OPINIÓN

Acaba el derbi sevillano, llega la demagogia a cada barrio

Gil Manzano junto a Rakitic y Guido./EFE
Gil Manzano junto a Rakitic y Guido. EFE

Apenas unas horas han debido transcurrir para que todos estén contentos en Sevilla. La igualada en el derbi ayuda a esa demagogia del fútbol sevillano, en el que ahora cada uno arrimará el ascua a su sardina en ese debate que se generará en la barra del bar, ahora también con el formato de las redes sociales. Un punto que siempre sabe mejor al visitante, en este caso el Betis, pero que encontrará argumentos de cada parte para intentar reforzar a los suyos.

Del lado sevillista se hablará de la reacción de su equipo. Ni un primer tiempo para olvidar -o más bien para tomar nota y no repetir- ni tampoco encajar primero acabaron derrotando al Sevilla. Rakitic, ese viejo rockero dispuesto a perpetuarse en Nervión, sacó el orgullo para lograr ese empate que rescató al conjunto sevillista. Otro derbi más, y en éste siendo inferior al rival, sin conocer la derrota. Ya son diez seguidos para el Sevilla, que tampoco ha perdido en LaLiga ante Manuel Pellegrini. Ni siquiera el factor Isco, con una exhibición de fútbol, decantó el derbi 105 en Laliga.

Precisamente, en la parte heliopolitana se hablará de esa superioridad en el juego. Fue un Betis más reconocible y cómodo que su rival, que dispuso de numerosas ocasiones para haber anotado más goles, pero que al final sólo sumó un empate en Nervión. Ni la celebración de los béticos en el estadio del rival esconde esa frustración que acumula un partido de rivalidad más en una última década en la que han escaseado las alegrías.

Para el futuro sí parece mejor el punto para el Betis. Como ocurriera ante Granada, Alavés o Getafe, el cuadro verdiblanco sumó una nueva unidad en su casillero como visitante, en cuatro partidos que han tenido el denominador común de haberse puesto por delante en el marcador. Pero con la fortaleza que el equipo viene exhibiendo como local, los empates lejos de Heliópolis refuerzan al colectivo y lo siguen dejando en esa pelea por Europa.

Más dudas existen en el Sevilla. El cambio de entrenador no ha conseguido el efecto deseado e incluso Diego Alonso ya escuchó los primeros silbidos de la grada ante sus decisiones. Por más que el charrúa quisiera mantener un discurso optimista en la sala de prensa, el Sevilla ahora no exhibe plan alguno y sólo el arreón de orgullo de sus futbolistas lo llevó a ese empate salvador, que al menos hará que sus aficionados puedan rebatir hoy a sus contrarios en el trabajo. Pero su figura queda en entredicho...

Otro derbi para el registro, aunque, afortunadamente, sin incidentes, más allá de algunos cánticos desagradables de una minoría. La fiesta del fútbol en Sevilla se marchó sin heridos, ni fuera ni dentro del terreno de juego. Ahora será el turno de la demagogia, la de unos para esconder ese fiasco que supuso dejar vivo otra vez a su eterno rival; la de otros para mirar hacia otro lado ante las carencias de un proyecto que no termina de arrancar y que adquiere una deriva inquietante.