Infantino explica su "soy catarí, homosexual, inmigrante, discapacitado y mujer", y acusa a la prensa europea de doble moral
El presidente de la FIFA concedió una entrevista a la prestigiosa revista suiza Das Magazin en la que abordó temas controvertidos como el Mundial de Catar o el que se celebrará en Arabia Saudí.

Gianni Infantino ha dado pocas entrevistas, y da cada vez menos. La que publican este domingo los periodistas Bruno Ziauddin y Thomas Knellwolf en la revista Das Magazin, la más prestigiosa de Suiza, es un pequeño gran hallazgo. Porque en ella el presidente de la FIFA habla sobre temas que no suele tocar y se puede decir que se le suelta la lengua. ¿Su obsesión? La "doble moral" de Occidente. ¿Su orgullo? Haber devuelto a las mujeres a los estadios en Irán. ¿Su conclusión sobre el Mundial 2030? "Un acuerdo inmejorable".
Lo de "la doble moral de cierta gente" apunta a la prensa europea. En especial a la alemana, británica, francesa y suiza. Infantino cree que lo atacan sin importar lo que haga, y recuerda la experiencia de Catar 2022 y aquel discurso previo al torneo en el que dijo sentirse "catarí, árabe, africano, inmigrante, discapacitado, homosexual y mujer".
"Intenté modificar cosas en Catar en lo referente a los derechos humanos, y creo que logramos algo. Pero vuelven siempre los ataques. Así que tuve ese sentimiento: voy a decir lo que pienso", asegura en la entrevista recordando el momento en el que transformó su rueda de prensa en un alegato de alto voltaje.
"Pero usted no es africano ni homosexual, ¿qué quiso decir?", le plantean los periodistas. "Tal como lo dije, me siento así, porque antes del Mundial me involucré con inmigrantes, con la comunidad LGTBI, con trabajadores, con gente de la calle que no quería otra cosa que celebrar un Mundial. ¿Puedo darle otro ejemplo de doble moral que me molestó especialmente? Una o dos semanas antes de aquel discurso convocamos a un encuentro con la prensa para mostrar todo lo que hicimos en cuanto a inclusión de personas con discapacidades o dificultades físicas para ingresar a los estadios. Vinieron cuatro periodistas, ninguno de ellos europeo", responde enérgicamente.
El presidente de la FIFA asegura además que el Mundial 2022 fue positivo para los habitantes del pequeño emirato: "La Organización Internacional del Trabajo nos confirmó que el sistema Kafala (de semi-esclavitud laboral) se terminó, que se pagan salarios mínimos y otras cosas. Y hay una ley que obliga al empleador a pagar sueldos. Todas las cosas que no existían antes del Mundial. Podemos decir que gracias a nuestro trabajo, la vida de mucha gente mejoró un poco. Está claro que no todo fue perfecto en Qatar y que sigue sin serlo, pero que las cosas mejoraron en el aspecto de los derechos humanos es un hecho".
Tras reconocer que en los próximos años su base será Miami, para así preparar el Mundial 2026 en Estados Unidos, México y Canadá, Infantino recordó los tiempos en los que soñaba con ser futbolista y su debut en la Quinta Liga suiza. En ese, su primer partido oficial, la pelota rebotó en su pierna y acabó en gol. El fútbol significó mucho desde joven para él, que quería jugar en el Milan, pero se encandilaba con Diego Maradona en el Napoli.
Ante la pregunta de "qué contesta cuando muchos aficionados le dicen que la FIFA está destruyendo al fútbol", Infantino reacciona con seguridad: "Les digo que tienen que confrontarse con lo que realmente hacemos, también con el dinero. Y claro que no me da igual, me gustaría que la gente sepa lo que hacemos. Tengo la sensación de que cambiarían de idea. Reinvertimos todos nuestros ingresos en todo el mundo. Sin ese dinero habría entre 100 y 150 países sin fútbol organizado, sin competiciones de juveniles ni mujeres".
El colchón de lujo que Infantino ordenó cambiar
Hay un momento de la entrevista que se torna extremadamente íntimo y llega hasta la cama de Infantino. Se produce cuando los periodistas le recuerdan que cuando asumió el cargo en 2016 se supo que había mandado comprar un escalador por 8.832 francos suizos, un colchón de lujo por 11.000 y flores por 860. "Que esto saliera a la luz demuestra lo calurosa que fue mi bienvenida aquí en Zurich. En mi primer día como presidente de la FIFA nevaba, hacía como tres grados bajo cero, pero dentro de la FIFA eran probablemente menos 30. El ambiente no era de euforia, porque yo había sido muy crítico con la FIFA. Subestimé el viento en contra que me recibiría", responde.
"Llegué a Zurich, no tenía vivienda y, según las reglas de la FIFA, el presidente podía vivir tres meses en la suite presidencial del hotel Baur au Lac. Probablemente 500 metros cuadrados con piscina y sauna. No he estado nunca en ella. ¿Qué costará eso, 20.000 francos la noche? Entonces pregunté en la FIFA si no tenían alguna vivienda libre, ya que la FIFA es dueña de inmuebles. Me dijeron que había una casa con una pequeña vivienda en el ático. Fui a verla. Para mí era ideal, porque estaba cerca del trabajo. Estaba un poco sucia, y entonces vi el colchón sobre la cama... uff, no sé qué habían hecho ahí. Les dije, querida gente, me voy a quedar aquí, pero háganme el favor de limpiarlo y de cambiar el colchón. Lo que haya costado el colchón, lujo o no lujo, me da igual. Y yo pasé varias noches allí, con lo que la FIFA se habrá ahorrado un par de cientos de miles de francos suizos. Eso sí, la factura con el costo del colchón fue filtrada convenientemente a la prensa", confiesa Infantino.
El máximo dirigente del fútbol mundial no lee la prensa, como confiesa en su conversación. Pero sí reconoce que con su labor la imagen de una FIFA corrupta ha terminado "salvo en los países de habla germana". "La envidia es bastante grande. Y la envidia es una grave enfermedad. Antes que fuera presidente de la FIFA los periodistas acampaban aquí, frente a la sede de la FIFA, y escribían sobre millones que se escurrían en los canales de la corrupción. Eso no existe más hoy. Quizás sea el caso en los países de habla alemana, pero sin dudas no en el resto del mundo".
Los entrevistadores le echan en cara que al haber llevado el Mundial 2030 a seis países y tres continentes, "le robó su identidad". "España,. Portugal y Marruecos se unieron. Pero los sudamericanos querían el torneo también y exhibían el primer Mundial, el de 1930 en Uruguay. Cien años de Mundiales, no es un mal argumento. Cuando estudiaba derecho en Friburgo aprendí algo: cualquier mal acuerdo es mejor que un juicio. Hoy tenemos un acuerdo bueno y amplio, todos están contentos con esta solución, también los sudamericanos. Y no fue mi decisión, fue la decisión unánime del Consejo de la FIFA, en el que están representadas todas las confederaciones. Mejor no puede ser".
"Para mí, Corea del Norte es igual que Corea del Sur"
Las críticas a que Arabia Saudí, una monarquía dictatorial, sea sede del Mundial 2034 son también parte de la entrevista. "Una sede de Mundial debe cumplir con todos los criterios, inclusive el de los derechos humanos. El proceso no se termina con la candidatura, sólo comienza". En el índice de países democráticos, le recuerdan a Infantino, Arabia Saudí figura séptima por la cola, apenas por delante de Siria y Corea del Norte. "La FIFA es una federación de 211 miembros, todos tienen los mismos derechos y los mismos deberes. También el de postularse. Para mí, como presidente de la FIFA, Corea del Norte es exactamente igual a Corea del Sur. Estados Unidos igual que China. Arabia Saudí fue el único postulado para 2034, y aquí se ve nuevamente la doble moral de Occidente. Todos los países cortejan a los saudíes, hacen negocios por miles de millones de dólares. El Ministerio de Asuntos Exteriores suizo escribe en su sitio web que Arabia Saudí es 'un socio importante'".
Infantino pide tiempo para contar algo de lo que está especialmente orgulloso: su rol en el regreso de las mujeres a los estadios iraníes, donde la presencia femenina estuvo prohibida por más de cuatro décadas. Lo gestionó en un encuentro con Hassan Rohani, presidente de Irán. "'Me gustaría hablar con usted sobre 40 de los 80 millones de iraníes', le dije. El presidente miró desconcertado a sus asesores, que tenían todos la mirada perdida en el suelo. '¿Por qué no deja que las mujeres entren a los estadios de fútbol?'. Hubo treinta segundos de silencio total. 'Los religiosos en nuestro país tienen una visión un tanto anticuada', me respondió. 'Bueno, si alguien puede cambiar eso, es usted'", afirma.
"Seis meses después un club iraní jugaba la final de la Champions asiática. Me llamaron para decirme que dejarían ingresar diez mujeres al estadio. Yo les pregunté si me estaban tomando el pelo. Tienen que ser al menos mil. Al final fueron más de mil, fui al partido y me hice selfies con las mujeres en las tribunas. Todos lloraban: las mujeres, los hombres y yo. Así es que desde hace dos años, las mujeres pueden acceder a los estadios iraníes. Sé que desde entonces han pasado cosas graves, pero rendirse no es una opción", concluye.