Eslovenia se revela sonrojando a Inglaterra y echando a Serbia de la Eurocopa
Los de Matjaž Kek logran la clasificación y presentan al combinado esloveno como revelación de la Euro 2024.

La Eurocopa 2024 comenzó con pocas sorpresas y pocos equipos que pudieran mostrarse como tal. A lo largo de la fase de grupos, sin embargo, Eslovenia se ha acabado destacando como una de las más llamativas, no sólo por meterse en octavos de final, un hito en la historia del combinado esloveno, sino también por cómo se ha desarrollado a lo largo de sus tres partidos jugados, uno de ellos, ante una de las grandes favoritas al torneo.
Eslovenia ha dejado claro que por encima de las dudas que suscitaban sus opciones sobre el papel, el rendimiento en el campo era el que iba a marcar su verdadera identidad en la Eurocopa. A bordo de una plantilla llena de jugadores casi desconocidos para el gran público, más allá de un puñado de futbolistas más destacados, los de Matjaž Kek han logrado superar todas las expectativas con su camino en Alemania.
"Hoy seamos felices, pero mañana volveremos al campo y nos prepararemos para nuestro próximo rival. Hemos demostrado que merecemos estar aquí"
Seleccionador de EsloveniaQue puedan o no pelear de cara a octavos de final va a depender de su rival y, sobre todo, de si pueden calcar y evolucionar la cara mostrada en fase de grupos, donde la capacidad de competir ante cualquiera los ha llevado a la siguiente ronda. Un equipo con matices lo suficientemente serios y destacables como para valorar el trabajo del seleccionador y de la plantilla y creer en que esta racha puede alargarse a octavos de final si tienen suerte en el encuadre. Puede parecer excesivamente optimista creer en una Eslovenia en cuartos de final, pero a 90 minutos todo es posible con la fortaleza que mostraron en el Grupo C.
Un equipo estructurado, serio y con futuro
Y es que uno de los grandes artífices de las sensaciones de este equipo precisamente habita el banquillo. Matjaž Kek ha hecho competir a Eslovenia en cada escenario con la misma presteza y con los mismos principios, sabiendo leer las dificultades de cara rival y, sobre todo, midiendo sus propias características, bebiendo de su propio autoconocimiento para limitar los errores y potenciar sus virtudes.
Puede parecer que esta Eslovenia no tiene grandes cosas, pero las utiliza muy bien. De ahí que su gusto por un tradicional 1-4-4-2 se entienda a la perfección conocidas sus principales armas en ataque: Šeško y Šporar. Las dos puntas de lanza no sólo garantizan alargar el campo para los eslovenos y tirar del rival hacia atrás, sino que son valores seguros a la hora de generar peligro al rival ante cualquier balón directo dirigido a sus cabezas o al espacio. Aunque en ambos casos la puntería no ha sido su fuerte, la realidad es que la presión de ambos al rival marca el primer punto fiable de esta misión colectiva por la que apuesta Matjaž Kek.
Una apuesta en la que viene incluida una defensa muy sólida, especialmente asentada en la posición de un meta de primer nivel como Oblak, pero que ha crecido gracias al buen rendimiento de la línea defensiva. Algo que ha permitido que, en los tres partidos de fase de grupos, los doce tiros a puerta concedidos a sus rivales (muy pocos si se tiene en cuenta la media de posesión del equipo, que ronda el 32% en esta fase de grupos) sólo han significado dos tantos para los rivales (uno Dinamarca y otro de Serbia). Todo esto habla de una gran gestión defensiva, clave en el mantenimiento de una baja creación de oportunidades defensivas y la gestión positiva de los duelos, pero también para ser esencial en la búsqueda de esos balones largos en ataque citados anteriormente.
A juzgar por la disposición en 1-4-4-2 y de esa tendencia a llegar arriba de manera directa, podríamos caer en la tentación de pensar que la línea intermedia no reviste importancia en el rendimiento de Eslovenia, pero nada más lejos. La dupla interior, está formada por dos perfiles con físicos imponentes, pero dotados de una capacidad enorme para gestionar el balón con solvencia en corto y buscar los huecos con facilidad en largo (especialmente llamativo y destacado Timi Elsnik). Así, tratan de conectar regularmente con la dupla exterior (Jon Stankovič, más reposado, y Mlakar, más vertical, con el apoyo de los minutos de un gran efectivo experimentado como Josip Iličić), perfiles rápidos, verticales y creativos, que aumentan las prestaciones tanto en ataque, sirviéndose de esa profundidad para tratar de alimentar el área con balones a los delanteros, pero también defensivamente, con ayudas recurrentes a los laterales, también muy presentes ofensivamente (los autores de los goles eslovenos son Karnicnik y Janža, ambos laterales diestro y zurdo respectivamente).
Un equipo con las ideas claras, que sabe juzgar sus límites y que lleva la coherencia y la competitividad a un plano humilde en el que tratar de aprovechar cada circunstancia de juego y cada perfil de futbolista. Sin inventos fuera de lo común y con un plan nada enrevesado, Matjaž Kek ha logrado crear una Eslovenia solvente que ya se presta a comparación con las que, a lo largo de la historia, se ha presentado en las diferentes competencias internacionales. Algo que habla bien de Eslovenia y mejor de la propuesta del técnico.
De un punto a otro del campo, solvencia y futuro
Pero no hay que olvidar que uno de los puntos clave de estabilidad en la selección eslovena parte de sus figuras. La experiencia de Oblak pone las raíces en un equipo que se construye desde la solvencia defensiva. Su figura es esencial. Un jugador que por su peso y trascendencia logra cultivar la confianza necesaria de los suyos para liderar un equipo con pocos jugadores experimentados o con poso en grandes eventos. El guardameta es la figura a la que mirar cuando se duda y, generalmente, responde con garantías.
"Hago hincapié nuevamente en la fortaleza mental de este joven equipo por primera vez en un torneo tan grande. Han mostrado sus verdaderos colores"
Seleccionador de EsloveniaAl otro lado del campo, en la oposición antagónica del delantero centro, se encuentra la figura de Šeško, que sigue creciendo a una velocidad asombrosa al amparo de un contexto en el que le dan oportunidades de ser vital en finalización y que empieza a entender que el ocaso de figuras esenciales como Iličić no significa el final de las garantías ofensivas de Eslovenia. Destacadísimo y muy joven, el ariete debería hablar del futuro que le espera a una selección que, por perfiles y circunstancias, debería seguir creciendo y creando nuevos ídolos.
Un rendimiento contrastado para ser una de las grandes revelaciones
Que cuatro de los mejores terceros vayan a octavos abría la puerta a muchos que, como Eslovenia, querían soñar en la Eurocopa. Y a pesar de que el formato ya aseguraba presencias llamativas, es sorprendente que Eslovenia sea una de ellas en un grupo en el que a priori todos los combinados estaban por encima de ellos, con plantillas, rendimientos y trayectorias que tenían por debajo la corta experiencia de los eslovenos en grandes torneos.
Ante Dinamarca, en el primer duelo, se presentó Eslovenia como un conjunto solvente, con pocos errores y con mucha concentración para tratar de hacer efectiva cada ventaja. Ahí es donde se hizo fuerte el equipo, tratando de aprovechar las ocasiones (sin demasiado efecto, con sólo dos goles a favor) y tratando de minimizar las del rival (aquí más acertados, con sólo dos goles en contra). Precisamente con los daneses han tenido una relación particular, con un empate tan marcado que sólo una tarjeta amarilla ha sido capaz de desempatar la posición de ambos una vez jugadas las tres jornadas del Grupo C.
El puntito más candente era Serbia. Ya no sólo por la relación que les unía antes de la escisión eslovena de Yugoslavia, sino por el estatus de favorito que siempre arrastran los serbios en las competiciones internacionales. Un rango que, como es también costumbre, no saben defender en el tapiz verde. Ahí precisamente es donde Eslovenia ha sabido defenderse. 'In extremis'. Luka Jovic "robó" un empate a Eslovenia cuando la victoria estaba ya casi asumida. Ese sorbo de aire y de esperanza no tuvo efecto tras la apática última jornada, en la que ni serbios ni ingleses supieron imponerse y dejar fuera a los de Kek.
Y la más destacada, precisamente, era Inglaterra. Un equipo que no fue capaz de marcar su clara superioridad colectiva e individual en una última cita en la que ni siquiera fueron capaces de abrir el marcador. Este último partido no sólo culminó con la clasificación a octavos de final, sino que asentó las sensaciones de que Eslovenia merecía un espacio entre los más destacados del torneo, sabiendo detener a una Inglaterra muy apática, pero, aun así, con excelentes mimbres.
La actual generación está en disposición, por tanto, de poder mantener que los mitos del pasado, que alimentaron las esperanzas de una gran generación eslovena de garantías, han sido superados con claridad. Eslovenia es hoy un conjunto que se ha posicionado con merecimiento como uno de los mejores dieciséis equipos de Europa, algo que probablemente estaba muy lejos de llegar a lograrse por la desaparecida generación de Zahovic y cía.