'Informe Ochotorena' sobre Mamardashvili: "Es un portero que para, algo vital; me recuerda al Courtois del Atleti"
El entrenador de porteros del Valencia lleva tres años trabajando día a día con el portero de Georgia y le ve entre los cinco mejores de Europa.

Nada más terminar el Georgia-Portugal (2-0) del miércoles, José Manuel Ochotorena, el preparador de porteros por excelencia del fútbol español, ya se imaginaba lo que se le venía encima. "Mañana me toca Giorgi a tope", le comentó a su esposa. Giorgi no es otro que Giorgi Mamardashvili, el portero georgiano y del Valencia que el domingo se enfrentará a España en los octavos de la Eurocopa. Nadie en el fútbol patrio conoce al guardameta de Tiflis como él. Son tres temporadas consecutivas a su lado. Muchas horas de entrenamientos juntos en Paterna y un centenar exacto de partidos. Aquel diamante en bruto que aterrizó en la Escuela del club valenciano en el verano de 2021 venía para el filial... si demostraba estar preparado para ello. Ahora se lo rifan los grandes de Europa.
Las lesiones de Cillesen y Jaume precipitaron los acontecimientos. Bordalás miró a Ochotorena y no tuvo que decirle mucho: "Prepárale lo mejor que puedas. Éste es sí o sí nuestro portero titular en este comienzo de temporada". Por esas razones que nadie sabe, en su contrato existía una cláusula que decía que el chaval, procedente del Dinamo de su ciudad natal, tenía que hacer obligatoriamente la pretemporada con el primer equipo y que el día que debutase, el club debería pagar 600.000 euros. La hizo. Y paró tanto y tan bien que el cuadro técnico encontró un parche sobre la marcha para cubrir las ausencias de los dos guardametas lesionados.
¡Joooder, qué bigardo...!
Desde Valencia, Ochotorena se convierte en el informador ideal de Relevo para conocer las entrañas del hombre que el domingo intentará amargar la noche a España. "No le conocíamos de nada. Esa es la verdad. No es cuestión de ahora apuntarnos ningún tanto. A Luis Martínez, que era el director de la Escuela, le debieron hablar de él y ahí se presentó un día de julio. Cuando le vi me dije para mí, joooooder qué físico, menudo bigardo. Por las lesiones de sus compañeros jugó todos los partidos de pretemporada e hizo cosas que nos llamaron la atención. Vamos, como las que está haciendo ahora. Hay que decirlo. Por supuesto que mejora cada día, por supuesto que es mejor que hace tres años, pero ya hacía paradas decisivas que nos sorprendían por su edad y la escasa preparación que había tenido".
Ochoto y Giorgi, esas primeras semanas, meses, se entendían en inglés. El del entrenador, el inglés con acento scouser que aprendió en Liverpool en sus tiempos con Rafa Benítez en Anfield y el del jugador el inglés de Georgia. La conclusión a la que llegó el técnico en sus primeras conversaciones fue que ese gigante de 20 años apenas había competido en su país, ni siquiera en su equipo. No había vídeos que le avalasen. No tenía una trayectoria. "Era un producto que nos llegaba bajo esa política de coste cero que ahora tiene el club y nos pusimos a trabajar con él. Una de las barreras el primer año fue el idioma. Le costó mucho adaptarse también a nuestras costumbres. Es un chico muy introvertido. Llegó un momento en el que tuvimos que apretarle y decirle que tenía que hablar más con los compañeros, integrarse más. Le costó, le costó".
Giorgi le contó a Ochoto que su padre había sido guardameta en su país y que ahora era entrenador de porteros, pero no a nivel profesional. La suya fue la escuela paterna. Nada más. "Se notaba que su preparación era distinta a la nuestra, era una escuela más del Este y que no había trabajado determinados conceptos. Lo que sí era una evidencia es que era una portero que paraba. Parece obvio lo que estoy diciendo, pero en nuestro argot sabemos lo que quería decir. Se quedaba con los balones. Era un diamante, se veía. Hacía muchas paradas en la portería. Le faltaba mejorar con los pies, conceptos tácticos que desconocía, como jugar en corto, largo, rápido, lento... No lo manejaba. Le costaba. De hecho hubo un momento, tras un partido en Sevilla, el sexto o el séptimo, en el que cometió dos errores y le tuvimos que quitar. Estaba como colapsado y le afectaba mucho. Ya estaba recuperado Cillesen y le sentamos. Hasta le vino bien, estaba un poco superado. Ni él pensaba que podía estar jugando en el primer equipo".
Está en formación y con un gran margen de mejora
Aquel suceso ha sido motivo de comentario entre ellos en muchas ocasiones: "Me decía que le había venido todo muy rápido". Su evolución sorprendió a los propios técnicos. Aprendía muy deprisa lo que no sabía. "Comenzamos a darnos cuenta de que iba muy bien abajo, a las pelotas rasas. Eso no era normal en un portero de esa envergadura. Y poco a poco fue cogiendo esos conceptos que podían ser normales en cualquier escuela de un club español, incluso en chavales más jóvenes, pero que él desconocía. Esa era su carencia, como si tuviera años de retraso en su aprendizaje. Pero a lo bruto, por ejemplo en una batería de remates, él los paraba todos. Le faltaba relacionarse con el juego, con el equipo. Dónde colocarse, las alturas, el juego con los pies que era muy justo... Pero fue asimilando y asimilando. Le ha venido muy bien para mejorar en todo su carácter. Le gusta trabajar, aprender. No es 'vagoneta'. Todo lo contrario. Asimila bien. Tiene ambición, quiere llegar".
Ochoto no quiere poner límites dónde puede llegar, pero sí está convencido de que tiene que seguir aprendiendo y mejorando en todos las facetas. "Tiene 23 años, está en plena formación. La temporada pasada con nosotros fue buena, muy buena, y ahora la Eurocopa, también. Pero va paso a paso. Todavía, por ejemplo, no ha jugado competiciones europeas. Está jugando en un equipo con unas características de juego, con un estilo. Cada día está más metido en ese colectivo, entiende mejor el juego. Pero hay que ser cauto. Él es consciente de que tiene que mejorar la carencia de base que tiene".
Por mucha experiencia que atesore, por muchos porteros de elite que haya tenido a sus órdenes, en Ochotorena siempre se impondrá la prudencia y no quiere aventurar lo que no se puede saber. "¿Portero de equipo grande? Ese es otro de los pasos que tendrá que dar en un momento determinado. Es verdad que en el Valencia, en la Selección, le tiran mucho y para mucho y en esos equipos que llamamos grandes te tiran tres veces y tienes que parar las tres. Yo creo que sí puede llegar a uno de esos clubes. Confío mucho en las ansias de mejorar que tiene. Al fin y al cabo lo que él quiere es estar en un grande y estar en el top, entre los cinco mejores clubes de Europa. Eso es lo que él quiere y creo que tiene esa capacidad".
En estos tres años, el técnico no ha encontrado un portero de los que ha entrenado que se pueda parecer al georgiano. "Lo he pensado y no creo que haya tenido ninguno, ni en la Selección, ni en el Liverpool o el Valencia, que se parezca a él. Lo que sí recuerdo es que hablando con Cillesen y Jaume, ellos me decían que le veían unas grandes condiciones. Se sorprendían de su potencial. Si tuviera que compararle con uno, aunque no lo haya tenido yo, le comparo, salvando las diferencias, a Courtois, a ese Courtois que llegó al Atlético hace unos años. Ese físico alto que hace paradas salvadoras de reflejos, de último recurso. La profesión de portero cada día es más exigente. Tendrá que ir adaptándose a los equipos en los que juegue, a sus sistemas de juego. No es lo mismo jugar en el City con Guardiola, donde el juego con los pies es primordial, que hacerlo en otro equipo en el que no tenga tanta importancia. Es como el tenista que se tiene que adaptar a jugar en todas las superficies: tierra, hierba, pista dura... Él tiene que saber siempre el estilo del equipo en el que juega y tiene ante sí un gran margen de mejora. Tiene potencial para mejorar mucho más y tiene que ser capaz de desarrollarlo".
Porteros universales, que valgan para cualquier equipo
Fuera del campo, el otro Giorgi llama la atención por su timidez. Se nota que viene de una familia humilde. Le ha costado relacionarse con el resto de compañeros. Ha ido, incluso, muy despacio. La temporada pasada ya comenzó a soltarse con el idioma y comenzó intercambiar conversaciones y bromas con los que le rodean. Es muy familiar. Los padres viven en Tiflis, pero viajan a Valencia de vez en cuando. Lo mismo que su novia. Vive solo. Es más bien reservado con todo lo concerniente a su vida privada. La cara de seriedad que mantiene durante los partidos, es la misma que luce en los entrenamientos y en el día a día. Ochoto no puede disimular que le tiene un gran cariño: "En las distancias cortas es cariñoso, habla siempre con respeto. En el club, en Paterna, todo el mundo destaca su educación. Es muy respetuoso cuando se dirige a la gente".
Tres años después y sin saber si habrá un cuarto o el club acabará traspasándole, que parece lo más probable, Ochotorena, en su informe técnico a 27 de junio de 2024, escribiría sobre él: "Es un guardameta que en portería se hace muy fuerte, muy grande. Es muy difícil de superar. Es rápido, es coordinado. Y según siga trabajando esas carencias de base que traía, aún será mejor y será un portero que tenga un hueco entre los mejores de Europa. Repito que a pesar del rendimiento que está dando, tiene que seguir formándose. Tiene por delante mucho que trabajar y que mejorar. Los porteros actuales tienen que ser universales. Tienen que servir para cualquier equipo. Tan importante es que domine el juego aéreo, como que esté bien relacionado con la defensa, que sepa montar una acción ofensiva, que tenga personalidad, que mande en todas aquellas acciones en las que tenga que mandar... Hoy un portero tiene que ser competitivo y muy completo. En la educación de un portero se está olvidando la parte técnica y se da importancia a la faceta táctica, de tener lectura del juego, de interpretar espacios, tanto ofensiva como defensivamente. En unos equipos tendrá que utilizar más el juego con los pies y ser casi un jugador que ayude en el comienzo del juego y en otros, a lo mejor, es más importante que se quede con los balones y no conceda segundos remates. Ahora se buscan porteros grandes, porteros de 1,80 como en mis tiempos, estarían bajo sospecha. Ahora hablamos como mínimo de 1,90, como Mamardashvili".