El juicio por el 'caso Rubiales' retrata una Federación "hostil" y "tremendamente anormal"
La declaración de 18 testigos durante las primeras cuatro jornadas de juicio dibuja una institución que giraba en torno a Luis Rubiales.
![Luis Rubiales y Jorge Vilda durante la celebración del Mundial de Australia y Nueva Zelanda. /Getty Images](http://s2.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202502/06/media/cortadas/Rubiales-Vilda-R1ZtM3figiYIcX69Tg5nbpL-1200x648@Relevo.jpg)
"Era vender mi alma al diablo". Con esta frase definió en sede judicial Ana Ecube —una de las amigas de Jenni Hermoso y del resto de las jugadoras que las acompañó durante a celebración de Ibiza en los días posteriores a la consecución del título mundial— lo que suponía aceptar las promesas que Albert Luque, por entonces director deportivo de la Selección masculina, les ofreció si Hermoso accedía finalmente a grabar el vídeo exculpando a Luis Rubiales: "Si nos ayudáis, ya sabes que Luis [Rubiales] sabe devolver muy bien los favores, y no os va a faltar trabajo, ni a ti ni a Jenni".
Durante las primeras cuatro jornadas del juicio por el 'Caso Rubiales', los 18 testigos que pasaron por la sala de vistas de la sede de la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares aportaron detalles ante el juez que dibujaban una Federación "hostil" y "tremendamente anormal", tal y como denunció el Compliance Officer, Francisco Javier Puyol. Una estructura jerarquizada que se puso en marcha al servicio de Luis Rubiales para minimizar el impacto que suponía lo que había hecho durante la final del Mundial: "Les dije que estaban muy nerviosos porque si caía Rubiales, todos iban a caer". señaló Ecube.
Dos empleadas de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF), que aún siguen en la institución, Patricia Pérez —jefa de prensa de la Selección femenina, conocida como 'Poki'—y Ana Álvarez —exdirectora de fútbol femenino—, fueron más allá. "Desde el momento que entré supe que era una encerrona. Me llamó la atención que en la sala había ocho personas y entre ellas no estaba el director de Integridad", relató Patricia Pérez sobre la reunión a la que le convocaron para incluir su versión sobre lo sucedido en el informe que el departamento de Integridad, con Miguel María García Caba al frente, estaba elaborando tras el beso que le propinó Luis Rubiales a Jenni Hermoso en la entrega de medallas del Mundial de Australia y Nueva Zelanda.
Aquel encuentro tuvo lugar en el despacho del presidente, uno de los implicados, y asistieron hasta ocho personas del entorno personal y profesional de Rubiales, incluido Luis de la Fuente, que negó la mayor. El seleccionador nacional aseguró que estaba en el despacho para hablar de fútbol el día que, según señalaron los responsables de comunicación en aquel momento, se abordaba la mayor crisis reputacional de la historia de la institución.
"Recibí una reprimenda por parte del presidente por no hablar con Jenni", explicó Ana Álvarez. Se refería a la conversación que Luis Rubiales tuvo con ella por no intervenir con la jugadora para convencerla de que grabara un vídeo exculpándole. Tanto Pérez como Álvarez, además, aseguraron que ésta última no estaba presente cuando a Jenni Hermoso se le enseñó el comunicado que la RFEF envió a los medios de comunicación con palabras que la jugadora no había pronunciado para restar la importancia de lo sucedido.
Los informes y el comunicado se redactaron sin hablar con la víctima
La mayor evidencia de la estructura federativa que se puso en marcha para salvar al expresidente es que para la elaboración de los informes e incluso de los comunicados que recogían las supuestas palabras de la jugadora, nadie preguntó a Jenni Hermoso. Ni el director de Integridad, que lejos de elaborar un informe que investigara lo ocurrido para proteger a la jugadora, incluyó escritos firmados por otros responsables con el fin de minimizar el impacto.
López Vallejo, el psicólogo de la Selección masculina que viajó con la femenina a Australia, tampoco habló con Jenni Hermoso para elaborar su informe, que lejos de amparar a la futbolista, se trataba de un documento exculpatorio del que fuera expresidente, con el agravante de que era, además, salvaguarda de FIFA ante situaciones de acoso y bullying. El todavía miembro del staff de Luis de la Fuente reconoció que aquel documento que firmó se lo dieron hecho desde el gabinete de presidencia para que ratificara que el beso había sido "algo anecdótico". Sin embargo, aunque su firmaba avalaba que no había hablado con Jenni Hermoso, aseguró que tan sólo se dirigió a ella dos días después del título para preguntarle si podía pasarle su contacto a FIFA cuando se interesó por ella.
Pablo García Cuervo, exdirector de comunicación, mantuvo en tono desafiante que no había contactado con Jenni Hermoso para elaborar el comunicado que la RFEF envió con palabras que ella no emitió porque consideraba que la jugadora era "influenciable" y "manipulable". Como no se fiaba de ella, decidió que lo mejor era enviar unas declaraciones de Jenni Hermoso sin permitir, ni siquiera, que las pronunciara.
Todos ellos, incluidos los que aportaron un testimonio más favorable para Luis Rubiales, retrataron una Federación presidencialista que sólo buscó beneficiar y auxiliar al patrón aunque aquello supusiera abandonar a la víctima de una posible agresión sexual a través de continuas presiones a la jugadora para que hiciera lo que negó querer desde el primer minuto. Por ello, la Fiscalía y las acusaciones piden para el que fuera presidente de la RFEF una condena de dos años y medio de cárcel y año y medio de prisión para el resto de acusados: Jorge Vilda, Albert Luque y Luis Rubiales.
Todos ellos declararán durante el martes y miércoles próximo, después de que terminen las testificales de Montse Tomé; Salvador Losa, conseller de Deportes de Ibiza; Alejandra Hernández, compañera de Rubén Rivera; y dos peritos —David Morillo y Abel Baños—, cuyo informe será la última 'bala' que le queda a la defensa de Luis Rubiales para convencer al juez que lo que vio todo el planeta a través de las cámaras de televisión se trataba, simplemente, de un acto de euforia.