EUROCOPA | ESCOCIA - SUIZA

Andy Robertson, el acomodador que trabajó vaciando cubos de basura y pensó en dejar el fútbol

El capitán de Escocia trabajó de azafato en Hampden Park y llegó a acompañar a su asiento a Vincent Kompany. Su historia es la de quien no creyó en "cuentos de hadas".

Robertson, capitán de Escocia, durante un partido contra Países Bajos./AFP
Robertson, capitán de Escocia, durante un partido contra Países Bajos. AFP
Jordi Cardero

Jordi Cardero

Andy Robertson le hizo una promesa a sus padres: si no lograba un contrato decente en un equipo de fútbol, al año siguiente se centraría en la universidad. Todavía escocía la cicatriz de cuando el Celtic le descartó por ser demasiado bajito. Con esfuerzo, entró a formar parte de la plantilla del Queen's Park, de la tercera división. Mientras tanto, combinaba el balón con trabajos temporales, como barrer terrazas o incluso hacer de acomodador en Hampden Park, el estadio donde juega Escocia. Acabó haciéndose un hueco en el fútbol profesional. Hoy capitanea en la selección, que busca rehacerse contra Suiza tras el estrepitoso debut en Múnich.

"Pocas cosas me molestan. Pero si hay algo que sí lo hace es que digan que mi carrera es un cuento de hadas. No ha habido magia. No gané la lotería. La razón por la que soy futbolista del Liverpool es la misma por la que soy el capitán de mi país: me he dejado los cojones para llegar hasta aquí", aseguraba Robertson en The Players Tribune. Su carrera invita a romantizar, a pintar de literario un camino que cerca estuvo de quebrarse. Él se ocupa de que no sea así.

Mientras jugaba en el Queen's Park, Robertson twitteó sus frustraciones. A los 18 años, publicó: "la vida a esta edad sin trabajo es una mierda. Necesito un trabajo". Con 18 y menos, muchos jugadores brillarán en la Eurocopa. Él, sin embargo, seguía picando piedra. Barrió suelos y limpió terrazas. Con su primer sueldo se compró un Renault Clio. Con 19 años, trabajó de acomodador en Hampden Park. En un partido de la selección, tuvo que acompañar a Vincent Kompany a su asiento. Le dio el programa del partido. Cinco años después, le ganaría tres veces en una temporada.

Robertson creció yendo cada fin de semana al Celtic Park, con posters de Henrik Larsson en su habitación. De pequeño entró a jugar en su cantera. Jugaba más adelantado y su padre le daba dos libras por cada gol que anotaba. Una temporada, se llevó más de 70. Un año antes de firmar su primer contrato profesional, con 15, el Celtic lo descartó. Su madre lo llevó a su restaurante favorito para tratar de animarlo, pero Andy no probó bocado.

Más tarde apareció el Queen's. Allí cobraba seis libras la hora, sueldo que complementaba con los otros trabajos mencionados. "La gente siempre me pregunta por la presión de jugar para el Liverpool. Está ahí, se siente. Está esa presión y luego está la de jugar por tu vida, sabiendo que si no lo consigues, tendrás que dejar de hacer aquello que te encanta. Es la presión más fuerte que he sentido nunca", reflexiona Robertson. "Entonces fue cuando empecé a creer verdaderamente en mí. Quizá, por primera vez en mi vida, porque no tenía otra opción", añade. Por detrás, unos padres que le invitaban a comenzar a mirar qué carreras le interesaban.

"Cuando me dedicaba a vaciar cubos de basura, nunca pensé que llegaría a jugar la Champions"

Andy Robertson Futbolista del Liverpool y capitán de Escocia

"He vivido mucha vida de verdad. Cuando me dedicaba a vaciar cubos de basura, nunca pensé que llegaría a jugar la Champions League", reconoce. Un tiempo después, fichó por el Dundee United. Un contrato profesional, la primera división de su país. Un año después, el Hull City le llamó. Segunda división inglesa, un pasito más. En 2017, al Liverpool. "Cuando escuché que me querían, llamé a mi agente al instante. No pude firmar el contrato más rápido", reconoce.

La revisión médica duró dos días. Entre ellas, un test de lactancia. Le mandaron a correr por Melwood, el que fue centro de entrenamiento de los reds. Notaba algo raro en el estómago. Acabó arrodillado. "Allí habían entrenado leyendas como Dalglish, Rush, Gerrard... Y ahí estaba yo, vomitando delante de los médicos del club. Si la primera impresión es la que cuenta, Dios sabe qué pensaron de mí", bromea.

La primera sonrisa de Klopp la escuchó a un kilómetro

"Al día siguiente conocí a Klopp. Escuché su risa a un kilómetro de distancia. Obviamente, se había enterado de mi test. Me di la vuelta y estaba viniendo hacia mí, frotándose la barriga y señalándome. Luego me dio un gran abrazo y me relajé", cuenta. Durante los primeros meses, a Robertson le costó afianzarse en la banda de Klopp. Con el tiempo, acabaría formando una de las mejores parejas de laterales de la historia de la Premier League, junto a Alexander-Arnold. De hecho, son los dos defensas con más asistencias en esta competición: 59 para Andy y 58 para Trent.

"Ahora que tengo dos niños, mi mensaje es más importante que nunca. No quiero que piensen que su padre simplemente tuvo suerte. Si no te rindes y sigues creyendo en ti cuando los otros dudan, puedes hacerlo. Nunca quise ser un referente. Pero si tengo que serlo por algo, que sea por esto", cierra. En una época posmoderna bañada por los mensajes endulzados por teóricos coaches e influencers, las historias de verdad irrumpen como puños. "¿Cuentos de hadas? Eso para dormir".