"Estas jugadoras, si suman 2+2, les dan decimales": lo que no se contó del motín del Dépor contra su entrenador
Relevo ha tenido acceso a documentos, audios y testimonios que relatan lo vivido por el vestuario en la temporada 2021/22.

"Me da igual que sea sorda, es una mimada", "todos los negros son iguales", "se ha puesto gorda", "a esa le daba un golpe (refiriéndose a mantener relaciones sexuales con ella)"… Son algunas de las frases que pronunció Miguel Llorente como entrenador del Dépor femenino en la temporada 2021/2022, según diversos testimonios. Un caso que supuso un motín, una denuncia anónima, una investigación, una baja por ansiedad y una resolución exonerando al técnico. Escenas que todavía hoy remueven a quienes las presenciaron y que Relevo destapa tras dos años de silencios.
Según la versión de las afectadas y su entorno, la actitud del entrenador intimidaba y presionaba "en todo momento" a las jugadoras, que perdieron las ganas de ir a entrenarse y jugar. A muchas les afectó psicológicamente, hasta el punto de manifestar en repetidas ocasiones su deseo de abandonar el equipo. "Había compañeras que yo veía llorar de ansiedad, por cómo se dirigía a ellas, por cómo las trataba", cuenta Alba Merino, una de las capitanas de entonces.
Procedente del Barça B femenino, la contratación de Miguel Llorente había causado esperanza en un Deportivo de La Coruña que pareció vivir sus peores horas la temporada anterior, cuando se cocinó el descenso de la Primera División a la categoría de plata. Pero esa esperanza se convirtió "pronto" en tensión por la actitud del madrileño con varias jugadoras y parte de su cuerpo técnico.
Según la versión de las damnificadas, el entrenador actuaba de forma agresiva y despectiva, con gestos intimidatorios y actitudes racistas. Ridiculizaba habitualmente a algunas jugadoras delante de todo el grupo, lo que influyó negativamente en el ambiente del vestuario. "Si Eva Dios es sorda, a mí me la suda". También afectó a su segunda entrenadora.
La situación fue denunciada de forma anónima a través del canal ético, una dirección de correo electrónico (canal.etico@rcdeportivo.es) habilitada por el club para hacer "llegar y resolver denuncias de incumplimientos o posibles incumplimientos" de su Código Ético. Ese mail anónimo obligó al Dépor a abrir una investigación y a apartar temporalmente a Llorente de su puesto de trabajo. Días después, con el informe resultante de la investigación en la mano, el Consejo de Administración del club decidió "restablecer completamente en sus funciones" al entrenador. No se había producido "ninguna actuación irregular ni sancionable" en cuanto a la vulneración del Código Ético y de Disciplina Interna de la entidad.
Poco más trascendió de aquello, salvo lo que declaró el propio Llorente en rueda de prensa tras su restitución. El técnico habló únicamente de la situación de su segunda entrenadora, a la que acusó de "atentar" contra él y sus compañeros y achacó a la mala racha del equipo el malestar expresado por ella. "Lo que ha hecho, bajo mi punto de vista, es desmedido y desmesurado. (...) Cómo se puede hacer tanto daño a una persona, he pasado dos semanas muy malas. (...) No me merezco esto", relató con la voz entrecortada.

Sin embargo, hay una fecha marcada en el recuerdo de quien estuvo allí. 22 de marzo de 2022. Ese día, en cuestión de pocas horas, el equipo vivió la explosión de lo que habría estado ocurriendo durante meses en su vestuario con la llegada del técnico. Hubo más de lo que nunca se llegó a contar. A continuación, reconstruimos lo que ocurrió.
Una reunión en Plaza Pontevedra
La segunda entrenadora, Ana González, había comunicado varios días antes tanto a Miguel Llorente como a David Villasuso, por entonces director general del Real Club Deportivo de La Coruña, su intención de abandonar el equipo. Su relación laboral con el técnico se había vuelto insoportable. Relató abusos de poder, burlas por su dislexia, desautorización delante de las jugadoras y el resto del cuerpo técnico, hipervigilancia sobre lo que hacía. Miedo. Ansiedad. La situación se tornó insostenible y González tomó la decisión de apartarse del club. "Me hacía llorar. El resto de compañeros se quedaba callado. (...) A él nadie le tosía", cuenta.
La directiva la citó en la sede que el Deportivo tiene en Plaza Pontevedra. Allí, González relató lo que había estado viviendo. En la sala, Villasuso, Rocío Candal y Carlos Rosende, por entonces directora deportiva y secretario técnico, respectivamente. "Jamás querría volver a mi puesto de trabajo estando con él, por miedo a las represalias psicológicas que pueda hacer contra mí", advirtió la entrenadora. El club la escuchó pero horas más tarde, Villasuso llamó a González para ofrecerle una alternativa: un puesto en el filial. Una opción que mantenía a González dentro de la estructura del club y que la obligaría a seguir cruzándose con Llorente. Ella no aceptó. "Pensé: 'No han entendido nada de lo que les acabo de contar'". Ese día, el club también citó a Miguel Llorente y a parte del cuerpo técnico.
Cinco horas de plantón en el vestuario
El terremoto de Plaza Pontevedra trascendió y tuvo su réplica en la ciudad deportiva. "Estuvimos encerradas hasta las 10 de la noche aproximadamente. Se apagaron las luces, nos echaron de allí", relata Merino. "Todo el mundo lo sabía ya en la ciudad deportiva". También ellas, las jugadoras, que, para entonces, habían decidido que no iban a entrenar y que se enfrentarían al técnico. Pero su sorpresa fue mayúscula cuando, después de las reuniones en la sede del club, Llorente llegó al entrenamiento con apariencia tranquila. "Intentó chocarnos la mano a todas, como solía hacer", cuenta la capitana. "Nadie le chocó. Se hizo el sorprendido".
La situación en el vestuario estaba a punto de explotar. Merino reunió a las jugadoras y leyó el escrito que había preparado González antes de su reunión con la directiva. "Quería que todas supiesen por qué Ana no estaba allí. (...) Explota todo. Porque salpicadas salían todas prácticamente. Entonces, no nos cambiamos". Se plantaron.
"Tres jugadoras le dijeron que no le querían ni mirar a la cara. (...) Se puso como un loco, como se pone él. Dando voces, elevando el tono de voz. Nos decía que le había jodido la vida una niñata por cosas que pasan en los vestuarios", añade. "Todas le dijimos que no creíamos en él, que no lo queríamos como entrenador, después de lo que había dicho".
La tensión escaló y a la caseta accedió también el cuerpo técnico de Llorente y la directiva. Parte del staff trató de convencer a las jugadoras de que no siguieran adelante con su decisión: "Nos va a afectar a todos", dijeron. Merino explicó en ese momento que no sólo alzaban la voz por Ana: "Son muchos tratos durante todo lo que llevamos de temporada con él, muchas quejas de mucha gente y no solo de Anita, sino de mucha gente. No son sólo los comentarios de mierda que hizo".
El club trataba de bajar las revoluciones pero la tirantez ya era máxima. "Nos decían que no tenía que haber explotado allí, que lo iban a llevar con discreción, que lo iban a investigar… Pero luego nos llamaron a las capitanas a un despacho y nos echaron la bronca por haber hablado con nuestras compañeras. Nos dijeron que las que lo habíamos hecho mal éramos nosotras".

Los motivos del vestuario
Las jugadoras se habían reunido la tarde anterior, la del 21 de marzo, para elaborar un escrito con sus razones. Una carta que nunca llegaron a leer. La presión a la que fueron sometidas, el sentimiento de culpabilidad y la fractura del vestuario las llevaron a dar marcha atrás. Pero Relevo ha tenido acceso a esa carta que nunca vio la luz y que explica la actitud "poco profesional" de Miguel Llorente.
La carta incluye 14 puntos en los que las jugadoras corroboraban y condenaban "los múltiples actos y comentarios discriminatorios" del entrenador, "dichos de forma agresiva, despectiva (...) y manifestando un abuso de poder por su parte". Entre los episodios relatan abundantes "comentarios despectivos sobre una jugadora con diversidad funcional, gritos hacia la segunda entrenadora, consumo de alcohol durante los viajes de equipo, actitudes racistas, faltas de respeto hacia miembros del cuerpo técnico, intromisiones en la vida privada y un innumerable etcétera".
El escrito terminaba de forma contundente: "Exigimos su cese inmediato". Pero nunca se leyó, ni distribuyó.
Un correo anónimo
La noche clave del 22 de marzo no fue más tranquila. El canal ético del club recibió un correo electrónico anónimo:
"Quiero exponer los sucesivos y recurrentes actos, conductas o hechos cometidos por el primer entrenador, que están sucediendo en el primer equipo femenino y que directamente afectan al club", comienza el documento, que recoge algunas de las razones también mencionadas tanto por la segunda entrenadora como por las jugadoras.
El mail relata en 38 puntos los supuestos comentarios y actitudes del entrenador y recoge, además, intentos de falsificación de enfermedades para evitar partidos, comentarios despectivos sobre el físico de jugadoras y desatención a su integridad física, entre otros. "En situaciones donde el médico recomienda que una jugadora no juegue, insiste en que entrene y juegue con el equipo, a pesar de que pueda agravar la lesión", reza el correo anónimo.

"Si te lesionas, me da igual", "me da pereza venir y verte la cara", "estas jugadoras, si suman 2+2 le dan decimales", habría llegado a decir. Según fuentes consultadas por Relevo, también habría hecho comentarios sobre la ropa interior de las jugadoras y habría hablado de forma machista sobre la plantilla, personal del club y otras trabajadoras: "Esta azafata tiene un golpe".
Tras la recepción del mail, el club abrió una investigación que terminó con la restitución de Llorente y una amonestación verbal "con afán constructivo". El técnico, en la rueda de prensa posterior, negó haber dicho y hecho aquello de lo que se le acusaba. "Se me acusa de maltratador psicológico, acosador laboral, cosas muy feas y muy duras. Ni por asomo me acerco a eso", dijo tajante. "Obviamente, todos nos equivocamos, todos podemos mejorar. Esto es un aprendizaje, sin duda alguna".
Relevo ha contactado con el club, que confirma la apertura de la citada "investigación interna" tras la denuncia anónima recibida en el canal ético. También confirma que, durante el transcurso de la misma, Miguel Llorente fue apartado de sus funciones como medida cautelar. El RC Deportivo insiste en que Llorente dejó de formar parte del club al final de esa misma temporada y añade que el club pone "todo su empeño en el correcto funcionamiento del Dépor ABANCA a todos los niveles".
Este medio también se ha puesto en contacto con el exentrenador, quien ratifica la "versión ofrecida hace un año y medio" y reitera que la investigación concluyó "que no hubo ningún tipo de comportamiento susceptible de sanción" por su parte. Además, destaca que el club "tuvo a bien que continuase, con el beneplácito de las abogadas que formaban parte de la instrucción". "Cuando le restituyeron, hablé con él. Me reconoció que había hecho ciertos comentarios y que eran verdad cosas que aparecían en el correo. Me dijo que sí, pero que lo hacía en un tono de vestuario, de tíos", afirma Merino.
Ana González no volvió al club, a Alba Merino no la renovaron. Tampoco a Llorente.