OPINIÓN

7 títulos y 7 letras, ¡SEVILLA!

Jesús Navas, capitán del Sevilla, celebra la séptima Europa League de su equipo./

¿Otra vez? Sí, otra vez. De esta manera solía escenificar el presidente Jose Castro la llegada de su club a una nueva final. El Sevilla lo volvió a hacer. Ya es el Rey entre los reyes. Se ha pasado el juego. Y no tiene explicación razonable que les haga entender cómo este club andaluz, de ese Sur habitualmente dado de lado en países grandes como España, ha conseguido conquistar 7 Europa League en los últimos 20 años. Al menos este año la explicación no es sencilla. Debe existir algo que escapa a la razón. Y, verdaderamente, existe.

Entre otras cosas podría contarle a usted, que desde cualquier parte del mundo está leyendo este texto, que el buen trabajo de la dirección deportiva encontró y emparejó a una generación de futbolistas extraordinarios capaces de ganar a cualquier equipo del mundo. Que contar con Kanouté y Luis Fabiano en la delantera era un lujo indescriptible para un club que vivía al día, de lo que generaba, de salirse para colocar a sus estrellas en el escaparate y esperar a que el de la pasta viniera a llevárselo.

Podría decirles que muchos de ellos se fueron y llegaron otros: Los Bacca, Vitolo, Koundé, Diego Carlos, Rakitic o Dani Alves. Pero este año... ¡No! Este año se dio todo para que, por primera vez, un club modélico en su gestión se resquebrajara por dentro. Con grietas importantes que dejaban pasar el agua de manera peligrosa. Sin embargo, en medio de la tormenta aparecía Mendilibar, un tipo que guarda paralelismos con la idiosincrasia del sevillismo. No les gusta los piropos, prefieren ese rechazo proveniente de las victorias, de aquellos que te desprecian, temerosos de que le arrebates lo que consideran suyo.

Mendilibar recuperó la rebeldía tan sevillista con aquellos que despreciaban su currículum, con cada pregunta que intentaba rebajarlo, con cada partido de pedigrí. Porque la ilusión le hizo vencer a los poderosos, esa ilusión de visitar estadios como el de Old Trafford o Turin. Trabajo, trabajo y trabajo. Rebeldía, rebeldía y más rebeldía. Receta que introdujo de manera palmaria el Sevilla desde el 2005. Hoy, en los momentos justo

Renuévenlo. Lo que ha conseguido es casi un milagro. Ha resucitado a un muerto y lo ha llevado a la gloria, y eso le ha dado una vida extra a un discutido consejo de administración. Hoy le ha tocado la más difícil, jugar contra un equipo que se maneja menor en el barro, en ese juego sucio que tanto caracteriza a los equipos de Mourinho. Honor a los sevillistas desplazados, que no necesitaron que sus jugadores los contagiaran en la prórroga. Saben cual es su trabajo. Animar durante todo el tiempo que sus jugadores estén sobre el verde. Mañana la Giralda lucirá orgullosa. El Sevilla vuelve a traer gloria a los suyos. Disfruten, Mendilovers.