El hombre que 'dejó plantado' a Del Bosque para convertirse en la pesadilla del Barça en los derbis: "No teníamos piedad..."
Santi Fernández, que ganó un doblete con el Espanyol en 2006 y llevó al Sabadell a la cima, repasa su trayectoria antes del derbi.

El fútbol le ha regalado tres vidas a Santi Fernández (Sabadell, 1972). La primera fue como jugador, donde logró ganarse unos ahorros y tuvo el privilegio de entrenarse tres días con el Castilla con Vicente del Bosque como coordinador y donde jugadores como Esnáider o Alfonso eran las grandes promesas. Pero al cuarto día no apareció. Cosas de jóvenes, dice. La segunda, como entrenador exitoso del fútbol femenino, cuando no era tan mediático, se viajaba en autocar y el amateurismo reinaba. Y Santi era un Jonathan Giráldez. Ganó la Copa de la Reina con el Sabadell, hizo doblete con el Espanyol y durante cuatro años fue el azote del Barça. Y la tercera, la actual, como entrenador clásico de las categorías amateurs del fútbol catalán: Juventud 25 de Septiembre, Molins de Rei, Castellar del Vallès...
Un hombre que se ha codeado con la elite pero que se siente más en su salsa en ese fútbol de barro, y que nació en mala época: inolvidable en el Espanyol, hoy en día se subiría a la ola del fútbol femenino. Unas memorias que cuenta en Relevo justo antes del derbi femenino en la Joan Gamper este domingo: Barça-Espanyol, a las 17:30.
Vuelve el derbi femenino y tú, Santi, eres el entrenador del Espanyol que más partidos le ganó al Barcelona. ¿Qué recuerdas de todo aquello?
Recuerdo el primer derbi en el Miniestadi. Puse a Marta Torrejón, que apenas tenía 15 años, quien el año pasado jugaba aún con niños en el fútbol base. Y recuerdo que estaba allí Bojan, en la grada, y dijo: 'cómo no van a meterle cuatro, si está Marta allí con ellos, esta no me dejaba tocar la bola el año pasado'. Ese fue el inicio de una época especial.
¿A veces les tenías que decir a tus jugadores que frenaran?
No, no, todo lo contrario. Jugábamos siempre para ganar una Liga, pero en un Barça-Espanyol no hay piedad. Hacíamos lo mismo que hace el Barça ahora. El primer año teníamos a un equipo armado, pero no podíamos luchar contra Levante, Athletic, Sevilla o Rayo, que había fichado a Ronaldinha. Aquel año acabamos cuartas. Pero ante el Barça había goleadas, era un tema psicológico también. Nos tenían miedo, sabían que íbamos a golear. Recuerdo que el último año ya no había tanta diferencia, competían mejor, pero contra nosotras se caían.
¿Cómo armastéis aquel gran Espanyol que hizo doblete?
Después de ese primer año, llega Antonio Martín (dueño de Quat Inversores) y con Jaume Martínez (uno de los encargados) nos proponemos pelear la Liga. Yo les dije que con cuatro jugadoras podríamos hacerlo. Debían ser las que conocía en el Sabadell porque Vero Boquete, que estaba en el Zaragoza, o Laura del Río, en el Levante, eran inaccesibles. Y fichamos a Carol Miranda, Olga Moreno, Noemí Rubio, Olguita y luego hablamos con Adriana Martín, que estaba en el Barça, y la fichamos. Tenía buena relación con ella. Y, sí, ganamos la Liga. El Espanyol lo hizo muy bien, como el Barça, pero quiero separarlo. Nosotros fichamos a cuatro jugadoras para mejorar, pero no pudimos traer a Vero ni Laura. Ahora el Barça tiene a las mejores. El Barça tira de talonario y ficha a quien quiere, pero el Espanyol no podía hacer eso. Y eso que el club se portó genial.
"Nosotros fichamos a cuatro jugadoras para mejor, este Barça en cambio tira de talonario"
No solo ganaron la Liga...
Fue un año perfecto, nos lo creímos desde el comienzo. Fue inolvidable. Ganamos Liga, Copa y Copa Catalunya metiéndole siete al Barça. Luego ganamos el MIC y un torneo de Salou que era bastante famoso. Tengo una foto con seis títulos... Y recuerdo que nos invitaron días después a la Copa del Rey del primer equipo ante el Zaragoza en el Bernabéu. Lo disfruté, aunque radié el partido con José Manuel Oliván en Radio Marca. El club se portó genial con nosotras. Apostaba. Fuimos a esa final de Copa, hicimos una rúa con ellos por Barcelona, fuimos al Ayuntamiento... Fue espectacular. Con Tamudo, De la Peña o Kameni. Era fantástico. Kameni se volcó con nosotras, venía a los entrenamientos y se metía en las charlas.
🏆😍Avui fa 15 anys que vam proclamar-nos campiones de la Superlliga després de guanyar al Puebla per 0 a 2 (gols de Sara i Adriana)#RCDEFem | #FundacióRCDE pic.twitter.com/fwlFGzXejJ
— RCD Espanyol Femení (@RCDEFemeni) April 9, 2021
Y, al año siguiente, la Champions. ¿Qué seguimiento teníais?
Pasamos la primera fase en Edimburgo. Los medios nos empezaron a dar más bola después de eso, pero nadie viajó con nosotros a Oslo. Nos tocó el Umea sueco. Dos jugadas de la brasileña Marta lo sentenciaron, pero íbamos 1-1, marcó Adriana. Con dos o tres jugadoras que marcaran la diferencia, ya ganabas un partido. Ahora no es tan así.
Antes de ganar títulos con el Espanyol ya lo hiciste con el Sabadell, ¿cómo llegas al fútbol femenino?
Es una historia un poco larga la mía con el fútbol, con Del Bosque, Esnáider o Alfonso en el camino.
Tenemos tiempo.
Yo empiezo jugando a nivel escolar, destaco y de cadete me voy al Mercantil. Juego en las categorías más altas hasta que llegó al juvenil de División de Honor. Y Linares (el entrenador) me ficha para el Terrassa. Voy a Plasencia a hacer la mili y luego acabé con Esnáider y Alfonso entrenando en el Castilla...
¿Cómo ocurrió?
Yo era joven, y me encabezoné con hacer la mili fuera. Fui a Plasencia y jugué en Tercera, pero me trasladan a Madrid. Y me muevo para buscar un equipo y un día me encuentro sentado con Del Bosque.
¿Y?
Lo recuerdo alto, gordo, con su bigote... Muy serio. Me dijo que ya sabía que ahí no entrenaba cualquiera. Me dio respeto y miedo. Estoy tres días y entreno bien. Estaba Alfonso y Esnáider, que eran los más conocidos. Y al cuarto día, desaparezco. No voy más. Un alto mando tenía un familiar en el Moscardó y acabé en Segunda B jugando.
Pero por qué no volviste. ¿No tenías nivel?
Me veía bien, pero no me decían nada. Me precipité y me fui. No sé, pensaron que sería uno más. Hice eso en aquel momento y ahora pienso diferente. Pero era un jugador alocado, difícil para los entrenadores, tenía a veces esos arrebatos... Volví al Terrassa, luego estuve en Girona en Segunda B y luego pegué un buen atraco en un equipo de Preferente. Y empecé a trabajar en el CN Sabadell y jugué a fútbol sala. Y me saqué el título de entrenador...
"Recuerdo que para fichar una jugadora tenías que traer también a la pareja..."
¿Y ahí llega al Femenino de Sabadell?
Me lo ofrecen y acepto. Teníamos ocho jugadoras de nivel, otras que les costaba. Yo como entrenador siempre tenía las ideas muy claras, a diferencia de como jugador. Y entrenar a chicas es lo más difícil. La gestión de grupo era muy complicada. Recuerdo antes que para fichar una jugadora tenía que venir la pareja. Hoy en día ya no es así. Sé que es un tema delicado, pero me refiero que antes todo era menos profesional. A veces había peleas entre ellas y tenías que hacer más de psicólogo que de entrenador. Por suerte, ahora esas cosas entiendo que se separan y que se ha evolucionado.
¿Y cómo era competir 25 años atrás en la Liga femenina?
Entrenábamos en Los Marinales, en un campo de tierra. El segundo año entrenábamos en la Universitat Autónoma de Bellaterra. Había equipos que viajaban en avión. No nosotras. Recuerdo desplazamientos a Extremadura, Sevilla, Asturias... Entrenábamos a las 21:00, íbamos a casa, cenábamos, preparábamos la maleta y a las 00:00 regresábamos a la Nueva Creu Alta para coger el autocar. Llegábamos, estirábamos, al hotel y a jugar a las 12:00. Y luego, a volver. Llegaba a trabajar directo, a las 6:00 o 7:00 de la mañana.
¿Cuál era la mejor jugadora en aquella época?
Laura del Río, nadie te daba lo que ella ofrecía. Era la mejor fuera y dentro del campo. Estuvo conmigo un año en Sabadell. Ganamos la Copa de la Reina. Y al año siguiente, Merche Romero, la directiva, quería ganar la Liga y trajimos a Sonia Bermúdez, Mariajo y Adriana. Y perdemos la Liga en Bilbao en un penalti que no fue, en Barakaldo, con 8.000 espectadores. El entrenador del Athletic, Iñigo, nos reconoció luego que no era penalti, que había sido una victoria injusta. Eso pasaba mucho. Cuando te jugabas algo, si ibas a Bilbao, Valencia o Sevilla siempre tiraban para casa. Los árbitros eran de allí, no es como ahora.
¿Y por qué se acabó su etapa en el Espanyol?
En mi último año perdemos la final de la Liga ante el Rayo y la final de la Copa ante el Levante. Ese desplazamiento ya fue raro, fue una decepción. Recuerdo que me llaman con mi segundo para ir a Montjuïc a una reunión. Y nos lo comunican. Yo me equivoco, quizás, en una situación durante la temporada. Y hubo un malentendido. Y allí se acabó todo. Ya empecé a entrenar a equipos masculinos.