¿Cuánto pagaste al árbitro, Bruno?

How many you paid to the ref? (¿Cuánto pagaste al árbitro?), le escriben sus compañeros a Bruno Fernandes en el balón de su hat-trick. Lo que a simple vista puede resultar una broma de los futbolistas del Manchester United hacia el portugués, esconde una de las mayores vergüenzas que han tenido lugar sobre un campo de fútbol. "Le he dicho al árbitro que nos íbamos, sentía vergüenza". El autor de estas palabras no es otro que Aritz Elustondo, uno de los tíos más comedidos que he conocido a lo largo de mi carrera como periodista. Para que alguien como el de Beasain levante la voz de esta manera es que algo muy grave ha tenido que pasar. Y es que lo sucedido ayer sobre el verde de un campo tan emblemático como el de Old Trafford es de una gravedad máxima. De hecho, es para pensar mal.
Hago memoria y me cuesta recordar un episodio como el vivido en la noche de este jueves en Mánchester en el que todas y cada una de las decisiones de un colegiado fueran en contra del equipo blanquiazul. Habría que echar la vista atrás en el tiempo, a la temporada 15/16, con, precisamente, un británico como David Moyes en el banquillo txuri urdin. Un 30 de diciembre de 2015, la Real sufrió en el Santiago Bernabéu uno de los días en los que se sintió más agraviado por la actuación arbitral en la historia reciente de la institución que preside Jokin Aperribay. Lo fue tanto que hasta el mismísimo presidente de la Real Sociedad, al descanso, bajó al vestuario a gritarle al colegiado: "¡Habéis venido a robarnos, os voy a poner una querella a la policía!". Detrás del enfado del máximo mandatario realista estaba un arbitraje sibilino, en el que señaló, como en Inglaterra, dos penaltis inexistentes a favor del conjunto merengue y dejó de pitar un par de ellos a favor de la Real. González González estaba al mando de las operaciones.
A la Real solo le queda el derecho al pataleo. No habrá, en esta ocasión, comunicado de la UEFA para explicar lo sucedido sobre el verde de Old Trafford. Lo primero, porque eso sería dejar en evidencia al autor de la tropelía, Benoit Bastien, y segundo, porque el conjunto blanquiazul no tiene tanto peso en Europa como otros y eso se paga. Por lo visto, muy caro. Y yo me pregunto qué es lo que hubiera pasado si en el derbi jugado en el Metropolitano entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid se hubieran pitado los penaltis que se señalaron en Mánchester. Yo sé la respuesta, que se hubiera formado la mundial. Si ya se ha creado una bola de dimensiones considerables por la pena máxima anulada a Julián Álvarez, aunque se haya demostrado que realiza un doble toque al balón en su golpeo...
El diablo vestía de azul.
— Real Sociedad Fútbol (@RealSociedad) March 14, 2025
𝗜𝗡𝗦𝗜𝗗𝗘 #UEL
El Atlético de Madrid, algo que seguramente no hará la Real Sociedad, desde un primero momento, exigió una explicación a la UEFA para entender la anulación de dicho penalti al entender que la norma 14 de la IFAB estaba siendo vulnerada por lo que ellos entendían que sí había un toque, pero no un desplazamiento. Ante ello, el máximo organismo del fútbol europeo se vio obligado a hacer pública la toma que utilizó el VAR para anular la jugada. Pero es que, en este caso, la Real Sociedad no puede agarrarse a esta herramienta, porque Benoit Bastien ni siquiera acudió a ver el monitor. Solo lo hizo en una ocasión, en el penalti más claro que tuvo lugar, el cometido sobre Mikel Oyarzabal al poco de comenzar el partido. Y estuvo casi dos minutos viendo todas las tomas posibles. No le quedó más remedio que decretar pena máxima cuando su primera decisión había sido señalar falta del capitán de la Real Sociedad sobre De Ligt.
Como sería de grave lo que estaba sucediendo sobre el césped que Patrick Dorgu, el jugador que, junto a Bruno, más dolores de cabeza provocó en la zaga del conjunto blanquiazul, impidió que el ínclito Benoit Bastien pitara el que hubiera sido el cuarto penalti de la noche. Era una acción en la que, claramente, se ve que Traoré ni siquiera toca al futbolista danés. Por si acaso, el francés ya había señalado el punto fatídico, decisión que tuvo que deshacer ante los gestos del jugador del Manchester United, que le decía que no, casi con vergüenza. Algo que tampoco le deja en un buen lugar al francés que si decide anular una jugada por lo que le dice un futbolista...
En este sentido, me acuerdo de las palabras de José María García hablando en su día de la UEFA. "Hace 30 años lo definí como Unión Especuladora Fútbol Asociación. Siguen igual, no tienen que dar cuentas a nadie. Son una dictadura". Tan brillante como siempre y tan certero para explicar el funcionamiento de un organismo en el que tienen cabida árbitros como Benoit Bastien, que, sin ningún tipo de miramientos, se encargó de echar por tierra el sueño de una gesta que hubiera colocado a la Real Sociedad en los cuartos de final de la Europa League. La indignación en el entorno blanquiazul es absoluta. Imanol Alguacil y sus jugadores, tras el partido, mostraron su rabia por una actuación que condicionó la eliminatoria, y que terminó por convertir el sueño europeo en una pesadilla de la que será difícil despertarse. Conmovedoras las imágenes al final del encuentro de Jokin Aperribay, escuchando y tratando de tranquilizar al capitán de la Real, indignado por lo que consideraba un atropello.
Es lo que le quedaba, la rabieta, la protesta de alguien que se siente defraudado en sus derechos. Y ayer, Benoit Bastien consiguió que toda la familia realzale se sintiera así.