La estampa en el autobús del Leverkusen de la que Xabi Alonso se acordará siempre
El técnico tolosarra aceptó la derrota y su error de planteamiento en rueda de prensa, y se le vio muy afectado en la salida del estadio.

Dublín.- 23:15 hora irlandesa. 75 minutos después de que el colegiado rumano István Kovacs pitara el final del partido entre la Atalanta y el Bayer Leverkusen, el autobús de los alemanes salía del estadio. Cristales tintados, pocas palabras, los futbolistas callados y una imagen: la de Xabi Alonso en su asiento, con una cara que recordará siempre.
La de su primera gran derrota como entrenador, en una final europea, la temporada en la que su equipo no perdía ningún choque. Hasta el 52 lo aplazó. Su Bayer Leverkusen seguía invicto tras todo un curso en la carretera, justo antes de coincidir con la Atalanta, el justo campeón de la Europa League.
La cara de Xabi Alonso lo decía todo. Estaba decepcionado, dolido, sobre todo consigo mismo, sin consuelo. El técnico vasco sabía que falló en el planteamiento de la final de Dublín. Quiso repetir la misma fórmula que le funcionó contra la Roma, sin la figura del delantero centro, y Gasperini le ganó la partida desde el inicio hasta el final.
El Bayer Leverkusen cayó de manera inapelable contra una Atalanta robusta, durísima, ganadora con la aparición estelar de Mola Lookman, con un hat-trick de los que cambian carreras. Los alemanes no se sintieron cómodos en ningún momento, y el 3-0 selló el título para los italianos.
"Nos han faltado muchas cosas. Ha sido muy física la Atalanta, con muchos duelos, y no hemos logrado salir bien parados de la primera presión. Es fútbol. No es normal perder por primera vez en el partido 52. Tenemos que estar muy orgullosos. Hemos aprendido, yo también. Estas derrotas en una final no las olvidas. No ha ido como pensábamos. No hemos estado a nuestro nivel, yo el primero", reconoció en rueda de prensa.
Xabi y toda la plantilla del Leverkusen aceptaron también con grandeza la decepción de la final de Europa League perdida. Aplaudieron a sus aficionados desplazados y le hicieron el pasillo a la Atalanta, con el tolosarra meditabundo, hablando con miembros de su cuerpo técnico y con Simon Rolfes, director deportivo del club.
Después, en la zona mixta los jugadores alemanes atendieron a los medios con una actitud fantástica, valorando el trabajo de sus rivales y lamentándose por no haber podido vivir una gran noche. El Leverkusen fue un gran equipo en la derrota. Aunque Xabi Alonso llevaba la procesión por dentro.
En el autobús de vuelta también se pudo apreciar el semblante de Sebas Parrilla, el segundo entrenador, muy dolido y contrariado por la final. La derrota llegó cuando más podía doler. Xabi nunca olvidará esta fecha, que le hará aún mejor técnico.