"Tú me salvaste la vida": cómo el fútbol puede cambiarte en un centro de menores
Antonio Fernández Marchán, descubridor de Isco o Dani Alves, entrena a menores que cumplen medidas judiciales.

"Nadie elige dónde nace y nadie nace siendo delincuente". Es la frase que más repite Antonio Fernández Marchán (Guadalcacín, Cádiz, 27 de agosto de 1970) creador del programa 'Mucho más que fútbol'. Representa el claro ejemplo de la importancia de contar con dos currículums en la vida. El A, el profesional, y el B, el personal. En el primero, en su hoja de vida laboral, aparece como uno de los responsables de los grandes fichajes con acento brasileño de Monchi en el Sevilla, entre 2000 y 2006 (fue el descubridor de Dani Alves, por ejemplo). Luego pasó por el Xerez, Valencia y estuvo a los mandos del mejor Málaga de la historia (entre 2010 y 2012, donde como director deportivo fichó a Isco del Mestalla, por cuatro millones cuando ni siquiera estaba jugando en Tercera). Además fue analista y ojeador en la Real Federación Española de fútbol, donde se proclamó en 2010 Campeón del Mundial de Sudáfrica con Del Bosque, y actualmente es Director del Youth International Recruitment del Sevilla FC.
Y su hoja de vida personal, en la que no acapara tantos focos y donde no genera tantos clics, es la que decidió alimentar desde el año 2009 con el programa 'Mucho más que fútbol' en centros penitenciarios y, desde 2012, en centros de menores infractores, un proyecto dirigido a jóvenes en riesgo de exclusión social que cumplen medidas judiciales, privados de libertad en centros de internamiento como el de Teresa de Calcuta, donde actualmente 125 jóvenes (el 63% son españoles) cumplen medidas judiciales, donde el 64% de ellos las completan en régimen cerrado y donde el 90% acaba reinsertándose en la sociedad después. "Creo que todos tenemos la responsabilidad de poder acudir a aquel que lo necesita para tratar de hacer de esta sociedad algo un poco mejor", insiste.
Brea de Tajo (a 70 kilómetros de Madrid), en medio de campos sembrados de vides, olivos y zumaques, es un punto del mapa que marca otro distinto, el kilómetro 0 para la vida de muchos chavales que ingresan en el centro por cometer diferentes delitos: robos con violencia, intimidación con fuerza en casa habitada y hurtos (el porcentaje más numeroso); delitos contra la libertad sexual; homicidio o en grado de tentativa; por asesinato o en grado de tentativa; por lesiones; por violencia intrafamiliar; por atentado a la autoridad. El centro de menores Teresa de Calcuta, dirigido por la Asociación para la Gestión de la Integración Social (GINSO), junto a la Agencia es para la Reeducación y Reinserción del Menor Infractor de la Comunidad de Madrid, acoge el programa de 'Mucho más que fútbol'.
"Tú me salvaste la vida", le escribió un día Kevin (nombre ficticio), vía Instagram, a su entrenador en el Teresa de Calcuta. Fue uno de los más de mil menores que pasaron por el programa. "Siendo menor cometió un delito por la venganza tras la muerte de su mejor amigo, pero aquello, visto con el paso de los años, no le hizo sentir más feliz ni aliviado, al contrario, lo alejó más de quien era. Al salir libre, dado su rango en su banda, le permitieron dejarla sin represalias y, además, pudo reconciliarse con el chico al que intentó matar, superando lo sucedido y con la conciencia tranquila para concretar sus sueños, lejos de las pandillas", cuenta Antonio Fernández en su libro 'Miedu, mi once de oro' (Editorial Círculo Rojo, 2022).
«Esto es mejor que jugar en Primera División»
Roro Riquelme, futbolista del Girona cedido por el Atlético de Madrid, visitó el centro, junto a su hermano, el pasado 27 de diciembre. Dio una charla a los menores y luego se vistió con la ropa de 'Mucho más que fútbol' para disputar un partido con los jóvenes que entrenan Antonio Fernández y Ernesto todos los lunes. "Antonio es muy buena persona. Nos trae gente de fuera de vez en cuando. La verdad es que Riquelme parecía un chaval muy majo. Nos dijo que la vida de futbolista no es tan fácil como parece. Lo que más echo de menos es volver a estar con mi familia. Me pregunto muchas veces cómo estará la calle cuando salga de aquí. Yo antes de entrenar al fútbol era más de jugar al FIFA, pero ahora creo que he mejorado y no me refiero al aspecto deportivo. Gracias a Antonio, por ejemplo, he ganado en autocrítica. Yo antes pensaba que todo lo malo que me sucedía no era culpa mía sino de los demás", nos relata Antonio (nombre ficticio), de 18 años, que, como todos los chavales del centro, tiene grabada a fuego su fecha de entrada en el centro y la de salida.
Pedro, de 17, sí jugaba al fútbol en un municipio de la Comunidad de Madrid. Da un aire a futbolista, como muchos de esos miles de chavales que juegan todos los sábados y domingos por la mañana con el sueño de convertirse en profesionales: "Para mí disfrutar de este programa es como si jugase en Primera División, la verdad. Si vas cumpliendo en el centro y te comportas, accedes a esto que nos da mucha vidilla porque aquí los días son muy repetitivos. Sé que no me voy a dedicar al fútbol, es de las pocas cosas claras que tengo en mi vida. Pero sí sé que disfrutaré con mis amigos de pachangas en algún equipillo cuando salga de aquí".
"Hay que tratar de ponerse en los zapatos de otro y ser consciente de lo afortunados que somos. Mucho más que el fútbol es una manera de aterrizar cada semana, porque cada fin de semana yo estoy con jugadores de Primera División, que ganan mucho dinero, títulos y repercusión mediática, pero no es la vida real", subraya Antonio Fernández, que trabaja para reconducir el currículum B de estos chicos y chicas (12% en el centro) para que tengan la oportunidad de optar a un currículum A cuando cumplan sus medidas judiciales.