Gobierno Frankenstein en la RFEF, amnistía a Pedro Rocha y sus 'valors' y piquito en Can Barça
El móvil echa (más) humo en las últimas horas con una pregunta recurrente: "¿Cómo interpretas todo esto?". Y, siendo sincero y sin exagerar, reconozco que tengo que mirar bien atento el remitente porque uno no sabe ya a qué se refiere el personal. Hay años que pasan sin pena ni gloria y, sin embargo, días de la agenda donde no caben más letras.
Uno ya no sabe si la cuestión telefónica que requiere mi respuesta trata de la lapidación de Pedro Sánchez, su sobreactuada respuesta, al amor por bandera, la marcha atrás de Xavi, los nuevos pucheros de Laporta, el papelito de marioneta de Deco, los paseíllos de directivos por los tribunales en busca de clemencia o al Camarote de los Hermanos Marx en el que se ha convertido la Federación, con sus satélites del COE y el CSD y las norias que posee en el TAD y el juzgado de Majadahonda. El estado de crispación y el volumen de focos y sorpresas es tal que mezclo los temas y los parches. Veo un Gobierno Frankenstein en Las Rozas, la amnistía a Pedro Rocha y su valors y un piquito (consentido) en Can Barça.
Así no hay quien se aclare. Los que nos dedicamos a intentar explicar las cosas que suceden en la política deportiva a tiempo parcial, porque a veces afortunadamente también escribimos del fútbol de verdad, andamos por momentos perdidos. Y no es por falta de información, fuentes, ganas o dedicación. Ni por que flaquee la fe en la independencia judicial -que flaquea- y debido a que cunda el hartazgo. Bastante tenemos con atinar a diferenciar los globos sonda de las mentiras intencionadas y de las filtraciones con poso. Esta semana, medios afines al Gobierno llevaron a portada que Rocha caía. Y algunos insisten hoy en una intervención cuando es una tutela por la que no cabe la denuncia como tal ante posibles injerencias. Hay personajes en esta trama que retuercen tantas veces los textos para que concuerden con sus intenciones que saben cómo tirar la piedra, esconder la mano y echar a los leones a quien pase por su lado.
Así que no me quiero imaginar, en general, cómo estará ahora mismo de despistada el resto de la sociedad a la que de verdad lo que le importa desde Las Rozas, como mucho, es la lista que de ahí saldrá para la Eurocopa. O particularmente, qué dirá en estos momentos el taxista que ayer me acercó al centro. Ese buen amigo andaluz que, al cerciorarse tras su análisis previo que yo sabía algo de deporte y que controlaba la actualidad, vomitó que no era normal que la Federación esté como está, con "todos en la cárcel" (¿quién?), la "Operación Sule (no Soule) sin aclarar", con "el Rubi" en los juzgados (como si fuera tan colega de Luis como Piqué) y con "el Roca ese" (entiendo que por Rocha) atrincherado con sus "casi 700.000 pavos de sueldo".
Hay buena intención por intentar entender las cosas. Pero el ejercicio se ha convertido en un imposible. Como para andar citando a diario nombres que parecen polvorones como Gruconsa. Tras sobrevivir a dos presidentes fallidos más del CSD recientemente, la llegada de Uribes se abrazó con esperanza. Hasta que empezó a hacerse un Francos y anticipar y prometer cosas instantáneas, como hicieron los anteriores, que luego no podía pasar por el tamiz de los juzgados. Por eso, tras este amago de jueves, en el que se aplazó el juicio sumarísimo a Pedro Rocha para más adelante con la intención de que sea proclamado, sólo cabe otro movimiento: que el CSD lo utilice para que él mismo o la Junta Directiva que nombre convoque las próximas elecciones y luego pase por la guillotina.
Juntar en un mismo órgano de gobierno en la Federación a una Comisión externa y normalizadora, a Del Bosque o un referente similar que procede de la paz de la jubilación, a una nueva Junta con orden y mando, a la saliente, a Rocha, a Rubialistas con condecoraciones, a excombatientes arrepentidos y a rebeldes con causa (y cartas) puede ser un buen pasatiempo, pero una pésima idea a la que darle continuidad. En ese intento de hacer que se mueve todo para no cambiar absolutamente nada, y puestos a dar cabida a todos para no enfadar a nadie, que nombren a Miguel Galán asesor jurídico externo.
El Gobierno no quiere a Pedro Rocha en la Ciudad del Fútbol, le ha prohibido aparecer por un palco aunque sea de Tercera y descarta que pueda presentarse en septiembre sin saber cómo ni cuándo puede hacerlo. Por eso el martes mismo tendría su sentido que, con otra sentencia dictada y sin redactar, lo mandaran para casa con vacaciones anticipadas. Pero la realidad es que al entorno del extremeño, que a estas horas no está acusado de nada, ya le entra la risa floja junto a los presidentes que, aunque van y vienen, le arengan. Se ven capaces de todo. Si le dejan presidir en la sombra, malo para todos, por el sonrojo que supone vivir a cuerpo de rey y con firma a cambio de un sueldazo. Y si le apartan tras dejarle pasar a la historia por un instante, malo también, porque le habrán dado la oportunidad de nombrar al heredero, siguiendo la cadena, que maneje la casa durante cuatro meses claves de campaña para posicionarse privilegiadamente respeto a las alternativas que aparezcan. Que siga sin suspensión cautelar ni frenos sería un guion de primera para Netflix.
Visto lo visto, sólo sé que no nada. Lo único, si acaso, es que De la Fuente, pase lo que pase en esta ruleta rusa, tiene una buena papeleta por delante como único portavoz real de la Federación con todo el mundo callado, tapado o silbando. Y no hablo tanto por Italia, Croacia o Albania, rivales en la próxima Eurocopa. Me refiero más a que, después de dar la cara por el resto desde hace meses, quién va a ser su interlocutor hasta que volvamos de Alemania para transmitirle todas las demandas que requiere una Selección con opciones de campeonar. A quién podrá decirle que ejecutaron la renovación de un contrato que no le gusta un pelo. O al que recordarle que no hay responsable deportivo porque Albert Luque está en su casa. Él imaginaba el debut triunfal en su primera gran cita tras levantar la Nations League y a estas horas, con la que está cayendo, no sabe quién tendrá detrás en Berlín una vez tarareado el himno. Si a Pedro Sánchez, Rocha, Uribes y cía, firmes como esperaba, o a una selección de retales inesperada con Koldo, un abogado de la FIFA, un barón (dandy) sin antecedentes, Alejandro Blanco y hasta el de Manos Limpias.