EUROCOPA | ESPAÑA 2 - FRANCIA 1

Fiesta atípica entre el cansancio y la final: 'Potra Salvaje' en el bus, la familia de Nacho con Mbappé y sólo copas para los directivos

Los futbolistas terminaron la semifinal exhaustos: "No puedo más". El excapitán del Real Madrid coló a sus hijos en el vestuario para conseguir una foto con Kylian.

Los jugadores de la Selección, con Dani Olmo en primer plano, celebran la victoria ante Francia. /RFEF
Los jugadores de la Selección, con Dani Olmo en primer plano, celebran la victoria ante Francia. RFEF
Manuel Amor
Alfredo Matilla

Manuel Amor y Alfredo Matilla

Múnich (Alemania).- España está en la final de la Eurocopa a base de romper prejuicios (poco talento individual, ausencia de estrellas, demasiada juventud…) y de confirmar tópicos (la importancia del grupo, la unidad del vestuario, la sintonía con el entrenador…). La Selección todavía festeja a esta hora una victoria de las que se recordarán durante años. Lamine, un crío que ha viajado a Alemania con una autorización maternal y que celebrará el sábado sus 17, fue capaz de tumbar a la subcampeona mundial y generar mayor temor que Mbappé.

De la Fuente: «Hemos visto la genialidad de un genio: celebro que Lamine sea español».

A pesar de la grandeza de lo conseguido y de la alegría que inundó el vestuario ("¡La hemos liado!", gritaba De la Fuente), la rutina pospartido no ha seguido ningún curso extraño. Estos futbolistas, que juegan y se entrenan sin vacaciones desde hace más de un año, no se permiten ni un lujo. No hubo fiesta en Múnich ni amago de ella; volvieron a su hotel, se acostaron y a las 10:00 pusieron rumbo al aeropuerto para volar a las 11:00 hacia Stuttgart, de donde se desplazarán en carretera a la Selva Negra. Seguirán exactamente el mismo plan que desde que arrancó la Euro: ejercitarse a diario en Aasen y viajar a Berlín el sábado, en la previa del encuentro ante Países Bajos o Inglaterra.

El autobús que les transportó del estadio a la cama, eso sí, se transformó en una discoteca y en una fuente de vaciles para Lamine, Nico y un Fermín que siempre anima. La primera canción que sonó a todo trapo fue la que España ya ha escogido como banda sonora: el remix 'Potra Salvaje' de Isabel Aaiún, lanzada al mercado en 2021 y que ha alcanzado ahora su punto álgido de fama, en buena medida, gracias a Morata, Rodri y compañía. La felicidad era inmensa… y se mezcló con el cansancio cuando se superó el pico de dopamina.

Los jugadores terminaron la semifinal exhaustos ("no puedo más"), casi sin fuerzas y con ganas de llegar cuanto antes a Donaueschigen para someterse a las terapias de la NASA que favorecen su recuperación. Rodrigo, sin ir más lejos, será uno de los primeros en pedir turno para acudir a la cámara hiperbárica: acabó muy cansado y, según pudo saber Relevo, hasta le pidió el cambio al banquillo en el tramo final. Después decidió aguantar y resistir en el campo el último arreón de Francia. Lleva más de 5.500 minutos desde que empezó la 23-24 y su cuerpo empieza a pedir un descanso.

Morata sale del estadio tras la victoria ante Francia con una pequeña cojera.

El otro internacional que preocupa es Jesús Navas, que sufrió molestias en la dichosa cadera después de exhibirse durante 58 minutos en el lateral derecho. Morata, en principio, no tiene nada más allá del dolor instantáneo que corrió por su rodilla tras recibir un golpe de un empleado de la Federación. En Lamine, al que se intenta dosificar en partidos y entrenamientos; Nico, que ayer sufrió ante Kounde; u Olmo, también fatigado, habrá puesto un ojo en las próximas horas. Pedri y Ayoze son las únicas bajas seguras para Berlín y Carvajal y Le Normand llegarán frescos tras cumplir sanción.

Nacho, con Mbappé

Los instantes posteriores a la conclusión del choque dejaron algunas estampas curiosas. El buen rollo entre españoles y franceses quedó patente: Dembélé abandonó el Allianz en charla amistosa con Ferran Torres y Pedri; y Carvajal, Nacho, Mendy y Camavinga conversaron durante un largo rato en el túnel de vestuarios. De hecho, Mendy actuó como maestro de ceremonias para colar a Nacho en el vestuario de les 'Bleus' y que los hijos del ya central del Al-Qadsiah pudiesen fotografiarse con Mbappé. Cumplieron su objetivo.

Otro momento bonito lo vivió Cucurella, que por fin empieza a sentir en su país el reconocimiento que casi siempre se le ha negado. Después de sufrir los pitos de la afición alemana, y mientras jugaba al fútbol con sus vástagos en la portería donde todavía se ubicaban miles de seguidores españoles, el fondo del coliseo se tornó en un clamor: 'Cucu, Cucu…'. Él, agradecido, respondió con aplausos y tocándose el pecho en señal de gratitud.

Los únicos que postergaron la velada por las calles de la capital de Baviera fueron los directivos. Ellos, eufóricos, sí se permitieron la licencia de salir a tomar una copa y celebrar que España se encuentra a un paso de levantar su cuarta Eurocopa. En el palco hubo hasta diez presidentes territoriales de 23: Joan Soteras (Cataluña), Salvador Gomar (Comunidad Valenciana), Pablo Burillo (Castilla-La Mancha), Juan José Arencibia (Las Palmas), Cuetos Lobo (Asturias), Rafa Louzán (Galicia), Jacinto Alonso (La Rioja), Kepa Arrieta (Álava), Manolo Torralba (Aragón) y Sergio Merchán (Extremadura). No todos alargaron la noche, pero sí unos cuantos. Regresarán todos (y más) para la final desde el propio sábado.

España celebra el pase a la final en el bus con 'Potra Salvaje'. RELEVO

Pedro Rocha tampoco escondió su entusiasmo. El todavía presidente de la RFEF viaja en el autobús con sus futbolistas y felicitó a unos cuantos cuando se subieron. El triunfo lo paladeó con gula porque pudo ser el último: hay posibilidades de que el TAD falle esta misma semana e inhabilite al extremeño antes de la finalísima. María de los Ángeles García Chaves, alias Yaye, vicepresidenta y encargada de coger el testigo si eso ocurre, le acompañó en la tribuna entre comentarios en tono de broma de "Calienta, que sales".

Otro bocado de felicidad lo pegó Pedro Chueca, histórico fisioterapeuta que dejará La Roja al terminar el campeonato. Él, a sus 63 años y tras ser operado a corazón abierto, considera que es el momento de dar un paso al lado. Lamine, que podría ser su nieto, querrá dedicarle una última alegría en el Olympiastadion y seguir poniendo en pie a un país enamorado de su Selección.