FÚTBOL FEMENINO

Amor dentro del vestuario, el último dilema del fútbol femenino: "No me dejó intervenir, decía que Bea era mi pareja"

Las declaraciones de Emma Hayes, la entrenadora del Chelsea sobre las relaciones sentimentales entre jugadoras del mismo equipo, han abierto la caja de Pandora.

Bea Parra y Marta Perarnau tras un partido. /ATLÉTICO SAN LUIS
Bea Parra y Marta Perarnau tras un partido. ATLÉTICO SAN LUIS
Mayca Jiménez
Nagore Domínguez

Mayca Jiménez y Nagore Domínguez

"No puedes ganar un campeonato sin homosexuales en tu equipo. Nadie lo ha hecho nunca. ¡Es ciencia!". Megan Rapinoe, una de las grandes leyendas del fútbol femenino, no dudó al enunciar estas palabras durante el Mundial de Francia. Con su habitual excentricidad, la estrella de Estados Unidos supo calar, provocó debate, martilleó consciencias y, sobre todo, visibilizó y reivindicó el movimiento LGTBI. Tras la pantalla, niños y niñas, adolescentes y personas de todo el mundo volvían a mirar al fútbol femenino como ese lugar seguro donde nadie va a juzgarte por tu sexualidad. Era un granito más. Como el que sumaron Pernille Harder y Magdalena Eriksson durante aquella cita en Francia con un beso que dio la vuelta al mundo.

En España, y desde que jugadoras como Laura del Río o Mapi León rompieran el hielo hace unos diez y seis años, respectivamente, la normalización es real. Mientras que desde fuera se usa como arma arrojadiza por aquellos que siempre buscarán un 'pero', en esta categoría reina la cultura de la aceptación. Al tiempo que cada día que pasa hay más jugadoras que se sienten libres de poder expresar lo que sienten sin el rechazo, en los vestuarios masculinos el tabú se escribe con mayúsculas y deja casi desierta la lista de ejemplos en el territorio español. 

 "Si ahora hay homosexuales visibles incluso en el Gobierno, ¿cómo no los va a haber también en los campos de fútbol?", dijo Mapi León hace años durante una entrevista en El Mundo. Sin duda, en el fútbol femenino se convive con la diversidad sexual. Y se hace con orgullo. Sin embargo, en las últimas semanas, al tema se le ha dado una vuelta de tuerca más, abriendo la caja de Pandora: las relaciones sentimentales entre futbolistas del mismo equipo. Mientras que en la liga inglesa se generó un debate alrededor de las relaciones en un vestuario, en España el tema se mantiene comedido.

Magda Eriksson y Harder en el Chelsea.  REUTERS
Magda Eriksson y Harder en el Chelsea. REUTERS

Lo ocurrido en Inglaterra, con unas desafortunadas declaraciones de Emma Hayes, entrenadora del Chelsea, puso el foco en el asunto. "Las relaciones jugador-entrenador son inapropiadas, las relaciones entre jugadores son inapropiadas, Pero tenemos que verlo en el contexto de dónde viene este deporte y decir 'mira, ahora estamos en una era profesional'", expresó para responder a la noticia, aparecida en varios medios ingleses, que afirmaban que el técnico del Leicester Willie Kirk está siendo investigado por el club después de ser acusado de mantener una relación con una de sus jugadoras.

Un pasado «amateur» y tener que dar explicaciones

Marta Perarnau y Bea Parra, exjugadoras del Betis -entre otros- que militan en el ACF Arezzo, son pareja. Por su manera de plantearse "la vida ahora mismo", eligen ir juntas al equipo donde fichan, a pesar de haber recibido ofertas diferentes individualmente: "Para nosotras, sobre todo ahora que estamos jugando en diferentes países, esto es una fortaleza, aunque sabemos que quizás estemos dejando de lado otras opciones de crecimiento profesional".

Bea y Marta juntas.  BEA PARRA
Bea y Marta juntas. BEA PARRA

Con su experiencia -han jugado juntas en España, México y, ahora, en Italia- sienten que son dos jugadoras "muy profesionales" y no ven un problema en compartir equipo con su pareja: "No influirá en nuestro trabajo e implicación, sino que consideramos una ventaja tener un apoyo tan grande que te acompañe en el día a día, además del resto de tus compañeras".

"Como bien dice Emma, quizás hace unos años hayan podido darse situaciones complicadas de gestionar debido al carácter amateur de la competición así como de la implicación de las jugadoras, pero nosotras no hemos vivido nada parecido", cuentan a Relevo al leer las palabras de la entrenadora del Chelsea. "La corriente profesional que ha adquirido el fútbol femenino se refleja no solo en los actos de las jugadoras en el campo, sino en la forma de actuar como deportistas fuera de él o de mantenerse profesional ante cualquier circunstancia deportiva, incluido cualquier aspecto personal", añaden.

Ambas ponen como ejemplo a Ana Romero 'Willy' y a Merel, con quienes compartieron vestuario en el Betis. Ellas, además de ser sus compañeras, las consideraban referentes. En una entrevista en Mujer Hoy, la española y la neerlandesa aseguraron que "cuando vimos que la cosa iba en serio, lo hablamos con el entrenador y la directiva; no podíamos evitar enamorarnos, pero sí que influyera en el equipo". En ese momento, ambas vestían la camiseta del Ajax de Ámsterdam. En cambio, Perarnau y Parra "muy pocas veces" han tenido que dar explicaciones. "Creo que las mujeres en el fútbol hemos tenido la valentía o la libertad de decir que nos hemos enamorado de una mujer. Ya de entrada, convivimos con el prejuicio de que todas las que nos dedicamos a este deporte somos lesbianas", reflexiona Ana en la revista.

Capitana y pareja: «Argumentaba que no iba a ser imparcial»

Durante los últimos años, Bea Parra y Marta Perarnau decidieron que sus respectivas carreras futbolísticas iban a ser una. Recuerdan cuando, siendo jugadoras del Atlético San Luis, 'Pera' era la capitana y tuvo que intermediar en un conflicto que surgió dentro del campo entre Bea y otra jugadora del equipo.

El entrenador abrió el debate en público y pidió la opinión de las compañeras, pero cuando Marta intentó intervenir, le mandó callar: "No me dejó intervenir porque argumentaba que Bea era mi pareja y que no iba a ser imparcial. Es un ejemplo de lo que comentábamos antes, nuestro trabajo no va a verse influenciado porque esté nuestra pareja ahí y en este caso mi intención como capitana no sería nunca beneficiar a nadie por encima del grupo, ni siquiera a mi propia pareja.

"Nuestro trabajo no va a verse influenciado porque esté nuestra pareja ahí, mi intención como capitana no sería beneficiar a nadie"

Marta Perarnau

También han vivido momentos graciosos que ayudan a humanizar una situación que sigue siendo tabú o controversial en algunos países. "En México es muy común realizar pedidas de noviazgo de la manera que se pide la mano en España, es decir, por todo lo alto: rosas, flores, carteles en puentes, globos, público…", cuenta Marta. "Llegamos allí y nuestras compañeras le preguntaban a Bea que cómo se me había hecho la pedida y siempre contábamos que nunca hubo pedida", recuerda la pareja.

"Ellas se echaban las manos a la cabeza y estuvieron dos años forzándonos a organizar una pedida en condiciones", reviven, lamentando que tuvieron que irse de México antes de poder celebrarlo.

La normalización de la homosexualidad en un vestuario

Óscar Fernández, exentrenador del Atlético de Madrid, habló en Relevo hace poco menos de un año sobre la normalización de la homosexualidad dentro del fútbol, especialmente en el fútbol femenino por su experiencia como entrenador: "Hay que llevarlo de la manera más natural posible. Si las dos entienden que esto es un trabajo, una profesión, no tiene por qué haber problemas. He tenido parejas dentro del vestuario y no he tenido ningún problema dentro del vestuario. Muchas veces ponemos el foco en el problema, pensamos que por haber una pareja va a haber un problema y es todo lo contrario. Hay que dejarlo claro, que esto es un trabajo y ya está.

También recordó su experiencia como futbolista, donde compartió vestuario con compañeros homosexuales. Cuando llegó a entrenar a un vestuario femenino, no le sorprendió la normalización de la homosexualidad: "El chico que está en un vestuario de fútbol masculino no lo manifiesta de la misma manera que lo pueden estar haciendo ahora mismo determinadas jugadoras, pero quizás el que está mal es el que no lo manifiesta. Hay que meterse dentro de ese entorno, de su cabeza, y no lo juzgo, todo lo contrario. Seguro que para él es muy difícil y por eso no lo hace". "Me parece superbueno que lo manifiesten las chicas", añadió.