La Roma castiga de la forma más cruel al Athletic

Palo duro para el Athletic. Doloroso a más no poder. San Mamés tendrá la última palabra en esta eliminatoria ante la Roma, pero los bilbaínos regresarán a casa para intentar reponerse de una derrota muy dolorosa. De las que hacen daño y cuesta sanar. Un gol de Shomurodov en el último segundo enloqueció al Olímpico y enmudeció a toda Bizkaia. Lo pudo ganar el Athletic porque este equipo compite siempre, rozó el empate pero acabó cayendo con crueldad. Solo queda agarrarse a San Mamés. Y La Catedral es mucha Catedral.

Ernesto Valverde aceptó el reto de Claudio Ranieri de disputar un primer encuentro muy físico. Por eso se decantó por Unai Gómez como sustituto de Oihan Sancet y colocó a Maroan Sannadi en la punta del ataque. Músculo contra la defensa de tres romana, que puso al delantero de raíces marroquíes en la diana. Fueron a por él desde el comienzo del choque. Mancini se hartó de derribarle pero el colegiado le permitió marcar territorio ante un Maroan que no se achicó en ningún momento. Entendió su papel, pivotó, abrió el campo y lo estiró con alguna carrera marca de la casa. Impresiona pensar que hace seis semanas jugaba en el Barakaldo, en Primera RFEF, y hoy es capaz de brillar en el Olímpico de Roma. Una historia de película.

Algo similar a lo de Mikel Jauregizar, que se ha ganado una plaza en este ilusionante Athletic derribando puertas a sus 21 años. Da gusto verle competir. Personifica lo que es este club, apostando por la cantera para intentar asaltar escenarios tan imponentes como el italiano. Incluso con la mala noticia de la lesión de Dani Vivian, los de Valverde se repusieron y mantuvieron la solidez, más allá de la magia de un Dybala que pudo adelantar a los suyos pero estrelló su disparo en el larguero. Estaban a la altura del encuentro.

Un primer tiempo tosco, con dos equipos midiéndose y más centrados en no recibir que en marcar, aunque los bilbaínos pudieron sorprender primero a balón parado y después con la única acción entre los hermanos Williams. Iñaki encontró a Maroan, pero el delantero remató demasiado desviado en su única oportunidad dentro del área. Fue un aviso de lo que vendría en la reanudación. Unai Gómez -sobresaliente en todo el campo- volvió a demostrar que su zurda es oro en el balón parado, Paredes que tiene imán en este estadio e Iñaki que siempre está en las grandes noches. Un gran gol de los bilbaínos.

El tanto, sin embargo, revolucionó a los romanos y evidenció que este equipo tiene mucho más fútbol de lo que había demostrado. Diez minutos de asedio. Diez minutos en los que avisaron con dos disparos, antes de que Angeliño empatase la eliminatoria con un golpeo ajustado ante el que nada pudo hacer Agirrezabala. Enloqueció el Olímpico, pero no el partido, que volvió a un ritmo más bajo para volver a estudiarse en este nuevo escenario.

Los bilbaínos fueron capaces de calmar el partido y conseguir que volviesen a pasar pocas cosas, una de las obsesiones de Valverde en este tramo. Incluso, acabó jugando el último cuarto de hora con un trivote formado por Galarreta, Prados y Vesga, entendiendo que el objetivo era firmar el empate. Pero también apostó por Berenguer y el navarro pudo convertirse en héroe. Su disparo se marchó demasiado alto y esa fue la última vez que soñaron con la victoria.

Después llegó el sufrimiento. Yeray se fue expulsado a falta de cinco minutos y el objetivo pasó a ser sobrevivir. Agirrezabala brilló con una buena intervención en este asedio, pero no pudo evitar el definitivo tanto de Shomurodov con el tiempo de descuento cumplido. Un golpe durísimo. Pero en los próximos días todo se verá diferente y se apelará al espíritu de San Mamés. Este equipo ya ha demostrado ser capaz de todo.