Salamanca sigue con los puñetazos a los árbitros, mientras el Illescas se suma al lío: "No te rías de mí que al final te voy a partir la boca"
Un club de la provincia homenajeó a los colegiados con un pasillo, pero en otro campo hubo un intento de agresión.

Bienvenidos una semana más al fútbol español. Como ha ocurrido y siempre ocurrirá, en esta ocasión los árbitros se han equivocado. Es así. Son humanos y hay veces que no están a la altura. Dos grandes ejemplos en Primera División pueden llevar a clubes y jugadores a enfadarse. Forma parte del deporte y, para qué nos vamos a engañar, sin polémica se perdería parte de la gracia. Una cosa es eso y otra los límites a los que se está llegando en muchos campos de España. Porque que no ocurra en la élite no significa que no ocurra.
Salamanca vivió hace dos semanas una huelga arbitral cansados de tanta amenaza, agresión y hostilidad. Se había superado holgadamente un límite impermisible. Volvió la pasada semana con tres escándalos más, con escupitajos, gritos de "a la salida te espero" y entrenadores de niños dando de todo menos ejemplo. Se llegó a escuchar: "Ponte a hacer huelga otra vez, te mereces todo lo que te pase y más". Parece que no todos aprendieron por allí que los campos de fútbol en ningún caso pueden ser un recipiente de odio y un lugar para pagar frustraciones.
El fútbol salmantino está tan enfermo que no hay semana sin incidente. Tal y como recoge el periodista Sergio Villardón, en el partido de Segunda Provincial de Aficionados (sí, hasta estos límites se llega en Segunda Provincial de Aficionados) entre Salamanca City y Alba de Tormes, un individuo trató de agredir al colegiado, lanzándole un puñetazo mientras le insultaba. Afortunadamente, el asunto no pasó a mayores, ya que los dos equipos actuaron para poner a salvo al colegiado en el túnel de vestuarios.
El presunto aficionado, aunque lo intentó, no llegó a impactarle. La Policía se plantó en el lugar de los hechos y lograron identificar al agresor. De momento, se desconoce el castigo que sufrirá por este bochornoso acontecimiento. Lo que sí se conoce son los seis meses de suspensión para el entrenador cadete de Unionistas que trató de propinar un cabezazo a otro árbitro. Independientemente del castigo, el club le expulsó de inmediato. Un poco de luz en este sinfín de despropósitos: el Atlético Ciudad de Salamanca decidió realizar un pasillo y aplaudir a los colegiados para apoyarles en estos momentos tan difíciles. "Se gane o se pierda siempre el respeto a nuestros árbitros. Basta ya de insultarlos o intentar agredirles. Sin ellos no hay fútbol", expone el club. Ojalá el resto predique con el ejemplo.
Los árbitros se plantan un minuto en Ávila
La pasada semana en el Arévalo-Navaluenga de Segunda Provincial de Aficionados de Ávila hasta cuatro jugadores de los locales fueron expulsados por actitudes violentas contra el colegiado con frases como "me suda la polla que seas árbitro", "a ver si vas a ser tan valiente cuando te vea por las calles de la ciudad y me hables como me has hablado aquí" o "eres un hijo de puta". El árbitro denunció intentos de agresiones, insinuaciones de que a la salida le esperaban... Jugadores más cabales que agarraron a los compañeros evitaron un mal mayor que apuntaba a que ocurriría.
Pues bien, los implicados sufrieron sanciones de tan solo de tres a cinco partidos. Sí, parece que hay total impunidad y que amenazar al árbitro con pegarle e intentarlo es como aquel que protesta un poco. Resulta surrealista creer que a Flick por lamentarse se le impuso una pena de dos encuentros y que rozar la agresión física sea solo uno más. Por ello, los colegiados se han plantado y han decidido no pitar en el primer minuto de todos los partidos de la provincia. Un preludio de huelga que puede estar por venir en caso de que las cosas sigan así...
✊🏻¿Os acordáis del acta del terror en Ávila y las posteriores ridículas sanciones (3 de 3 partidos y 1 de 5) a los jugadores?
— Mr. Asubío (@MrAsubio) February 1, 2025
❌️Pues los árbitros abulenses decidieron no pitar el 1er minuto de todos sus partidos, para así visibilizar su malestar con las constantes agresiones y… https://t.co/S7anreYYDs pic.twitter.com/GamiLal9fm
El lapsus de Quintero González y la entrada de Carlos Romero a Mbappé
Visto lo visto, hablar de errores arbitrales o decisiones cuanto menos considerables parece quedar a un segundo plano. En la jornada de Primera División hubo dos episodios especialmente llamativos. El primero se dio en la noche del viernes, aunque realmente no tuvo impacto hasta el sábado. Quintero González, árbitro del Leganés-Rayo, mandó repetir un penalti en el último minuto después de que primero fallara Miguel de la Fuente y posteriormente marcara en el rechace Valentín Rosier. Iglesias Villanueva le llamó a la pantalla para mostrarle como tanto el que marcó como Mumin entraron en el área antes de tiempo. Le hizo saber hasta dos veces con la palabra que eso era lo que había ocurrido.
Pero el colegiado mostró algo de confusión con la regla y hasta le preguntó a su compañero a qué se refería exactamente: "Tiro libre indirecto, ¿verdad Javi?". Pero Iglesias Villanueva le corrigió y le hizo saber: "Entrando los dos, reanudamos con repetición de penal". Una acción de lo más peculiar que dejó muchas dudas en los aficionados y, por lo que se ve, también en el propio colegiado.
Minutos antes de conocer el contenido del audio del VAR, se dio la jugada más polémica de la jornada que precisamente no mostrará la conversación entre los colegiados por no haber sido revisada en monitor. Se trata de la famosa entrada de Carlos Romero a Mbappé, que Muñiz Ruiz sancionó con cartulina amarilla. La repetición mostró cómo el jugador del Espanyol, de forma temeraria, clavó los tacos en la pierna del francés, por detrás y sin posibilidad de jugar el balón. Una roja de manual en la que incomprensiblemente no entró el videoarbitraje.
Eso sí, las quejas de Real Madrid Televisión volvieron a ser algo desmesuradas: "Clos Gómez no puede seguir ni un minuto más al frente del VAR. Medina Cantalejo es el gran responsable como heredero directo de Negreira. Y Rafael Louzán tiene que marcharse tan rápido como ha llegado. Sabe lo que hay y ni se ha preocupado. Es más, le ha dado poderes a Medina. Es un escándalo. Los juzgados siguen investigando, pero las pruebas cada vez son más mayores y más cantosas. No hay por dónde cogerlo".
Dos posibles errores que ponen de acuerdo a la mayoría de espectadores neutrales y que, fíjate, no acaban en amenazas de muerte o intentos de agresión. En Segunda, en la misma línea, no ocurrió nada de especial gravedad, más allá del lanzamiento de una botella de plástico sin tapón con líquido dentro en el Racing de Santander-Málaga. Se activó el protocolo y no pasó a mayores.
«No te rías de mí que al final te voy a partir la boca»
En el fútbol de categorías más bajas a veces es más difíciles mantener la templanza. Que se lo digan a Sabas Huertas, entrenador del Zamora, expulsado por excederse en gritos y gestos. O en el Alcorcón-Recreativo, cuando se lanzó un balón desde la grada que también fue utilizado por un jugador visitante para detener un ataque rival. Y la clásica de los delegados. Manuel Espinar, del Fuenlabrada, cogió el camino de los vestuarios también por protestar con demasiada vehemencia. Cosas relativamente normales. No como lo de Antonio Toral, del Real Murcia, expulsado por escupir a un adversario con el juego detenido. Cosas que no deberían pasar en el fútbol. Una buena sanción es la llave para que no vuelva a ocurrir.
Quién sabe si ha reinado la tranquilidad a la vista de los acontecimientos, pero en Segunda RFEF no pasó prácticamente nada, siendo habitualmente la categoría más problemática de entre las cercanas al profesionalismo. José Manuel Parra, del Xerez, vio la roja por protestar airadamente con los brazos en alto tras ser advertido. Como Jacobo Alcalde, del Getafe B.
Al menos, parecía que la calma se apoderaba de la categoría hasta llegar al Grupo V. Diego Caro, técnico del Illescas (perdieron 2-1 ante el Tenerife B), chilló y se llevó de premio una roja. El problema es que en vez de asumir la decisión del colegiado se decidió quedar toda la segunda mitad dando instrucciones a su equipo desde la grada. Más grave fue que Alberto Gallo, director general del Illescas, esperó al asistente en el túnel de vestuarios y le dijo: "Sois una vergüenza, es vergonzoso lo que estáis pitando. Vaya hijos de puta que sois. No te rías de mí que al final te voy a partir la boca. Sois malísimos cabrones, vaya cabrones que sois".
También ensució la tónica general lo ocurrido en el Talavera-Guadalajara. En el minuto 61, el portero visitante entregó al colegiado un mechero de cinco centímetros de longitud que le lanzaron, sin llegar a impactar. Segundos después de que, desde megafonía, se indicara que cesaran de lanzar objetos al terreno de juego, al guardameta le voló una pelota de tenis, sin tampoco impactarle. Tras ello, el público se detuvo.
Así se dio la jornada arbitral en las cuatro principales categorías del fútbol español. Desde Relevo, no hemos detectado más episodios de especial gravedad en Tercera Federación o fútbol base, lo que no quiere decir que no existan. En caso de que conozcas alguno, háznoslo saber a través de nuestras redes sociales.