OPINIÓN

España abusa de mirarse al espejo

Cucurella pelea con Frimpong. /

El fútbol actual no permite mirarte al espejo más de la cuenta, ni tampoco recrearte en tu suerte por muy campeona de Europa que seas. Y menos cuando enfrente tienes una selección que cuenta con buenas individualidades y también entiende que al fútbol se juega con el balón y a través del balón. Holanda, en eso, juega a lo mismo que España y, por eso, a lo largo del partido estuvo más cerca de la victoria que de la derrota. El empate final de Merino premia el último arreón de una Selección que sufrió más de lo habitual, pero que se ha acostumbrado tanto a ganar que se resiste a no lograrlo, aunque durante mucho minutos estuviera a merced de lo que proponía el contrario, que era más que lo suyo.

A pesar del tempranero gol de Nico Williams, Koeman sacó adelante su plan de juego. Lo tenía muy claro. Meridiano. Llevamos el balón a las bandas y allí explotamos el mano a mano contra los desasistidos laterales españoles. Bien sabía el técnico 'oranje' que los extremos enemigos iban a echar pocas manos en defensa, por no decir ninguna. Tarde o temprano los contrarios tenían que darse cuenta que esta España que quiere ser siempre protagonista en ataque, también tiene sus puntos ciegos en defensa. Por momentos, parecía como si se trasladase a la Selección lo que hace un par de meses ocurría en el Real Madrid. Yamal y Nico Williams eran como Vinicius y Mbappé. En la fase ofensiva y con el balón en los pies, máxima repetición de esfuerzos. A la hora de defender y con el contrario atacándote, escasa participación.

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Pasa en el Madrid y sucede en la Selección. Ante rivales con personalidad, liberar absolutamente a dos jugadores de tareas defensivas es un riesgo. Así lo entendieron Frimpong y Gakpo. El primero mareó a Cucurella a base de regates en corto. El segundo desubicó a Porro a base de carreras en profundidad a los espacios. Dos extremos que se comieron a dos laterales y permitieron a Holanda someter a una España que había comenzado con mando en plaza de la mano de un Pedri que dominaba el juego interior.

Dentro de la noche discreta, la Selección de De la Fuente sí dejó claro que sabe agarrarse a las circunstancias para no conjugar el verbo perder. En esta ocasión, fue una superioridad numérica tras la expulsión de Hato. Con uno más y confianza en su estilo. España terminó jugando en el área rival y consiguió un empate que maquilla el resultado teniendo en cuenta que existe un partido de vuelta en casa, pero que no debe ocultar las carencias mostradas en muchas fases del encuentro.