero antes… Para hacer un reportaje del Moss, por ejemplo, te tenías que ir una semana a Noruega. Gracias a ello, he conocido mucho mundo y a los grandes entre los más grandes: Pelé, Maradona, Di Stéfano, Cruyff, Sacchi, Beenhakker.... Decenas. Todo eso se ha perdido. Ahora los medios no quieren invertir dinero en esos viajes que te acercaban a las estrellas del balón, pero también a los personajes más desconocidos. Los periodistas de mi época tuvimos mucha suerte y no lo sabíamos. Nos hemos enterado del privilegio que vivíamos con el avance del nuevo siglo. Hay que adaptarse a todo. Y yo tengo siete vidas, al menos profesionales, chaval...