Aitor Ruibal: "De Borja y Bellerín he aprendido a dejarte llevar por lo que sientes: el pelo, las uñas, la ropa…"
El futbolista del Betis repasa en Relevo sus duros inicios en el fútbol, su llegada a la entidad verdiblanca y cómo le ha cambiado la amistad con sus dos compañeros de vestuario.

A pico y pala, como siempre fue en su vida, Aitor Ruibal García (Sallent de Llobregat, 1996) se ha ganado un hueco en el Betis y en LaLiga. Futbolista distinto, en el campo, donde lo mismo aparece de lateral derecho que de extremo izquierdo o delantero, como en la calle, donde su personalidad especial lo lleva a ejecutar muchas de sus ocurrencias. "Si me gusta algo, lo hago sin problemas", dice Aitor durante esta entrevista, que se desarrolla en el Benito Villamarín después de que haya sido casi el último en salir de la ciudad deportiva. El trabajo obliga, -entrenamiento, gimnasio y fisioterapeutas- a ponerse a punto para un sprint final que el Betis afronta con el máximo de ilusión. "Tenemos un reto muy cerca", asegura con esa mirada y esa sonrisa que denotan un nuevo compromiso en el vestuario como el de hace un año en la Copa del Rey.
Los títulos no los regalan, como tampoco una clasificación de Champions. De trabajarse los éxitos puede hablar Aitor. Con 18 años casi deja el fútbol ante la falta de oportunidades, pero su tesón lo llevó hasta al Betis. Filial con José Juan Romero, uno de sus padres deportivos, tres cesiones y el ascenso final de la mano de Manuel Pellegrini. "Ser futbolista profesional es un privilegio, cobres lo que cobres", dice Aitor, al que le cambió la vida conocer a personas como Borja Iglesias y Héctor Bellerín, otros dos futbolistas que son rara avis en el panorama del balón. "Me considero una persona diferente desde que los conocí", asegura. Y bien que lo agradecen el Betis y los béticos, que esta temporada están disfrutando del mejor Aitor Ruibal.
¿Qué te ha dado el Betis?
Todo. Fue la oportunidad de formarme en el filial cuando estaba en Barcelona intentando hacerme un hueco en este mundo y la oportunidad de debutar en Primera. Era un sueño desde pequeñito, cuando lo cumples es increíble.
Con 18 años estuviste a punto de dejar el fútbol. ¿Te hubieras imaginado todo lo que ha sucedido después?
Así es, con 18 años me quería ir al pueblo, no encontraba nada que me llenara. Y me iba a ir, sinceramente. Era juvenil y cuando acabó División de Honor me ofrecieron dinero por ayudar al Hospitalet de Nacional para que no bajara. Hice buenos partidos y el primer equipo quiso contar conmigo. Además, tuve suerte, me iban a ceder a un Tercera, pero en el último partido se lesionó el delantero y me pidieron que me quedara.
Hay futbolistas a los que desde fuera se los ve presionados. Tú, en cambio, desprendes felicidad. ¿Esas vivencias de la base te han ayudado a disfrutar ahora más?
Este año me siento mucho mejor, básicamente porque soy más feliz fuera del campo, con mi pareja, mis amigos, con la vida en general. Eso se te nota. Es lo que estoy viviendo yo, estar bien consigo mismo transmite confianza y alegría.
Hablas de tu gente cercana, ¿qué importancia ha tenido tu familia?
Mi abuelo fue el que me apretaba, quería que yo llegara. Muchas veces no le hacía caso, de pequeño sólo quería disfrutar y estar con mis amigos. Él me acompañó hasta que falleció, me sabe muy mal que no lo haya disfrutado y vivido en directo. Y luego mi madre, que siempre ha estado conmigo.
¿Fue duro dejar tu casa tan pronto?
Bueno, no fue para tanto. En cadetes me fui al pueblo de al lado, pero estás en tu casa todavía. El paso al Cornellá fue un poco más duro, no por hacer más kilómetros, sino que estudiaba por la mañana, un grado medio de deporte, y físicamente estaba más cansado. Salí con 19 y es verdad que lo pasé bastante mal. Soy una persona muy familiar, de estar con mis amigos, y salir de allí y encontrarme solo en una situación que no había vivido fue dura.
Tú has jugado por 200 euros, ¿te sientes ahora un privilegiado?
Sí, ser futbolista profesional, cobres lo que cobres es un privilegio. No sólo por el dinero, sino la gente, la ilusión de los niños cuando te ven. Lo valoro muchísimo todos los días. Económicamente también vengo de una familia humilde, con 16 años tenía que trabajar 12 horas en un bar para cobrar 30 euros y salir el fin de semana siguiente. Ésa es la vida, si trabajas, tienes recompensa. El trabajo no se negocia, no quiero cobrar nada que no me merezca, quiero que se me valore por quién soy y no por lo que tengo.
Antes me ha dicho algún compañero tuyo. "A los partidos, con Aitor y 15 más". ¿Qué te dice eso?
Que hago las cosas bien, que los compañeros me respetan. Me lo he ganado. Me pone muy contento y alegre que piensen así. En quien tengo que confiar es en ellos, la gente del club. Fuera hay mucha envidia y que alguien con quien convivas todos los días confíe en ti es de agradecer.
También el míster te dijo que un Aitor hace falta siempre en un equipo.
Hay que tener muchas características de jugadores y de todo. Pero uno se siente orgulloso, claro. Todo lo que ha vivido un entrenador como Manuel, con el currículum que tiene, y que diga eso de ti.
¿Qué fue más importante para ti, el debut en Primera o aquel gol de Marbella en una pretemporada?
Es diferente. El debut lo esperas con mucha alegría y más como se viven aquí los partidos. Cuando salí me quedé muy sordo, íbamos perdiendo 0-1 con el Atlético, el público estaba muy metido y se te ponía la piel de gallina. Del gol que dices, yo venía sin esperanzas de quedarme y me hizo estar tranquilo. Cuando estás calmado y tienes confianza estás mejor.
(José Juan Romero, actual entrenador del Ceuta, dirigió a Aitor en el Betis Deportivo. El técnico quiso enviarle un mensaje a su futbolista a través de un vídeo en el móvil. La emoción y las sonrisas se suceden durante esos tres minutos).
¿Qué puedes decir de José Juan?
Hablamos mucho. José Juan fue quien me ayudó a dar ese salto, a lograr ese punto de confianza que no tenía en mí. Me lo dijo un día: 'eres muy bueno, créetelo ya'. Yo le decía que me veía más pequeño que los demás. 'Dejáte de tonterías, eres el mejor'. Cuando un entrenador en el filial del Betis, que era grandioso para mí, te dice eso… Pensé, me lo voy a creer, a ver si es verdad. Estoy aquí gracias a él.
Ese filial y el Betis actual son un grupo de amigos...
Tengo mucha suerte, me he cruzado con muchísimas personas buenísimas. Tener vestuarios tan unidos es lo primero que hay que tener para luego salir al campo darlo todo por el de al lado. No sé si será el destino, pero intento crear ese buen ambiente y que se una para poder competir al máximo nivel.
¿Esa amistad hace más fácil llevar roles como el tuyo, que juegas en varios sitios, aceptas la suplencia…?
A mí también me ha costado adaptarme, al principio no quería. Manuel siempre me lo ha dicho: 'te costaba estar ahí'. Es verdad, voy mejorando no sólo como futbolista también como persona. Eso me hace darme cuenta de que lo que me hace feliz es jugar a fútbol, da igual la posición que sea. Lo único que quiero es levantarme por la mañana, ir a entrenar, estar con mis compañeros, que llegue el día de partido y poder jugar. A veces no lo haces y no pasada nada. He tenido problemas que sólo se me olvidan cuando estoy entrenando o con mis compañeros. Por eso me gusta mi profesión. La gente se cree que es más fácil de lo que es, pero aun así soy un privilegiado.
Dentro del buen ambiente del vestuario, a ti te une una especial relación con Borja Iglesias. Aunque creo que no fue así desde el principio...
Cuando él llega al Betis yo tenía una gran relación con Loren, de muchos años en el filial. Lo veía y pensaba, mira éste es el que le quita el sitio a Loren, que está bien ahora. Pero cuando llegué aquí, fue una conexión a primera vista. Fue sinceramente una amistad con mucho amor desde el principio. Cuesta mucho encontrar una conexión tan fuerte, sabiendo que quizás el año viene no te vas a volver a ver. Se lo agradezco, tener un amigo cerca, es muy difícil encontrar un amigo en mi profesión. He tenido mucha suerte en estos años de encontrar a Borja y Héctor (Bellerín), me van a tener toda la vida. Pueden pasar muchas cosas, pero me van a tener.
Borja y Bellerín son dos futbolistas distintos al estereotipo habitual. ¿Qué los hace distintos?
Me considero una persona diferente a cuando los conocí. Iba a las concentraciones, quedábamos en las habitaciones y ellos se podían pasar tres horas hablando de cualquier tema y yo como un niño pequeño embobado. A mí me gustaba escucharlos, y mira que me cuesta mucho prestar atención, en el colegio me pasaba con los profesores, con mi pareja me pongo con el móvil… Cuando hablan ellos… Cómo pueden saber de tanto… Es algo único, nunca lo había vivido. Así que pienso, vale, tengo estos amigos y hay que cuidarlos. Es muy bonito.
Puede que pronto estéis los tres juntos otra vez...
Eso espero, está habiendo noticias ahí. Cuando hablo con Héctor me da largas, no me quiere decir nada.
Tanto Bellerín como Borja se pronuncian sobre distintos temas en las entrevistas o en las redes. ¿Crees que sería más sano que eso fuese lo cotidiano?
Tenemos que decir lo que sentimos en cada momento, pero es difícil. Si te equivocas en algo, la pifias. Tenemos derecho a expresarnos, pero muchas veces no decimos las cosas por miedo, a mí me pasa. Me gustaría decir cosas que me las callo, porque tampoco sé por dónde van a salir. Hay que agradecerle no sólo a ellos, sino a todos los futbolistas o famosos que se mojen por temas así.
¿Esa influencia también ha llegado a tu estilo personal?
Son cosas mías, si me gusta algo, me lo hago sin problemas, o si es algo de ropa me lo pongo. De hecho, en eso he aprendido mucho de Borja y Héctor, hay que dejarse llevar por lo que uno siente, lo que uno necesita. El pelo, las uñas, la ropa… Vestirte como te apetezca en cada momento. El futbolista está como estereotipado, lo demás está mal visto. Hay que cambiarlo, cada uno es como es, que cada uno puede hacer lo que quiera o lo que le apetezca. Eres futbolista pero también tienes una vida privada.
Os cuento una historia que me hace muy feliz. Hace poco conocí a una profesora que me dijo: "Gracias a que te tiñes el pelo, vienen niños con el pelo tintado y no se meten con ellos. No me lo hago por eso, pero me llena. Vamos a firmas de autógrafos y vemos a los niños con las uñas pintadas. Pienso, mira que guay, tiene 8 años y le ha dicho 'mamá que quiero pintarme las uñas'. Mi hermano tiene 4 años y se viste de chica. Pero eso no quiere decir nada. Se viste de chica y de chico. Juega con muñecas, con muñecos o con la pelota. No por cómo eres te tienen que juzgar. Es es el problema de la gente, te juzgan por cómo llevas el pelo, por cómo vistes o por cómo hablas.
¿Las redes sociales han acentuado ese problema?
A mí me gustan, es una forma de expresarte y acercarte a la gente. Pero cuando hay algún tuit malo y contestas, te dicen: "¿Qué haces contestando?". Pero tengo derecho también. Tú me insultas y yo te contesto con respeto, pero está como mal visto y no puedes entrar. A veces da rabia. Me gustaría contestar a los que me felicitan y a los que me critican. Al final no haces una cosa ni otra, si contesto, vete a saber lo que pasa.
¿Has tenido problemas en los campos de fútbol?
La gente va al estadio, y si te ríes o haces algo, te insulta. El otro día fui a ver a mi barrio y había cuatro gatos que insultaban a los jugadores. Claro que lo veo mal, muy mal. Es lo que hay que cambiar. Pero no voy a decirle yo cuatro cosas. A mí no me importa lo que me digan, me da igual. He ido a campos y por tener el pelo teñido me han dicho no sé cuánto, de qué vas. Muchas veces hasta me pone que me digan esas cosas. Insúltame, me da igual. No tengo ningún problema. Esa persona no me interesa. Me interesa lo que piense mi público. Si los míos me critican, algo tendré que cambiar.