EUROCOPA | RUMANÍA

La vida de goles, champán y redención de una vieja estrella de Rumanía: "Fallé como hombre"

El delantero que jugó en Espanyol, Milán o Mónaco repasa su carrera a las puertas de una Eurocopa que ilusiona a Rumanía.

Florint Raducioiu, durante el encuentro de conmemoración de los 30 años del Mundial de Estados Unidos. /IONUT IORDACHE (GSP.PRO)
Florint Raducioiu, durante el encuentro de conmemoración de los 30 años del Mundial de Estados Unidos. IONUT IORDACHE (GSP.PRO)
Alberto Martínez

Alberto Martínez

Los golpeos de Gica Hagi, la serenidad de George Popescu, las paradas de Prunea o los férreos marcajes de Belodedici... Y los goles de Raducioiu, claro, que marcó cuatro en aquel inolvidable Mundial de Estados Unidos, el mayor orgullo de una selección que llega a la Eurocopa con aires renovados. De Iordanescu padre a Iordanescu hijo y con historias de jugadores actuales que no son tan profundas como las de aquella selección. O las del propio Raducioiu, quien ha vivido una carrera de luces y de algunas sombras. Quien se redimió tras perderse cuando colgó las botas y ahora es una de las estrella de la televisión de su país.

Raducioiu jugó en el Espanyol de Camacho y en el Milán de Capello que le metió cuatro goles al FC Barcelona en la final de Atenas de 1994, cuando se desmoronó el Dream Team (4-0). Después pululó por equipos en busca de la gloria perdida, y fue entrenado por Joachim Low o Didier Deschamps, quienes saben lo que es por ejemplo ganar un Mundial. Ahora atiende a Relevo desde Bucarest para explicar su vida y las sensaciones de un país que también poblará las gradas alemanas.

Rumanía se clasificó para la Eurocopa justo 30 años después de aquel inolvidable Mundial de Estados Unidos donde fuiste un héroe. ¿La gente vive ahora el fútbol igual que antes?

La gente se ha alejado bastante del fútbol, son más fríos, aunque ahora está más cerca de la selección gracias a la calificación para esta Eurocopa y también a que la prensa es más positiva. Habrá muchos espectadores porque en Alemania hay una gran colonia rumana. La gente espera que pasemos el grupo. Iordanescu ha comentado que es el objetivo.

A ti te entrenó el padre. ¿Qué diferencias hay entre el uno y el otro?

El de ahora es más sociable, se preocupa de comunicar mejor y de estar más cerca del jugador. Tiene las mismas cualidades, pero es más empático y está cerca de los futbolistas. En una entrevista, Marcelo Lippi comentaba que si no eres capaz de entrar en el alma de los jugadores y explicarles el porqué de las cosas, no te puedes dedicar al más alto nivel.

Pero el padre también entró en vuestra alma...

Le teníamos un gran respeto. Preparaba de manera perfecta los partidos. Ante Colombia en el debut en aquel Mundial nos dio un papelito a cada uno con las cualidades del adversario y sus puntos débiles. Era minucioso. Comunicaba bien lo que quería pero marcaba las distancias. Éramos como un hijo para él en todos los sentidos. Cuando ganamos el primer partido nos dimos cuenta de que teníamos una gran oportunidad por delante. También nos acompañó la suerte.

Los resultados los sabemos quienes ya peinamos alguna cana, pero ¿qué no se vio de aquel Mundial de 1994?

Ganamos cuatro partidos en un Mundial y nos fuimos todos llorando. Hubo muchas emociones. Después de ganar a Colombia, Iordanescu permitió que nuestras mujeres acudieran al hotel y estuvimos comiendo en familia y luego se quedaron por la noche con nosotros en las habitaciones. Después del partido ante Estados Unidos también tuvimos un gran recuerdo. El cónsul rumano que vivía en Los Ángeles nos invitó a una barbacoa. Yo solo estuve una hora porque luego me escapé con mi mujer, pero me quedo con ese espíritu nacional rumano.

¿Y el pueblo americano?

La alcaldesa de la localidad en la que nos alojábamos, Arcadia, nos hizo ciudadanos de honor y nos dieron un diploma. Fue emocionante para nosotros. Habíamos sido un país comunista, sin democracia, y el hecho de que los americanos apreciaran así a los rumanos fue algo único para todos. Salíamos de un país que era pobre y que estaba relegado. Mis padres vivían lejos de la política y yo no tuve problemas. Fui futbolista, vivía a 15 minutos del estadio y Lucescu confió en mí con 15 años. Allí empezó mi historia en el fútbol.

Su historia debe ser común en aquella selección. ¿De dónde salía tanta calidad?

Era una plantilla con una personalidad grande, con jugadores como Hagi, Popescu, Dumitrescu... Siempre digo que éramos como la botella de vino que se abre en el momento adecuado. No teníamos nada que perder, éramos peligrosos y nos ayudó la primera victoria ante Colombia. Fuimos como Bulgaria.

¿También fumaban como ellos?

Salvo el portero Prunea... No hay más casos. Nosotros éramos un grupo disciplinado controlado por un general del ejército como Iordanescu.

Hagi y Raducioiu, en el acto de 30 años conmemorativo de Rumanía.  IONUT IORDACHE (GSP.PRO)
Hagi y Raducioiu, en el acto de 30 años conmemorativo de Rumanía. IONUT IORDACHE (GSP.PRO)

¿Y sobre el césped con qué se queda?

Marqué cuatro goles, y ese récord es difícil de superar. Hubo grandes partidos como el que jugamos ante Argentina, aunque yo ese día no pude participar al estar sancionado, y esos cuartos de final ante Suecia en San Francisco con 80.000 espectadores... Marcamos en la prórroga pero perdimos en los penaltis. Ellos eran fríos y nosotros estábamos excitados. Un reflejo del carácter.

Más allá de aquel Mundial, tuviste una carrera en grandes clubes hasta que colgaste las botas en el Mónaco, con Deschamps de entrenador. ¿Cómo era?

Eran sus comienzos. Había otros jugadores conocidos como Simone, Márquez, Panucci o Jugovic. Nos dijo a los veteranos que intentaba hacer un nuevo equipo. Intenté irme pero al final me quedé. No sé que tienen los grandes entrenadores, como decía Rossi, pero casi todos son centrocampistas. Se veía que era un gran entrenador. Yo fui profesional y un año y medio después la competición le dio la razón a Deschamps con aquel Mónaco que perdió la Champions ante el Oporto de Mourinho. Creó un gran equipo. No puedo hablar mal de él.

Y se retiró...

De todo aquello ya pasaron más de 20 años... Antes los jugadores no teníamos tantos asesores y me cogí un año sabático, de disfrutar después de tanto tiempo jugando. Pero tienes que tener las ideas claras, y no fue mi caso. Y crees que el dinero va a durar. En mi caso perdí nueve años en Mónaco y fallé como hombre. Ya lo he explicado: Mónaco, champán, bling bling... Si pudiera volver al pasado hubiese trabajado para demostrar a mi familia que podía hacerlo.

"Mónaco, champán, bling bling... Perdí nueve años de mi vida. Fue un error como hombre"

¿Y cuándo hizo el click?

De un día para otro. Volví a Italia y estudié para ser entrenador, pero me di cuenta de que no todos podemos ser Guardiola. Hay muchos futbolistas pero pocos entrenadores. Hay que gestionar grupos, resolver problemas... Aquí en Bucarest entré en la televisión y estoy muy contento. Si hubiera tenido otro carácter mi carrera hubiera sido más completa, pero me faltó ser más diplomático con los entrenadores. Ahora soy una persona diferente.

¿A qué se refiere?

Era un poco impulsivo, un poco caprichoso, no aceptaba que me chillaran. Me entendí muy bien con Lucescu. También con Camacho cuando jugué en el Espanyol. Con el que tuve más problemas fue con Harry Redknaap en West Ham. Se han escrito muchas cosas, hasta libros. Tenía orgullo y a veces un "ok, míster" hubiera bastado.

¿Por eso no triunfó en el gran Milán?

Sí, me equivoqué. Un día regresé de la selección con un tobillo inflamado y Capello se había quedado sin delanteros. Le dije que tampoco podía jugar, y debería haberme ofrecido. No me perdonó y ya no jugué más.

¿Siempre era tan estricto Capello?

Sí, lo era, pero en aquel capítulo me equivoqué. Hasta Lucescu le dio la razón a la postura de Capello.

¿Fue una etapa para olvidar?

No, me llevo de todo, como coincidir con Van Basten, mi ídolo. Tengo una foto inolvidable en el vestuario de Atenas cuando ganamos 4-0 al Barça en la final de la Champions. Cuando me sentaba a su lado en el vestuario, siempre estaba nervioso.

¿Cómo recuerda aquel Calcio lleno de estrellas?

Llegué de joven al Bari. Lucescu me recomendó irme a Bélgica, que era una liga menos fuerte, pero no le hice caso. Descubrí la presión, el agobio de la gente, de los medios. Me afectó mucho. Al delantero solo lo medían por los goles y hubo momentos en los que no estuve acertado. Empecé incluso a vestir distinto. Jugaba con Maradona, Klinsmann, Van Basten, Gullit, Batistuta... Era un sueño para mí.

Y donde existían esos famosos productos que se inyectaban antes de los partidos y que ya hablaste tú o Dino Baggio...

Como ya dije, lo que puedo decir es que con el Brescia nos administraban inyecciones con un líquido rojo, era como sangre. Los doctores nos decían que era un tipo de vitamina para que el músculo no se fatigara. Era normal, en Milán tomábamos unas pastillas. Solo hacíamos esas cosas en el Calcio.

"Nos administraban inyecciones con un líquido rojo... nos decían que eran vitaminas"

¿Pero pasabais controles de dopaje?

Sí, de orina. Yo me encuentro muy bien a mi edad. Como sucedieron las muertes de Vialli y algún otro jugador salió este tema, la gente su hizo preguntas, pero entiendo que es solo una fatalidad.

¿La etapa del Espanyol la recuerdas con más cariño?

Me encantaría volver a Barcelona. De niño veía el Mundial de España en mi casa, con Paolo Rossi goleado a Argentina o Brasil en Sarrià. Esa fue una de las razones que me empujó a fichar por el Espanyol. Tenía ese estadio en la cabeza. Marcaba goles donde lo hacía Rossi. ¡Cómo es la vida! Con Camacho viví grandes momentos.

¿Cómo vivirás la Eurocopa?

Comentándola para la televisión de Rumanía. El programa es Euro Center y ya durante la temporada sigo todas las ligas.

¿Crees que ahora Rumanía puede alcanzar la gesta vuestra 30 años después?

La calificación es mérito del entrenador, ha creado un espíritu de equipo. Y tiene experiencia. Los jugadores son normales pero disciplinados, y trabaja muy buen los partidos. El equipo es interesante pero el grupo es fuerte. No sé que pasará.