Hinchas de Turquía y Georgia se pelean dentro del estadio bajo un diluvio en Dortmund

Dortmund no pudo ser una fiesta como el pasado sábado entre Italia y Albania. Las previsiones de lluvia habían anulado la estancia de la Fan Zone mientras que la mayoría turca, pues en Alemania residen tres millones, restaba colorido a un partido tan rojo como lo fue el del sábado por los 50.000 albaneses. Pero la lluvia hizo acto de presencia de forma torrencial. Los aficionados se refugiaban en terrazas cubiertas, otros en las marquesinas del tren o debajo de los árboles. Los más valientes e inconscientes la desafiaban, incluso sorteaban los charcos cuál saltador de longitud. Hasta que ambas aficiones se encontraron en el campo. Y hubo chispazos.

En uno de los córners, donde se juntaba la cuantiosa finalmente afición georgiana y un grupúsculo de turcos que daban colorido rojo junto a esa zona, se inició una pelea entre aficionados. Como no podía alcanzarse unos a otros por la presencia de una valla y del hueco debajo del marcador, empezaron a agolparse en los límites y a lanzarse botellas. La Policía tuvo que pedir refuerzos y, de forma coordinada, logró reducir la situación.

Desde ese momento, justo antes de que los equipos saltasen a calentar, un cordón policial de un centenar de fuerzas de seguridad se instalaron en la zona y reubicaron a los aficionados turcos, por lo que en esa grada mayoritariamente se quedaron solo los ruidosos georgianos.

El altercado no fue representativo, pues alrededor del estadio se mezclaban ambas banderas, y en el centro de la ciudad, a diferencia del Inglaterra-Serbia con la presencia de los albaneses, todo fue familiar y tranquilo. Para Georgia, su presencia en esta Eurocopa es histórica. Para Turquía, una oportunidad de conseguir una buena clasificación y recordar grandes épocas, como aquel Mundial de Corea del Sur y Japón de 2002 cuando alcanzaron las semifinales.