Toda la verdad de la etapa de Koeman en Valencia en su vuelta a Mestalla: "En un hotel de Bilbao nos hizo ver cámaras de seguridad para saber quién le escribió 'Vete ya'"
El actual seleccionador neerlandés tomó las riendas del Valencia en 2007 tras la destitución de Quique Sánchez Flores. Cogió al equipo a cuatro puntos del líder y lo dejó a 33, y a dos del descenso.

Si en Róterdam el silbado fue Huijsen en su salida al terreno de juego, la pregunta es cómo recibirá Mestalla, donde seguro habrá un buen porcentaje de valencianistas, a Ronald Koeman en el regreso a la que fue su casa en la convulsa campaña 2007-2008. El actual seleccionador neerlandés apartó del equipo a Albelda, Cañizares y Angulo aquella temporada, en la que a pesar de ganar la Copa del Rey, ésta no se festejó porque el equipo coqueteaba con el descenso. Fue la primera incursión de Voro en el banquillo al rescate de un Valencia que empezó la campaña con Quique Sánchez Flores jugando la Champions y terminó pidiendo la hora a una temporada aciaga para el valencianismo, que veía cómo se desmoronaba el Valencia del triplete logrado cuatro campañas antes, a pesar de contar con Villa, Silva, Joaquín, Baraja o Morientes en el equipo.
"El valencianista vive con muchísima pasión su equipo pero, sinceramente, no tengo ni la más mínima idea de cuál es el recuerdo que puede guardar la gente de Koeman", dice Javier Arizmendi, exjugador de aquella plantilla che en un año "muy convulso y también como un gran aprendizaje a nivel personal". "Yo creo que la gente pasa de Koeman, que es un entrenador que, como Javi Gracia y algún entrenador más, ha pasado por aquí sin pena ni gloria, lo que pasa es que el recuerdo que tiene fundamentalmente la gente es el lío que montó con Angulo, Cañizares y Albelda y yo sí que le reconozco una parte buena, que es que él dejó como herencia a Juan Mata", analiza Pedro Morata, entonces, responsable de Deportes de la Cadena SER en la Comunitat Valenciana en aquella etapa y el periodista que cenó con Koeman en su primera noche en la ciudad. Precisamente Mata abrió el marcador en el 3-1 de la final de Copa 2008 en la que el Valencia se impuso el Getafe en el Calderón.
"No era Benítez, no era un entrenador férreo. Había entrenado en la primera división en Holanda pero no venía con un grandísimo caché como entrenador, sí como exjugador ilustre. Tampoco tenía ese pedigrí valencianista que parece que siempre encaja más y se agradece más. Era una leyenda del Barça, pero del Valencia no lo era, naturalmente. No era Quique, no era Djukic, que seguramente era peor Djukic que él, o Pellegrino, al que no le fue bien, pero había algo que hacía que hubiera cierta benevolencia, que a lo mejor él no tuvo, pero tampoco se la ganó. No fue un tío empático, ni dentro ni fuera. Tampoco era Unai Emery, encerrado en la ciudad deportiva, más bien todo lo contrario. Estos jugadores venían de ser soldados y él venía de ser muy estilo holandés, mucho toquecito, poco trabajo físico, entrenamientos muy cortitos, y entre que lo veían en las cenas botella de vino arriba y abajo…", recuerda una persona vinculada a aquel Valencia y aquel vestuario en la temporada 2007-2008 a quien llamaremos A. para respetar su anonimato.

Con ellos tres trazamos el recuerdo del Ronald Koeman entrenador del Valencia que mañana volverá a pisar el césped Mestalla por primera vez tras su salida al frente del combinado de Países Bajos, aunque no será la primera vez que visite el coliseo che desde entonces: lo hizo el 2 de mayo de 2021 con el Barça (2-3) en Liga, pero no se sentó en el banquillo por su expulsión la jornada previa ante el Granada. Tampoco se dio el otro gran aliciente en su regreso: no había público en las gradas a causa de las restricciones por la pandemia. Esta vez, se darán las dos circunstancias. Esta vez, sí vuelve Ronald Koeman a Mestalla.
“Frío, retraído y poco comunicativo”
"Yo conocía, y conozco, a Bayran Tutumlu. Bayran Tutumlu era un poco, en aquella época, el Pini Zahavi actual del Barcelona. Era un tío que tenía mucha influencia en el FC Barcelona, mucha, y él era el representante de Koeman. Es un agente turco muy pintoresco, porque es estrambótico en las formas, es un tío llamémosle extravagante, y era una persona muy atrevida, muy especial, que era convincente, y él es la persona con la que llegó a Valencia a Koeman", recuerda Pedro Morata sobre la llegada a Valencia de Ronald Koeman a Valencia, presentado el 2 de noviembre de 2007, en sustitución de Quique Sánchez Flores. Los dos primeros partidos desde la salida de Quique los dirigió el entonces técnico del filial, Óscar Fernández, ante el Real Madrid en Mestalla (1-5) y en Mallorca (0-2). Koeman debutó el 10 de noviembre de 2007 con un 3-0 ante el Real Murcia.
"Como yo le conocía a Bayran, me fui a tomar un café con él al Hotel Valencia Palace, y me dijo: 'Oye, no te vayas, que está arriba Ronald y subes y cenas con nosotros', y digo 'ah, pues vale'. Y subí, efectivamente, Ronald Koeman no entendió nada de qué hacía yo allí, nada. Era un tío muy introvertido, es una persona que le cuesta comunicarse. La apariencia es como de muy desconfiado, es como una persona muy fría, introvertido. Yo creo que ése fundamentalmente es uno de los problemas que tiene él cuando entrena a los equipos, que es una persona muy retraída. Ahí yo tuve una conversación, sinceramente, un diálogo de besugos, ninguna profundidad de nada", recuerda el periodista, que reconoce que Koeman "imponía mucho respeto": "Entre la mala hostia que tiene, lo poco comunicativo que es, lo poco que habla, lo introvertido que es y la leyenda que era, verdaderamente a mí me echaba un poco para atrás, y no pude tener mucha conversación con él porque no se daba. Él sí que me acuerdo que me dijo que él tenía que hacer como un calambrazo, como un reset en el equipo, que él venía para darle una vuelta como un calcetín al equipo. Y lo hizo y lo hizo, o lo intentó", dice con sorna Morata.
"Había un poco la sensación de que el tío venía aquí de sobrao. En esa época todo el mundo lo veía como el futuro entrenador del Barça, era como 'mi trampolín al Barça', y eso tampoco le gusta a la gente"
Persona vinculada al Valencia 2007/2008"Había un poco la sensación de que el tío venía aquí de sobrao. En esa época todo el mundo lo veía como el fututo entrenador del Barça y entonces era un poco como 'bueno, esto es mi rampa de lanzamiento, mi trampolín al Barça', y la gente percibía eso y tampoco le gustaba. Conocía el idioma perfectamente, pero tenía un círculo muy cerrado y no generó confianza. No se esforzó en mostrar su versión más empática. Iba un metro por encima del suelo desde que llegó y tampoco empatizó con el sentimiento de la gente, no hizo guiños. Era un tío frío, era distante", analiza A., que también destaca el contexto en el que Ronald Koeman y su cuerpo técnico, formado por Jose Mari Bakero y Toni Bruins Slot como ayudantes, recalaron en la entidad valencianista.
"Era el Valencia que desembocó en la venta. No aterrizó bien por el contexto institucional y deportivamente seguramente había unas expectativas que el equipo, pese a ser muy bueno, ya no respondía a ellas, porque habías ido empeorando el equipo, o envejeciéndolo, sin renovación. Ya que se veían, en lugar de brotes verdes, brotes mustios. Era un Valencia que estaba a punto de cambiar de época, aunque luego se rehÍzo, pero era previo a la paralización de las obras, a una etapa de Soler que fue muy convulsa y que desembocó en la venta. Un Valencia por encima de sus posibilidades de algún modo, veías que con la crisis era un ritmo que el club no podría aguantar, con un ego con el que no me refiero muchas veces sólo a las personas, sino al propio club. Tú venías de presentar dos años antes el estadio como las pirámides de Keops, entonces, existía ese bombo alimentado por la época, por la burbuja inmobiliaria, de 'lo que hemos vivido en los últimos años, la fiesta no va a acabar, pero en esa época empezaban a percibirse signos de que la fiesta se iba a acabar, y la fiesta acabó como acabó. Además, ahí todo el mundo competía a ver quién le hacía más la pelota a ese hombre (Juan Soler) y a su mujer. Era una época con mucha megalomanía y a lo deportivo lo arrastraba, y una muy mala gestión, porque Juan Soler era muy mal gestor y seguramente tampoco se rodeó de las personas más brillantes de Valencia", comenta A.
De hecho, a esa obediencia y pleitesía al presidente valencianista en ese momento y a su mujer, "que no era la mujer del presidente, era la presidenta, entre comillas, Consuelito Rubio", recuerda A., le achacan muchas voces la decisión de hacer a un lado a David Albelda, Santi Cañizares y Miguel Ángel Angulo. Fue un martes 18 de diciembre de 2007 cuando Ronald Koeman les apartó del grupo y les instó a que buscaran equipo porque no entraban en sus planes. "El cuerpo técnico, el entrenador y el director deportivo han transmitido al presidente la decisión imprescindible de dejar fuera del equipo a los jugadores Cañizares y Albelda. El presidente ha aceptado la decisión entendiendo que a todo el mundo se le acaba su vida profesional. (...) Tanto Santi como David han sido dos jugadores importantes para el Valencia, que todos llevaremos en nuestra memoria y que forman parte de la historia viva del club. Todo se acaba en la vida", firmó el entonces vicepresidente, Enrique Lucas, en un comunicado en la página web del Valencia.
"Tengo un camino en el que no entras, que tu agente se ponga en contacto con el club y solucionáis el tema, porque nunca más vas a jugar en el Valencia conmigo. No creo en tu liderazgo", cuenta el periodista Conrado Valle en la biografía 'Albelda, el adiós del eterno capitán', que le dijo Koeman al excapitán che en presencia de Bakero. El siguiente en estar al tanto de su nueva situación fue Cañizares. A Angulo se lo comunicaron al día siguiente; ese día se había quedado en casa con fiebre.
"Miguel Ángel Ruiz era un director deportivo que no tenía peso en aquel momento. Cañizares siempre ha pensado que Koeman hizo eso para agradar a Juan Soler, a la mujer de Juan Soler, pero yo creo que él la toma para dar un golpe de autoridad y tratar de decir, que eso es muy de Koeman, 'aquí el jefe soy yo, la estrella soy yo', y no creo yo que lo hiciera tanto por agradar a Juan Soler, pero Santi sí, Santi piensa que esa es una decisión incluso que la toma la mujer de Juan Soler, Consuelo, pero yo sinceramente pienso que no', debate Morata, que añade: "Bueno, también piensa Santi que aquello fue que como Baraja y Santi tenían una relación fría y Baraja, dice Santi, que la mujer o la novia tenía muy buena relación con la mujer de Juan Soler, pues que todo eso metido en un cóctel… Pero a mí me suena demasiado rebuscado que Koeman hiciera eso", analiza Morata.
"Cañizares siempre ha pensado que Koeman les apartó para agradar a Juan Soler, a la mujer de Juan Soler, pero yo creo que fue para dar un golpe de autoridad, decir 'aquí el jefe soy yo, la estrella soy yo'"
Exresponsable de Deportes de la Cadena SER en la Comunitat Valenciana"Yo creo que eran tres jugadores que estaban ya en la fase final de su carrera y él quiso aprovechar para hacer un reset y ser la estrella del equipo, con el riesgo que ello pudiera suponer. A mí me da la sensación de que a Koeman alguien le debió influir a él, de que estos tres futbolistas eran un freno en el vestuario y como que eran los que mandaban en el vestuario… Que Angulo iba por su cuenta, que era un jijijaja, y que Albelda y Cañizares eran los jefes del vestuario. Entonces, yo creo que alguien le metió a Koeman en la cabeza: 'Si tú quieres que este Valencia funcione a tu manera, estos no pueden estar aquí, porque estos tienen una influencia enorme por lo que son en el vestuario' y por eso tomó esa decisión drástica. Yo siempre por eso he pensado que es una decisión de él deportiva, no una decisión de él para agradar a Juan Soler'", confiesa el periodista.
Algo que, como Cañizares según explica Pedro, sí cree A.: "Era un conflicto que iba más allá de lo estrictamente deportivo, era casi más un conflicto institucional con el propio club, con Juan Soler, que recordemos no era sólo el presidente, que se puso a sí mismo cuando la Supercopa de Mónaco, era el máximo accionista del Valencia, con mayoría accionarial absoluta. Era como tener a Lim por ahí bambando, el grado de peloteo que eso generaba alrededor era terrorífico. A Koeman todo ese contexto le pilla con el pie cambiado, él no entendía muy bien todo eso y seguramente fue un poco instrumento o extensión del club, pero no creo que fuera un conflicto directamente con Koeman, que no calibró lo que implicaba eso, que generó un conflicto interno muy gordo. Eran tres leyendas, que tienen lona en Mestalla. Koeman fue como parte activa de un conflicto que ya existía en el propio club, pero fue una decisión que deportivamente le hizo muchísimo daño al equipo".
A. no sólo contextualiza qué propició aquella decisión, sino que recuerda el papel de unos otros en el Valencia: "Los tres que apartaron tenían cierto enfrentamiento con la gestión del club, por así decir, y además hay que tener en cuenta que ellos venían de de mandar mucho, porque venían de acumular méritos deportivos enormes: los tres venían de ganar el triplete. Angulo, Santi sobre todo era el más reivindicativo, y Albelda también. Y era una época donde ellos eran fijos en la selección, sobre todo Albelda y Cañizares. Tenían un peso en el club muy grande, entonces, había tensiones de egos también, porque luego estaba Baraja, Marchena… Ese verano Marchena ganó la Eurocopa, era internacional fijo también, que a Albelda se la jodieron. Era un vestuario con mucho peso pesado para lo bueno y para lo malo. En situación de conflicto era muy complicado gestionar eso. Yo creo que eso lo habrá mejorado porque ha entrenado a buenos equipos y a la selección, pero yo creo que ese tío no estaba en el momento de su carrera de gestionar esos egos, seguramente, y fue un posicionamiento que partió de algún modo el vestuario y que iba más allá de Koeman".
"Fue una decisión incomodísima. Son tres jugadores que eran emblemas para el Valencia, que tenían un peso dentro del vestuario muy grande y ¿cómo sobrellevas eso, que no se les permita entrenar con el grupo?"
Exjugador del Valencia C.F.Javier Arizmendi, aunque muy cauto, cuenta qué supuso aquella decisión y cómo la vivieron tanto el vestuario como él mismo, llegado ese verano desde el Deportivo de La Coruña por petición expresa de Quique Sánchez Flores. Tenía 23 años. "Fue una decisión incomodísima porque se vivieron situaciones muy incómodas. Son tres jugadores que eran emblemas para el Valencia, que tenían un peso dentro del vestuario muy grande y ¿cómo sobrellevas eso?, ¿cómo sobrellevas que a tres compañeros con esa trayectoria se les aparte, no se les permita entrenar con el grupo? El ambiente se enrareció, no podía ser de otra manera. Yo era de los más jóvenes quizá de la plantilla y lo recuerdo como algo que no sentó bien a nadie porque, evidentemente, no venía bien para la convivencia, todo lo que sea separar, dividir… No cayó nada bien y fue una decisión bastante fuerte, bastante rompedora y ¿qué te voy a decir? No quiero meterme en más historias", afirma el exjugador madrileño.
De ser el mejor equipo del mundo en 2004 a luchar por no descender
La dimensión y el ego en el más amplio sentido, como apuntaba A., de aquel Valencia era tal que Quique Sánchez Flores, que ocupaba el cargo de entrenador del Valencia desde la temporada 2005-2006 y que clasificó al equipo para la Champions las dos campañas, fue destituido tras caer por 3-0 en Sevilla, cuando el equipo era cuarto a sólo cuatro puntos del Real Madrid tras nueve jornadas -con un balance de seis victorias y tres derrotas-, y que los nombres que tanteó el Valencia para hacerse cargo del equipo fueron los de Fabio Capello, José Mourinho o Marcello Lippi. Finalmente, el Valencia indemnizó al PSV para firmar a Ronald Koeman, de entonces 44 años y ya campeón de tres ligas Eredivisie (dos con el Ajax y una con el PSV), una Copa y una Supercopa local con el Ajax y una Supercopa de Portugal con el Benfica.
Koeman era (y es) una leyenda como jugador en el Barça, componente del 'Dream Team' de Johan Cruyff y autor del gol que le dio al conjunto culé su primera Copa de Europa en Wembley en 1992, pero como técnico, a pesar de esos seis títulos, ni su juego ni su personalidad calaron en el Valencia. Antes de entrenar en Holanda, fue ayudante de Van Gaal en el FC Barcelona durante año y medio. "Yo recuerdo esa escuela de posesión del balón, de intentar tener la iniciativa, pero es que la situación era bastante complicada. Sus intenciones, como todo entrenador que llega a un equipo, fueron buenas, pero no sé si dio con la tecla de la mejor manera posible, y esas decisiones tan transgresoras quizá le penalizaron", recuerda Arizmendi.
También, el hecho de que no fuera especialmente comunicativo: "No lo era del todo. Es otro carácter, pese a que hubiese estado en España muchos años. Al final, yo siempre he pensado, cuando jugaba y cuando he dejado de jugar, que entrenador a mí me parece una de las profesiones más difíciles del mundo, manejar los egos de 25-30 chicos jóvenes que tienen esa capacidad de trabajo y de equipo pero que también es tu ego, es tu carrera… Es difícil ser entrenador, es difícil un club como el Valencia, de la exigencia del Valencia y, una personalidad a lo mejor de Europa como puede ser la de Koeman pues es diferente a los que acostumbrados aquí, y creo que hubo ahí poca identificación quizás entre unos y otros".
"No estoy muy seguro de si alguna vez jugó a lo que Koeman quería", comenta Morata, "porque no era Benítez, Koeman es un entrenador más estético, más de circulación, era un entrenador más ofensivo, pero claro, el Valencia estaba en aquel momento como estaba, entonces era un Valencia a mitad de camino: veníamos de un Valencia muy grande, de jugar al contragolpe, con defensa muy férrea, a venir Koeman e intentar de alguna manera la escuela holandesa frente al miedo que había en aquel momento y frente a un Valencia que lo que le había funcionado no era precisamente la escuela holandesa, sino que era otro tipo de fútbol totalmente distinto".
"Tenían la fama de que si cada dos por tres se iban a jugar al golf. Los jugadores se quejaban del bajo nivel de los entrenamientos, de las cargas de trabajo ínfimas y de la superficialidad del tema táctico"
Persona vinculada al Valencia 2007/2008"Digamos que el estilo no encajó bien, porque él tenía un estilo no de mucho trabajo del equipo -ni suyo tampoco, por cierto. Tenían la fama de que si cada dos por tres se iban a jugar al golf, además-, más de toque, y eso no encajó muy bien. Los jugadores se quejaban del nivel bajo de los entrenamientos, de las cargas de trabajo ínfimas y de la superficialidad del tema táctico. Y Tony Bruins Sloth, vamos a dejarlo en que no estaba en su mejor momento, en que era su mano derecha pero no todo el tiempo estaba sobrio. No estaba en sus plenas capacidades, entonces, el vestuario se le fue un poco de las manos. Era todo un ambiente muy raro, un ambiente irrespirable, y eso que el Valencia entonces tenía un equipazo y sufrió como sufrió en Liga", recuerda A.
Un equipo "de estrellas de talla mundial", lo califica Arizmendi: "Mata, Villa, Silva, Baraja, Marchena, Albelda, Canizares… Ese año jugamos Champions (el Valencia cayó en la fase de grupos, en la que se midió a Chelsea, Schalke 04 y Rosenborg. Fue último con una sola victoria y dos empates que no le valieron ni para acceder a la UEFA). Es que era impresionante el equipo que había. Morientes, Joaquín… Es que a priori estaba diseñada la plantilla para mucho más quizá, pero no se dieron las circunstancias, entras en una racha negativa y te encuentras a falta de pocas jornadas rondando un descenso que era inimaginable para un club como el Valencia". Un Valencia que venía de jugar las dos finales de Champions con Cúper en 2000 y 2001, de ganar las dos Ligas con Rafa Benítez en el 2001 y 2004, año en el que también se hizo con la UEFA y la Supercopa de Europa y se convirtió en el mejor club del mundo, según la clasificación de la Federación Internacional de Estadística e Historia del Fútbol (IFFHS).
"Era simplemente una deriva, veías que el equipo se descomponía y que no había manera de que el equipo estuviera en un mínimo nivel que se acercara al que tenían en la plantilla, pero coincide que ese año ganas en el Bernabéu, aquel gol inverosímil de Arizmendi, sin ángulo, y eso le dio un crédito que seguramente no mereció, por los resultados y porque el vestuario no estaba con él en general. Tenía un poco esos dos bandos, provocado por lo de apartar a los tres jugadores. Eran leyendas en ese momento en activos, eran jugadores que implicaban mucho, y todo se fue complicando. Fue un año muy intenso y muy desagradable", reitera A.
Arizmendi sonríe al recordar aquel gol y aquel partido en el Bernabéu. Era la jornada 29 y el Valencia se impuso por 2 a 3 (dos goles de Raúl, otros dos de David Villa y el del madrileño en el minuto 89). Aquel Valencia había llegado a medirse en su estadio al Real Madrid, líder con 62 puntos, siendo undécimo en la clasificación con 36, a sólo cuatro puntos del descenso que marcaba el Zaragoza. "Fue un momento de muchísima alegría, ya no sólo a nivel personal lo que supone marcar un gol en el Bernabéu que da la victoria a tu equipo, sino porque la tendencia del equipo era bastante mala, necesitábamos sumar, estábamos cerca del descenso y es un momento creo que soñado por todo el mundo: dar la victoria a tu equipo, al Valencia, frente al Real Madrid, y que esa victoria signifique el tomar algo de respiro en la tabla, fue un momento que siempre llevaré conmigo", asegura Arizmendi, que confiesa que el equipo estaba "con la soga al cuello" y que "la tendencia era preocupante. Enlazar una serie de malos resultados podía llevar a lo que suele llevar el mundo del fútbol siempre, que se prescinde del entrenador. Es verdad que en Copa del Rey la tendencia fue distinta y maquillamos un poco, por así decirlo, esos malos momentos".
"La Copa fue lo que endulzó todo y, seguramente, lo que hizo posible también que llegaras a ese extremo en Liga, porque de algún modo le fue dando crédito. Un crédito que de otra manera no habría tenido", comenta A.
Una Copa sin celebración y ¿autogestión del equipo?
Real Unión de Irún, Betis, Atlético de Madrid, Barcelona y Getafe fue el camino del Valencia hacia su séptima Copa del Rey. En los dieciseisavos de final ante el conjunto vasco se fraguó un cambio de posición de Javier Arizmendi, de delantero a un inédito para él lateral derecho que le generó alguna fricción con Ronald Koeman.
"Me tiene que colocar en una posición de lateral derecho cuando yo nunca había en mi vida jugado ahí, pero se dieron unas circunstancias bastante atípicas: era un partido de Copa del Rey, a primeros de enero, todos nuestros laterales estaban lesionados, el equipo filial estaban de vacaciones, era contra el Real Unión de Irún, con todos mis respetos, pero era un equipo que estaba en Segunda B, creo, y entonces me dice: 'Mira, Javier, es que no tengo más remedio que ponerte aquí hoy y que salga esto como sea', y debió gustarle lo que vio, porque luego pero me mantuvo en esa posición algunos partidos. Claro, con equipos con los que nos pasábamos el partido atacando pues, oye, yo más o menos me defendía, pero cuando jugábamos contra equipos superiores, evidentemente, ahí se me veían las costuras, porque ésa no era mi posición, yo nunca había jugado ahí. Recuerdo un partido contra el Villarreal que estaba Pires frente a mí y, claro, no salieron las cosas ante un jugador de ese nivel", reconoce el exdelantero, que decidió afrontar aquella situación.
"Me colocó de lateral derecho cuando yo nunca había en mi vida jugado ahí. (...) Tuvimos una charla en la que la vine a decir que me gustaría ayudar al equipo, que me gustaría competir en mi posición"
Exjugador del Valencia C.F."Tuvimos una charla en la que yo le vine a decir que a mí me gustaría ayudar al equipo. Que estaba para lo que quisiera, al fin y al cabo, pero que a mí me gustaría competir en mi posición y que creía que podía aportar y ayudar más en mi posición, que había jugadores que tenían más experiencia que yo en esa posición, y de alguna manera convinimos en que no volvería, que lo tenía en cuenta y que iba a evitar el ponerme ahí. Pero llegó un partido que yo estaba en el banquillo, contra el Atlético de Madrid, en Copa del Rey. El caso es que ese día le quedaba un cambio, se lesionó el lateral que había, no sé si era Miguel o quién era, y miró al banquillo, yo le miré yo, nos miramos y me dijo: 'Son 15 minutos, o 10, sal ahí y haz lo que puedas'. No había más remedio. Esa mirada, esa conexión, fue graciosa, porque los dos estábamos pensando lo mismo, pero había que sacarlo adelante, ganamos la eliminatoria y ganamos la Copa del Rey", rememora sonriente y anecdótico el exfutbolista.
Una Copa del Rey que, dadas las circunstancias del Valencia en la Liga tras conquistar el título, 15º con 39 puntos, a cinco del descenso que seguía marcando el Zaragoza y con un partido en San Mamés a cuatro días vista, no se celebró. Las tradicionales visita al Ayuntamiento y la Generalitat, el recorrido en autobús por la ciudad y la Ofrenda de la Copa a la Virgen de los Desamparados quedó en en aire. "Fue extraño, porque íbamos en autobús, la gente ilusionada en la Plaza del Ayuntamiento y al final no haces nada, pues la gente se fue decepcionada, pero es que nos estábamos jugando la vida. Jugábamos en Bilbao y fue un poco por responsabilidad, no por dejadez ni por falta de cariño a la gente, todo lo contrario, sino por la responsabilidad de 'oye, no estamos para celebrar nada, valoramos el título que hemos conseguido, pero al final nos jugamos la vida en Liga, que es lo importante, y tenemos un partido", recuerda Arizmendi.
"Yo me acuerdo mucho de Agustín Morera, porque le dejaron el muerto de presidir ficticiamente el Valencia, y Agustín Morera es que no tuvo ni fuerza para decidir nada de que se celebrara o no se celebrara. Aquello fue una cosa rarísima, porque efectivamente ganó la Copa, pero en aquellos momentos todo el mundo estaba cagado, 'hostia, que el descenso y tal' pero, vamos, comparado con lo de ahora nada que ver, lo que pasa es que aquel Valencia era todavía grande, menguante pero todavía grande, no como ahora que es menguante total, pero no se celebró y fíjate que es un ejemplo muy bueno de cómo el Valencia ha reducido sus expectativas: aquel Valencia consideraba, a pesar de ganar la Copa del Rey, estando el 14 o el 15, más o menos por ahí, que 'oye, qué vergüenza salir a la calle a celebrar la Copa del Rey cuando estamos el 14 o el 15'. Comparado con ahora, ahora hay menos vergüenza deportiva que entonces", analiza Morata.
"Nunca, ni tan siquiera los futbolistas, han desmentido y yo te diría que incluso algunos lo han confirmado en privado, que ellos decidieron en la final jugar como ellos consideraron conveniente al margen de las instrucciones de Koeman"
Exresponsable de Deportes de la Cadena SER en la Comunitat ValencianaPero la no celebración no fue lo único que se recuerda de aquella Copa conquistada. También se sigue hablando de si hubo o no autogestión del equipo. "Nunca, ni tan siquiera los futbolistas, han desmentido y yo te diría que incluso algunos lo han confirmado en privado, que ellos decidieron en la final jugar como ellos consideraron conveniente al margen de las instrucciones de Koeman. Es una cosa que yo lo he hablado con algunos de los futbolistas de aquella época y ellos se organizaron ellos mismos. Allí llegó Koeman en la final, dio su charla y luego los jugadores se quedaron e hicieron otra cosa distinta, así que no sé qué parte de la Copa del Rey tiene Koeman", comenta el periodista murciano sobre aquella final.
"Se decía que el equipo hizo un poco de autogestión ante que veían que no les daban las herramientas para salir de aquella situación, pero la gente dirá: 'Autogestión, ¿cuándo? ¿En la Copa o cuando en Liga ibas haciendo ruina tras ruina?' Eso tampoco es tan así", señala A. El propio Arizmendi aporta su versión de lo sucedido. O, al menos, de lo que él vivió: "No hicimos nosotros el once, ni mucho menos. Yo ese día jugué todo el partido. Si hubiésemos hecho la alineación entre nosotros, a lo mejor el once hubiese sido distinto, quiero decir. Lo que sí que hablamos y la conversación que sí recuerdo es: 'Oye, es que nos estamos jugando la temporada, es que esto no se nos puede escapar, es que después de lo mal que lo hemos pasado, después de las malas sensaciones que hemos dejado, esto tiene que ser nuestro'. Esa conversación sí que la recuerdo, esa percepción de tenemos que darlo todo. Sinceramente, no recuerdo un 'oye, vamos a jugar en esta disposición o en otra', del contenido técnico-táctico yo no recuerdo ningún matiz, pero puede ser que lo hubiera o que en esa charla yo no estuviese, o a lo mejor la tuvieron los pesos más pesados, no quiero decir que no ocurriera. En mi caso, al final, estás ante tu primera final, eres joven, tienes toda la ilusión del mundo y hay cosas que te pasan por delante y no te enteras".
"La destitución ya está cerrada antes de la final de Copa, los números eran para eso. La final retrasó esa decisión, que se consuma después de que te golearan en San Mamés"
Persona vinculada al Valencia 2007/2008El Valencia conquistó la Copa pero la tensión siguió en aumento en el seno valencianista. Prueba de ello es la anécdota que nos cuenta A. a la llegada del equipo a Bilbao para ese siguiente encuentro en San Mamés, el 20 de abril de 2008, cuando el Athletic le endosó un 5-1 que acabó con la etapa de Koeman en el banquillo che, aunque estaba sentenciado previamente. "La destitución está ya cerrada antes de la final de Copa, los números eran para eso. La final de Copa es lo que retrasó esa decisión, que se consuma en la siguiente jornada, después de que te golearan en San Mamés", revive A., como la situación que vivieron a su llegada al hotel de concentración en Bilbao: "Nosotros hacíamos declaraciones del entrenador a la llegada a los hoteles de concentración y en el hotel en Bilbao, en esa trasera (delante de la que el técnico daba sus declaraciones) alguien escribió 'Koeman, vete ya', 'Koeman, fuera' o algo así, y nos hicieron revisar las cámaras de seguridad del hotel para ver quién había sido, porque él pensaba que era alguien del club, imagínate. Se veía ahí a alguien, a un chaval, entrar allí, colarse en la sala aquella y escribir en la trasera. Es el ejemplo de que no era un tío que se supo ganarse el cariño, también evidentemente por los resultados, y que era muy desconfiado. En lo personal tampoco encajó bien, no era un tío que se hizo querer. En Valencia no es una figura recordada con cariño, y eso que es el penúltimo entrenador que te ha ganado título, y pese a eso la temporada fue muy mala".
171 días estuvo Ronald Koeman al frente de un Valencia que cogió a cuatro puntos del líder, el Real Madrid, y lo dejó a 33, con un balance de cuatro victorias, seis empates y doce derrotas ligueras. 18 puntos de 66 posibles que colocaron a los blanquinegros a dos puntos del descenso a falta de cinco jornadas para el final del campeonato. "Tampoco nos vimos nunca en Segunda, todo hay que decirlo, es que yo no me imaginaba que rodeado de esos grandísimos jugadores… Nunca, nunca pensábamos… (no pronuncia descenso), pero sí que la amenaza existía", recuerda Arizmendi, que a pesar de las circunstancias "no guarda un recuerdo malo" ni de aquella temporada ni de Ronald Koeman, porque "al fin y al cabo él premió también mi esfuerzo, mi compromiso. Es verdad que tuvimos nuestras discrepancias, sobre todo, por ese tema de esa posición, pero creo que me sirvió para aprender. Fue un año en el que todo lo que sucedió me valió. Me enseñó la exigencia que supone un gran club, el resistir ante las adversidades, la gestión de un grupo, cómo se puede gestionar mejor un grupo y qué decisiones evitar, a todos los niveles, la exigencia de un campo como Mestalla, jugar Champions… Muchas cosas".
Tras la destitución del neerlandés, Voro se hizo por primera vez con las riendas del equipo y comenzó a gestar su leyenda como el 'salvador' del Valencia. Ha cogido al equipo hasta en ocho ocasiones. "Luego yo le he tenido que felicitar muchísimas otras veces por haber salvado al equipo durante muchos años", dice sonriente Arizmendi. "Bajó mucho el nivel de tensión y el nivel de convulsión del vestuario. Él es una persona normal, que muchas veces en esto del fútbol cuesta encontrar, y trajo tranquilidad, y eso se reflejó en que quizá nos desinhibimos un poco, nos quitamos ese peso que llevábamos y la cosa salió salió bien con ese carácter que tiene Voro, más pausado, más tranquilo. Creo que nos vino muy bien". Hasta el punto de que el Valencia se impuso en cuatro de los cinco compromisos que le restaban: ganó 3-0 a Osasuna, 1-0 al Zaragoza, 1-5 al Levante y 3-1 en la última cita en Mestalla frente al Atlético de Madrid. La única derrota, un 6-0 en el Camp Nou.
El Valencia acabó la temporada 10º con 51 puntos, a nueve del descenso, que vivieron Levante, Real Murcia y Zaragoza, y a los mismo nueve de los puestos europeos, del Racing, que se clasificó para la Copa del UEFA. Atrás quedó un año "convulso", "una época muy loca", de un "ambiente irrespirable", de tres entrenadores y tres jugadores apartados del equipo. La primera decisión de Voro fue recuperarles. Fue una condición que puso el valenciano para hacerse con el equipo tras la salida de Ronald Koeman, que mañana volverá a pisar Mestalla en partido oficial, diecisiete años después.