La Champions evidencia el desencanto del Madrid y del madridismo con el proyecto del fútbol femenino
Las blancas se despidieron de la Champions con tan sólo un punto de 18 posibles.

En 'El día de la marmota', Bill Murray, un arrogante meteorólogo televisivo, queda atrapado en un bucle temporal, obligado a repetir el mismo día una y otra vez. Inmerso en una gigantesca crisis vital, se replantea su vida. Ayer, el Real Madrid perdió frente al Häcken, la quinta derrota consecutiva y la confirmación de que, la actual, es su peor participación europea de siempre. Y a pocos les pilló por sorpresa el resultado. Porque el Real Madrid vive en su particular día de la marmota.
Radiografiar la crisis del Real Madrid se antoja complicado. Sin embargo, resulta más sencillo -al menos, a priori- identificar los factores que han empujado al conjunto blanco a este momento. Tanto las causas como las consecuencias. A pesar de que el Real Madrid femenino tan sólo cuenta con cuatro años de vida (los cumplirá el próximo 1 de julio) el proyecto vive sus días más difíciles. Una dudosa planificación deportiva, una afición desencantada o los malos resultados deportivos, entre otros, evidencian el mal momento del que debería ser uno de los proyectos más ambiciosos del fútbol femenino europeo.
La peor entrada del curso
Ayer, el Real Madrid registró la peor entrada del curso: 862 espectadores. Si bien es cierto que el horario (18:45h) ni lo que había en juego (ya estaban eliminadas) ayudaban, detrás de esas realidades podría esconderse una más dolorosa: el desencanto de la afición con su equipo. Una desilusión -por llamarlo de alguna manera- que se refleja tanto en el Di Stéfano como en las redes sociales.
Porque la sensación es que los fans madridistas se han hartado de las justificaciones que se dan desde el club y que buscan excusar el mal momento que atraviesan. Mientras que desde el Real Madrid, en palabras de su entrenador, Alberto Toril (renovado), se piden paciencia y tiempo, el sentir entre la afición es que el problema va más allá, dejando de ser una cuestión de tiempo y convirtiéndose en una cuestión de prioridades, de planificación deportiva o de empeño sobre el césped.
Lejos de la competencia
Durante este mercado invernal, han sido muchos los nombres que se han relacionado con el Real Madrid y que especulaban con cuál podría ser su nuevo fichaje de relumbrón. Alba Redondo, María Méndez o Nathalie Björn sonaron. Algunos con más fuerza que otros. Sin embargo, quien acabó llegando fue María Valle, y para el filial, tal y como desveló Alberto Toril: "Es una jugadora que veremos de lo que es capaz. Viene para el Real Madrid B, pero va a estar en dinámica de primer equipo y veremos si podemos hacerle hueco".
Y no será porque el Real Madrid no lo intentó. Sin embargo, y ya sea por cuestiones deportivas o económicas, las preferencias de las jugadoras son otras. El caso más evidente fue el de Nathalie Björn, que acabó eligiendo al Chelsea. El Real Madrid sigue siendo un proyecto atractivo -es uno de los clubes más poderosos del planeta-, pero, dentro del mundo del fútbol femenino, son varios los nombres que están (de momento) por delante. Tanto por dinero -a la hora de pagar traspasos, salarios, ofrecer renovaciones, etc- como de apuesta y garantías deportivas. Al conjunto blanco le sigue costando ser competitivo (en todos los sentidos) ante los grandes.

La planificación deportiva de la plantilla también podría ser otros de los puntos de conflicto, tal y como ha apuntado Alberto Toril en varias de sus ruedas de prensa, aludiendo a las lesiones. Si bien es cierto que el Real Madrid no ha tenido suerte en ese aspecto (sobre todo, con la pérdida de Caroline Weir, la mejor jugadora del equipo y el eje central del mismo), sí que podría haber acudido al mercado en busca de alguna solución. La falta de profundidad, o de recambios, en algunas posiciones (como la defensa) tampoco han contribuido.
Poca autocrítica desde el banquillo y jugadoras lejos de su mejor nivel
"No hemos hecho un buen partido. Probablemente, de los peores", contaba Alberto Toril en la rueda de prensa posterior al último partido del Real Madrid en la Champions. Y no tardaba en justificarse: "Hemos entrado espesas, quizá cansadas. Muchos viajes y partidos. Ponemos la atención en el siguiente partido de Liga que es importante para nosotras".
Y es que otro de los factores que evidencian el mal momento del Real Madrid es la falta de autocrítica. Dando la sensación de que los malos resultados deportivos siempre vienen propiciados por factores externos y no por el desempeño del equipo, tanto desde el banquillo como sobre el verde. El momento deportivo por el que atraviesan algunas jugadoras tampoco ayuda. Muchas de las futbolistas clave del equipo están lejos de su mejor versión. Tampoco suma la falta de identidad - o de estilo- del juego madridista o la falta de soluciones desde el banquillo.
A estas alturas del curso, el Real Madrid ya está eliminado de la Champions, a nueve puntos del Barça en Liga F (y con el Levante, el Madrid CFF y el Atleti pisándole los talones); sucumbió en las semifinales de la Supercopa frente a las culés (4-0) y se enfrentará al Atleti en los cuartos de final de la Copa de la Reina (a partido único y en el feudo rojiblanco). El panorama es inquietante.
La derrota de ayer ante el Häcken fue la consecuencia de los factores que han arrastrado al Madrid a su crisis actual. Al igual que la Champions, que se convirtió en un infierno para el Real Madrid, cuyas aspiraciones pasaban por competir por el pase a los cuartos de final hasta el último instante y que acabó con ellas eliminadas a falta de un partido. Un torneo que ha acabado por evidenciar la falta de consistencia del proyecto, que ha dañado su imagen y sus aspiraciones. Pero que, sin embargo, debería de significar un punto de inflexión en el devenir del proyecto. O, al menos, un toque de atención.