OPINIÓN

Mapi León tiene esta semana dos 'enemigos': uno tiene razón y otro está intentando destrozar el fútbol femenino

Mapi León, en las semifinales de Champions League de 2023/Getty Images
Mapi León, en las semifinales de Champions League de 2023 Getty Images

Parece haber cierto consenso en que Mapi León, la defensa central del FC Barcelona, tocó la entrepierna de Daniela Caracas durante una jugada a balón parado. Uno ve las imágenes y, desde luego, da esa impresión. El Espanyol lo afirma categóricamente, por mucho que Mapi León lo niegue y diga que le tocó la pierna, sin más. Algunos son capaces de leer en los labios de Mapi un "tienes picha" que tendría que ver con el aspecto andrógino de Caracas. Mapi León asegura que solo dijo "¿qué te pasa?". Realmente, es imposible sacar nada en claro con las imágenes que tenemos.

De hecho, da igual. El acto ofensivo es el primero y ahí los vídeos son más claros. Tanto el Barcelona como Mapi se equivocan al no pedir perdón y reconocer lo que han hecho y pasar a otra cosa. Puede, incluso, que el tocamiento fuera involuntario, yo ahí no voy a entrar, pero se produjo y ha provocado una gran polvareda mediática. Si, además, del otro lado se han sentido agredidos… ¿por qué no bajar un poco el tono y disculparse? Sería lo más lógico.

El problema es que Mapi León y el Barcelona han empezado lo que parece una campaña de victimización de la agresora. Es algo habitual en todos los aspectos de la vida. Haces algo mal y en vez de reconocerlo, culpas al resto del mundo de no entenderte… o insinúas que, bueno, tampoco es para tanto y que algo habría hecho la otra persona. Todos los que te critican se convierten automáticamente en "enemigos". Tus enemigos personales, los de tu club como institución y, por extensión, los de tus cientos de miles de aficionados.

Y ahí Mapi se equivoca de nuevo, porque, estoy dispuesto a aceptar que en el fragor de un partido se cometa un error, pero no rectificarlo o no entender siquiera de lo que se está hablando y tratar de convertirte en la víctima de una injusticia no tiene sentido. Intentara tocar pierna o intentara tocar otra cosa, explicarse no debería ser tan complicado. Ambas jugadoras viven en Barcelona, no parece difícil escenificar alguna clase de reencuentro.

La batalla contra el fútbol femenino

Porque, de lo contrario, entran las hienas. Y las hienas no se andan con chiquitas, como sabrá cualquiera que haya visto "El Rey León". Las hienas le tienen ojeriza al fútbol femenino por el único delito de haber mostrado personalidad y haberse rebelado ante las condiciones impuestas. Esto no viene del caso Rubiales-Hermoso que se está juzgando estos días. Viene de mucho antes, de cuando un grupo de quince jugadoras -entre ellas, no es casualidad, Mapi León- se negaron a ser seleccionadas si Jorge Vilda seguía entrenando al equipo.

A las chicas se les criticaba por ser rebeldes, altivas, soberbias… Nadie entró en si tenían razón o no, sino en el propio acto de insumisión. ¿Qué se habrán creído? A partir de ahí, el pandemónium: el beso de Rubiales a Hermoso -el beso por sorpresa de un jefe a su empleada con un riesgo evidente que se demostró en la siguiente convocatoria- solo sirvió de cámara de resonancia de una forma de entender la vida: las mujeres tienen la culpa de todo y son unas arpías que buscan destrozar a los hombres que se les cruzan por el camino.

Y ahí, en el caso Mapi León, se han juntado todos. Gente que no tiene ni idea de quién es Daniela Caracas ha salido a santificarla solo para poder criticar a Mapi… y gente que no sabe siquiera quién es Mapi ni ha visto el vídeo de la supuesta agresión se ha lanzado a las redes sociales a atacar al feminismo, denunciar no sé qué hipocresía y cargar contra una ideología más que contra un deporte. Una ideología que, por cierto, no tiene nada que ver con todo esto por mucho que algunos intenten utilizar la polémica para seguir con su cruzada.

El caso Karla Sofía Gascón

Los dos "enemigos" de Mapi no son equivalentes y bien haría la jugadora en darse cuenta de que los primeros no solo tienen razón, sino que no tienen absolutamente nada personal en su contra. Los segundos, sí. Los segundos buscan algo más que la cabeza de Mapi: buscan acabar con el fútbol femenino y lo mismo que alaban ahora en sus columnas cómo la colombiana Caracas, puño en alto, protestó en pleno mundial por las penosas condiciones de su selección, la hundirán si lo hiciera en el combinado español o si se significara de cualquier otra manera.

El caso recuerda un poco al de Karla Sofía Gascón, la actriz de Alcobendas. Gascón ha sido objeto en las últimas semanas de una polémica producto de sus contundentes opiniones en redes sociales sobre distintos grupos sociales y determinados políticos. Gascón, abanderada de la lucha LGTBI+, ha sido reprendida con toda la razón del mundo por una parte de los opinadores, pues sus opiniones contribuyen a un odio que ella misma sufre en el día a día… pero su caso también se ha convertido en una batalla entre "wokes" y "antiwokes" y sus fantasmas. Los mismos que llenaban X de insultos a la propia Gascón cada vez que recibía un premio.

De nuevo, no son enemigos equivalentes. Uno se ajusta a los datos objetivos y el otro quiere meter su cazo de ideología en cada situación de la vida común. Uno se apoya en hechos y el otro, hay que insistir, en fantasmas. Mapi tiene la oportunidad de volver a redactar su comunicado y mostrar un lado más empático y comprensivo. De lo contrario, se seguirán mezclando churras con merinas y aumentará la lista de damnificados. Hacerse la incomprendida, sin más, no sirve de mucho. Solo alimenta el odio. Y de odio vamos ya sobrados a estas alturas.