Las memorias de Raúl Albiol en el Real Madrid dan para muchos capítulos: "¿Tengo que enseñarles yo la casa a Penélope Cruz y a Javier Bardem?"
El central del Villarreal se reencuentra con el Real Madrid, donde jugó cuatro temporadas, tres de ellas con Mourinho: "Nos reuníamos a ver sus ruedas de prensa, aunque te podía caer a ti".

En el verano de 2009,Raúl Albiol (Villamarchante, Valencia, 4 de septiembre de 1985) tenía 23 años y era uno de los centrales más notables de LaLiga, campeón de Europa con España y referente en Mestalla después de sobreponerse a las curvas propias de una carrera de futbolista de élite y a las vueltas de campana del coche que le llevaba a Getafe para firmar su cesión en 2004 ( "¿Voy a poder andar para jugar al fútbol?", preguntó nada más despertarse en un hospital de Cuenca). Disfrutaba de su mejor momento, el prime antes de saber qué era eso, y por ese motivo a nadie le extrañó que su nombre apareciera en la agenda de piel de Florentino Pérez cuando éste regresó a los mandos del Real Madrid.
En 15 de mayo de 2009, el presidente de la constructora ACS volvió sobre sus pasos y se presentó en el hotel Ritz de la capital para redirigirse de nuevo a la presidencia del club blanco, tres años después de pegar la espantada por haber "maleducado a los jugadores". Apareció con un discurso tan bien definido como ambicioso y unos planes que terminaron por convertirse en unos planos para construir un nuevo equipo campeón: "Me equivoqué dimitiendo. No debí irme sin antes asegurar la estabilidad. Los socios saben que el club tiene que hacer un esfuerzo económico para hacer en un año lo que normalmente tendríamos que hacer en tres". Amenazó con reventar el mercado y lo cumplió. Fichó a Kaká, Cristiano Ronaldo y Benzema y 'españolizó' la plantilla con las incorporaciones de Xabi Alonso, Arbeloa, Granero, Negredo y Raúl Albiol.
La contratación del central del Valencia fue rápida. Mientras el jugador se encontraba concentrado en Suráfrica para disputar la Copa Confederaciones, su agente, Manuel García Quilón, amasó una operación que se selló en 15 millones de euros y un contrato de cinco años. Todo sucedió sin estridencias. Eran días de portadas para David Villa y David Silva con el escudo del Real Madrid sobre sus cabezas. La espiral de rumores, filtraciones y declaraciones apuntaban a que ambos futbolistas, compañeros de Albiol en el club che, o al menos uno de ellos acabaría en el Santiago Bernabéu. Ninguno salió de Mestalla y nunca jugaron de blanco. Sí lo hizo Raúl, el Chori, apodado de tal forma por los argentinos del vestuario valencianista debido a su longilínea anatomía.

La suya fue una presentación sándwich, pues se celebró entre las mastodónticas de Kaká (30 de junio ante 50.000 espectadores) y Cristiano (6 de julio frente a 85.000 personas): el 2 de julio y en un Bernabéu con una asistencia más terrenal, 9.000 aficionados. Su puesta de largo como madridista fue feliz, aunque con algún apuro. En esa liturgia que consiste en bajar al césped del estadio y dar toques a un balón vestido con el nuevo uniforme, Albiol fue sometido a un examen por la grada que él no previó. Su valencianismo de cuna y las interminables cuitas entre el club che y el blanco impulsaron a la afición a reclamarle: "¡Que bese el escudo!, ¡que bese el escudo!". Una situación peliaguda que él no imaginó. Los gritos parecían no surtir efecto en Raúl y tuvo que ser el directivo José Manuel Otero Lastres quien le diera el empujón con una sugerencia. Entonces, besó.
"Soy un poco tímido y vergonzoso en este aspecto", se explicó más tarde. "Me puede costar hacer algunas cosas. Fue un momento de nervios. No es fácil estar ante miles de personas. Siendo valenciano y habiéndome criado en el Valencia, no ha sido fácil salir del club en el que siempre quise jugar. Pero, después del interés y el esfuerzo que ha hecho por ficharme, siempre supe que si dejaba el Valencia sería para venir al Madrid", concluyó. En una entrevista posterior a EFE abundó: "No quiere decir que sea valencianista o madridista, sino que el primer día, los que somos más cortados, nos cuesta más hacer esos gestos sin prácticamente haber vivido allí. Pero es mi nuevo equipo, defiendo a muerte los colores del Real Madrid y responderé por lo que han pagado por mi dentro del campo".
Fue el primer día del resto de su vida de blanco, cuatro temporadas con una curva de minutos en forma de montaña rusa. Titular indiscutible el primer año, con Pellegrini (43 partidos) y junto a Pepe en el centro de la zaga, en la primera temporada de José Mourinho (2010-11) comenzó a ver comprometido su puesto. con algún pellizco del portugués en rueda de prensa, la llegada de Carvalho y el paso de Ramos con más frecuencia al puesto central; después, con el fichaje de Varane y la instalación definitiva del de Camas como jefe de la zaga. En la 2011-12 sólo disputó 17 partidos y en la 2012-13, con demasiados problemas e incendios dentro de la plantilla, 26.
Las estadísticas están ahí y convenía reflejarlas para contextualizar la etapa de Albiol en el Real Madrid, darle color. El sabor, la salsa, es lo que llega y se recuerda de verdad. Por eso, a continuación, se exponen varias anécdotas que decoran sus memorias en Concha Espina.

Tanto en las batallitas confesables como en muchas que nunca verán la luz, aparecen Iker Casillas y Sergio Ramos. El portero y el sevillano se convirtieron en los principales apoyos del de Villamarchante a su llegada al Madrid. De hecho, según cuentan quienes estuvieron en aquella etapa en el club, el central ya quiso tenerle antes junto a él en Chamartín y dejó caer su nombre en varias charlas informales. En el verde se compenetraban como un engranaje. No vio cumplido su deseo hasta ese 2009.
La timidez de Albiol encontró en ellos un respiro. Se conocían de años atrás, de la Selección, y amortiguaron la carga inicial de entrar a una caseta rebosante de estrellas. Él nunca lo escondió: accedió con la cabeza agachada. Apoyado en ambos se dio a conocer y se hizo querer. En muchos de los viajes que la plantilla compartía con la Prensa (sí, existió ese tiempo) no sólo era de los primeros en mostrar la cara más bromista (sobre todo con Iker) sino también en recibir, con la coletilla general de "¡Chori, chori!". Esas escenas fueron más habituales a partir de la 2010-11, pasado ese primer año en el que uno se presenta con prudencia y el freno de mano del descaro echado. También las intrahistorias abundan a partir de ese punto temporal, por qué no reconocerlo, por la llegada de José Mourinho, el catalizador de historias para no dormir que 'manchó' su imagen en el vestuario con unos últimos meses para olvidar.
Albiol vivió plenamente la etapa del técnico portugués, con sus chascarrillos, sus hogueras (la suplencia de Casillas que dividió en dos al Bernabéu), sus roces (discusiones con Cristiano y Pepe) y sus ruedas de prensa. Si hay algo que no olvida el valenciano de ese periodo son las reuniones de la plantilla para no perder detalle de esas comparecencias. "Nos gustaba verlas. Estábamos todo el equipo viéndolas porque sabíamos que algo iba a pasar, aunque te podía caer a ti. Lo sabías pero la verdad es que había que reconocer que las ruedas de prensa eran muy buenas", declaró en DAZN en 2023.

El eléctrico Mourinho y la tormenta de Clásicos de 2011 fueron un mal cóctel que se llevó por delante la relación de muchos y puso en peligro la estabilidad de la Selección. El Chori lo sufrió y puso voz a aquel despropósito en la misma cadena: "Esa etapa, en las concentraciones, no sabía dónde meterme, porque hubo un tiempo en el que no nos hablábamos ninguno. Había mucho respeto, no había peleas. Éramos los grupos de Real Madrid y Barcelona. Unos iban por un lado y otros por otro. Nos juntábamos entrenando y no nos volvíamos a ver. Demasiados Clásicos seguidos, también con el pique entre Mourinho y Guardiola. La rivalidad afectó a la Selección, pero sin ir a más. Se mantuvo el respeto y al final aprendes de todo. Creo que eso no se volverá a vivir en la Selección. 2011 fue el año más complicado. Luego, en la Eurocopa de 2012, el ambiente no afectó para nada".
Mourinho dejó el Real Madrid en 2013, el mismo verano en que Albiol, cansado de dos años con poca cuota de pantalla, decidió aceptar la propuesta de Rafa Benítez y se embarcó en la aventura de Nápoles. Seguramente por su cabeza no pasaba permanecer allí seis años, pero el equipo engancha y la ciudad atrapa, como se encargó de mostrarnos Españoles por el Mundo. En 2019 retornó a España, a Vila-real, donde exprime sus últimos coletazos de una carrera extraordinaria y que le regaló a Iker Casillas como uno de sus grandes amigos. La anécdota que desempolvó en 'Martínez y hermanos' dibuja con precisión lo profundo de su amistad y sus encerronas. Ocurrió cuando residía en la capital.
"Casillas me llamó una mañana y me dice: '¿Estás en casa? Es que hay unos amigos míos que quieren ir allí a ver una casa en La Finca y a ver si les puedes enseñar la tuya para que se hagan una idea. Le digo 'sin ningún problema, ¿cómo se llaman?' Dice 'no, cuando lleguen allí ya te avisan'. Yo iba con zapatillas de andar por casa, pantalón corto... Digo, 'serán de Móstoles, seguro'. Les espero en la entrada y veo un coche elegante, negro, con los cristales que no se veía nada... Llega, aparca y baja el chófer. Y cuando veo al chófer, digo: 'Uy, esto no me cuadra nada, ¿un chófer?'. De repente bajan Penélope Cruz y Javier Bardem. Y yo con zapatillas de dormir y pantalón corto. Me quedé blanco. Y digo: '¿Qué hago? ¿Les tengo que enseñar yo la casa a Penélope Cruz y a Javier Bardem?' A todo esto, mi mujer, dentro con pijama, peor aún (...). Imagínate cuando los ve a los dos".